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Los girasoles - por Romina Eleonora Mc Cormack

No es tanto la distancia recorrida como la homogeneidad del paisaje lo que transforma el trayecto de ese micro en una agonía. La llanura se extiende inmensa, esa llanura que parecía inconquistable ahora cercada por el alambre con púas de la propiedad privada.
La oscuridad temida batalla en el cielo contra unos persistentes rayos de luz. El sol del verano es terco, como su madre que parió con dolor siete hijos, que perdió a uno en el río, que entregó a sus hijas al yugo doméstico y que lo vio partir a él a la guerra.

La madre había caído de rodillas cuando se fue en el micro hacia el sur: un viaje largo, el desierto, el frío, el hambre. Aquel viaje lo sustrajo de la casa materna cuando todavía era un joven inmaduro. Sin embargo, mostró una entereza enclenque ante la desesperación y subió al micro. Después fueron los silbidos de las balas rozando, el retumbar de las granadas que los perseguían, los gritos ininteligibles de otros hombres pequeños disfrazados de soldados. Esconderse, rezar, no había otro subterfugio que devolviera la paz, lo sacara del horror y lo llevara a casa. Jamás una realidad se le había presentado tan ficcional.
Cuando fue sorteado para hacer el servicio, no tuvo la creatividad o el coraje para inventar una enfermedad o disfrazar una malformación, cualquier cosa que lo salvara de tomar las armas para defender la patria de los piratas.

Los girasoles al costado del camino comienzan a agachar la cabeza. El micro que vuelve se detiene en la entrada del pueblo bajo las primeras estrellas. El cielo es el mismo de aquella juventud sesgada. Entre penumbras se divisa primero el árbol del patio de la casa. Luego, se sombrea el contorno del rancho materno. Los perros salen ladrándole a la distancia. Y, detrás, con esa expectativa renovada del que espera, la Madre aparece en la puerta restregando las manos en la falda. Su antiguo cuerpo robusto está más pequeño, más viejo. No es el paso del tiempo sino las vivencias lo que nos envejece. Ahí está, sola, desgraciada. Aparece erguida como los girasoles cuando alumbra el sol; pero, agacha la cabeza ante la soledad y, finalmente, cae otra vez de rodillas. La oscuridad gana el cielo por completo.

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11 comentarios

  1. 1. José Torma dice:

    Hola Romina.
    Me toca comentarte al ser el primer relato después del mío.
    Tu relato genera muchas emociones, esa angustia de la madre y de la tierra misma; aunque por momentos olvida al joven soldado al final nos lo muestra sin esa capa de inocencia que es imposible mantener en las guerras.
    Tu relato es poético y cinematográfico. Estas ahí, literalmente viendo el desarrollo.
    Hemos tenido ideas similares, pero era de esperarse debido a las restricciones del título y del reto.
    A mi gusto no le cambiaría nada en lo formal, se ve que no eres primeriza en esto, la cadencia y la manera de narrar habla de tablas.
    ¡Felicidades!

    Escrito el 17 septiembre 2018 a las 19:41
  2. 2. Romina Eleonora Mc Cormack dice:

    Muchas gracias por la caricia.

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 00:06
  3. 3. IreneR dice:

    Buenas, Romina Eleonora Mc Cormack.

    Me ha gustado mucho tu relato, es fácil de leer y antes de que te des cuenta estás en el final.
    No he visto ningún fallo y creo que lo has sabido llevar de una manera perfecta.
    Solo una pequeña cuestión, que puede ser cosa mía, y es que no veo que los girasoles tengan tanto protagonismo en el relato como para que se titule con ese nombre.

    Pero aun así, buen trabajo.

    Nos leemos.

    ¡Un saludo!

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 10:19
  4. 4. Laura dice:

    Hola Romina.
    Me resulta un gran relato, maravillosas las imàgenes de la madre. Mis màs sinceras felicitaciones.
    Hasta la próxima propuesta.

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 11:00
  5. 5. Romina Eleonora Mc Cormack dice:

    Gracias Irene y Laura. Es verdad que quizás los girasoles no tienen la fuerza suficiente como para darle título al texto. Gracias!

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 11:44
  6. 6. Carolina dice:

    ¡Hola Romina!
    Muy buen uso de la sintaxis y adecuado el vocabulario.
    Es posible que se pudiera establecer una simetría entre el final y el comienzo del cuento, ese campo de girasoles y ese mismo cielo que le dan la bienvenida a un desencantado personaje es el mismo paisaje que lo vio partir.
    El reencuentro con la madre me ha resultado muy conmovedor. ¡Felicitaciones!

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 15:23
  7. 7. Romina Eleonora Mc Cormack dice:

    Gracias, Carolina!

    Escrito el 19 septiembre 2018 a las 23:37
  8. 8. La pachu dice:

    Las Malvinas se dibujaron en mi mente,muy buenas palabras.

    Escrito el 20 septiembre 2018 a las 07:09
  9. 9. Menta dice:

    Buenos días Romina Eleonora Mc Cormack:

    Me ha gustado mucho tu relato sobre todo porque haces unas descripciones muy bellas, muy poéticas. Me has hecho sentir el miedo, la soledad, la tristeza de los personajes sin nombrar estas palabras. Genial.

    Enhorabuena. Un saludo. Menta

    Escrito el 20 septiembre 2018 a las 08:35
  10. 10. De Vuelto dice:

    El relato está bien escrito, pero a mi parecer se podría explicar mejor la soledad de la madre porque me pareció como fácil decir en una frase que las hijas se fueron al servicio doméstico.
    La primera vez que lo leí, creí que él había vuelto pero luego veo que no. ¿Es así?

    Mi texto es el #52

    Escrito el 25 septiembre 2018 a las 12:20
  11. 11. Romina Eleonora Mc Cormack dice:

    No, no vuelve.
    Quizás se podría haber desarrollado. Aunque no es que se fueron al servicio doméstico sino que se casaron y se convirtieron en madres, como ella. Me pareció que no era necesario decir más al respecto.
    Gracias.

    Escrito el 26 septiembre 2018 a las 02:31

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