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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Los girasoles - por Isabel Caballero

Web: http://alzapalabra.blogspot.com/

Los girasoles

Desde nuestro balcón veo el jardín del vecino. Miro como espía al cartero, ya está en la puerta antes de que toque el timbre por si trae noticias de ella. Cuando no hay cartas, las que espera, se da la vuelta y camina vencido. Se encoje un poco porque es alto, como si tuviera miedo de darse en la cabeza contra los vanos, contra los techos, contra los cielos, contra los recuerdos de antaño, o contra la humedad que envuelve el jardín. Tiene mal abrochada la rebeca con el botón que no corresponde al ojal y a mí me da ganas de colocarle bien la ropa. Hace tanto que no se corta el pelo que parece el león de la Metro asomado al círculo de sus greñas.
Estoy inventado al vecino, imagino que la quiso mucho, que está muy lejos, que ha pasado el tiempo sobre ellos, una historia de no pudo ser.
—Supón que ella le dice que viene a visitarlo.
—Entonces entraría corriendo en el cuarto de los aperos, revolvería los trastos casi mohosos de no usarlos y enseguida se pondría a trasquilar la mala hierba que crece por todos lados. Sus tijeras sonarían con un chas chas acelerado. Mira como saltan los matojos desabrochados alrededor de su cabeza trasquilada, ¿los ves?
—Yo no veo nada, solo un viejo arreglando su descuidado jardín.
—Eso es porque tienes poca imaginación. Lo que más abunda son los girasoles, a ella, antes, le gustaban mucho.
—¿Quién es ella?, ¿antes de cuándo?, ¿qué es lo que le gustaba tanto?
—Los girasoooles —contesto con algo de impaciencia a sus preguntas — ella era su novia de cuando él se tuvo que marchar a la guerra.
Mientras espío salto desde el presente mediato al pretérito imperfecto. Se escribían cartas, la de ella con las mayúsculas adornadas de una trama de curvas y contracurvas, y al final, junto a la rúbrica y a la coletilla de “siempre tuya”, dibujaba siempre el contorno de un girasol. Él escribía con trazos firmes contando a su novia de cuando… de cuando…
—¿No se te ocurre nada, se te ha acabado la inventiva?
—Déjame pensar… ¡Ah sí!, de cuando tuvieron que cambiar municiones por comida en las cabilas y medinas de Marruecos, las mismas balas que luego serían usada contra ellos. Le contaba del hondo aprecio que sentía por sus compañeros de guerra y campaña africana, la mayoría quintos ignorantes y analfabetos, muchos de ellos campesinos cosechados a golpe de culata por los pueblos de España.
—¿Y tú cómo es que sabes tanto de guerras?
—Mi abuelo fue militar y daba la vara en casa todas esas batallitas, también nos decía que la mayor parte de los oficiales no sabían ni leer los mapas, eso sí, con suficientes redaños para orientarse hasta en los infiernos. Bueno…, el abuelo decía cojones por redaños.
—De tu abuelo lo único que recuerdo es lo xenófobo que era.
—Odiaba todo lo que sonara a extranjero, al turco que repartía propaganda, al chino de la esquina y al inglés que robó Gibraltar. Estaba convencido de que la única manera de tener éxito con el moro era cortándole la cabeza. Me parece estar viéndolo cabreado cuando le recriminábamos su actitud racista.
—¿Racista yo?, ¿sabes que los nuestros cayeron por cientos, por miles…?, como moscas cayeron me cago en Abd el-Krim, en el Rif, en y en su puta madre. Mira lo que me hicieron a mí los condenados moros —. Gritaba levantando la pequeña manta que cubría la ausencia de sus piernas, como si la familia no supiéramos de sobra que estaban vacíos los pantalones sujetos en los bajos por imperdibles.
En silencio, miramos al vecino como riega los parterres de girasoles, se embelesa con el zumbido de las abejas que vienen a libar de ellos, abiertos, húmedos, dispuestos a recibirlas.
Tocan en la puerta, el jardinero suelta la manguera, pasa la mano nerviosa por su pelo recién cortado y abre.
—Seguro que es ella —afirmo tan ilusionada como el vecino.
—Yo solo veo a un abuelo que abre la puerta a su nieto. Ahora juegan a lanzarse el uno al otro la pelota de tenis. El pequeño no se cansa, la impulsa con tanta fuerza que no la encuentran oculta entre los girasoles. Amarillo confundido de amarillo.
—Pues yo veo un paraíso perdido, el último tren desvencijado y a un soñador que habita en él.

