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El cuarto estaba vacío - por Marlene Flores González

titutlo: El cuarto estaba vacio
Autora: Marlene Flores González
Costa Rica. 3 /7/ 2018

El último día del año a eso de las 9 de la noche, sonó el teléfono. Era Hilda, mi joven amiga, quien en medio de sollozos, desesperada, intentaba comunicarme la terrible noticia: su prometido, se había suicidado… En segundos, se formó dentro de mí un caos, no sabía qué decirle, de qué manera tranquilizarla; entonces pregunté: —¿Cómo sucedió? Su llanto fue un estallido de dolor, y apenas pronunciando las palabras, que parecían ser tan largas de lo que jamás han sido, dijo: — ¡Se ahorcó…!
El caos formado en mi cabeza, se paralizó, y como pedazos de papel en negro, se fue deshaciendo hasta dibujar con ellos la imagen de un ahorcado, balanceándose aún, desde la cuerda que le aprisionaba por la garganta, arrebatándole hasta el último aliento de vida que pudiese quedar en él.
Pensé en el tiempo que tendría de estar ahí colgado, desde el momento fatal en que tomó la decisión, hasta la llegada del médico forense para retirarlo y trasladarlo a la morgue judicial. Imaginé los pasos a seguir; conocía el procedimiento: Dos hombres le sujetarán mientras otro cortará la cuerda; luego colocarán el cuerpo inerte sobre el piso, como descansando al fin de su tortura; para él todo había terminado.
Su familia, comenzará a buscar la culpa: alguien debe tenerla muy escondida en su corazón y no se atreverá a confesarlo. Su madre la buscará dentro de sí; se preguntará qué fue lo que hizo tan mal, para que su hijo, a las puertas de un matrimonio, y de una carrera profesional, escogiera quitarse la vida.
Su padre, pensará que fue duro con él, que jamás consideró sus logros, pero sí castigó sus equivocaciones. Cuando de chico, quiso hablarle, para contar o preguntar algo, no le prestó atención. Pasaba poco tiempo con la familia; nunca fue a la escuela a preguntar por él, nunca le dijo que lo amaba. Ni siquiera recordaba haberlo abrazado o besado.
Claro, es que eso no es cosa de hombres, había que enseñarlo a ser fuerte y duro como los machos, pues no se trata de hacer hombres débiles e inútiles… Lo cierto, es que esas cosas son propias de las mujeres.
Con los ojos enrojecidos, hundirá su sombrero hasta las cejas, como tratando de ocultar los pensamientos y hasta las lágrimas, que precisamente, los hombres no deben derramar.
De pronto, me di cuenta de que aún tenía el teléfono en las manos y que llamaban a mi puerta; era como volver de una pesadilla, sin despertar; me levanté torpemente y fui a abrir. Ahí estaba ella de píe frente a mí, demacrada y sus ojos verdes convertidos en mares de tristeza. Su cuerpo temblaba, sus manos estaban muy frías. Mientras la abrazaba, sentí a la pequeña que decía que yo era su segunda madre. Le serví una taza de té caliente, coloqué una cobija sobre su espalda. Quería apartarla de esa horrible situación que desparramaba sus ilusiones y marcaba profundamente su joven vida para siempre.
—Suavemente, me dijo: «las almas de los que se suicidan, quedan vagando, porque no pueden desprenderse y partir… ¿en dónde estará, acaso la pena que lo atormentaba se aferrará a su alma hasta la eternidad…? —No lo sé, le dije, solo confiemos en la Justicia Divina.
Estaba cerca la medianoche, y como es tradición, las bombas y los juegos de pólvora, iluminaban desde el cielo. Intentaba descansar un poco, pero los gritos lejanos de quienes despedían un año y recibían otro, me parecieron el sollozo multiplicado de un alma en pena. Un escalofrío de miedo recorrió todo mi cuerpo; sentí una presencia extraña en la habitación…, salí precipitadamente, cerré la puerta y fui a dormir con mis hijos.
Cuando regresé, al día siguiente, el ambiente era pesado y hostil, mi corazón quería salirse del pecho, el aire no era suficiente, y pensé en correr, de nuevo. No obstante, haciendo uso de una fortaleza inusitada, decidí enfrentarme. Comencé a rezar, mientras caminaba alrededor del cuarto. Estaba lleno de algo desconocido, que se resistía a irse, que intentaba atraparme o doblegarme, quizás. Tenía mucho miedo.
Mi garganta ardía, salí a buscar agua, pero regresé. El cuarto seguía lleno de un aire que casi tocaba con las manos; aquello se convirtió en una lucha de fuerzas invisibles, intensas, desesperadas. Brotaban los rezos desde mi fe, y como puntas de estrellas rompían el aire, arralándolo…
De pronto, una hermosa sensación de paz y por fin: el cuarto estaba vacío.

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10 comentarios

  1. 1. Servio Flores dice:

    ¡Hola Marlene!
    Muy buen escrito, me ha gustado.
    Siento bien logradas las cavilaciones de los personajes en la mente de otro personaje… Eso me gustó.
    El lenguaje está lleno de metáforas muy bonitas y no forzadas en el texto como “ojos verdes convertidos en mares de tristeza” o “Brotaban los rezos desde mi fe, y como puntas de estrellas rompían el aire, arralándolo”
    En mi humilde apreciación siento que aún puede desarrollarse aún más la historia ya que algunos cabos quedan sueltos y el relato plantea esos hilos. Igual aquí son solo 750 palabras…

    He disfrutado mucho su relato.
    ¡Felicidades!
    Si gusta pase a leer y comentar mi micro, estoy en el número 1

    Escrito el 17 julio 2018 a las 20:06
  2. 2. Marian V dice:

    Saludos Marlene
    Te felicito por tus conocimientos sobre el ser humano. Narras de forma sencilla y veraz los sentimientos de los personajes y el proceso con el difunto.
    Sabes… aunque luego entendí que el cuarto que estaba pesado era el de la protagonista, sentí que con tu habilidad puedes trabajar más la ida de la novia a la casa. En verdad me gustó tu enfoque. Mucho éxito!

