Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El cuarto vacío - por Ulises Vidal

El cuarto vacío
¿El cuarto estaba vacío?
— ¿Te vas a tirar desde el ropero?–preguntaba mi hermana.
—Sí–le respondía desafiante yo.
—Entonces, yo también–se animaba ella–. Y como bólidos caíamos sobre la cama. Ya no recuerdo quién contagiaba a quién. La cuestión es que las habituales enfermedades eruptivas las pasábamos juntas mi hermana y yo. Y mi mamá y mi papá nos cedían el dormitorio, territorio propicio para juegos y otras aventuras.
En uno de esos días de convalecencia,, estábamos sentadas en el suelo, muy concentradas. La cartuchera roja abierta. Una a una íbamos leyendo las cartas de amor que mi papá le había enviado mientras estuvo haciendo la mili. Se habían conocido cuando ella tenía catorce y él, dieciocho: —Yo me voy a casar con vos–, le aseguró él. Cuando terminó el servicio militar, se casaron.
De pronto, mi mamá irrumpió en la habitación: — ¿Qué creen que están haciendo?
— ¡Con razón te enamoraste del papi!–comenté asombrada.
— ¡Qué bonito escribe!–agregó mi hermana.
— ¡No tenían derecho, mocosas!–nos dijo con el ceño fruncido mientras menuda y ágil se agachaba y devolvía las cartas a su lugar .No volvimos a verlas. Y fue una pena. Nos habría gustado saber más acerca de ese papá, nuestro papá enamorado.
Estar enfermas nos daba derecho a tener ración doble de postre. Pero no era suficiente. Ella escondía las tabletas de chocolate en el estante más alto del armario.
— ¿Y si le damos dos mordiscos para que parezca que fue el papi?–proponía mi hermana.
— ¡Dale!–aceptaba yo.
Pero no engañábamos a nadie. Siempre era igual. La risa de mi padre desarmaba a mi madre. Y volvíamos a encontrar siempre las golosinas en el mismo lugar.
Algunas veces, desde nuestro cuarto contiguo al de ellos asistíamos a momentos íntimos y secretos. Era de noche y el silencio total. Escuchábamos sus voces y risas sofocadas y ruidos extraños. No necesitábamos mirar para adivinar el intercambio de caricias.
El cuarto le fue quedando grande a mamá cuando papá murió. Después, muy mayor enfermó. Fue entonces cuando se transformó en nuestra hija.
— No apagues la luz que tengo miedo–, me rogaba mi madre.
— Si estoy aquí. ¿Miedo a qué?–le preguntaba yo.
— A la oscuridad–me decía con voz apagada–. Yo sabía que ella sabía que el fin estaba próximo y que luego todo sería oscuridad.
— Y hoy, ¿qué te preparo?–averiguaba yo.
— Arroz con pollo.
— ¡El plato favorito del papi! Seguro que no me sale como a vos. Pero igual yo lo intento…Mientras tanto, te enciendo la tele porque seguro que en “¡Qué mañana!”, te sorprenden con una receta nueva.
Hasta que pudo caminar, la primera tarea de la mañana, mate en mano, era visitar el huerto.
—Tengo que colocar cebo porque los caracoles y las babosas están acabando con las hojas más tiernas.
Así, como ella lo había hecho siempre seguí cultivando verduras y legumbres, sólo por verla feliz, cuando ella ya no pudo hacerlo. Después de todo, siempre pensé que las tareas de un maestro y yo lo he sido y lo soy y las de un jardinero se parecen. Preparación de la semilla, siembra, riego, control de las malas hierbas y cultivo.
No pocas veces llegué hasta su cama en busca de soluciones.
—Mamá, ¿Qué espacio debo dejar entre una planta y la otra? ¿A qué profundidad debo colocar la semilla? ¿Cada cuánto debo regar?
Y no se me olvidan sus recomendaciones; “asegura la planta a la estaca con unas tiras atadas holgadas para no asfixiarlas”; “si salen buenos los tomates guarda las semillas en servilletas de papel hasta que se sequen, así te servirán la próxima temporada.”
Hace un mes y medio que mi mamá ha muerto. Antes, no tenía tiempo para nada y ahora las horas sin ella son largas porque una parte de mí se fue con ella pero al mismo tiempo mucho de ella sigue viviendo en mí. Por eso, el cuarto no está vacío. Su presencia está muy viva allí y allí la encuentro, en ese espacio que está como ella lo dejó.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