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30 comentarios

  1. 1. Antaviana dice:

    Hola Isabel,

    En primer lugar gracias por tus amables comentarios en mi relato, se agradecen mucho !!

    En cuanto al tuyo me ha encantado. Me gusta mucho como escribes, también encuentro que se hace muy ágil la lectura, y la historia me parece entrañable y bien narrada.
    Algún signo de puntuación y acento que deberías repasar pero que en nada desluce el encanto del conjunto.

    Sigue escribiendo!!!

    Nos leemos, saludos !!!

    Escrito el 17 septiembre 2018 a las 21:30
  2. Donde dije matojos desaborchados …!!!!, quise decir desbrozados… que se me coló la palabreja.

    Antaviana muchísimas gracias por este primer comentario que recibo en el taller. Reviso los signos de puntuación, gracias por tu valoración y ayuda.

    Hasta pronto compañera.

    Escrito el 17 septiembre 2018 a las 21:53
  3. 3. ANGEL CLIMENT dice:

    Hola Isabel: Buen relato, ameno, bien escrito se hace agil y ameno de leer, Algún acento por ahi, pero muy bueno.

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 11:23
  4. Gracia Ángel. Por favor, decidme que acentos faltan o sobran para poder corregirlos, que no consigo verlos.
    Gracias compañeros.

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 13:49
  5. 5. Don Kendall dice:

    Hola Isabel,
    Magnífico trabajo el que propones para el taller de este mes.
    Antes de entrar en harina, y ya que pides concrección, te anoto algo donde puede ser que formalmente tengas que corregir, o no. Tú verás o alguna o algún colega más puestos en el tema dirán con autoridad sin duda. Vamos allá :
    1 – Este da , presumo que pueda ser plural :me dan ganas de colocarle
    2 – (¿Proximidad del siempre? :“siempre tuya”, dibujaba siempre.
    3 – Cuándo se escribe con tilde cuando significa ‘en qué momento’ (FUNDEU). ¿Pudiera ser el caso? contando a su novia de cuando… de cuando… .
    Hasta aquí lo formal que se me ocurre. Entro ahora al comentario del texto en sí mismo:

    La verdad es que confieso mi entrega con armas y bagajes a esa forma de escribir basada en la experimentación y en el descubrimiento de la voz narrativa.
    Este texto que muestras es redondo, es un puro homenaje (con independencia de que haya sido premeditado o no) a “William Irish” (Cornell Woolrich) y a su novelaLa ventana indiscreta. (Por extensión a la película de Alfred Hitchcock, desde luego)

    Así hay protagonista(s) principal(es) en primera persona del plural, como narrador(es) de otra historia, que a su vez se refleja en otra que es imaginada además de la que cuenta un personaje sin piernas (¿cómo no tener presente a Cornel Woolrich con su pierna amputada, atado a una silla de ruedas pergeñando su obra más famosa “La ventana indiscreta”?,… me encanta y me entusiasma el planteamiento de esa voz narrativa.
    Es de gran solidez y permite juegos livianos, incluso haciendo guiños metagramaticales sin que parezcan intrusiones de la autora, por ejemplo :
    Mientras espío salto desde el presente mediato al pretérito imperfecto. Es un puro descaro que el lector agradece con sonrisa de satisfacción y complicidad.

    El toque final es un un puro juego de espejos para que el lector se coloque como quiera, porque algo va a llevar de recuerdo , a escoger :
    Un paraíso perdido,
    El último tren desvencijado
    Un soñador que habita en él.
    Gran premio final sin duda. Gracias por compartir esta propuesta.
    Un abrazo

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 16:09
  6. Ya he corregido los errores ortográficos en el archivo guardado, así como la cercanía del siempre. Te lo agradezco un montón Don Kendall. Los guiños con “la ventana indiscreta” los he escrito de manera inconsciente, aunque fue (es) una novela y peli que me encantaron
    Y eso, que me alegra mucho que te haya parecido un ejercicio aceptable.
    Mil gracias colega.

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 17:40
  7. 7. Fuciños dice:

    Hola Isabel
    Me encantan los relatos que insinúan, que proponen historias alternas. El tuyo me ha gustado, te felicito. Mi relato el 59

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 18:26
  8. 8. Laura dice:

    Hola Isabel.
    Me ha encantado tu relato, con el final abierto para que cada uno elija el que más le gusta.
    Mis felicitaciones.
    Hasta la pròxima propuesta.

