Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Marcela y Matilda - por Helena Sauras

Web: http://rodoreda.wordpress.com

Alguien la perseguía. Marcela corría por aquel laberinto de calles que la engullían y devoraba el asfalto a cada paso. De su frente brotaba sudor y respiraba de manera agitada. En una mano, llevaba el teléfono móvil que había robado a su agresor antes de echar a correr. Se había jurado no volver nunca la vista hacia atrás.

En un lateral de una calle secundaria, había una pequeña puerta entreabierta. Al sentir cómo él se acercaba, rápida, le dio esquinazo cruzando aquel umbral.

Sus ojos no tardaron en acostumbrarse a la oscuridad de aquella habitación y acabó dándose cuenta que era una tienda de sombreros por las prendas que había a su alrededor. De repente, se encendió una luz y oyó de frente una voz que decía:

—¡En qué líos te metes, Matilda!

Se apartó a un lado mientras sentía el pulso en sus sienes y, se cubrió la cara con la prenda que estaba más a su alcance: un sombrero marrón de paja. Se quedó inmóvil y simuló ser un maniquí.

Una mujer, que respondía al nombre de Matilda, sacó de su cartera un documento y dijo:

—Necesito otro pasaporte.

—Eso no es tarea fácil. Y lo sabes.

—No me pueden descubrir ahora. Además he estado ahorrando y necesito irme ya del país.

El hombre soltó una risotada, que se interrumpió por un ataque de estornudos de Marcela, porque había estado respirando el polvo que había dentro del sombrero.

—¿Quién anda ahí? —El hombre empezó a moverse por la habitación—. ¿Me has estado grabando? —preguntó.

Matilda negó con la cabeza.

—¿Qué quieres? ¿Otra identidad? Seguro que has venido con un periodista a destapar mi tapadera. ¡Eres una sinvergüenza!

El hombre cogió el brazo de Matilda y la zarandeó con fuerza mientras iba dando manotazos a los distintos sombreros hasta llegar al de Marcela.

—Vaya, vaya —siguió—. Así que, sin saberlo, teníamos la compañía de una intrusa. ¡Ya no puedo confiar en nadie! Unos van, los otros vienen. Pero al final… Quién viene a mi tienda acaba pagando la deuda. ¡Siempre!

—¡Achís! ¡Achís!

—¡Dame la tarjeta! —ordenó el hombre a Marcela que seguía estornudando.

Marcela le alcanzó su móvil temblando mientras una pequeña cantidad de orina manchaba sus pantalones.

El hombre inspeccionó las fotografías que habían en el móvil y, dijo para sí mientras fruncía los labios de manera perversa:

—Material interesante. Lo haré correr entre mis conocidos.

Las dos jóvenes se habían mirado mientras el hombre hablaba. Sus ojos comunicaban el desespero, el desamparo y la vergüenza que sentían.

Ambas deseaban desaparecer porque aquel hombre tenía el poder de abusar de ellas. Y así lo hizo.

Marcela hacía escasos minutos que había escapado de alguien que la grababa sin su consentimiento y, sin saberlo, se había acabado metiendo en un sitio peor. Algo olía a podrido en aquel ambiente de difusión de material pornográfico.

Matilda no había corrido mejor suerte en la vida y su horizonte a corto plazo no era muy prometedor. Aunque ahora estaba esperando una nueva oportunidad en algún lugar en donde pudiera ver crecer a sus hijos, lejos de la miseria. Era lo único que de verdad le importaba.

Al salir de allí, nada volvería a ser igual para ellas. Las dos mujeres eran dos voces anónimas que no podrían borrar las huellas de sus cuerpos y mucho menos las de su mente.

Tras cruzar el océano días después, no lograrían quitarse el miedo y la repugnancia que rondan todavía por sus almas a fecha de hoy.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

10 comentarios

  1. 1. Francisca dice:

    Hola Helena, me gustó tu relato. La descripción es detallada pero no exagerada, la construcción de los personajes también es clara y los diálogos ayudan mucho a avanzar en la historia, también te deja con muchas dudas para saber qué pasa con esta situación mujeres. Es un buen relato
    El mío es el #18
    Saludos

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 22:41
  2. 2. Doralú dice:

    ¡Hola Helena Sauras!

