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GATSBY´S - por Orestes Artiles

Angelica ya estaba arreglada cuando empezaron a atisbarse los primeros rayos de sol por el horizonte. Aún quedaban dos horas para que los comercios londinenses abrieran sus puertas, pero ella había quedado una hora antes con el dueño de la sombrerería para que le explicara el funcionamiento del establecimiento.

Gatsby´s era una de las tiendas más antiguas de Londres, un icono de la elegancia y del estilo inglés cuyo dueño era amigo de su padre; el cuál al enterarse de la muerte del progenitor de la muchacha, se puso en contacto con ella para darle trabajo. Lo necesitaba. Lo necesitaba imperiosamente porque ser huérfana a los diecinueve años era la ruina. Y Angelica no iba a desaprovechar la oportunidad; aunque trabajar vendiendo sombreros a los pijos de la ciudad no era lo más atractivo para una joven. Pero no había otra opción. Esto o la calle.

Sonaban las campanadas del Big Ben cuando Angelica llegó a la puerta de la sombrerería en mitad de la calle Berkeley. Un turbante gigante de color amarillo con una persona anexa le saludó con una flexión de brazos y un Namasté en los labios. Ella repitió sin discusión. Anand Shenapathy Deb-Sharma fue colega de su padre en el ejército hasta que le dispararon y compró este negocio a su anterior dueño, Wilson Gatsby. El empresario subió la verja y antes de abrir la cerradura, se giró a Angelica y mirándola directamente a los ojos susurró:

— Puede parecerte una simple y aburrida sombrerería, pero te equivocas. En Gatsby´s las sorpresas pueden llegar en cualquier momento.

Y dicho esto empezó a guiar a la joven por aquel laberinto de perchas, armarios y expositores que serpenteaban por los diferentes pasillos. Angelica se iba abrumando cada vez más por el tamaño y volumen de aquel lugar.

Quedaban cinco minutos para la apertura de la tienda cuando Anand se fue, no sin antes recordarle las palabras de antes de entrar. Angelica empezó por colocar una serie de sombreros tipo panamá de caballero en el expositor, cuando de repente, la campanilla de la tienda sonó y apareció una tribu masai, votando y trotando hasta el mostrador. El que parecía el cabecilla del grupo se dirigió a Angelica en un inglés dudoso, mezclado con francés y pidió diez sombreros de copa, de lana oscura, ya que estaban invitados a una fiesta de etiqueta en la embajada de Tanzania. Angelica, cuando pudo recuperarse del asombro así lo hizo y diligentemente cumplió con el encargo. Pero a la hora de pagar, ellos decían que no tenían dinero y se pusieron a discutir en su idioma; hasta que el jefecillo levantó la mano e indicó algo al más alto del grupo. Acto seguido, el pívot del equipo masai arrojó una piel de león encima del mostrador. El jefe preguntó que si esto era suficiente y Angelica dando un paso atrás respondió que sí. No quería ofender a estos señores y acabar de prenda de pago.

Los siguientes clientes parecían más normalitos: una viejecita muy elegante acompañada de su sirviente de origen chino que transportaba una maleta de esas de antes, con muchas pegatinas puestas. Preguntó muy educadamente que si vendía txapelas, ya que la necesitaba de forma urgente para su marido. Angelica respondió de manera afirmativa, exponiendo sus diversos tipos, tallas y tamaños. La señora sonrió y dijo que sería mejor que se lo probara él mismo. Cuál fue la sorpresa de Angelica al ver que el chino sacaba de la maleta una urna funeraria y la depositaba en el mostrador.

— Le presento a Arthur, mi marido —contestó sonriente la señora. Vamos señorita, haga el favor de probarle las txapelas a mi esposo— animó la clienta señalando las cenizas de Arthur.

Angelica, con mucho cuidado, como si manejara fuegos de artificio, colocó las txapelas en la parte superior de la urna hasta que dio con la que mejor encajaba. La señora explicó que su marido falleció en medio de su vuelta al mundo y no salía nunca de su casa sin portar este peculiar sombrero. Mostró también el pasaporte de ambos y fotos polaroids de los diferentes lugares que estaban visitando. Se lo había prometido a Arthur. Le prometió en el lecho de su muerte que terminaría este viaje como él quería. Con el recuerdo del marido en los ojos ambos clientes se despidieron, apareciendo sorpresivamente detrás de ellos Anand con una sonrisilla de “Te lo dije” en el rostro. Gatsby´s no era lo que parecía ser.