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 21:19
  9. Isabel, cuando el maestro habla, los demás enmudecemos.salu2

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 22:37
  10. Muchas gracias Laura y Amilcar Barça.
    Hasta pronto.

    Escrito el 19 septiembre 2018 a las 13:26
  11. Gracias Fuciños, acabo de leer tu aportación, así como la de la compañera Laura. Gracias a las dos.

    Escrito el 19 septiembre 2018 a las 13:46
  12. 12. Norelkis dice:

    ¡Hola, Isabel!

    Bueno el relato ha estado bastante interesante. Aunque creo que he sido la única en perderme en cuanto a un detalle; primero hablas sobre la vida del vecino y luego sobre la del abuelo de uno de los narradores, ¿Estoy en lo cierto?

    Aunque me hubiese gustado saber los nombres de los dos narradores, puedo identificarlos sin ningún problema-Creo que eran una chica y un chico, ¿Verdad?-.

    En cuanto a lo del abuelo racista, me ha dado algo de gracia cuando se quejó de que le habían cortado las piernas. Sé que es un asunto serio, pero es que la manera en que lo relataron me causó una sonrisa.

    Cuídate, te espero en el 133 ;D

    Escrito el 19 septiembre 2018 a las 21:07
  13. 13. M.L.Plaza dice:

    Hola Isabel.
    Gracias por tus amables palabras a mi relato. Sí que crecí comiendo viejas en tu tierra. Por eso me ha hecho mucha ilusión leer sobre la rebeca de tu protagonista. A mí nadie me entendía cuando hablaba de ellas en Madrid, hace ya muchísimos años.
    Tu relato me ha encantado. Tiene frases, como la señaladas por Don, que son preciosas. Y la historia me parece muy bonita. Ahí está la tozuda vecinita intentando hacer literatura con los mimbres que tiene a su alcance. Me parece muy interesante cómo has introducido el tema bélico en la narración. Y, que sea sobre la campaña africana, esa guerra olvidada por todos. Me ha parecido genial.
    Solo al final, cuando aparece el nieto la historia me chirría un poco. La vecina sabe que es su nieto; así que el protagonista volvió de la guerra, rompió con su novia,encontró un nuevo amor y construyó una bonita familia, porque parece que la relación con su nieto es estupenda. ¿Qué necesidad tiene de rememorar ese viejo amor? Creo que falta el desencadenante de los recuerdos.
    Aún así, me ha parecido un texto precioso.
    Saludos

    Escrito el 19 septiembre 2018 a las 23:33
  14. Muchas gracias NORELKIS, desde que tenga un rato voy a por tu 133.
    Sobre los dos narradores por los que me preguntas, pues puede ser lo que tu quieras,chico-chica chico-chico, chica-chica 😉 lo dejo a tu libre imaginación, por eso no les he puesto ni nombres, ni géneros.
    Hasta muy pronto compañera.

    Hola de nuevo M.L.PLAZA ¡Ay… que no recordaba que lo de rebeca no la usais por ahí!, la palabra digo.
    Mil gracias por tu comentario, me haces pensar con lo que me dices del nieto… se supone, o eso he intentado contar, que uno de los interlocutores inventa todo sobre el vecino (uno de ellos solo ve lo que ve, y el otro imagina situaciones), por eso no creí necesario desarrollar el final. Pero le daré una vuelta… a ver si se me ocurre algo.
    Gracias por tu ayuda ML, un placer este intercambio.

    Escrito el 20 septiembre 2018 a las 08:20
  15. Para NORELKIS de nuevo. Tienes razón Norelkis en una cosa, al menos uno de los dos interlocutores tiene que ser chica, pues hay una frase de género femenino, y es esta:

    (—Seguro que es ella —afirmo tan ilusionada como el vecino.)

    Esa frase la dice la chica fantasiosa que inventa al vecino.

    Gracias de nuevo compañera.

    Escrito el 20 septiembre 2018 a las 08:22
  16. 16. paola dice:

    Hola Isabel

    Estoy en el extranjero y no puedo comentar como me gustaría pero me alegra ver que ya te han dicho un montón…

    Me ha encantado el relato, de un nada has hecho algo maravilloso sin entrar en polémicas…

    Me ha encantado y lo he disfrutado. Queda marcado como relato para releer con más atención.

    Saludos

    Escrito el 20 septiembre 2018 a las 10:02
  17. 17. Osvaldo Vela dice:

    Hola isabel, que gran lectura la que acabo de gozar. tiene algo de todo. La poesía esta escrita en el, y brilla al igual que los girasoles, igual que los recuerdos de antaño en la humedad de un jardín.

