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LOS GIRASOLES - por M.L.Plaza

A mí, las pipas de girasol me dan asco. Debe de ser genético: mi padre las odiaba. Cosas de la guerra. Qué sí, no te rías, no es una batallita más.
Yo era muy pequeña, así que hablo de oídas. Las pipas llegaron con la ayuda soviética, no sé si durante la República, o ya en la guerra. Trajeron millones de sacos de Siberia, así consiguieron que fueran baratísimas.Y la gente las comía por kilos, unos por necesidad y muchos por rojeras.
En Barcelona las pipas de girasol se convirtieron en el signo distintivo de los milicianos. Se pasaban el día comiéndolas, e iban dejando un reguero de cáscaras por la ciudad. Yo, como era huérfana de madre, me pasaba la vida en casa de mi abuela, hasta que llegó el rastro de las pipas. Era la señal de que había milicianos en la azotea. Y mi padre dijo que nanay, la niña de su calle no sale, no vaya a ser que le peguen un tiro. Me quedé en casa con mis amigas, las vecinas de toda la vida. Yo tenía mi mundo en la terraza de la entreplanta en la que vivíamos. Hasta que un día aparecieron cáscaras de pipas en el suelo.
Mi padre nos metió a mi primo Andrés y a mí en su taxi y nos llevó a la Costa Brava, cerca de Santa Coloma pero en la costa. Fuimos a parar a la masía de Angeleta y Bartomeu. Que yo recuerde, acogieron a unos diez niños, además de los suyos. Menuda caterva, sobre todo para mí, que era hija única y huérfana de madre de siempre.
Pasábamos el tiempo haciendo las cosas de la masía: cuidar los animales, ayudar en la huerta, y por las tardes ibamos con un cubo a buscar el pescado para la sopa de la noche. Ese era un trabajo reservado a los niños, que para nosotros era pura jauja, lo mejor del día. Rebuscábamos entre las rocas lo que dejaba la marea al bajar: cigalas, calamarcitos, algún pescadito de esos llenos de púas o algún pulpo. Cada día encontrábamos algo distinto, supongo que según iban cambiando las estaciones del año. Bartomeu salía a pescar con la barca y la caña, ese era el pescado bueno, el plato principal de la cena.
Los domingos nos venían a ver los padres. El mío los traía en el taxi. Ahora está muy cerca, pero entonces creo que tardaban unas cinco horas en llegar. Para celebrarlo, ese día comíamos pollo.¡ Ay, hija, qué rico el pollo de grano criado en casa! Nada que ver con estos industriales de ahora. Cuando yo era pequeña, en Cataluña el pollo era el plato de las fiestas y, claro, era buenísimo.
Y así pasamos la guerra. Para mí fue un larguísimo y feliz verano. No supe nada hasta mucho después. De vez en cuando oíamos alguna cosa, pero los mayores hicieron lo posible e imposible para que no nos enteráramos, y lo consiguieron.
Solo al final, el último otoño, notamos algo. Con las primeras lluvias el bosque se convertía en el centro de nuestro universo. Íbamos a buscar setas, frutas silvestres, caracoles…, todas esas cosas. Pero el último otoño fuimos poco; ya no era tan seguro como antes, y cada vez se hizo más difícil encontrar algo. Supongo que había gente escondida, o que el hambre había llegado hasta Santa Coloma.
Lo peor fue volver a Barcelona. Cuando empezamos a contar que comíamos a diario gambas, pulpos y demás, a la familia le dio un patatús. Les pareció asqueroso que nos hubiéramos alimentado un día tras otro con basura del mar. Si la marea no aceptaba cigalas, cómo se nos ocurría comérnoslas. Les pareció tan horroroso que nos prohibieron hablar de eso.
Pensaba que eran chochadas de mi abuela, pero cuando empecé a estudiar Farmacia oí mucho de la guerra y de lo que las familias tuvieron que hacer para sobrevivir. Alguna había tenido que comer pulpo o calamar. ¿Te puedes creer que en la Universidad aún se consideraba más indigno comer pescado de roca que la suela de los zapatos?
Así que seguí callada durante años, hasta que tuve a mis hijos en Canarias. Allí iba todos los martes a comprar el pescado de roca que nadie quería para haceros una buena sopa. Y así os he criado, como Angeleta me crió a mí.

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15 comentarios

  1. 1. Patricia Redondo dice:

    buena historia , y muy bien relatada. Ha sido un placer leerla. Quizá el final me haya dejado un poco fria pero hasta el último parrafo estaba bien metida en la piel de esa niña.

    Un placer, como siempre.

    Estoy en el 49 por si te apetece pasarte

    Saludos!

    Escrito el 17 septiembre 2018 a las 22:03
  2. 2. Jesús Corralejo dice:

    Hola M.L.Plaza,

    me ha gustado mucho la historia, especialmente inspirado el comienzo con ese reguero de cáscaras de pipas de girasol. Además me parece muy acertado el uso de la primera persona.

