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Guay - por Chus Galego

Web: http://lenguaenliteratura.blogspot.com/

Me ponía enfermo, oye. Que si su padre era un empresario riquísimo que se codeaba con los millonetis que veranean en las islas noséqué, que si su madre se había operado las tetas en la prestigiosa clínica de nosédónde, que si el pasaporte de su hermano pequeño tenía nosecuántos sellos. Y entonces, ¿qué hacía ella aquí, con dos pringaos como nosotros? Yo no podía entenderlo. Cada vez que contaba las veces que tomaba el sol en pelotas en la proa del yate de X yo enfermaba, lo juro.

Y el Maikel con esa cara de tonto mirándola como si nunca hubiera visto una tía rubia con mechas californianas.

—Jo, tía, qué guay…

Hacía casi un mes que vivíamos allí. Era una tienda de sombreros con el cartel de Se traspasa roído por el paso del tiempo. Fue una suerte encontrarla. No pudimos levantar la reja del escaparate ni la de la puerta pero nos resultó fácil romper el cristal del ventanuco de madera en la pared que hacía esquina. Casi nadie pasaba por el laberinto de callejas de la zona vieja. Subíamos y bajábamos como si nada, sin ser molestados.

A ella la conocimos en el tugurio de Molly. Bebía ginebra rosa y hablaba con todos. Acabó enrollándose con el Maikel y se vino con nosotros a “Sombreros Filfa y hermanos. La cabeza, amueblada”. El rótulo estaba tirado dentro, junto al mostrador. Ella trepó por el ventanuco como un gato montés. Era bajita y delgada y aunque llevara pantalones afganos y sudadera de Metallica se notaba la categoría, no era como nosotros.

Fue una suerte encontrarla, dijo Maikel. Tenía pasta y el primer día en el supermercado compramos de todo, galletas a raudales y botellas de gin. Molly nos pasó un chocolate buenísimo. No se vayan mucho por las nubes, queridos, silbó con su acento de miel mientras nos traspasaba con la raya azul de sus pestañas. Seguro que cree que robamos el dinero, susurró el Maikel. Pero no nos importaba porque nadie sabía dónde parábamos.

El ventanuco daba a un cuarto pequeño lleno de sombreros. Lo iluminamos con la linterna y casi nos da un patatús. Parecían topos gigantes adormilados. Al fondo había una puerta y, cuando la abrimos, un chorro de luz nos cegó al instante. Menudo susto. La sombrerería era un piso bajo con claraboyas en el techo. Había una sala amplia con un mostrador y estanterías de madera. En una esquina, lo más guapo, un sofá con una mesa y un espejo. Me probé un bombín y me vi elegante en el espejo, morenocho y pequeño como soy. El Maikel se probó tropecientos sombreros y eligió uno de ala ancha que le hacía cara de tipo duro, con la barba y los tatuajes. Así fuimos de fiesta a Molly, después de pedir con la flauta por las calles, y allí la encontramos a ella.

Tenía una voz cantarina y se reía por todo. Cuando hablaba abría mucho los ojos y de pronto se quedaba callada y entreabría la boca como si estuviese pensando en lo que acababa de decir. Nos contó que quería ser como una duquesa rebelde que conocía, por eso se escapó de casa al cumplir los dieciocho. En su ambiente había que hacer algo especial, una prueba de fuego. Algunos se iban de voluntarios con una oenegé a África, otros se convertían en defensores de los océanos en sus supermegayates. Cuando regresaban, la revista chachi que publicaba las fotos de mamá en bikini en una playa paradisíaca les pagaba una pasta gansa por contar sus experiencias. Eligió una chistera marrón de terciopelo. Parecía coleguilla del Oliver Twist. Tuve que reconocer que estaba guapa.

Un día encontró una revista de esas llenas de millonetis reventados de felicidad. Allí estaban sus viejos, sonrientes y brillosos como si los hubieran untado con aceite de oliva. Y venga a contar que era la fiesta de cumpleaños de Z, hijo del aristócaca nosequé, en su mansión de agosto. Qué paliza de palabras. Me ponía enfermo, oye. Y el Maikel:

—Jo, tía, qué guay…

Miré con atención las fotos y entendí todo. Para mi desgracia yo conocía bien esos pómulos abotargados, esas miradas sin horizonte.

—Tus padres beben, ¿verdad?

Abrió mucho los ojos y empezó su chillona ristra del whisky exclusivo que no emborracha, de la clínica de patachín donde te renuevan la sangre, de…

—Tus padres beben.

Mordió el labio inferior con sus dientes de nata y supe que iba a empezar a llorar.

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10 comentarios

  1. 1. IreneR dice:

    Buenas, Chus.

    Me ha parecido un relato muy curioso, aunque la verdad es que no he terminado de entenderlo. Se me escapa algo, lo que el narrador capta al final, pero yo no he conseguido saber qué era…

    Solo he visto una pega: escribes dos veces espejo de manera muy consecutiva y queda un poco repetitivo.

    No he entendido lo que nos querías contar, pero el texto en sí me ha parecido bien escrito.

