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Alouette, gentille alouette - por Noemi

Alouette. Nombre apropiado para una sombrerería. Trae a la mente las imagenes de plumas y pajaritos con que se adornaban las antiguas pamelas. La tienda misma es un vejestorio de estilo decimonono, arrumbado en un callejón del casco antiguo. No en la parte turística sino en el laberinto de angostas veredas medievales que componen sus arrabales.El sol ya estaba alto en el horizonte, pero su luz apenas llegaba a esta zona de edificios decrépitos.
Me detuve frente a la vidriera polvorienta en la que pañuelos de encaje antiguo y cajitas de plata labrada se repartían junto a otras bisuterías el espacio entre cuatro o cinco suntuosos sombreros. Pegado al vidrio había un aviso:
SE BUSCA MUCHACHA
Al abrir la puerta el carillón me evocó una vieja nana olvidada. Entré. El interior era sombrío. De todos modos no había mucho que ver, salvo algunas amarillentas fotografías de mujeres ensombreradas (¿famosas ya añejas?) adornando las oscuras paredes y algunos estantes con empolvadas capellinas y casquetes.
─Buenas tardes,vengo por el aviso.
─¡Bienvenida! ─me respondió una voz chirriante seguida de una risita frenética─ ¿Cómo te llamas?
─Sara
─Bien. Yo soy madame…llámame madame, con eso basta.
Estaba sentada detrás de un vetusto mostrador de caoba y cuando se levantó pensé que era idéntica al marabú embalsamado del Museo de Ciencias. Un cuerpo encorvado, gris plomo al que sostenían unas piernas flacuchas embutidas en medias negras, el cuello escuálido encogido entre los omóplatos y coronado por una cabeza de pelo ralo, cejas pobres y larga nariz picuda. Algunos pelos duros le salpicaban la cara .Su aliento olía a algo muerto.
No fue difícil ponernos de acuerdo, empecé esa misma tarde y cuando estaba por irme me dio las llaves por si alguna vez llegaba antes que ella estuviese dispuesta. Al abrir la cartera alcancé a entrever su pasaporte, pero no reconocí a qué nación pertenecía.
En realidad el trabajo era sencillo porque escaseaba la clientela. Se trataba de ayudar a madame a encarpetar el papeleo de los multiples pedidos, que venían desde países lejanos, lugares exóticos de los que yo nunca había tenído conocimiento antes. Ella se la pasaba revisando las cuentas mientras canturreaba. Una y otra vez :
«Alouette, gentille alouette, 
Alouette, je te plumerai…»
La cancioncilla me sonaba al preescolar con las monjas francesas, pero a nada más. En la pared de fondo tras el mostrador, se alzaba una puerta siempre cerrada con llave.
─Mi atellier─ decía madame.
Y a veces se pasaba las horas allí dentro.
Una mañana una empresa de correos dejó en la tienda una ingente caja de madera. Por las etiquetas se notaba que venía del extranjero. Cuando la abrieron, creí que madame echaría a volar de entusiasmo. Cantaba, reía, giraba todo a un tiempo.
En ese momento pensé que el contenido merecía su éxtasis: un enorme tambor sobre el que una Pinocha de tamaño natural, falda roja, nariz puntiaguda y chaleco negro, aparecía lista para bailar con la música que tocase su redondo pedestal verde .
Hubiese querido verla en acción, pero madame muy alterada, me despachó con un chillido tan estridente, que no le entendí palabra. Me fui pero decidí volver más tarde.
Charlando con unas amigas se me pasó la hora y cuando regresé ya era de noche. Usé mis llaves para entrar al negocio, porque quería fisgar la increíble “machine” de madame. La tienda estaba vacía. Polvorienta y desierta como de costumbre. Decepcionada, me estaba yendo cuando unas notas resonaron más allá de la pared trasera. En seguida retumbó el bullicio de una multitud. Me apresuré hasta la puerta que estaba sin llave.La entreabrí y vi mucha gente con antiguas ropas de gala. Todas mujeres con llamativos sombreros y vestidas según la moda de siglos pasados. Se reían con una carcajada oscura, macabra. En el centro del corro la muñeca cantaba:

«Alouette, gentille alouette, 
Alouette, je te plumerai la tete»

Al mismo tiempo, se arrancaron ferozmente unas a otras sombreros y pelucas dejando al aire sus amarillentos cráneos. Un rayo helado atravesó mi columna vertebral, ahora sí recordaba la siniestra canción infantil.
La alondra, alouette, siendo desplumada (descuartizada):primero la cabeza, luego el pico, los ojos, el cuello, las alas, la espalda…Entonces vi a madame volverse hacia mí. Alargaba su cuello picoteado y entreabría las funestas alas acercándose, con pesados pasos… tambaleando se acercaba.