    Tiene una historia de amor, truncada por una guerra, pero que tú, con un sencillo”imagino que la quiso mucho” se torna cautivadora. Así podría seguir alabando los muchos matices de tu escritura, alguno de los cuales Don Kendall ya observó.

    En tu visita a mi texto me pides que critique el tuyo y solo te puedo decir que a mi edad, ya no me queda tiempo para criticar, en esta vida, desde su inicio, solo debe de haber tiempo para aprender y crecer con lo aprendido.

    Gracias por tu visita. y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 22 septiembre 2018 a las 15:06
  18. Paola, un abrazo enorme compañera. Disfruta de tu viaje.

    Osvaldo Vela , muchísimas gracias por tu comentario.
    Me refería al modo crítico-asertivo, el que nos hace aprender a los que intentamos esto tan difícil de “escribir”
    Gracias de nuevo compañero Osvaldo.

    Escrito el 22 septiembre 2018 a las 15:21
  19. 19. Osvaldo Vela dice:

    Regreso a comentar para dar respuesta a tu petición de criticar, constructivamente, tu relato:

    Hola Isabel, esa incógnita tuya en que las habilidades mostradas por las letras del texto no van de acuerdo a los laborares que representan, me puso a pensar. Quizá exista una forma de despistarlas para que no se note este desatino pero sería algo que no he aprendido en Literautas.
    Llegué a Literautas en la escena trece y no creo haber fallado más de tres. Mi sueño era escribir un libro de la vida de mi padre. A mis sesenta y tres años no poseía conocimientos de escritura.

    Yo tuve, como bases de enseñanza, una niñez en un rancho llegado a la familia por concesiones directas de la Corona Española. En este lugar las raíces patriarcales, en su esencia, marcaban un laborar sin descanso. Bajo esta bonanza de estirpe, la juventud me otorgó una preparación universitaria en Ingeniería. La escuela, en el Estado de Texas. Y al final, mi desempeñó de vida se dio tras el mostrador de una carnicería familiar para desplazar el producto principal del patriarcado.

    Toda una vida de ir acumulando vivencias pero sin que ninguna de mis actividades fuera otorgante del conocimiento de las letras.

    Tras estos años de taller, absorbiendo los consejos de los compañeros Literautas y extrayendo el conocimiento de sus escritos y de los comentarios que recibían, mis letras han llegado al nivel de hoy. Creo, con firmeza, que he sido un bendecido del cielo con una escritura diferente de forjares múltiples. Muchos quehaceres, muchos maestros.

    Gracias por tu comentario. Ahora vivo para escribir mis rememorares.

    Escrito el 22 septiembre 2018 a las 18:04
  20. 20. Conrad Crad dice:

    Hola Isabel Caballero.
    Te compro anafre, un término mucho más hermoso que barbacoa y con respecto a la parte del rezo, intentaré cambiarla en el texto original para que resulte más verosímil. Gracias por tus sabios y generosos consejos y por esa verdad que, siento, trasmiten tus palabras. Tu relato es hermoso. Es elegante, inteligente, romántico y sutil. Subscribo como propio el comentario de Don Kendall. Quizás revisaría la puntuación de algunas frases, pero nada importante. Me gustó mucho encontrarte. No leemos.

    Escrito el 23 septiembre 2018 a las 18:15
  21. Gracias de nuevo compañero Osvaldo Vela por compartir tus referentes personales.

    Gracias a ti Conrad Crad. Ya tengo corregidas en mis archivo las faltas de acentuación y alguna otra que me han señalado. Un placer este cruce de relatos compañero, ya te dije que me encanta como escribes. Voy a tu espacio para comentarte algo en relación con la barbacoa.

    Escrito el 23 septiembre 2018 a las 19:41
  22. 22. Patricia Redondo dice:

    Hola Isabel

    Me ha encantado tu relato. Tiene una naturalidda y un ritmo envidiables. Me encanta que lo hayas desarrollado como una conversación entre dos personas y la historia (todas las historias pues encierra varias) es preciosa.

    Vaya , que me ha gustado mucho.

    Te seguiré leyendo.

    Escrito el 24 septiembre 2018 a las 12:58
  23. 23. isan dice:

    Hola Isabel:

    Qué relato más bonito. Me ha encantado. Me ha gustado el estilo, la cadencia y el formato, sobre todo esto. La imaginación de la narradora la une con recuerdos propios y las historietas de su abuelo. El final es el broche perfecto para un buen relato.