    Es la primera vez que comento un texto tuyo. Es un relato, que técnicamente me parece que está bien estructurado. Con un lenguaje nada rebuscado y el buen ritmo que tiene, lograste mantener mi atención en la historia, aunque te confieso que no es de mi agrado este tipo de temas. El mostrar y no mostrar me parece que lo presentas de manera impecable.

    En cuanto a la forma, en el siguiente párrafo, no entendí por qué el hombre pedía la tarjeta, si lo que marcela tenía era el celular: “—¡Dame la tarjeta! —ordenó el hombre a Marcela que seguía estornudando.”

    Un abrazo

    Escrito el 19 agosto 2018 a las 02:21
  3. 3. IreneR dice:

    Buenas, Helena.

    El relato me ha gustado. La idea me ha parecido interesante y me ha enganchado, pero de alguna manera, al escena de la sombrerería me ha parecido un tanto confusa. No sé si ha sido porque las dos chicas tienen un nombre un poco parecido, por eso de que empiecen por Ma, o la manera de escribirlo.

    Aun así me ha parecido un buen relato.

    Un saludo.

    Escrito el 19 agosto 2018 a las 08:28
  4. 4. pepe dice:

    Hola Helena

    Muy buen relato. Mucha técnica y grandes dosis de buen misterio, además dominas el mostrar o el contar para ofrecerlo cuando mejor toque.

    El principio es lo que más me has gustado y enganchado, sí que es verdad que el final pierde algo de fuerza, posiblemente por la tiranía de las 750 palabras, ya que parece forzado a que se detenga, no obstante sigue dejando ganas de más.

    Me gustó mucho. Nos vemos en futuras lecturas.

    Escrito el 19 agosto 2018 a las 11:43
  5. 5. Labajos. dice:

    Hola Helena:

    No tengo nada que objetar a la técnica de tu relato, que me ha parecido dinámico y entretenido. Fácil de leer.
    Yo hubiese preferido utilizar la palabra “desesperación” a “desespero”, aunque sirven las dos, en tu texto va seguida de otra palabra que suena fonéticamente muy parecida: “desamparo”. Esto son unicamente manías mías.
    Tampoco estoy de acuerdo en que Marcela robase a su agresor el teléfono, en todo caso, se lo arrebató ya que ella no tenía afán de lucro, sino de liberarse.
    Espero que sigamos encontrándonos por Literautas. Me gustó tu relato.

    ¡Feliz lectura y escritura!

    Escrito el 19 agosto 2018 a las 15:56
  6. Hola! Mis felicitaciones, tu relato es muy bueno y describes muy bien una situación muy dolorosa y horrible. No es un tema fácil de tratar, pero lo has logrado de manera excelente.

    Lo único que me ha chocado a mí es el lenguaje del personaje masculino. Un tipo de esa calaña no diría frases como “vaya, vaya”, o “eres una sinvergënza”, esas suenan como frases que diría un malechor de una película de Disney. En mi humilde opinió, ese tipo de lenguaje le quita realismo a la historia. Espero que mi comentario te sea útil.
    Te mando un abrazo.

    Nos leemos 😉

    Escrito el 19 agosto 2018 a las 23:21
  7. 7. Alf dice:

    ¡Buenas, Helena!

    De tu relato he de destacar de forma inmediata el ritmo de continua tensión que consigues mantener todo el tiempo. Se lee de forma muy dinámica, pues cada párrafo de obliga a ir al siguiente. Eso es algo muy, muy bueno.

    Respecto al “tío maloso” que habla, quizá habría buscado alguna forma de dejar claro que supone una amenaza bien real (quizá mientras la mujer sigue escondida, antes de empezar a estornudar), para producir expectativas de verdadero terror sobre el lector; hacer que tema ese inevitable descubrimiento de la “polizona” porque ella esté sola, indefensa, y él sea un monstruo.

    Siguiendo con lo de que esté sola, también es un detalle importante que creo que podría haber realzado la sensación de desespero de toda la situación. Si por ejemplo hubieras escrito que a la mujer que ya estaba en la tienda antes le pasara algo muy malo y quedase “indispuesta” a partir de ese momento, sería una forma simple pero eficaz de enfatizar la monstruosidad del hombre de la tienda y remarcar, de nuevo, esa soledad e indefensión ante las que se expone la chica que acaba de entrar.

