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Escalofriante melodía de invierno - por Montse

Web: https://montsegp.blogspot.com/

Escalofriante melodía de invierno.

¿Qué escondía mi padre? Era aficionado a la fotografía y ciertamente tenía una sensibilidad especial para captar momentos. No le hice mucho caso. Llevó esta afición en la más estricta intimidad, desde el día en que le regalé aquella máquina de fotografiar. Ahora, había fallecido y no me quedaba más remedio que hurgar entre sus cosas para no deshacerme de algo, que yo imaginaba valioso.

La tarea tristísima llegaba a su fin; lo último que me quedaba eran los cajones de su mesa del despacho que acababa de abrir con no poco esfuerzo, puesto que las llaves no aparecían por ninguna parte. Y allí estaba la caja. Tuve una sensación extraña y a punto estuve de tirarla a la chimenea, que en aquellos momentos a causa del frío, yo había encendido.
Me hallaba sola en la casa; sentí como nunca que el cuarto estaba vacío, no había querido que nadie me acompañara, por otro lado, lógico, mis hermanos hacía mucho que habían muerto para mi.

Dejé ir los pensamientos negativos, ya tenía bastante en aquellos instantes.

Mi corazón se desbocó delante de la caja en la que se encontraban aquellas instantáneas. Me pregunté qué me pasaba, qué le pasaba a mi corazón. Mis manos temblaban. Algo me impedía abrir la tapa del pequeño cofre. En un acto de valor, la levanté y miré el interior.
Estaba llena de fotos panorámicas. Todas eran imágenes conocidas de paisajes naturales de nuestro entorno. Muy bonitas, preciosas. Y así, poco a poco, una a una, las fui repasando con el corazón encogido de emoción. No parecía haber nada especial, nada que tuviera mas que el valor sentimental y artístico que mi progenitor supo captar. Ya llegaba al fondo de aquel pequeño maletín, cuando paré la vista en una imagen muy especial. No reconocía el paisaje que allí se retrataba, como en la mayoría, ni tampoco reconocía a la persona que a la derecha de la fotografía, casi saliendo del marco, caminaba en una actitud absorta, no podría decir si triste, aunque la postura echada hacia adelante, la cabeza baja y las manos en los bolsillos, así lo delataban.

Vi un río que atravesaba de parte a parte la imagen, parecía nevado, helado, o era el brillo de la luz terrorífica de aquel atardecer. Las márgenes del río estaban llenas de matojos que aparecían quemados; debía ser del frío y el viento del que hablaba la fotografía. Se veían inclinados hacia la derecha, dos árboles, uno de ellos, el que se situaba más a la izquierda lucía una copa frondosa, el otro casi no tenía ramas, pero ambos transmitían un sentimiento de soledad infinita, con el follaje de color tostado, apagado, color de lo abrasado por el azote del viento y el frío. Todo esto quedaba coronado por unos nubarrones grises, casi negros, con algún claro que hacía más patente la tenebrosidad de aquella bóveda. Fijé de nuevo la vista en la mujer, ¿llevaba un pañuelo en la cabeza? No lo acababa de distinguir, pero sí que se apreciaba la acción del viento en sus ropas que volaban en sentido contrario a la marcha.

De pronto, sentí…¡¡Dios!! ¿Se había movido aquella falda de la mujer? ¿Se oía silbar el viento huracanado y todo adquiría movimiento? Empecé a temblar. Quise levantarme pero mi cuerpo no obedecía mis órdenes. Solté bruscamente aquel pequeño bulto que era la caja y las fotografías se desparramaron por el suelo. Sólo la que tenía en la mano, permaneció allí, pegada a mis dedos.. Di varias sacudidas pero no había manera de desembarazarme de ella y el viento soplaba cada vez más fuerte; los arboles se movían al son que éste marcaba; el sonido del agua del río —cada vez más embravecida— invadía mi cerebro y la mujer que al principio casi se salía del cuadro por la parte de la derecha, ahora, se había dado la vuelta; sonreía y pude ver su boca desdentada y su horrenda cara con las cuencas de los ojos vacías que se acercaba hacia los bordes como para salir de aquel horror del que tantos años llevaba presa. El sudor corría por mi frente, quería gritar pero no podía, la garganta estaba seca y la mueca de espanto en mi rostro era cada vez mayor. La mujer llegó al borde de la foto, estiró su mano descarnada para tocar mi cara, en un intento, aparente, de acariciarme. No pude más y el grito atroz salió de mi garganta.

