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Una experiencia en la sombrerería - por Stinkelgeneroso

Recorría la Gran Avenida esquivando a la gente por la atestada acera. Tenía que llegar a la agencia de viajes antes de que cerraran. Ya lo tenía casi todo listo, sólo le faltaba recoger el pasaporte y en unos días estaría rumbo a Australia a bordo de una gran crucero.
El día era especialmente caluroso y paró unos minutos bajo la marquesina de una tienda que proyectaba un resquicio de sombra. Apoyó la espalda sobre el cristal del escaparate y se abanicó con ambas manos para sofocar el calor. Haberse llevado una hora buscando la ropa adecuada para ese día no había dado el resultado que esperaba, pues el vestido blanco de lino con tirantas y encajes se le pegaba al cuerpo acalorándola más aún si cabía. Sintió debilidad en las piernas, cerró los ojos y respiró profundamente para evitar que le diese un vahído.
Después de unos minutos, un golpe en el escaparate le hizo abrir los ojos y girarse. Ante ella se encontraba una antigua sombrerería con el escaparate más maravilloso que había visto jamás.
Rose decidió entrar.
Al abrir la puerta, unas pequeñas campanillas avisaron de su presencia.
̶ ¿Hola? ̶ llamó cohibida pero nadie apareció.
La puerta se cerró aislando la estancia del bullicio exterior y un fuerte olor a naftalina y adhesivo saturó el ambiente. Rose se adentró embobada por los maravillosos diseños repartidos por todas las estanterías. Ya se imaginaba con uno de ellos oteando el horizonte en la cubierta del crucero. Al ver que no aparecía nadie decidió probarse algunos y cuando se decidiese por alguno ya se preocuparía de buscar al tendero.
Se lo estaba pasando tan bien que perdió la noción del tiempo, sólo el ruido de unos pasos la devolvieron a la realidad. Miró su reloj y, al ver la hora, soltó una maldición. Llevaba más de una hora en aquel lugar.
Con el último sombrero aún puesto, comenzó a recorrer los pasillos. Uno, otro, otro más… Rose no recordaba haber pasado por tantos, ni que la tienda fuera tan grande.
̶ ¿Hola? ̶ dijo alzando la voz y angustiada añadió ̶: ¿Podrían ayudarme a salir de aquí? No encuentro la salida.
Aquello le pareció un laberinto en el que cada vez penetraba más.
Paró un momento. El sudor se deslizaba por su frente. El corazón le palpitaba descontrolado y el aire se espesaba por momentos dificultando su respiración. Respiró hondo y entonces, una figura cruzó por delante de ella.
̶ ¡Espere! ̶ exclamó aliviada ̶ ¡Disculpe!
Corrió tras ella pero, al girar la esquina, ya no había nadie. Oyó pasos por detrás y se volvió. Seguía sin haber nadie.
De repente, las luces se apagaron y un humo espeso, procedente de algún rincón de la tienda, se apoderó de la estancia. Comenzó a percibir un fuerte olor a quemado y sintió terror. Algo se quemaba y ella estaba atrapada allí dentro. Por el rabillo del ojo volvió a ver la figura que parecía observarla al final del pasillo. Rose sintió un escalofrío y el miedo se apoderó de ella. No se lo pensó dos veces. Corrió como alma que lleva el diablo por los pasillos, pero el aire se espesaba y Rose comenzaba a notar el picor en la garganta y un calor insoportable.
Sin saber cómo, cayó en el suelo y, al levantar la cabeza, vió ante ella a la figura. Tenía el rostro deforme, mirada vacía y piel hecha jirones. Rose gritó histérica y se incorporó rápidamente para salir de allí cuanto antes, pero apenas ya veía por donde iba. Algo la agarró y cayó. Notó manos que la agarraban y se introducían en su boca. Cerró los ojos fuertemente y entonces, todo cesó. Dejó de percibir el olor a quemado, el humo ya no la asfixiaba y nada la agarraba.
Abrió los ojos. Seguía en el suelo pero la observaban multitud de ojos curiosos.
̶ ¿Se encuentra usted bien? ̶ preguntó un hombre que la abanicaba con una carpeta.
̶ Le ha dado un golpe de calor ̶ le dijo otro ofreciéndole una botella fría de agua que ésta aceptó de buen grado.
Rose se incorporó y miró desconcertada alrededor. Volvía a estar en la bulliciosa avenida. Observó el escaparate de la sombrerería que ya no lucía ningún tipo de sombrero. En vez de eso, se encontraba plagado de carteles, como si llevara años abandonada y la fachada ennegrecida de haber sufrido un incendio.

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5 comentarios

  1. 1. Edmundo Dantés dice:

    Me ha gustado tu relato, la intriga te atrapa hasta final, con ese doble giro del argumento.

    Solamente comentaría que la expresión: “Haberse llevado una hora…”, me suena extraña. Yo la cambiaría por “Haber dedicado una hora…”

    Por lo demás, vuelvo a insistir, he disfrutado leyendo tu cuento.

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 07:35
  2. Interesante relato. Bien. salu2

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 11:12
  3. 3. Angela Moreno dice:

    Me encantó tu relato!! Muy bien logrado. Te felicito! Saludos.

    Escrito el 22 agosto 2018 a las 03:07
  4. 4. Laura dice:

    Hola Stinkelgeneroso.
    Por un instante tuve a Rose de Titanic en una mezcla con Alicia en el Pàis de las Maravillas. Me interesaba la propuesta, hasta que terminò en un … sueño? expeciencia extrasensorial?
    Si continùas la historia podrè encontrar respuestas.
    Con respecto a lo formal, no necesitas (en mi criterio) indicar tantas veces el nombre de la protagonista si es la ùnica. Pero es una cuestiòn mìa, no màs.
    Quedo esperando la continuaciòn.
    Saludos.
    Hasta la pròxima propuesta.

    Escrito el 25 agosto 2018 a las 21:54
  5. 5. Rosanna Samarra dice:

    Hola Stinkelgeneroso,

    Gracias por tu comentario. Soy catalana y, a veces, alguna expresión o palabra, sin darme cuenta, no la escribo correctamente; tengo que cuidarlo más.
    Te agradezco las correcciones, siempre ayuda a mejorar y más cuando eres principiante.

    Por lo que hace a tu relato me ha gustado la historia, está bien escrita y es fácil de leer.
    Tendrías que revisar los guiones, los veo todos pegados, a no ser que sea un error de formato al publicarlo. Por ejemplo:

    —¡Espere!—exclamó aliviada—¡Disculpe!

    —¡Espere! —exclamó aliviada—. ¡Disculpe! (faltarían estos espacios).

    Por lo demás todos bien.
    Un saludo y hasta la próxima.

    Escrito el 28 agosto 2018 a las 11:26

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