    Soy muy consciente de las limitaciones que suponen las 750 palabras, y es por ello que no estoy para nada en desacuerdo con tu forma de plantear el texto. Además, tal y como tú lo haces, tal vez las deplorables situaciones a las que se ven sometidas muchas mujeres que denuncias ganen fuerza como mensaje principal. Por ello, lo que acabo de decir es solo por intercambiar ideas sobre distintos enfoques del texto y exponer mi opinión personal de cómo creo que se podría enfatizar aún más el terror, el suspense y la tensión que el mismo posee. Como digo, es solo un enfoque personal hacia una característica del texto que me ha llamado especialmente la atención. Comprendo que tu enfoque es algo distinto y también me gusta.

    Sobre la forma, comentar brevemente este pequeño error que he apreciado que muy probablemente se te pueda haber pasado por alto a la hora de enviar el texto:

    “Quién viene a mi tienda acaba pagando la deuda.” > Ese “Quién” no llevaría tilde, si no me equivoco.

    También, ya que estoy, se me ha ocurrido dejar por aquí un vídeo-ensayo que habla sobre cómo generar terror de formas inteligentes; entre ellas, con el uso de estas expectativas de las que hablo, o estableciendo la clara indefensión de los personajes ante una amenaza. (El vídeo está en inglés, pero cuando lo vi en su día me gustó tanto que decidí traducirlo yo mismo al español, así que puedes activar los subtítulos si te cuesta entender algo.)

    https://www.youtube.com/watch?v=EzRHGS-HUdE

    Ea, ahí te lo dejo por si te interesa echarle un vistazo. Dicho lo cual, concluir con que he pasado un muy buen rato leyendo y comentando tu texto. Espero que sigas escribiendo con inagotable pasión.

    ¡Un saludico!

    Escrito el 20 agosto 2018 a las 22:28
  8. 8. Norelkis dice:

    ¡Buenas, buenas!
    Me encantó la historia, otra de mis favoritas. Lo único que no entiendo es por qué no tiene la marca +18, por lo menos yo considero que debería llevar esa marca.

    Bastante dinámico, buscaban redención pero terminaron encontrando dolor. Realmente fue doloroso terminar de leerlo

    T.T

    Escrito el 22 agosto 2018 a las 01:11
  9. 9. Cesar henen dice:

    ¡Hola Helena!
    Muy buena trama sobre la trata de personas, aunque hay un parte que tambien a mi me confunde:
    “—¡Dame la tarjeta! —ordenó el hombre a Marcela que seguía estornudando.
    Marcela le alcanzó su móvil temblando mientras una pequeña cantidad de orina manchaba sus pantalones.”

    Quiero pensar que se trata de la tarjeta sd.

    Un error o me parece que lo sea, es que has puesto habian en lugar de había, en “El hombre inspeccionó las fotografías que habían en el móvil”

    Gusto leerte Helena.

    Escrito el 22 agosto 2018 a las 22:57
  10. 10. Laura dice:

    Hola Helena.
    Tu relato es interesante, aunque en mi criterio tiene algunas fallas: si el vendedor de sombreros es traficante de varias cosas no legales, còmo no se da cuenta de que alguien entró en su tienda? Tiene que haber sido por la puerta abierta. En ese caso, no es un poco difìcil que hable tan libremente con un cliente, por màs que estè en connivencia con ciertos poderes, en algùn momento puede haber una “razzia” y caer. No olvidar que Al Capone cayò por no pagar impuestos.
    Y lo de los hijos…supongo que todavìa no existen. Me resulta algo prematuro hablar de ellos cuando la vida ha sido tan dura para ambas.
    En sìntesis, creo que el relato puede mejorar mucho teniendo en cuenta detalles que hacen a los personajes.
    Y te digo algo? Esperaba que las muchachas hubiesen podidio liquidar al vendedor.
    Saludos.
    Hasta la pròxima propuesta.

    Escrito el 25 agosto 2018 a las 12:46

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.