    Podría señalar varias cosas que me han parecido magníficas como ejemplo esta: “…, como si tuviera miedo de darse en la cabeza contra los vanos, contra los techos, contra los cielos, contra los recuerdos de antaño, o contra la humedad que envuelve el jardín.”. También me ha sorprendido “los pantalones sujetos en los bajos por imperdibles.” Me ha traído a mí el recuerdo de una imagen similar que vi hace años y que tenía olvidada.

    Hay alguna cosilla que yo cambiaría, luego tú decides.

    “Miro como espía al cartero, ya está en…” Creo que un punto en lugar de la coma sería más oportuno pues son dos acciones distintas. Cómo lleva tilde por tener función interrogativa.

    “…no corresponde al ojal y a mí me da ganas de…”: me DAN ganas de…

    “Estoy inventado al vecino,” Supongo que querías poner INVENTANDO.

    “…son los girasoles, a ella, antes,…” Mejor punto después de girasoles.

    Ha disfrutado y te felicito.

    Saludos.

    Escrito el 24 septiembre 2018 a las 18:29
  24. ¡Vaya Patricia! Que comentarios más bonito. Graciassss

    Isan… ¡oído cocina!, algunos fallos ya me lo habían apuntado, los sumo a las sugerencias que me dices.
    Mil gracias por tu ayuda compañero.
    Hasta pronto, espero.

    Escrito el 24 septiembre 2018 a las 19:11
  25. 25. Charola dice:

    Hola, Isabel Caballero.
    Me encantó tu relato. Me hizo recordar la novela “Pecado” de Laura Restrepo. Dos narradores testigo, sin nombre, que nos van contando la historia. Pero el tuyo es especial porque un narrador ve lo que su imaginación quiere ver y a la vez vas avanzando la historia. ¡Fantástico!
    Felicitaciones.
    Te invito a comentar el mío #72.
    Saludos.

    Escrito el 24 septiembre 2018 a las 22:18
  26. 26. Labajos. dice:

    Hola Isabel:
    Te devuelvo la visita, y veo que ya tienes una buena colección de comentarios, indica lo activa que te muestras en este blog. Estupendo. Por mi parte resta agradecer la imparcialidad y simpatía con la que escribes sobre una de esas guerras españolas recientes, de las que cuando éramos estudiantes se nos informaba muy poco, casi las conocíamos más por lo que se comentaba en casa que por lo que nos hacían estudiar. Ya de mayores, podemos intuir los motivos de tanto secretismo.
    Escribes sobre un conflicto, desde el punto de vista de las víctimas, de aquellos que esperan una carta, de los que odian a personas por motivos geográficos impuestos desde la lógica de la brutalidad.
    Sigue escribiendo, sobre todo sobre cosas que nos hagan pensar. Te lo agradecemos.
    Jorge

    Escrito el 25 septiembre 2018 a las 17:28
  27. Muhas gracias Charola y Jorge.

    Hasta pronto.

    Escrito el 25 septiembre 2018 a las 20:32
  28. Gracias compañeros. Un placer participar en este lugar. Con vuestra ayuda, corregido los errores y pasada la “garlopa” (cepillo de carpintero que sirve para alisar, pulir y quitar las virutas sobrantes), el relato de los girasoles ha quedado así:

    Desde nuestro balcón veo el jardín del vecino. Miro como espía al cartero, ya está en la puerta antes de que toque el timbre por si trae noticias de ella. Cuando no hay cartas, las que espera, se da la vuelta y camina vencido. Se encoje un poco porque es alto, como si tuviera miedo de darse en la cabeza contra los vanos, contra los techos, contra los cielos, contra los recuerdos de antaño, o contra la humedad que envuelve el jardín. Tiene mal abrochada la rebeca con el botón que no corresponde al ojal y a mí me dan ganas de colocarle bien la ropa. Hace tanto que no se corta el pelo que parece el león de la Metro asomado al círculo de sus greñas.
    Estoy inventando al vecino, imagino que la quiso mucho, que está muy lejos, que ha pasado el tiempo sobre ellos, una historia de no pudo ser.
    —Supón que ella le dice que viene a visitarlo.
    —Entonces entraría corriendo en el cuarto de los aperos, revolvería los trastos casi mohosos de no usarlos y enseguida se pondría a trasquilar la mala hierba que crece por todos lados. Sus tijeras sonarían con un chas chas acelerado. Mira como saltan los matojos desbrozados alrededor de su cabeza trasquilada, ¿los ves?
    —Yo no veo nada, solo un viejo arreglando su descuidado jardín.
    —Eso es porque tienes poca imaginación. Lo que más abunda son los girasoles. A ella, antes, le gustaban mucho.
    —¿Quién es ella?, ¿antes de cuándo?, ¿qué es lo que le gustaba tanto?
    —Los girasoooles —contesto con algo de impaciencia a sus preguntas — ella era su novia de cuándo él se tuvo que marchar a la guerra.
    Mientras espío salto desde el presente mediato al pretérito imperfecto. Se escribían cartas, la de ella con las mayúsculas adornadas de una trama de curvas y contracurvas, y al final, junto a la rúbrica y a la coletilla de “siempre tuya”, dibujaba el contorno de un girasol. Él escribía con trazos firmes contando a su novia de cuándo… de cuándo…
    —¿No se te ocurre nada, se te ha acabado la inventiva?
    —Déjame pensar… ¡Ah sí!, de cuando tuvieron que cambiar municiones por comida en las cabilas y medinas de Marruecos, las mismas balas que luego serían usada contra ellos. Le contaba del hondo aprecio que sentía por sus compañeros de guerra y campaña africana, la mayoría quintos ignorantes y analfabetos, muchos de ellos campesinos cosechados a golpe de culata por los pueblos de España.
    —¿Y tú cómo es que sabes tanto de guerras?
    —Mi abuelo fue militar y daba la vara en casa todas esas batallitas, también nos decía que la mayor parte de los oficiales no sabían ni leer los mapas, eso sí, con suficientes redaños para orientarse hasta en los infiernos. Bueno…, el abuelo decía cojones por redaños.
    —De tu abuelo lo único que recuerdo es lo xenófobo que era.
    —Odiaba todo lo que sonara a extranjero, al turco que repartía propaganda, al chino de la esquina y al inglés que robó Gibraltar. Estaba convencido de que la única manera de tener éxito con el moro era cortándole la cabeza. Me parece estar viéndolo cabreado cuando le recriminábamos su actitud racista.
    —¿Racista yo?, ¿sabes que los nuestros cayeron por cientos, por miles…?, como moscas cayeron me cago en Abd el-Krim, en el Rif, en y en su puta madre. Mira lo que me hicieron a mí los condenados moros —. Gritaba levantando la pequeña manta que cubría la ausencia de sus piernas, como si la familia no supiéramos de sobra que estaban vacíos los pantalones sujetos en los bajos por imperdibles.
    En silencio, miramos al vecino como riega los parterres de girasoles, se embelesa con el zumbido de las abejas que vienen a libar de ellos, abiertos, húmedos, dispuestos a recibirlas.
    Tocan en la puerta, el jardinero suelta la manguera, pasa la mano nerviosa por su pelo recién cortado y abre.
    —Seguro que es ella —afirmo tan ilusionada como el vecino.
    —Yo solo veo a un abuelo que abre la puerta a su nieto. Ahora juegan a lanzarse el uno al otro la pelota de tenis. El pequeño no se cansa, la impulsa con tanta fuerza que no la encuentran oculta entre los girasoles. Amarillo confundido de amarillo.
    —Pues yo veo un paraíso perdido, el último tren desvencijado y a un soñador que habita en él.

    Escrito el 27 septiembre 2018 a las 08:41
  29. Hola Isabel
    Gracias por el amable comentario que haces de mi escrito. Llevo en Literautas desde el principio, hace aproximadamente cinco años. Como dices que acabas de incorporarte a este lío te doy la bienvenida, verás que cada día te engancha mas. Esta dirigido por una pareja excepcional Iria y Mateo. Respecto a tu relato poco tengo que añadir, me ha gustado mucho y lo he leído con ilusión. Los compañero ya te han comentado bastante. Una cosa te comento, a mi personalmente no me gusta contestar los comentarios, ello es debido a que después de ahora, seguramente no vuelva a pasar por tu escrito, por lo que si me dices algo no lo voy a ver. También te pido disculpas porque he estado de vacaciones hasta ayer y no he podido conectarme a Internet, por eso te hago el comentario tan tarde.
    Bienvenida y Felicidades

    Escrito el 1 octubre 2018 a las 17:23
  30. Gracias por tu bienvenida Ismael.
    De Iría tengo dos libros, “Cómo escribir diálogos” y “Cómo escribir una novela”, ambos instructivos y de mucha ayuda.
    Aunque no contestes no importa, te doy las gracias por tu amable comentario, compañero.

    Escrito el 1 octubre 2018 a las 18:14

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