    Quizá, como ha comentado Patricia, el final sea el punto más flojo, aunque para nada desmerece al resto.

    Ha salido un placer leer tu relato.

    ¡Saludos!

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 17:28
  3. ¡Pero qué pedazo de cuento no tan cuento M.L. Plaza!

    Me encantan los relatos contados de manera tan sencilla que parece casi que no hay historia detrás ¡anda qué la hay! Nos creemos que la costumbre de comer pipas es muy nuestra, y que en Siberia, ¡un lugar tan frío! es imposible que crezcan girasoles. Por eso me ha sorprendido M.L. que metas la historia real del consumo de las pipas en nuestro país, especialmente a la llegada de las brigadas internacionales.

    Y de esta manera, y de un modo a mi parecer muy inteligente, haces dos bandos, los consumidores de pipas (los rojos) y los otros, y además, sin hacer apología, cuentas lo que hay … esa Barcelona republicana e insalubre plagada de cáscaras … el rastro de las pipas de los milicianos en la azotea… esa terraza robada a la niña.
    Luego hay un cambio de tercio y en vez de pipas, pollo los domingos y para cenar sopa pescado ( que no minimizaría en calamarc-ito o algún pescad-ito), por muy indigno que les parezca el pescado de roca a los de la universidad.

    Y una última cosa además de felicitarte compañera. El pescado de roca que comíais por aquí, en Canaria, sería vieja ¿no?

    Escrito el 19 septiembre 2018 a las 18:03
  4. 4. Fortunata dice:

    Hola…

    Ando por el 137. Un placer leerte de nuevo.

    Muy bonito relato, lo del rastro de las pipas es maravilloso.
    No entendí muy bien los de que “la niña de la calle no sale”, yo ahí veo con más sentido dentro del contexto poner “casa” en vez de “calle”, pero no se.

    Es una memoria de la guerra muy creíble y bien contada, con la dosis justa de nostalgia y con la mirada de la niña muy acertada

    Formalmente sin pegas

    Saludos!

    Escrito el 20 septiembre 2018 a las 19:15
  5. 5. Piquillin dice:

    Hola M.L.Plaza: Aquí estoy agradeciendo tu comentario. Con respecto al tuyo me gustó mucho el relato de la niña y como lo hace. Es cierto, como leí comentario arriba, en el final es como que se pierde la mirada de la niña. Nos leemos en la próxima!

    Escrito el 20 septiembre 2018 a las 21:38
  6. 6. Don Kendall dice:

    Magnífico trabajo!!!
    Gracias, gracias,… Me adhiero al comentario de Isabel Caballero en su totalidad , aunque en mi caso desconocía lo de las pipas soviéticas. El manejo de la voz narrativa en primera persona me parece un trabajo de orfebrería. Ya en la primera frase queda claro la presencia de la segunda persona, esa presencia tan sutil a la que se enganchará el lector cada vez más confiado. Es un texto impecable.
    De la parte formal, prefiero no hablar , hay una lección magistral EMDO en toda su extensión.
    Por otra parte, que me toca más cerca, es el tipo de relato que muestra la “memoria hegemónica” o memoria social que de forma silenciada más que silenciosa ha estado presente en los últimos ochenta años en España. Es un aspecto muy interesante a la hora de contrapesar la “memoria dominante” , silenciadora y atronante en el mismo período.
    ¡Ah! Siento tener una ligera discrepancia con comentaristas anteriores. EMDO , todo el texto es necesario e impecable. Con ese final el lector se retira a gusto, encantado de haber hecho el recorrido sin engaños siendo coprotagonista de un relato que viene del pasado, llevado por una voz narrativa firme y confiable .
    Muchas gracias , estimada/o colega

    Escrito el 21 septiembre 2018 a las 09:00
  7. 7. Chus Galego dice:

    Buenas tardes, M.L.Plaza.
    Me ha gustado mucho tu relato. Se lee con agrado y resulta claro en su expresión. Y mira que es difícil mantener el interés cuando en un relato tan breve aparecen más de un escenario y más de una anécdota. Tanto la de las pipas como la del pescado de roca resultan atractivas en la lectura. Creo que tu logro principal es la voz narrativa, totalmente creíble y con personalidad. Se establece una corriente de sintonía entre el narrador y el lector, cosa que me parece fundamental. Aunque tiene valor en sí misma podría ser bien un fragmento de una historia más larga. Enhorabuena.
    Que tengas un buen fin de semana.

