Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Los girasoles - por Jesu

El autor/a de este texto es menor de edad

La guerra comenzó un martes y mi madre descubrió que estaba embarazada de mí el miércoles de esa misma semana. Esa fue la razón por la que mis padres me llamaron Esperanza al nacer, porque eso fui para ellos. Fui la esperanza en medio de los momentos más oscuros de mi país.

Vivíamos en el campo por lo que tuve la gran suerte de ser de la pequeña parte de la población de niños que no creció viendo a los soldados ir y venir por las calles, o escuchando a los aviones de guerra sobrevolar el tejado de mi casa en la mitad de la noche.

Mi padre trabajaba el campo y viajaba una vez cada dos semanas al pueblo para poder comprar lo que necesitábamos, y una vez al mes iba al mercado a vender los vegetales que cultivaba.
Mi madre se encargó de mi educación. Me enseñó lo básico de cada clase (sumar y restar, comas y acentos, la historia de mi país antes de la guerra, etc…) y cuando se dio cuenta de que ya sabía todo lo estrictamente necesario me enseñó otras cosas. Me enseñó a cultivar las flores más bellas y coloridas que alguien podría ver, me enseñó a hacer mi propia ropa y a limpiar nuestro hogar hasta dejarlo reluciente. Pero sus lecciones más importantes fueron aquellas que me dejo día a día. El aprender a amar con todo mi corazón, el ser amable y bondadosa, ser humilde y ayudar a los demás.

De todas formas, mi clase favorita era la de la jardinería. Salir al aire libre con el sol golpeándome las mejillas y preocuparme de que cada flor estuviera creciendo fuerte y bella.

-¿Cuál es tu flor favorita?- me preguntó un día mamá, cuando yo tenía siete años.
-Esa- le respondí, apuntando a una flor alta y con pétalos color amarillo.
-¿Por qué es tu favorita?
-Porque su color me recuerda al sol- sonreí con fuerza.
-Bueno, pues tu flor favorita se llama girasol.
-¿Girasol?
-Sí, mi amor, girasol.
-¡Como el sol!- chillé, con mi voz de niña y salí corriendo por el campo de girasoles, con cuidado de no pisar ninguno, con los brazos en alto y con mi querida madre persiguiéndome desde atrás.

Desde aquel día me preocupe de cuidar los girasoles más que a cualquier otra flor, y cuando cumplí los trece años acompañé a mi padre al pueblo por primera vez y estuve todo el tiempo regalando girasoles.
La gente me preguntaba porque no los vendía, y yo les respondía que la belleza de las flores no se le podía negar a nadie, ni al más rico ni al más pobre.

Poco a poco me fui dando cuenta como mi padre traía menos y menos cosas cada vez que iba a comprar al pueblo, pero lo peor no vino hasta que yo cumplí diecisiete años.

Estaba en mi habitación, releyendo un libro de romance cuando escuche el primer grito junto con un fuerte sonido. Reconocí inmediatamente la voz de mi madre. No había tenido tiempo de levantarme cuando escuché el grito de mi padre seguido de otro sonido. Corrí escaleras abajo y miré por la ventana hacia el campo.

Soldados.

Pero aquello no era lo peor. Lo peor era que podía ver en su uniforme que no eran soldados de mi país, eran del de mi enemigo.

Sostenían sus armas de fuego con fuerza y estaban parados sobre mis flores, mis bellas flores. Las estaban aplastando con sus grandes botas. Salí hacia fuera y me asomé por la pared, sin mostrar mi cuerpo. La escena que vi me rompió el corazón.

El cuerpo de mi madre cubierto de sangre, recostado junto el de mi padre, en una posición como si hubieran sido lanzados el uno sobre el otro. Ambos estaban muertos. Los soldados aún no me veían. Pude ver por la ventana como entraban a mi hogar y comenzaban a sacar cosas.

Levante la vista y me di cuenta de que uno de ellos se había fijado en mí. No dudo, levanto su arma y disparó sin pensarlo.
No pude decir nada, no tuve tiempo de gritar. Me mató igual de rápido que a mis padres. Igual de rápido que a cientos de otros inocentes. Inocentes que habían muerto como yo, sin tiempo de dejar una marca en el mundo.

Lo último que pude ver fue uno de mis bellos girasoles, roto, en el suelo y cubierto con mi propia sangre.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

6 comentarios

  1. 1. Nicolás dice:

    Una historia muy profunda, solo imaginarme cuantas personas han vivido este tipo de eventos a lo largo de toda la historia, hacen estremecerme.

