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Un sombrero para lo que tiene que decir - por SrCualquiera

Con un andar sumido en sus pensamientos. Manuel camina hacia la tienda de sombreros, un discreto escaparate de la calle Xàtiva, escondido entre un McDonald y un Starbucks. Una insignia de elegancia que sobrevive con ingenio y aún conserva la ciudad en su laberinto desde el año 1820, en que fue abierta por primera vez.

Buscando las pocas monedas que tuviera en los bolsillos, encuentra un billete de 20 euros que surge como por milagro junto al resto de chatarra. «Bendita Comunidad Europea» se dice, rascándole las estrellas para verificar su autenticidad. Así no tendrá que preocuparse del aspecto monetario y podrá centrarse en el argumento de su visita.

Son favores que acepta como auténticos regalos del camino, ya que a Manuel no le sobran precisamente las ofertas de cofidís, y lo poco que le queda de jubilación, se lo comen las sabandijas del alquiler. Es su hija la mano invisible de estos misteriosos donativos, la única persona que le queda en el mundo. Cuida con ternura de sus pocas necesidades y lo observa desde la distancia protegiendo su caminar.

Se acaban de despedir hace un rato. Le gusta verlo así, contento por una idea. Lo cubre con un beso de mediodía, mientras le mete de extranjis el billete por el pantalón. «Adiós papá, pórtate bien».

Manuel ha seguido hasta la tienda pensando en su magnífica potra, sin terminar de agradecer ese pasaporte caído del cielo. Y entrando por la puerta se dirige al dependiente:

—Verá, buen hombre. He venido aquí porque quisiera ser el dueño de un sombrero.

—Pues está usted en el sitio adecuado.

—He decidido taparme la cabeza, sabe.

—Para eso estamos aquí, señor, para darle sombra.

—Verá, he pensado que para una cabeza pequeña y puntiaguda como la mía lo mejor es que la tape por completo. Sería la mejor solución a mi jeta ¿No le parece? jajaja.

—Pero hombre, qué manera de presentarse.

—No se alerte, es una broma. Aunque en todo caso tampoco sería una mala forma de camuflaje, jajaja.

—Mmm, si consigue ser más concreto, quizá le pueda ayudar.

—No sé exactamente lo que busco, quiero un sombrero que me ayude a pensar, que cambie de color cuando me lo ponga, que sea una tapadera que se abre. ¿Sabe a qué me refiero?

—Ehhhh, con todo mi respeto señor, aquí vendemos sombreros, no cursos de programación neurolingüística.

—¿Me está queriendo decir que un hombre que usa sombrero no es alguien que se viste por los pies?

—Nunca dije tal cosa.

—¿Quiere decir entonces que un hombre que usa sombrero no es alguien que se piensa a sí mismo?

—¿Sabe? en eso le doy la razón.

—De acuerdo, con usted me sabré entender.

—Estoy a su servicio.

—Verá. Mi abuelo llevaba una boina, no creo que deba olvidarme de ese origen campesino, sería como descolgarme de mi árbol genealógico. Me gustaría una boina de campesino que fuera además como un aletazo de luz.

—Señor, dudo pueda cumplir todas sus expectativas. No obstante, espere aquí. Tengo algo que podría agradarle.

Manuel se queda a solas mientras el dependiente se pierde por la trastienda, e impulsado por una curiosidad desinhibida, comienza a probarse ejemplares, moviéndose de aquí para allá entre los percheros y los maniquís. «O este, o este, o este» y se los va colocando uno a uno como si estuviera en un musical de Fred Astaire.

Lo sorprende el dueño con uno de Indiana Jones, y le dice:

—Tch, tch, no lo veo…

—¿No me considera aventurero?

—Mmm no sé, pero creo que debería probarse este otro.

Manuel se lo prueba. Una boina de elegancia parisina estampada de cuadros blanquinegros. La visera no esconde, sino que afila el horizonte de su mirada. Se observa en el espejo, y dice:

—Coño, de haber sabido que era igual que el padrino habría cambiado de oficio, jajaja.

—Señor, tengo que decirle, siendo fiel a la verdad, y cada hombre a su estilo, que esta boina le queda de maravilla.

—¿Sabe? a veces me gustaría destaparme la cabeza de verdad, para ver lo que hay dentro, ¿no le pasa?

