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Los girasoles. - por Poetajc

Estaba tirado en el suelo en aquella zanja rodeada de cadáveres. Olía a muerte putrefacta y a pólvora. Olía a miedo, a sangre seca, a oxido. La cabeza le retumbaba como si mil martillos golpearan sus sienes. No sentía nada, el retumbar de los morteros y las bombas al estallar lo habían dejado sordo. Se había apoderado de su mente la indiferencia, las ganas de quedarse tirado en el suelo como un muerto más, dejar de respirar y sentir que todo era un sueño. Un maldito sueño del que parecía no despertar jamás.
Cogió su fusil y se arrastró entre los cadáveres y las alambradas, de vez en cuando se encontraba con una pierna o una mano en medio de cuerpos desmembrados. Toda aquella escena era tan dantesca que no podía asimilarla. Su mente era incapaz de comprender tanto horror, tanta desolación… siguió reptando hacia la colina buscando una escapatoria. Las bombas seguían cayendo sin parar, levantando cráteres de tierra, escuchando gritos de dolor y de terror tras de sí, pero a él ya no le importó. Sólo quería huir de allí, respirar algo que no fuera ese aire de muerte y destrucción. Alcanzó la colina después de un largo tiempo de arrastrar su maltrecho cuerpo por el fango, comenzó a despojarse de sus ropas con rabia y desesperación como si tuviera una serpiente enrollada en su cuerpo, y el veneno invadiera su alma y sus pensamientos. Se quitó sus botas y las dejó en lo alto de la colina, serpenteó entre los árboles desnudo, arañándose todo su cuerpo, agotado, casi sin aliento y sin fuerzas se acurrucó debajo de un troco, la noche había caído muy deprisa, titiritando de frío, se rindió a su sueño y al agotamiento.
Soñó que su madre lo mandaba a buscar unas flores para acción de gracias, odiaba las flores, eran débiles y no servían para nada. Las preferidas de su madre eran las girasoles. Decían que eran la únicas flores que no abandonaban al sol, su fidelidad y amor era incondicionales, por eso siempre tenía algunas plantadas al final del huerto. Cuando fue a cortarlas, para llevárselas a su madre, los girasoles lloraron con lágrimas de sangre y se secaron en sus manos. Y se vio de nuevo solo y desnudo en medio de la batalla llamando a su madre entre gritos y sollozos.
Despertó de su sueño sin saber donde estaba y lo que había pasado el día anterior. Se restregó los ojos con fuerza e intentó acomodarse a la luz del sol. Esa luz naranja lo bañaba todo y sintió sed. Se estiró y camino sin saber hacia donde iba, buscando el río. A los lejos divisó un enorme campo de girasoles, desde donde abarcaba su vista sólo veía girasoles, enormes girasoles. Corrió hacia ellos mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas. Abrió los brazos y se dejó caer entre sus tallos y se acordó de su madre.
Se acordó de su sonrisa, de sus abrazos de sus caricias y de cuantas veces le había dicho que no fuera a luchar en una guerra en la que no creía. Que la guerra destruiría su corazón y vaciaría su alma. Y jamás volvería a ser el hombre que fue. Y no podría vivir sabiendo que has muerto por nada, por defender una unos ideales a los que no les importa tu vida.
Así la recordó diciéndole esas palabras en la cocina, mientras colocaba los girasoles en un jarrón de cristal. Y él le iba cortando los tallos, y en el brasero se calentaba el pan.
Cogió un girasol y se lo llevó a la nariz para aspirar su aroma, a lo lejos se escuchó un silbido, rápido preciso, abrió los ojos y comprendió que ya era demasiado tarde para volver atrás, ya era tarde para todo, cerró los ojos y pensó en su madre.
Pensó en el brillo de sus ojos cuando sonreía, cuando le preparaba el desayuno y pensó en lo hermosa que estaba cuando preparaba sus ramos de girasoles.
Le atravesó la cabeza con una precisión milimétrica, la sangre salpicó los girasoles y cayó al suelo sonriendo, sujetando entre las manos el último girasol que le guardaría a su madre.
El francotirador engatilló su arma y sonrió, le había dado de lleno en la cabeza. Cogió un trozo de pan con la mano derecha y con la izquierda cogió un girasol que estrujó entre sus dedos.

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5 comentarios

  1. 1. Berto dice:

    Me ha gustado mucho tu relato.
    Buena descripción de los horrores de la guerra.
    Ingenioso como introduces en la escena el tema de los girasoles, a través de un sueño y el desenlace final creo que es perfecto.
    Un saludo.

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 09:39
  2. 2. ortzaize dice:

    hufff genial descripcion y relatas muy bien el sueño y la realidad, casi no se donde es una u otra,
    me ha gustado mucho. y que bien el recuerdo de tu madre me parece precioso…muy bien por las madres que dejan una estela asi de fuerte.
    saludos.

    Escrito el 19 septiembre 2018 a las 09:51
  3. 3. De vuelto dice:

    Hola. La verdad no me gustó mucho el relato. En general la construcción es buena pero se basa en la descripción y tiene poca acción. Me gustaría que se desarrollara de manera sorprendente.

    Mi relato es el #52

    Escrito el 21 septiembre 2018 a las 15:07
  4. 4. M.L.Plaza dice:

    Hola Poetajc.
    Un texto precioso. El final me ha recordado a Adiós a las armas. Aunque es un final perfecto, es el único que quieres que no ocurra.
    Aunque está muy bien escrito, la palabra girasol tan repetida acaba aplastando el ritmo del relato. Por supuesto, es una mera opinión personal. En la última frase quitaría el segundo cogió y dejaría: estrujó un girasol entre sus dedos.
    Me ha encantado leer tu relato.
    Saludos

    Escrito el 22 septiembre 2018 a las 18:52
  5. Poetajc, no son mi tema preferido los horrores (de guerra, enfermedades, sadismo, etc.). Por eso no soy capaz de detenerme a analizar tu relato, que sí lo leí de punta a punta. Simplemente, coincido con la apreciaciones de mis cuatro antecesores.

    Escrito el 23 septiembre 2018 a las 03:23

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