6 comentarios

  1. 1. Luis Ponce dice:

    Saludos Ulises:
    Me he quedado intrigado por tu seudónimo (¿o nombre?) porque es masculino y escribes en primera persona en femenino. Yo he tratado de hacerlo y se me vuelve muy difícil.
    Primero los peros:tienes que ahorrarte las palabras del título cuando mandes tu relato porque eso te quita número de palabras, en este caso han sido tres (El cuarto vacío), pero ha veces son necesarias.
    Después de convalecencia tienes una doble coma, lo que debería saltar al momento de revisar, hay que dejar pasar un par de días después de escribir para volver a revisar.
    Un par de puntos aparte puede darle un poco más de ritmo en algún párrafo de los primeros.
    Bueno, luego viene lo bueno:has logrado un relato que encierra la vida de dos personas, madre e hija, de una manera que le presentas al lector sin decirlo una descripción sicológica de las protagonistas.A mí eso me parece un éxito, porque obligas al lector a usar su imaginación para redondear las personalidades de las dos mujeres, algo que las 750 palabras te lo impiden.
    Ha sido muy grato leer tu relato, espero que participes todos los meses y nos deleites con tu obra.

    Escrito el 19 julio 2018 a las 00:03
  2. 2. Laura dice:

    Hola Ulises.
    Sin palabras, nada que objetar. Me has llevado a mi infancia, sòlo que no estaba en ese entonces Que mañana, sino algùn programa de Doña Petrona, y tenìamos sòlo la radio o el tocadiscos para escuchar mùsica.
    No tengo nada que señalar, pero porque las emociones me lo impiden.
    Saludos-
    Hasta la pròxima.

    Escrito el 19 julio 2018 a las 12:12
  3. 3. Alf dice:

    Buenas, Ulises.

    De tu texto, destacaría la emotividad y las relfexiones que transmite. Me encanta cómo juegas perfectamente con la nostalgia y los recuerdos para hacer que el lector se identifique, sienta que está leyendo algo agradable y, acto seguido, causar mayor impacto con experiencias que a todos nos toca vivir, por desgracia. Pero es precisamente en ese conocimiento y en tu capacidad de situar al lector dentro de la historia, partiendo de los momentos más “pequeñitos” y felices, y llegando, poco a poco, a aquellos más trascendentales y dramáticos, donde considero que reside tu mayor acierto.

    Personalmente, de cara a los textos siguientes te recomendaría centrarte sobre todo en el tema de las comas. Creo haber visto bastantes puntos en los que se notaba la falta de estas, y sería un buen detalle a cuidar si tienes a alguien que te ayude con ello.

    Esto no quita que me guste cómo escribes y que tengas esa capacidad -que no es nada fácil- de conseguir TRANSMITIR con tus textos; lo cual, al final, es lo más importante.

    Desde aquí te animo a seguir escribiendo, disfrutando el proceso y aprendiendo con ello. ¡Quiero ver qué más cosas son capaces de salir de ti!

    Escrito el 19 julio 2018 a las 15:48
  4. 4. Ulises Vidal dice:

    Hola Luis, Laura y Alf!
    Muchísimas gracias por los comentarios que me animan a seguir adelante.
    He repasado el relato y he corregido las comas.
    Espero que nos sigamos leyendo.¡Hasta la próxima!

    Escrito el 20 julio 2018 a las 17:07
  5. 5. ANGEL CLIMENT dice:

    Hola Ulises, me sumo a lo dicho, buen relato, yo tambien soy de los que piesno que a veces las 750 palabras se pueden quedar cortas. pero siempre podras ampliarlo.
    Un placer leerte

    Escrito el 21 julio 2018 a las 11:12
  6. 6. Vespasiano dice:

    Estimado Ulises Vidal:

    Es la primera vez que te leo y tu relato me ha sorprendido gratamente.

    Leyendo tu historia estoy viendo, además de la madre de la narradora, a mi suegra que con sus noventa y un años, también quiere tener las luces encendidas ya que le da miedo la oscuridad. También por lo que le gusta que mi mujer le prepare la comida en lugar de que lo haga la señora que la cuida.

    En fin, como ya te han apuntado los compañeros que me han precedido, me uno a sus elogios, destacando las escenas de las hermanas que son recuerdos imborrables de su infancia y que sin duda nos hacen recordar las nuestras.

    Felicidades y seguiremos leyéndonos.

    Escrito el 26 julio 2018 a las 09:46

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.