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Atrapada - por Francisca

Londres, 16 de Julio de 1916

Entré a la tienda de sombreros algo sofocada, por el calor, por el corsé, por todo lo que me atormentaba hace ya unos días. Mi madre charlaba con la dueña del lugar y creo que también conmigo… La boda, las flores, el vestido, George, su familia. No podía respirar, sentía que estaba atrapada en un laberinto sin salida del que no iba a poder irme nunca.

¡Amelia! Oí sin escuchar mucho lo que me decía, le dije que sí que estaba prestando atención, que sí me gustaba el sombrero, que sí que estaba contenta.

Sí, sí, sí. Era todo lo que una señorita debía decir.

Sólo podía pensar en que quería salir corriendo, dejarlo todo. No sé qué me hizo bajar a Tierra, pero en ese momento pude escuchar a dos señoras con grandes sombreros y vestidos enormes, llenas de sofisticadas joyas, hablar sobre una tienda en la Costa Vasca. Allí las mujeres no eran como acá decían… Usan ropa atrevida, el pelo a lo garçon y encima con piel morena. ¡Visten pantalón! ¡Y ropa de color negro sin estar de luto!

¡Que osadía! ¡Que descaradas! Repetían incesantemente… Yo imaginaba ese lugar, podía ver otro mundo; una energía que no había sentido nunca comenzó a recorrer mi cuerpo, una fuerza inmensa me empujaba, me lanzaba a aquellos pensamientos que hacía rato intentaba esconder. Necesitaba salir, debía salir, irme a ese lugar maravilloso que esas mujeres estaban comentando con desprecio.

Miré a mi madre, no quería convertirme en esa persona superficial y amargada; lo único que le importa es la apariencia, pensé. Entonces me di cuenta de que, si me quedaba, si me casaba, iba a terminar convirtiéndome en lo que más aborrecía e iba a ser desdichada para siempre.

Salí corriendo, sin importar nada, ni el vestido, ni los tacones, ni la boda. Me tropecé al cruzar la calle, pero de igual modo no miré atrás. Cuando llegué a la casa tomé algunas cosas, un poco de dinero y me fui. Me detuve a la salida y miré a mi alrededor, en el horizonte se ponía el sol, que belleza pensé. Observé por última vez la que en mis años de adolescencia había sido mi casa y me alejé, no dudé ni un segundo, sentí una felicidad irreconocible.

Ahora estoy escribiéndote estas pocas y rápidas palabras, esperando que salga mi tren. Desconozco a dónde me estoy yendo exactamente en este momento, sólo sé que lo único que necesito es el pasaporte y dejar a mi verdadero espíritu salir. Iré a donde deba ir, pero al final se que quiero llegar a ese lugar en la Costa Vasca, donde las mujeres son libres y felices. Tampoco estoy segura de cuándo va a llegarte esta carta, lo único que sé es que, en algún momento, antes o después, nos volveremos a encontrar.

Me tengo que ir, me están llamando.

Por ahora me despido, pero no es un adiós, es un hasta luego.

Con todo mi amor,

Amelia

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4 comentarios

  1. 1. Amadeo dice:

    Francisca:
    Buen texto. Es una carta explicando sus angustias (No sé a quien está dirigida la nota: a la madre o al novio)
    Faltan guiones de diálogos. Eso ayuda a la lectura y saber quien habla y cuando piensa. Es un aspecto a pulir.

    Estoy en el 101 por si quieres leerlo y comentar
    Saludos
    Amadeo, Argentina

    Escrito el 17 agosto 2018 a las 23:36
  2. 2. Naiara dice:

    Es un texto entretenido. Me quedo con la intriga de saber a quien va dirigido. A mitad de texto pensé que quizá podría ser una entrada en un diario, pero la despedida me indica que es una carta.

    Comparto la valoración de Amadeo: faltan guiones en los diálogos para hacer más fácil su lectura.

    La repetición de “Iba” en esta frase me chirría un poco: “Entonces me di cuenta de que, si me quedaba, si me casaba, iba a terminar convirtiéndome en lo que más aborrecía e iba a ser desdichada para siempre. ”

    En líneas generales el texto me ha gustado. Nos transporta a otra época en la que las mujeres llevaban otra vida. He podido sentir la angustia de la protagonista y a la vez su valentía.

    Muchas gracias por compartirlo y te invito a que te pases por el mío:73.

    Saludos,

    Naiara.

    Escrito el 18 agosto 2018 a las 18:20
  3. 3. M. S. dice:

    Hola,
    Me ha gustado mucho pero he echado de menos el encabezado típico de las cartas de la época.Pese a que tu intención haya podido ser no revelar a quién iba dirigida, existen también fórmulas para no desvelar el destinatario.
    En cualquier caso gran trabajo.
    Mi relato #74
    Saludos

    Escrito el 21 agosto 2018 a las 08:14
  4. 4. Francisca dice:

    Hola a todos! Gracias por pasarse por mi relato! Me voy a pasar por los suyos también.

    Amadeo, sí pensé lo de los guiones pero me decidí por no ponerlos porque en realidad lo que quería expresar es que es ella la única importante en el texto.
    Es como si ella escuchara lo que dicen las mujeres:”Usan ropa atrevida, el pelo a lo garçon y encima con piel morena. ¡Visten pantalón! ¡Y ropa de color negro sin estar de luto! ¡Que osadía! ¡Que descaradas!” y se lo repetía a sí misma para pensarlo y transmitirlo al destinatario.
    Por otro lado, está dirigida a una persona que quiere mucho (sí podría ser un tipo de novio)
    Gracias por pasarte saludos también desde Argentina!

    Naiara, no lo había notado tenes razón! Podría haberlo puesto así: “iba a terminar convirtiéndome en lo que más aborrecía y sería desdichada para siempre.” Gracias por pasarte, saludos!!

    M.S., la verdad es que ni siquiera me había dado cuenta mientras lo escribía ni cuando lo corregí, gracias por remarcarlo! Debería haber puesto después de la fecha “Estimado,” o algo así. Gracias por pasarte, saludos!

    Escrito el 25 agosto 2018 a las 19:28

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