LOS GIRASOLES - por e d granados

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LOS GIRASOLES
El dolor parece desaparecer en el instante mismo en que noto la presencia de los girasoles, atraído por sus intensos y brillantes colores que parecen emanar bajo un delicado halo de luz que les otorga una apariencia diáfana y pura, como si existiesen ajenos a la muerte y destrucción que nos rodea. Sorpresivamente, mi atención es atraída por la creciente luz de la mañana que se filtra entre la espesa niebla producto de la madrugada, mientras nubes de humo pululan por todo el lugar, a la vez que un creciente y asqueroso hedor a podredumbre y putrefacción me perturba y me hace sentir enfermo. Solo después de algunos momentos, mis sentidos parecen liberarse de las sensaciones percibidas, lo que me permite regresar mi atención a los girasoles; notando sorprendido, que al contemplarlos me es posible notar el movimiento que realizan siguiendo el recorrido del sol en el firmamento, como si el tiempo corriese aceleradamente; mientras mi conciencia se pierde en la espiral formada de los diminutos flósculos de una de las flores, haciendo que mi mente se llene de recuerdos del día en que un girasol fue entregado como símbolo de despedida a mi amada Elena, con profusas lágrimas por parte de ella y mi voz inquebrantable le prometía que regresaría para casarme con ella, que no existiría nada que nos separase.
Súbitamente, mi vivido recuerdo se ve interrumpido al notar sobresaltado el violento movimiento de los girasoles, producto de la invisible ventisca que anuncia la llegada del enorme proyectil que se precipita velozmente a la tierra y que finalmente con su explosión, hace que esta se sacuda, mientras que con su ensordecedor estallido cierro con fuerza mis ojos; lo que me permite imaginar por algunos instantes, hermosos momentos junto a Elena, donde le abrazo y le beso con insaciable frenesí, sabiendo en mi interior que estaremos juntos para siempre, casado con ella como lo prometí. Ella ha dejado caer el girasol que le he dado, yaciendo a nuestros pies, como si fuese un tributo a nuestro amor, de una vida por siempre juntos. Nuevamente abro mis ojos, solo para descubrir sobresaltado que los girasoles han sido cubiertos por una enorme capa de tierra producto de la explosión, y me horrorizo al reconocer entre la bruma que se disipa lentamente, un vasto campo lleno de cuerpos desmembrados y putrefactos, encontrándome entre ellos como si aparentase ser una burda marioneta arrojada sin sentido al suelo.
Cayendo sobre mis rodillas, en mi mente se suscitan sentimientos e imágenes de agonía, dolor y soledad; para finalmente, percibir que mis sentidos se sumergen en un líquido oscuro y espeso que me impide respirar y me aprisiona. El tiempo deja de existir, y percibo de repente la brillante imagen de los girasoles que actúan como heraldos del destino que solo la fe entiende, como silenciosa compañía que me ha permitido experimentar por última vez los sentimientos de amor, de esperanza y verdadera alegría. Reconozco entonces que mi espíritu se ha liberado de mi cuerpo; el cual ahora observo frente a mí tácitamente, enmarcado en la suciedad y el despojo de la muerte.
El día se acaba, y en mi interior algo me indica que debo iniciar mi partida, agradecido de que los girasoles, me hubiesen proporcionado los recuerdos que suprimieron por momentos, mi agonía y alejaron mis miedos. A lo lejos, la luz proveniente del sol se diluye en la oscuridad de la noche, lo que hace que dirija una última mirada al cúmulo de tierra que ha sepultado en vida a las flores, deseando en ese momento que tuviese la capacidad de remover la tierra sobre ellos, para que tuviesen otra oportunidad de seguir la luz de un nuevo día; para con su imagen, convertirse en delicado bálsamo que alivie el sufrimiento de vivir en la depravación, verdadero significado de la guerra.
Resignado, decido finalmente abandonar este lugar, mientras mi imaginación se recrea por última vez con la idea de que los girasoles fueron enviados por Elena ante mi presencia para hacerme compañía, para que mi espíritu se confortase con los recuerdos de mi amor por ella, como una bella pero difícil despedida. Encamino mis pasos hacia el horizonte donde la luz del sol se está ocultando, deseando que a donde sea que estos me dirijan pueda encontrar de nueva cuenta girasoles que me proporcionen pensamientos de amor junto a ella; un lugar, donde la luz del sol guie a todo ser, donde se aprecie el amor y no exista la contienda.