    Un saludo.

    Escrito el 17 agosto 2018 a las 18:17
  2. 2. Anaisa dice:

    Hola, Chus.
    Yo pienso que el final da a entender que el sufrimiento y el dolor también está presente en la chica pija. Es decir, que las familias ricas también tienen su propio infierno personal. En este relato comprendemos al final que el alcoholismo está presente en el pasado de ambas. Me gusta mucho la claridad con que se percibe la distinta forma de expresarse de estos personajes enfrentados socialmente. Es un cuento que hace pensar.
    Agradecería tu opinión sobre el mío. Estoy en el 122.

    Escrito el 17 agosto 2018 a las 21:55
  3. 3. beba dice:

    Hola, Chus: Muy buena escena; mucho más descriptiva que narrativa, pero muy lograda en la creación de situaciones y personajes,

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 20:57
  4. 4. Laura dice:

    Hola Chus.
    El primera, quiero agradecerte tu comentario a mi propuesta del mes pasado. Me dio mucho gusto que lo hayas comprendido. Gracias.
    Y ahora a lo nuestro: tu relato.
    Muy bueno, sin pegas importantes, aunque en algua ocasiòn vas y viens con la historia de la chica: primero indicas que la encontraron en lo de Molly, luego sigues con que se metieron en la tienda de somrberos (excelente inclusiòn), luego, sin necesidad para mì, después de los sombreros, vuelves a contar còmo la encontraron luego de tocar la flauta y vuelta a lo de Molly. Esa segunda vuelta a lo de Molly encuentro innecesaria. Me da como que hay un segundo inicio. No sè. Tal vez es mi resfrío que no me permite pensar con claridad.
    Por lo demàs, muy bien logrado tu relato. Felicitaciones.
    Hasta la pròxima.

    Escrito el 19 agosto 2018 a las 12:38
  5. 5. Chus Galego dice:

    Hola, Laura.
    Ese ir y venir es pretendido. No quería hacer una historia con un orden cronológico lineal. El narrador relata los hechos tal y como le vienen a la cabeza.
    Un saludo.

    Escrito el 20 agosto 2018 a las 08:30
  6. 6. Fortunata dice:

    Hola,

    Estoy en el 32.

    Me gustó mucho. Muy fluídos y vivos los diálogos, con una jerga que queda muy natural. El mensaje es importante, vemos que la chica es desgraciada a pesar del dinero debido al alcoholismo de los padres, problema que ella amenaza con reproducir, de modo sutil das a entender muchas cosas.

    Saludos!

    Escrito el 21 agosto 2018 a las 17:18
  7. Hola Chus
    Me ha gustado mucho la historia y sobre todo el lenguaje juvenil que utilizas. A los mas mayores nos saca una sonrisa. Hay alguna cosilla que yo cambiaría “después de pedir con la flauta” yo pondría ” después de estar pidiendo tocando la flauta”, también “el coleguilla del Oliver Twist”, veo mas correcto “el coleguilla de Oliver Twist”. Tampoco entiendo bien el tema de la bebida, no veo relación con aparecer en las revistas de personajes celebres. Es mi opinión y espero no lo tomes a mal, te felicito y espero seguir leyéndote

    Escrito el 22 agosto 2018 a las 16:05
  8. 8. Lunaclara dice:

    Hola Chus: qué divertido tu relato! Escrito de forma desenfadada, no se cansa uno de leerlo.
    Genial. Felicidades!

    Escrito el 22 agosto 2018 a las 18:09
  9. 9. isan dice:

    Hola Chus:

    Un relato muy original con un lenguaje fresco. El ambiente y la vida de los amigos ocupas se visualiza bien. Me he liado al principio con Molly, pero la segunda lectura lo ha aclarado.
    Puestos a opinar sobre lo que he entendido, aparte de la denuncia clarísima de la jet set (la aristócaca es genial), veo que ambos mundos se unen por las dependencias de whisky o droga. Maikel me ha encantado como lo has retratado: un colgado.

    Por señalar algo a cambiar: “Se traspasa” O bien se pone entre comillas pues se trata de un letrero, o se pone en minúscula.

    Un relato genial y divertido. Saludos.

    Escrito el 24 agosto 2018 a las 21:16
  10. 10. Cecilia Kleiman dice:

    Hola Chus!
    Entré a tu relato porque vi tu comentario en “Colonia de humanos, o la trágica molestia de existir” – por Luciano Sívori. Tu comentario me pareció muy acertado, y por eso aquí estoy. :).
    Quiero felicitarte por tu relato. Me gusta mucho como manejas el lenguage de los personajes, muy realista.
    La narrativa es excelente, se lee muy fluidamente.
    Te aplaudo por la manera brillante en que describes la situación de Molly, los padres alcohólicos y su dolor, oculto por el dinero.
    Solo un prqueño detalle: no me parece muy lógico que el narrador conozca Oliver Twist. No encaja con el perfil de los lectores de Dickens 🙂

    Te agradecería enormemente si leyeras mi relato (n°57).

    Un abrazo.

    Escrito el 26 agosto 2018 a las 21:55

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