    Tengo la sensación de que quizás un tipo de narrador en tercera persona hubiera hecho sentir la historia aun mas real, ya que para mi, el hecho de que la protagonista este narrando su propia muerte le quita un poco de credibilidad a la historia.

    He disfrutado mucho la historia y espero volver a leer alguna creación tuya prontamente

    Si gustas puedes visitar mi relato (#71)

    Saludos!

    Escrito el 17 septiembre 2018 a las 22:22
  2. 2. Yoli L. dice:

    Hola Jesu

    Me corresponde leer tu relato e indicarte algunos mejorables.

    Narras una historia muy dolorosa, se lee bien. Tiene principio, desarrollo y desenlace que es lo que se pide en estos relatos cortos.

    Escribir en primera persona tiene su dificultad (evito hacerlo porque no domino muy bien la técnica), ya que hay palabras que se repiten, algunas de ellas como me (me preguntaba, me enseñó, etc), pareciera necesaria pero de tanto leerla desluce el relato.

    Los guiones que usas no son los adecuados, se utiliza el guión largo, te dejo el siguiente link donde explica https://www.literautas.com/es/blog/post-4003/recursos-para-escritores-el-guion-largo-y-las-comillas/

    —¿Cuál es tu flor favorita? —me … Este segundo guión va pegado a la oración que sigue.

    – Repites algunas palabras que además quedan muy seguidas. Ejemplo: flor/flores 9 veces.

    Tienes imaginación, te motivo a que sigas escribiendo y que participes cada vez que puedas de este taller para que pulas tus relatos.

    Te insto a que además de los 3 relatos hacia abajo que se nos solicita leer, visites otros para que te devuelvan la cortesía y así que sepas cómo es percibido tu texto por más lectores.

    Gracias por permitirme aprender con tu trabajo.

    ¡Nos seguimos leyendo!

    (¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)

    Escrito el 17 septiembre 2018 a las 22:46
  3. 3. Charola dice:

    Hola, Jesu.
    Un relato hermoso, bien escrito. En lo que falla y estoy de acuerdo con Nicolás es el narrador elegido. Si el protagonista muere entonces ¿quién escribe? Tiene que escribir otra persona. En este caso es de necesidad que sea otra persona puede ser en tercera persona (aconsejable) o en segunda (muy difícil, pero no imposible).

    Me gustó mucho. Trata de hacerlo en tercera persona y sigue escribiendo.
    Felicitaciones.

    Escrito el 17 septiembre 2018 a las 23:11
  4. 4. Gina dice:

    Hola Jesús,

    Me ha gustado tu historia sobre todo porque resalta la inocencia de los niños quienes no dejan de ver la belleza a pesar de los conflictos o las guerras.
    Me confundió un poco cuando dices que te asomaste por la pered, no se si haya sido error o que significado le quisiste dar.
    Saludos y a seguir escribiendo!

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 23:32
  5. 5. Laura dice:

    Hola Jesú.
    Con relaciòn a lo de narrar como protagonistas la propia muerte, hay quienes como fantasmas o espíritus lo hacen, aunque queda algo extraño porque ha ido narrando su propia vida, pero no imposible.
    Tu personaje es muy dulce.

    Mis saludos.
    Hasta la pròxima propuesta.

    Escrito el 19 septiembre 2018 a las 12:33
  6. 6. SrCualquiera dice:

    Hola Jesu, me gusta mucho cómo está contada la historia, con una sencillez que parece infantil pero que está muy bien detallada. La crueldad de la guerra contrasta aún más si cabe con un alma pura.

    Qué dolorosa la guerra, esa es la impresión que te queda del relato.

    Hay algunos detalles de forma, como fallos de acentuación, que en alguna parte desorientan un poco al lector, como por ejemplo aquí:

    “No dudo, levanto su arma y disparó sin pensarlo”.

    La falta consecutiva de los dos acentos hacen pensar que el personaje se está refiriendo a sí mismo en presente, y eso descoloca un poco al darnos cuenta de que se está hablando de un tercero en tiempo pasado.

    Comparto la opinión de que el autor no puede narrar su propia muerte sin que el relato resulte inverosímil, a no ser que se justifique de alguna manera. Podría ser un narrador espíritu, como dice Laura, pero eso tendría que explicarse de alguna manera. Para la coherencia de la historia y para los sentimientos del lector yo creo que lo suyo es que el narrador sobreviviera. Matar al narrador en este caso ha sido más cruel que matar a un gatito. Aunque nunca se sabe en estos casos qué resulta más cruel, si morir o sobrevivir al trauma.

    Para ser menor de edad, me parece un relato estupendo. Te felicito.

    Escrito el 26 septiembre 2018 a las 21:12

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.