    Escrito el 21 septiembre 2018 a las 14:52
  8. 8. Laura dice:

    Hola M.L. Plaza.
    Me ha encantado tu relato.
    No sè si fue a propòsito o se te pasò la repeticiòn de que la niña era huérfana, lo tienes dos veces.
    Me ha encantado el tono en que lo has narrado.
    Mis saludos.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 21 septiembre 2018 a las 23:23
  9. 9. Charola dice:

    Qué bello tu relato M.L. Plaza.
    De inmediato uno se engancha en la historia y termina más que satisfecho.
    Felicitaciones.
    En lo formal, solo dos cosillas:
    -Que sí, no te rías… (ese “Que” sin tilde)
    -íbamos (con tilde)
    Hasta la próxima. Un abrazo.

    Escrito el 25 septiembre 2018 a las 05:40
  10. 10. Conrad Crad dice:

    Hola M. L. Plaza.
    Tu relato es una joya. Has hecho un fantástico retrato social, con pipas y pescado de roca, de un momento muy negro, inconcluso, de nuestra historia reciente. Felicidades .Aunque veo que nadie lo ha comentado, y puede ser que esté equivocado, hay algo que me chirria un poco. Es lo siguiente:
    «Así que seguí callada durante años, hasta que tuve a mis hijos en Canarias. Allí iba todos los martes a comprar el pescado de roca que nadie quería para haceros (hacerles) una buena sopa. Y así os (los) he criado, como Angeleta me crió a mí.». Nos leemos.

    Escrito el 25 septiembre 2018 a las 10:05
  11. 11. isan dice:

    Hola M.L. Plaza:

    Me ha sorprendido el enfoque que le has dado al relato desde una posición ante la guerra donde no tiene incidencia el llamado fragor de la batalla, aunque sí sus consecuencias. Apenas tiene incidencia lejos del frente y en una edad de no enterarse de la realidad, es una buena forma de pasar una guerra. La elección del narrador en primera persona se me ha hecho entre sorprendente y extraña, lo que no significa que no haya estado bien llevado, muy al contrario. Has mantenido un buen ritmo de narración que, para no haber diálogos se lleva bien.

    Me ha parecido un relato costumbrista no exento de cierto tono irónico que aun lo realza más. Como señalas este ´alimento` no tenía buen cartel entre el conservadurismo y su prensa, tachándola de comida de pobres con afán de denostar. Cigalas, pulpo, calamar, pescado de roca, setas, ¡magníficas cosas asquerosas!

    En cuanto a la forma, lo veo bien esructurado. Únicamente como el primer párrafo (dos líneas) es la introducción del relato, vendría bien separarlo del resto. Poner algún otro párrafo más diferenciado.

    Hay por ahí algunas cosillas que parece que las prisas las han colocado mal.

    Un íbamos al que le falta la tilde. Hay otro que sí está acentuado.

    “…comíamos pollo.¡ Ay, hija, qué…” El signo de exclamación debe ir separado del punto y junto a la A.

    “…baratísimas.Y la gente…” Separar la ye del punto.

    He disfrutado con su lectura.

    Un saludo.

    Escrito el 25 septiembre 2018 a las 21:47
  12. 12. Alejandro Mendoza dice:

    Hola, me encantó tu relato, es difícil a veces mantener la atención del lector con relatos basados en narrativa en primera persona, pero tú lo haces de una forma maravillosa, en especial cuando te enteres a la forma de ver las cosas y la realidad de la guerra desde la perspectiva de una niña, que vivió en esos tiempos tan difíciles y llenos de preocupaciones, por ello elmpadre de la niña, la movió de locaxion, para mantenerla a salvo, y ella vivió la guerra desde sus experiencias comiendo literalmente lo que había al alcance, sin duda una experiencia única y relatada de una manera excepcional gracias por compartirnos tu relato

    Escrito el 29 septiembre 2018 a las 19:14
  13. 13. Edu SC dice:

    Genial M.L.Plaza, me uno al coro de elogios a tu cuento. Antes darte las gracias por visitarme y disculpa mi tardanza.

    Me ha encantado lo que cuentas y como lo cuentas. La voz que usas te sumerge en el cuento desde la primera frase y tu cuento está lleno de colorido, de pollos, caracoles, rastros de pipas de girasol, pulpos… De acciones e imágenes, como todo buen cuento. A mi me ha parecido un cuento bien cerrado, muy bien contado y evocador.

    Te felicito.

    Edu, SC.

    Escrito el 30 septiembre 2018 a las 11:56
  14. M. L. Has hecho un buen relato de guerra, con buena ilación, coherente y ameno.
    Veo que muchos españoles involucraron a sus relatos la guerra civil o las dos G. M. Al fin es algo que quedó muy marcado, como nosotros la guerra de guerrillas.
    Y gracias por visitar el mío y comentarlo.

    Escrito el 30 septiembre 2018 a las 23:54
  15. 15. Dante dice:

    Hola M.L. Plaza. Te dejé una nota de agradecimiento a tu comentario en mi relato. Por favor, si podés, pasá por allí. Gracias.

    Como te señalo en esa nota, dentro de estos días, comentaré tu relato.

    Saludos

    Escrito el 1 octubre 2018 a las 03:43

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