FIN

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9 comentarios

  1. 1. De vuelto dice:

    Creas un contexto maravilloso, con grandes personajes y momentos. Me parece demasiado explicada la situación de Angélica, y me parece que al final le falta un poco de impacto. Es el mejor cuento que he leído en esta entrega: felicitaciones!

    Mi relato es el #45

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 07:30
  2. 2. beba dice:

    Hermosa historia, con buen manejo de la fantasía y el humor.

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 19:41
  3. 3. Laura dice:

    Hola Orestes.
    En primer lugar, gracias por pasar y dejar tu comentario a mi relato.Muchas gracias. Realmente consittuyen un estìmulo.
    Con el tuyo, me ha gustado mucho la presentaciòn de la tienda.
    Resultaron cosa de risa los clientes. Me dejaste dura con la viejecita y la urna. Maravillosa. La puedo imaginar.
    Creo que demasiadas veces nombras a Angélica cuando es la ùnica protagonista. Tal vez puedas omitir nombrarla algunas veces, pero nada sin importancia, al igual que a la señora.
    En los primeros pàrrafos, simplemente nombrándola a ella en la primera vez, luego puedes omitir toda referencia a su nombre ya que no hay otra persona, hasta que aparece Anand. Fñijate que en el diàlogo donde Anand indica sobre el trabajo, no lo mencionas pero se entiende que es èl quien habla.
    La tribu masai votando…¿sería rebotando? Me quedó extraño.
    Por lo demàs, una linda historia.
    Saludos.
    Hasta la pròxima.

    Escrito el 19 agosto 2018 a las 00:47
  4. 4. Estel Vórima dice:

    Hola, Neha gustado mucho el relato y pudiera ser el comienzo de una novela donde Angelica la protagonista desde su mostrador va descubriendo lo diferente que es el mundo según el tipo de “sombrero”. Muy bueno el toque de humor con la urna jeje. Felicidades.

    Escrito el 19 agosto 2018 a las 07:55
  5. 5. Matilda Bookworm dice:

    Hola Orestes,

    Primero, gracias por dejar tu comentario en mi relato. ¡Ha sido muy útil!

    Respecto a tu historia, he de decir que me ha encantado. Me gusta mucho como vas introduciendo detalles poco a poco para poner al lector en situación y, en el momento que empiezas a introducir a los diferentes clientes, ya estaba totalmente metida en la historia.

    Una pequeña cuestión de estilo: quizás sería mejor sustituir “el cuál” por “quien”, ya que fórmulas como “el cuál”, “la cuál”, etc. ralentizan un poco la lectura.

    Por lo demás, está estupendo. Bravo.

    Un saludo,

    Matilda

    Escrito el 21 agosto 2018 a las 08:57
  6. 6. Carmen Sánchez Gutiérrez dice:

    Hola Oestes:
    Es un texto muy divertido, lo he pasado bien leyendo.
    Mi única objeción es el exceso de descripciones del primer párrafo, abres espectativas que no resuelves, supongo que porque el texto sería demasiado largo. Buen trabajo
    Abrazos.

    Escrito el 21 agosto 2018 a las 17:44
  7. 7. Norelkis dice:

    ¡ME ENCANTÓ!
    Sexto favorito, wow.

    Es un relato realmente entretenido, además de estuvo muy bien documentado gracias a las diferentes culturas y matices que le diste a la historia, los clientes fueron muy peculiares y eso fue lo mejor. Realmente me has dado una lección, espero verte en el 105, sería un honor para mí 😀

    Escrito el 23 agosto 2018 a las 21:51
  8. Saludos Orestes: Es un relato que nos trasporta por intrincados senderos de la ficción. Es un buen relato. Felicitciones.

    Escrito el 27 agosto 2018 a las 02:40
  9. 9. Ana Roda dice:

    Hola Orestes.
    Muy buena tu descripción de la tienda y los personajes que van apareciendo. Se visualiza fácilmente y se hacen creíbles situaciones en principio inverosímiles.
    Estupendo trabajo.

    Escrito el 30 agosto 2018 a las 08:00

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