Mientras, la muñeca seguía cantando:
«Alouette, gentille alouette, 
Alouette, je te plumerai…»

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7 comentarios

  1. 1. Florencia M dice:

    Hola Noemi, entré a ver tu relato porque me encanta esa canción. Me gustó tu texto, creo que está muy bien logrado, sobre todo, la atmósfera. Me hizo acordar a la película de las brujas que convierten a los niños en ratoncitos (perdón, no recuerdo el nombre). También tiene algo del estilo de Samanta Schweblin. Sólo te señalo que hay algunas cosas que resultan algo arbitrarias y con un poco más de información se vería más verosímil. Por ejemplo, cuando pones que no alcanzó a ver la nacionalidad del pasaporte. ¿Qué le hizo pensar que era extranjera? ¿Tal vez su acento? Cuando pones: “ Me fui pero decidí volver más tarde”. ¿Por qué decide volver más tarde? ¿Se había olvidado algo? Espero te sirvan mis comentarios. Un saludo y felicitaciones.

    Escrito el 17 agosto 2018 a las 22:24
  2. 2. Noemi dice:

    Hola Florencia,gracias por tus comentarios.Trataré de responder a tus preguntas. Ella no dice creer que es extranjera sino solamente que alcanza a entrever su pasaporte en la cartera y decide volver porque desea curiosear el extraño aparato.
    Un abrazo

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 15:58
  3. Hola Noemí, en efecto coincidimos en el marco de nuestras historias y en la atracción por esos mundos ya perdidos, o casi. Me ha gustado la trama y, especialmente, la habilidad para emplear un lenguaje tan apropiado y específico. También recuerdo la canción; la cantábamos en clases de francés. Me permito hacerte algunos comentarios, breves: yo habría utilizado enorme caja, ingente es correcto pero se suele emplear más referido a tareas o desafíos pendientes. Al final de relato también podrías decir: se acercaba tambaleándose… Son simples ideas.

    Escrito el 19 agosto 2018 a las 10:57
  4. 4. Toñi Avila (vibe) dice:

    Hola Noemi:

    Me ha gustado tu relato. Nos metes en una historia de lo mas normal y corriente para descubrir que al final te atrapa un miedo que te deja paralizada. Como con las escenas de miedo en el cine. Hasta escuché el redoble de tambor..
    Gracias por escribir.

    Escrito el 20 agosto 2018 a las 23:10
  5. 5. Luis Ponce dice:

    Hola Noemí:
    tienes un relato perfectamente ambientado y con música de fondo. Creo que a rato se te van algunos adjetivos adicionales, pero podrían ser propios de tu estilo. Al fin y al cabo eso es lo que buscamos: un estilo propio. hay que cuidar ciertos detalles porque el lector tiene alma de detective y no se contenta con hilos sueltos.
    Felicidades.Nos leemos.

    Escrito el 22 agosto 2018 a las 01:56
  6. 6. Pablo Pagola dice:

    Hola Noemi,
    Me ha gustado mucho el efecto que has conseguido con el texto, pues en ningun momento pensaba que fuera a tirar por donde ha tirado. Tal vez se deba a que no conozco la cancion o a que el hecho de ser una sombrereria y una señora que me ha parecido mayor esperara algo mas nostalgico. Por ello, mi enhorabuena

    Escrito el 22 agosto 2018 a las 19:20
  7. 7. Wolfdux dice:

    Hola Noemi, un relato original. No conocía la canción así que no sabía por donde iban a ir los tiros, jeje. Felicidades.

    Escrito el 3 septiembre 2018 a las 17:57

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