    Escrito el 17 julio 2018 a las 23:07
  3. 3. Karian V dice:

    Perdón es Karian V

    Escrito el 17 julio 2018 a las 23:10
  4. 4. paola dice:

    Hola Marlen

    Un relato bien escrito, se ve que tienes mano.

    Lo q no acabo de entender es por qué el muerto se aparece en su cuarto y no en el de la novia o en el de sus padres.Acaso era ella la culpable de su muerte? Si es así no me ha quedado claro.

    Saludos

    Escrito el 18 julio 2018 a las 15:48
  5. Ese es un tema delicado del cual muchas veces nos preguntamos el por qué. Aunque la protagonista intenta en sus razonamientos darle coherencia a la situación. Es un relato bastante factible con un comportamiento creíble. Es difícil poder servir de consuelo en ese tipo de circunstancias. Por otra parte me parece curioso el giro sobrenatural pero igualmente coherente dentro de esta cultura. Quizás falto un poco mas de tensión al final pero en lineas generales esta bien. Saludos desde Venezuela. Si puedes pasas por el mio el 87.

    Escrito el 18 julio 2018 a las 20:24
  6. 6. Marlene Flores González dice:

    ¡Hola, compañeros(as):
    Siento un gran placer al leer sus comentarios. Estoy muy a gradecida de que se tomaran un tiempo para mi.
    No tengan reservas para decirme lo que está mal, pues bien sé que me falta mucho.
    Quiero aclararle a Paola, que el espíritu del suicida quedó vagando, sin rumbo, confundido, y que una persona espiritualmente sensible, lo atrajo hacia sí. La novia no fue culpable de nada. Los padres estaban tan impactados, que no podían ofrecerle ese espacio, pero la protagonista ofrecía las condiciones. Espero haber aclarado ésto, y de nuevo gracias a todos.

    Escrito el 19 julio 2018 a las 17:27
  7. 7. Maurice dice:

    La historia, aunque bien contada, adolece de algunas fallas gramáticales y de técnica de escritura. Ej:

    “…hasta las lágrimas, que precisamente, los hombres no deben derramar”: hasta las lágrimas que, precisamente, los hombres no deben derramar.

    —Suavemente, me dijo: «las almas de los que se suicidan, quedan vagando, porque no pueden desprenderse y partir… ¿en dónde estará, acaso la pena que lo atormentaba se aferrará a su alma hasta la eternidad…? —No lo sé, le dije, solo confiemos en la Justicia Divina. Yo escribiría:
    Suavemente, me dijo: «las almas de los que se suicidan, quedan vagando, porque no pueden desprenderse y partir… ¿en dónde estará, acaso la pena que lo atormentaba y aferrará a su alma hasta la eternidad…?
    —No lo sé -le dije-, solo confiemos en la Justicia Divina.
    Además, te confieso que me quedé con la intriga; no entendí el final.

    Escrito el 20 julio 2018 a las 04:31
  8. 8. De vuelto dice:

    Se nota la sensibilidad del personaje protagonista. La trama nos mantuvo en vilo, a pesar de que poco gusto del género. No me gustó la presentación de las razones del sucio, algunas incoherencias ya señaladas, ni la resolución del conflicto.

    Mi relato es el número 20.

    Escrito el 20 julio 2018 a las 09:48
  9. 9. marazul dice:

    Hola Marlene: tratas un tema tremendo, el del suicidio de una persona joven que tiene una vida por delante y, aún así, sin saber lo que ocurre en los entresijos de la mente humana, decide terminar con su vida. Este tema puede tratarse desde muchos puntos de vista. Tú, en tan corto espacio, te has centrado en cómo se imagina la narradora la escena del hallazgo del cuerpo y todo el procedimiento rutinario —la llegada del forense etc… En este punto me dejas con una duda: ¿por qué dices que ella, la narradora, conocía el procedimiento?
    La reacción de la familia según ella imagina es muy real: culpas, remordimientos, preguntas…
    Creo que sabes analizar la mente, y tu relato, aún siendo corto, es del tipo que puede considerarse sicológico. A mi estos me encantan porque el lector nunca sabrá toda la verdad. La verdad solo la puede saber el que lo padece.
    La lucha final, hasta que por fin el espíritu descansa es un buen final. Y la frase encaja perfectamente.
    La verdad es que me gusta mucho como escribes y si hay alguna falta seguro que es pequeña porque yo no lo he notado.
    Saludos

    Escrito el 21 julio 2018 a las 11:48
  10. 10. Marlene Flores González dice:

    Hola Marazul: Agradezco tu comentario, me alegra mucho te guste.Te cuento que la protegonista es viuda de un médico forense, y conoce detalles de situaciones como esa y de otras… No lo aclaré, por falta de espacio y olvidé quitar: “Conocía el procedimiento”.
    ¡Saludos!

    Escrito el 25 julio 2018 a las 20:37

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