Entonces comprendí porqué mi padre guardaba aquel cofre tan en secreto.

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10 comentarios

  1. 1. Susana dice:

    Hola Montse!
    Mi nombre es Susana y soy nueva en el blog.
    Leí tu cuento, me parece que es muy bueno, solo que para mi gusto creo que hubiera estado mejor agregarle un poco más de suspenso quizás. Porque siento que el final estuvo algo rápido y no me pude meter tanto en la historia. Amo lo que tenga que ver con terror, terror psicológico, etc. Por eso mi comentario
    Si quieres leer mi cuento, también está publicado!
    Sigue escribiendo y que tengas un buen día!

    Escrito el 17 julio 2018 a las 23:52
  2. Si me dio miedo a pesar de que ese topico de fantasmas que salen de cuadros o fotos ya se ha utilizado. Me gusto mucho tu cuento aunque yo le hubiera agregado un final mas tragico al persinaje principal como que pase a formar parte de la foto o algo asi…pero es un buen cuento y muy amena tu redaccion

    Escrito el 18 julio 2018 a las 03:05
  3. 3. EstebanLR dice:

    ¡Hola Montse! a mí también me gustó tu relato. Hay algunas cuestiones que creo se pueden corregir, por ejemplo, hay un párrafo en el que la palabra “corazón” se repite tres veces. Por otro lado, creo que te extiendes mucho en la descripción del paisaje y eso te quita espacio para un desenlace más contundente y que no nos deje con muchas preguntas sin resolver.
    El contenido de tu historia me ha gustado, la evolución de la imagen que en un principio parecía misteriosa pero inofensiva y que de repente se convirtiese en algo totalmente fuera de lo normal, me sorprendió. Aunque hay algunas cosas que me desorientaron un poco: ¡Quiero saber más sobre qué le pasó con sus hermanos! jeje…
    Saludos y gracias por compartir tu relato.

    Escrito el 18 julio 2018 a las 16:25
  4. 4. Montse dice:

    Muchas gracias, Susana y Nidama por vuestros comentarios, siempre a tener en cuenta. Nos leemos!!

    Escrito el 18 julio 2018 a las 19:34
  5. 5. Luis Ponce dice:

    Hola Montse:
    He leído tu relato y para que te hagas una idea de mi reacción he tratado de salir sin terminar de leer pero me he sentido atrapado como en la fotografía.
    Te felicito, tienes talento para esto.
    Nos leemos.

    Escrito el 19 julio 2018 a las 02:26
  6. 6. Montse dice:

    Muchas gracias, Luis Ponce por parar un ratito a leer mi relato. Bueno, lo del talento, no sé, pero salió así esta vez. Nunca sé cómo va a ir la cosa cuando empiezo a escribir…

    Nos leemos 🙂

    Escrito el 19 julio 2018 a las 21:59
  7. 7. Montse dice:

    Gracias Esteban por tu comentario y tu opinión. Lo de las repeticiones lo tengo muy en cuenta, pero…está visto que aún así se me escapan algunas. Gracias por hacérmelo ver.

    Nos leemos 🙂

    Escrito el 19 julio 2018 a las 22:02
  8. Hola Montse
    Es un texto cuidado el que propones. Hay comentarios anteriores sobre aspectos formales y en cuanto a la anécdota propuesta me parece que está resuelta con acierto.
    Gracias

    Escrito el 21 julio 2018 a las 21:29
  9. 9. Laura dice:

    Hola Montse.
    Nos dejas con la intriga. Tal vez puedes darle una vuelta màs a la mujer de la foto?
    Bien logrado el relato.
    Saludos.
    Hasta la próxima.

    Escrito el 22 julio 2018 a las 14:44
  10. 10. Calèndul dice:

    Jo va, Montse, desde luego que es una historia escalofriante. Me gustó mucho. ¡Qué inquietante!Sólo te hago una sugerencia: ¿y si jugases un poco más con e título de forma que éste complementará un poco mejor el texto? Ejemplo: La dama de inverno. O algo que diga un poco más de esa dama tan tenebrosa. Interesante leerte. Merci. Soy el texto 102. Por si deseas opinar también.

    Escrito el 25 julio 2018 a las 00:10

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