—Señor, por qué mirar lo que hay dentro si puede ver lo que hay fuera.

—¿Por qué? Hoy hace tres años que ella se fue.

—¿Su mujer? Vaya, lo siento mucho.

—No lo sienta y hágame una rebaja.

—Disculpe ¿me está tomando el pelo?

—No, es que me faltan 3 euros.

—Si es por eso, señor. La boina es suya.

—¿Sabe qué? Le escribiré un cuento.

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12 comentarios

  1. 1. Anaisa dice:

    Hola, me ha encantado como está escrito el cuento y los diálogos son realmente divertidos y hacen avanzar muy bien el relato. Creo que se te daría genial escribir teatro. Solo le veo un problema al texto, y que tal vez es una manía mía, lo siento inconcluso.

    Escrito el 17 agosto 2018 a las 18:21
  2. 2. Diego Alba dice:

    El cuento es dinámico y con tres personajes bien definidos.
    Los diálogos esta bien logrados y transmiten la idea.
    Para darte un consejo, yo revisaría la puntuació y la manera en que estan construidas varias oraciones de la introducción (Antes de la tienda).
    Te felicito por tu trabajo.
    Saludos.

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 06:18
  3. 3. Antaviana dice:

    Excelente relato. Dinámico, divertido y tierno a la vez.
    Te felicito !

    Saludos

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 12:42
  4. 4. JUANA MEDINA dice:

    Preciosa idea con diálogos que llevan muy bien la historia.
    Estoy de acuerdo con Diego en cuanto a la necesidad de rever la puntuación del comienzo.
    Por lo demás, me ha gustado mucho.
    Un saludo

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 18:59
  5. 5. De vuelto dice:

    Reitero: diálogos preciosos, dinámicos, que dan profundidad e interés a los personajes. Pero el cuento es un poco como el título: se enreda en todo lo que tiene que decir. ¿Para qué nos has contado el contexto del señor, si al final él era el que hacía el cuento?

    Mi relato es el #45

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 22:21
  6. 6. Gabacha dice:

    Ya que estamos en una tienda de sombreros, la reacción a tu cuento no puede ser otra que Chapó! Una historia que se lee de un sorbo, liviana, pero en la que fluyen cosas imprescindibles, como el afecto y los cuidados de la hija, y ese humor inteligente y un poco absurdo. Y lo bien que usas los guiones largos.

    Escrito el 19 agosto 2018 a las 09:11
  7. 7. Charola dice:

    Me gustó. Ágil, dinámico y entretenido.
    Salñudos.

    Escrito el 20 agosto 2018 a las 03:28
  8. 8. beba dice:

    Hola, Sr.Cualquiera: Muy bueno el seudónimo; pero no hace juego con este personaje tan especial,filósofo de entrecasa, pero preocupado por su ser, su historia y su presencia. Un cuento alegre, dinámico, fluido, con muy buen manejo del diálogo y de la tensión narrativa.
    Un saludo.

    Escrito el 21 agosto 2018 a las 00:36
  9. 9. Toñi Avila (vibe) dice:

    Hola SrCualquiera:

    Lo he leído de un tirón. Me ha gustado mucho la fluidez y la facilidad del texto. Sencillamente genial.
    Personalmente me atrapa el diálogo tan divertido y el final.

    En el comienzo del texto encuentro algo raro: el primer punto yo pondría coma.

    Gracias por escribir.

    Escrito el 24 agosto 2018 a las 18:51
  10. 10. Andrés Scribani dice:

    Tienes un relato muy dinámico con diálogos bastante elocuentes. Fue una pasada. Felicitaciones

    Escrito el 25 agosto 2018 a las 06:37
  11. 11. Kein V. Raad dice:

    Hola SrCualquiera,

    Buen relato, me parece que su estructura funciona muy bien. Nos da el contexto y luego presenta el atractivo, un diálogo muy dinámico.

    ¡Saludos!

    Escrito el 25 agosto 2018 a las 15:26
  12. 12. Laura dice:

    Hola Sr. Cualquiera.
    Me encantò su relato, aunque el final decae.
    Los diàlogos son grandiosos, y considero maravillosa la expresiòn del horizonte de la mirada.
    Mis saludos.
    Hasta la pròxima propuesta.

    Escrito el 31 agosto 2018 a las 09:53

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