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Difícil de olvidar - por amcorrecciones@gmail,com

Difícil de olvidar

Por esas cosas de la vida y con el objetivo de torcer ese inmundo destino que la atormentaba, aquella noche de invierno, Valentina -una señorita de unos cuarenta años, criada en el seno de una familia italiana- daría comienzo a una historia terriblemente bella e inesperada.
Sin posibilidad alguna de abandonar su soltería, Valentina se lanzó a buscar el amor que anhelaba desde sus años de juventud, amor que le quitaba el sueño, que la situaba como perdida en el laberinto de la gente sola, que la mantenía apática, que sólo la conducía a innumerables fracasos, situación que soportaba como una pesada y humillante carga. A pesar de ello, ante sus conocidos Valentina sonreía, cuando la realidad era que reprimía un llanto interminable por dentro al tiempo que su rostro joven estaba mayormente desdibujado y triste, lo cual era totalmente justificado en cualquier ser humano que pasara por aquella nefasta circunstancia.
Es así que Valentina tomó fuerzas y una noche de agosto, sentada frente a su ordenador, conoció a Juan, un muchacho que le escribía y le hablaba como nunca nadie antes lo había hecho. Después de algunas conversaciones combinaron una cita para un domingo. Así pues, ese día ella se subió al bus, vestida con su mejor ropa, se maquilló en el colectivo y al cabo de unos minutos de viaje, descendió, justo allí estaba él esperándola.
Se saludaron, intercambiaron unas palabras, fueron a un café de la zona, Juan hablaba mucho, con sinceridad, ella desconfiaba y permanecía casi en silencio al principio.
Después caminaron por la calle, dieron unas vueltas, se tomaron de las manos, hasta que finalmente él la besó con mucha pasión. Fue a partir de ese instante inolvidable, que Valentina comenzó a sentir lo que era la felicidad, esa alegría indescriptible que hacía tiempo no experimentaba y que a ella le aquietaba la mente y el corazón. Felicidad tal como no la percibía desde su niñez y que a Valentina la curó momentáneamente de una fobia que la venía atormentando desde hacía unos quince años y que ningún terapeuta había podido sanar.
La muchacha fue feliz por unos meses, no tenía temores, cada mañana esperaba aquel atento saludo, sin embargo con el correr del tiempo sus expectativas se fueron diluyendo -discusiones, distanciamientos, idas y vueltas- hasta desdibujarse en el horizonte, ese que la arrastraba al fracaso y una vez más a esa tristeza que no le era desconocida.
Sin embargo, un ocho de marzo Juan se comunicó nuevamente con Valentina, ella estaba con su madre italiana compartiendo la mesa del comedor de diario donde solían pasar las tardes, ante esa situación inesperada, internamente paralizada, nerviosa, cansada y sin fuerzas, sintiéndose como observada por su madre trató de esquivarlo, sin imaginar que él se distanciaría esta vez definitivamente, ya sin retorno, error que la muchacha aún hoy sigue lamentando…
Hoy con casi cincuenta años, la protagonista de esta historia está con otra pareja: un hombre bueno y sencillo pero a quien Valentina no puede llegar a amar a pesar de su esfuerzo por lograrlo.
La muchacha, a la que hoy sus semejantes le dicen señora, todos los días de su vida recuerda a su amor, al único, al verdadero, a quien nunca más pudo olvidar: Juan. Recuerda la última vez que lo vio en la estación de trenes del sur. Él le dijo: “abraza a tu mamá” y se fue…
Ahora ella lo único que desea es sacar un pasaporte para entrar en el país de Juan, ese lugar donde es ignorada, como una herramienta que le permita hablar, dialogar, disculparse, pero eso es imposible y solo está ahí en la mente de Valentina… Juan es feliz, ella lo sabe ya que lo mira, como algo inalcanzable, por las redes, acaricia sus fotos, lo observa, sin embargo él ya olvidó aquella historia y lo peor, ya no necesita de Valentina… Ojalá la vida los cruce por la calle, pero eso es deseo e imaginación pura…

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4 comentarios

  1. 1. Amadeo dice:

    Am…
    Buen cuento. Se lee y entiende bien, salvo algunas dudas y observaciones que planteo:
    1.- Demasiadas explicaciones sobre la soltería de Valentina. (y en otros pasajes)
    2.- Dice: Noche de agosto… ¿Pasa algo especial en agosto? Si hubiera sido en marzo ¿Cambiaría?
    3.- Dices: Se maquilló en el colectivo… Algo extraño. ¿Estaba apurada? ¿Otras razones?
    4.- Dices: el 8 de marzo… ¿Alguna razón en ese día? Al ser tan preciso, uno se detiene para pensarlo y si después no aparece de nuevo, más adelante, uno se confunde y lo memorizó sin razón.
    5.- ¿Qué error lamenta Valentina? No me queda claro.

    Creo con con las devoluciones de los lectores, al revisar, podrás reescribirlo

    Estoy en el 101, por si quieres leerlo y comentar
    Saludos
    Amadeo, Argentina

    Dices: Ojalá la vida los cruce por la calle, pero eso es deseo e imaginación pura… ¿Es opinión del autor?

    Escrito el 17 agosto 2018 a las 22:38
  2. 2. Jose Luis dice:

    Hola
    La historia de desamor, luego amor, y luego otra vez desamor tiene un punto de tristeza irrebatible. Hay cosas que no comprendo: la historia comienza en una noche de invierno, una noche de agosto, ¿o cuando exactamente? Habría que pulir un poco para dejar las cosas claras porque el lector no puede estar elucubrando sobre lo que sucede mientras lee. Son detalles que podrían estropear un buen cuento. Y cualquier cuento necesita que los detalles cuadren.
    Un saludo

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 00:56
  3. 3. María Jesús dice:

    Hola: La historia que escribes es triste, la verdad es que percibes los sentimientos de Valentina claramente, sus fracasos, sus ilusiones, sus desilusiones…pero en mi opinión le falta un poco de orden. Es difícil explicar toda una vida en 750 palabras. De todas formas, dándole un repasito puede salir una buena historia de desamor.
    Saludos.

    Escrito el 23 agosto 2018 a las 08:36
  4. 4. Ana dice:

    Para Jose Luis

    ¿No entiendes porque en agosto es una noche de invierno?

    Claro, faltó aclarar que la historia se desarrolla en Buenos Aires o sea Hemisferio Sur, por lo tanto en agosto es pleno invierno.

    Gracias, me faltó aclarar el lugar.

    Escrito el 25 agosto 2018 a las 23:59

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