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subconsciente vil - por Edwin Ariza

El tiempo apremia. Fue lo primero que pensó al llegar aquel almacén de tamaño suficiente para albergar cientos de miles de sombreros de infinidad de colores. Se podía atisbar sombreros de toda clase de materiales y rarezas. Aunque Verónica ya estaba acostumbrada a los sombreros, y tenía en su haber tantos como vestidos poseía, no podía dejar de deleitarse y caer en éxtasis al contemplar aquella maravilla. Sin embargo, el tiempo apremia. Y por mucho que quisiera pasar el resto de la mañana allí, sabía que tenía un compromiso. En su cartera de cuero beis, llevaba un pasaporte con vuelo a las 10:00 am y destino a Medellín. Lugar donde se llevaría a cabo el mayor evento desde el inicio de su carrera como modista en su pequeño pueblo. Había sido una de las afortunadas de su municipio para ser participe en la feria de Colmbiamoda. Oportunidad que debía aprovechar lo mejor posible, pues, podría hacer la diferencia entre el reconocimiento y el olvido, eso pensaba ella. Y probablemente no estaba tan alejada de la realidad. Era poco más de las siete cuando había entrado a la tienda y ya habían pasado 40 minutos. Tiempo que a su percepción era una falacia.
El almacén estaba solo. Salvo por una mujer joven, de cabello rubio que permanecía atrás del mostrador y parecía no percatarse de su presencia. Desde que ella había entrado, esta chica ajena a todo tipo de responsabilidad, estaba enteramente concentrada en el dispositivo celular que portaba en las manos, y sé había limitado a lanzar un breve vistazo a Verónica para continuar con su “trabajo temporáneo”. Probablemente estaría chateando con algún chico, quizás su novio, supuso Verónica en base a las expresiones risueña de su cara y sus dedos que no paraban de moverse como los de un guitarrista en el auge del punteo. Situación más que molestarle la creyó afortunada. Siempre había detestado entrar en una tienda y tener a un operario encima todo el tiempo, como León acechando a su presa. Para bien o para mal, esto contribuyo a sumergirse en aquel letargo del cual parecía no tener control.
Aún atrapada en ese laberinto de sombreros del cual no quería salir, o simplemente no podía, percibió una melodía. Esta sinfonía de Beethoven parecía provenir de algún lugar lejano, como cuando se está dormido y la persona percibe por momentos lo que sucede en derredor, pero sin la capacidad de tomar conciencia, o tomar el control del cuerpo. En un momento ya no lo percibía. El tiempo avanzo tal vez más de lo que ella pensó. Pero aun ahí paseaba la mirada de arriba abajo, de un lado a otro. Avanzaba y se devolvía. Los palpaba y hasta los olía. Todos únicos y hermosos. Pero solo tenía espacio para llevar uno. Ese era el problema, solo podía llevar uno. ¿Pero cuál? Decidió que debía ser uno especial, uno que casi hablara, que la sedujera. Por sus manos pasaron cientos de sombreros. A cada uno le dedicaba el tiempo que consideraba necesario. Y cuando creía llegar al sombrero correcto, su mano se desviaba sin aviso hacia otro. Así paso el tiempo hasta que llego a uno que vislumbraba como un espejo. Realizo el mismo ritual como con los otros sombreros. Lo escruto de todas las formas posible como lo permitían sus sentidos. Pero cuando lo alzo para analizarlo. Además de verse a sí mismas como en un boceto, vio un fondo que ya se acercaba a lo negro. Giro con rapidez para confrontar lo que siempre temió. La oscuridad al horizonte se apoderaba del cielo. Su corazón se aceleró sin previo aviso. Como demente tirando el sombrero que hace poco le pareció esbelto, se fue corriendo.
Correr, hace cuánto tiempo no lo hacía. Ya no lo recuerda (Solo conservaba una desvanecida imagen de ella en la escuela cuando en verdad odiaba todo lo relacionado al deporte). De pronto percibió la melodía de hace un momento, pero con ecos, como si no hiciera parte de ese espacio y tiempo. Siguió corriendo sin aparente progreso. Ya estando en frente del abordaje las puertas yacían cerradas. El vuelo ya se había marchado. El desespero aumento hasta el punto que las lágrimas bajaron por su delicado rostro. No se explicaba cómo sucedió. Solo recuerda que entro y luego salió. El sonido de la melodía se intensifico. Y todo se desvaneció. Abrió los ojos y la alarma apagó aun eran las 5:00 am.

