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El último encuentro - por claudia

El último encuentro
Esa mañana desperté de repente con una idea clara: viajaría a la ciudad a ver la casa de mis padres. Desde el día de sus muertes, no había regresado. El dolor opacaba toda voluntad de reencontrarme con el pasado de mi familia. Ya no quedaba nadie. Primero mis hermanas, luego mis padres. Esto de ser el último eslabón testigo de una familia, me tenía algo desencajado. Estaba reaprendiendo una nueva vida, una vida para adelante y eso no le pasaba a cualquiera. Vivir para adelante podría resultar una aventura, como aquellas personas que se cambian el rostro y aparecen en un lugar diferente, inventándose un pasado para desaparecer de alguna manera. Pero mi historia la llevaba como un caracolito su casa, sobre los hombros y el corazón.
Preparé un pequeño bolso. Por lo que recordaba, allí podría encontrar toallas, sábanas y todo lo que necesitara para quedarme unos días. Mi madre era ordenada y al partir, como si lo supiera, había dejado todo en su lugar.
Para el trayecto preparé un buen libro, un policial que no da respiro, así las 6 horas pasarían rápido y sin pensar. En eso soy flojo, no puedo controlar esas ideas catastróficas, la tragedia se me aparece de forma inmediata en cada paso que doy.
Llegué a la terminal de ómnibus y saqué el boleto, coche cama, lo prefería. Al subir y ocupar mi asiento, sentí que comenzaba solo a transitar un camino difícil. Lo tomaría como si fuese una historia de otro y yo un sustituto, un actor imbatible, creíble, insensible.
El viaje estuvo tranquilo, salvo que tuvimos que detenernos veinte minutos para esperar a una mujer que debía llegar a la ruta por un camino de tierra. Escuché que la mujer estaba enferma y debía ir al hospital. El chofer pedía paciencia. A mí no me preocupaba. No tenía apuro ninguno. Pensaba que apenas arribara a la casa que en mi adolescencia me había cobijado, me bañaría, comería algo y sacaría todo de los armarios, todo. Lo pondría en el comedor. Revisaría cada cosa, las fotos, ¿qué haría con las fotos? Los platos, los vasos, las cortinas, la ropa… ¿Qué más? Los libros.
Entre sueños me imaginaba en la escalera de madera pintada de rojo, esa que usábamos de niños para jugar, tirando las bolsas y las cajas al piso. Me veía abriendo cada una, reencontrándome con afectos, olores, sinsabores, colores gastados.
Llegué a destino con el primer sol de la mañana y la baja temperatura de la época. Busque en el bolso la llave. La miré. Recordé inmediatamente con cuál debía abrir la superior y la otra que estaba debajo. Estaba un poco nervioso y las manos me temblaban. No tengas miedo – me decía. Es un trámite – me repetía. Y entré a la sala fría, muy fría. Levante las persianas para ver mejor, pues la luz estaba cortada. Me dirigí a la estufa para encenderla, pero rápidamente recordé que no había gas. El hedor era importante. Subí las persianas y abrí el ventanal. Pase al jardincito, pequeño y acogedor aún con sus plantas muertas. Ya con claridad, recorrí la casa con paso lento, extraño. La primera puerta, el baño con sus piezas cubiertas de un polvillo. Levanté la tapa del inodoro, impecable. Al lado, una puerta cerrada. Empujé y no se abría. La patee con fuerza y…. el cuarto estaba vacío. Los armarios, con sus puertas arrancadas, se veían desnudos. Apenas una bolsa en el fondo de un estante. La busqué y dentro estaba la partida de casamiento de mis padres. Leí en ella los datos de nuestros nacimientos. Uno de ellos perduraba sin más rastro del pasado que unas tumbas y un documento de origen.
Me senté en medio de la soledad del espacio. Y autoricé mi nuevo nacimiento.
Claudia

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5 comentarios

  1. 1. Edmundo Dantés dice:

    Tu historia apela a las emociones y eso siempre engancha al lector, ese es el punto fuerte de tu relato.
    Tendrías que revisar el tema de la puntuación.
    He encontrado un poco incongruente que escribas “Preparé un pequeño bolso” cuando el personaje es masculino.
    También me ha sonado extraña la frase: Llegué a la terminal de ómnibus y saqué el boleto, coche cama. Lo de coche cama me suena más a tren pero creo que estás hablando de un autocar.

    Escrito el 18 julio 2018 a las 08:27
  2. 2. Claudia dice:

    Ah, escribo desde Argentina. Los ómnibus pueden ser “cama” o “semicama”. Por supuesto, los “cama” son más cómodos y cuestan más dinero, es un esfuerzo poder acceder.
    Gracias por leerme
    Claudia

    Escrito el 18 julio 2018 a las 19:45
  3. 3. M.L.Plaza dice:

    Hola Claudia.
    Has escrito un relato bonito, pausado,que se lee muy bien.
    Por eso me ha llamado la atención cuando hablas de las muertes de los padres:das a entender que murieron el mismo día.
    Dices que fue la última vez que estuvo en la casa: “Desde el día de sus muertes, no había regresado.” .Por eso creo que sobra esta frase: “Mi madre era ordenada y al partir, como si lo supiera, había dejado todo en su lugar.” El protagonista estaba ahí,tiene que saber cómo quedó la casa cuando la cerró y se marchó,después de la muerte de su madre.
    Me da la impresión que no has controlado la secuencia de los hechos que describes.
    Por lo demás, me ha gustado leer tu historia.
    Saludos

    Escrito el 23 julio 2018 a las 02:29
  4. 4. Luna Paniagua dice:

    Hola Claudia, tu relato tiene mucha carga emocional, se siente la soledad y el hastío sentimental del narrador.
    No entiendo por qué pone que cumples el reto, faltaría la pregunta inicial.
    Yo estuve en Perú hace años y viajé en uno de esos autobuses con cama, ¡qué maravilla! Y la estación mucho más organizada de ninguna que haya visto en Europa, hasta te facturaban el equipaje.
    Un saludo,
    Luna

    Escrito el 23 julio 2018 a las 08:12
  5. 5. María Esther dice:

    Hola Claudia, tu relato trasmite la sensación de soledad que tu pretendes, no así, todo lo que podrías decir acorde con el tema que elegiste.
    Comienzas un recorrido por la casa,muy breve, y terminas de forma abrupta con eso de los documentos,que realmente no lo entiendo:”Leí en ellos los datos de nuestros nacimientos. Uno de ellos perduraba sin más rastros del pasado que unas tumbas y un documento de origen…Y autoricé mi nuevo nacimiento.”
    Se entiende por datos de nacimiento: nombre, apellido, día ,hora y lugar donde nació el niño, nombre del padre, la madre y abuelos maternos y paternos, y al pie firmado por juez y uno o dos testigos.No sé donde lleva esos datos de las “tumbas”, un documento de “origen” de qué?. Es rarísimo eso, nunca había oído.Y esa “autorización del nuevo nacimiento”, es también incomprensible.
    Y lo que le falta al relato es el conflicto.
    Por ejemplo que te plantearas qué hacer con la casa, si venderla o irte a vivir en ella.,y ahí te pondrías los pro y los contra en fin que te encontraras en una situación ambigua sin saber como resolver,y entonces darle más tensión a la historia. Luego sí, un giro final para cerrar.
    Es mi modesta opinión, creo que podrías mejorarlo.
    Saludos hasta la próxima.

    Escrito el 29 julio 2018 a las 01:56

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