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7 comentarios

  1. 1. Stinkelgeneroso dice:

    Hola, me paso a comentar.
    Bueno, la trama está bien pero cuesta leerla debido a la mala puntuación. Faltan comas, puntos aparte y tildes.
    También hay expresiones y/u oraciones mal hechas. Por ejemplo:
    “Salvo por una mujer joven, de cabello rubio que permanecía atrás…”, no permanecía atrás, sino detrás del mostrador; ” supuso Verónica en base a las expresiones risueña de su cara…”, no suena bien la frase y en todo caso sería en base a la expresión de su cara, pues sólo enumeras una; “Avanzaba y se devolvía.”, sería “Avanzaba y se volvía”, pues no devuelve nada, se vuelve; “… las puertas yacían cerradas.”, las puertas no yacen, en todo caso permanecían cerradas.
    A groso modo, esto es lo que más me ha llamado la atención. pero hay alguna que otra oración más que no suena bien. Sólo es cuestión de repasar la escritura con detenimiento.
    Saludos.

    Escrito el 19 agosto 2018 a las 18:35
  2. 2. Andrés Scribani dice:

    Hola, Edwin.

    Complementando el comentario de arriba, es necesario resaltar también que debes intentar repetir menos las palabras, o al menos no tan seguidas. Por ejemplo: sombreros aparece tres veces en el primer párrafo, una muy seguida de la otra mención

    Algo que le funciona a muchas personas, incluyéndome, es leer el texto en voz alta y permitir que uno o varios lectores betas lean el relato antes de publicarlo. De ese modo puedes corregir cualquier detalle antes de ingresarlo al formulario de envío.

    Mi relato es el #47 “La pequeña Venecia”

    Espero le saques mucho provecho al taller. Saludos.

    Escrito el 20 agosto 2018 a las 07:19
  3. 3. M. S. dice:

    Hola.
    Interesante relato pero estaría mejor y más limpio sin errores de puntuación y ortotipográficos que pueden ser subsanados con un simple repaso. De todas maneras estamos para aprender.
    Recuerda que las frases tan largas que utilizas ralentizan el ritmo y salvo que esa sea tu intención puede hacer que el lector se aburra.
    Sigue así. Nos leemos.
    El mío es el #74

    Escrito el 21 agosto 2018 a las 08:06
  4. 4. Edwin Ariza dice:

    OK, muchas gracias a todos. Es mi primer relato que publico. todas las correcciones que me han dado las tendré en cuenta, espero mejorar.

    Escrito el 21 agosto 2018 a las 17:18
  5. 5. beba dice:

    Hola, Edwin: Un relato con tintes de fantasía y obsesión. El argumento es muy claro; pero el relato se te alarga sin necesidad porque como narrador vas detrás de Verónica en todas y cada una de sus vueltas. Esto hace que el ritmo sea pesado y monótono. Hay que tratar de sintetizar los episodios cuando no agregan nada nuevo a lo ya dicho.
    Me hago eco de las observaciones de los compañeros, en especial las de Skintelgeneroso. Gracias por participar.

    Escrito el 22 agosto 2018 a las 00:38
  6. 6. Naiara dice:

    Hola Edwin,

    La verdad que no puedo añadir mucho más a lo que ya te han comentado los compañeros de arriba.

    Creo que la idea sobre la que has trabajado es buena, pero se ve empañada por las faltas de ortografía.

    Un saludo desde el 73.

    Escrito el 22 agosto 2018 a las 09:05
  7. 7. Antaviana dice:

    Hola Edwin,

    A pesar de las faltas de puntuación y ortografía que ya te han comentado, tu relato me ha atrapado de principio a fin, me ha interesado lo que me contabas, y creo que puliendo todo eso llegarás a escribir realmente bien. Describes muy bien, hay frases que estan muy bien escritas y atrapan, y yo al menos he sentido cosas al leerte.

    Muy buen relato para una primera vez.

    Saludos!

    Escrito el 24 agosto 2018 a las 19:15

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