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Los girasoles - por Taiga

Del cielo gris claro, lentamente, emergen columnas de humo tenebroso y neblinas de acero oxidado. Siguen cayendo copos de cenizas y carnes quemadas, salpicaduras de polvos gruesos, y tierra grasa manchada de sangre. Flotan bajas nubes inmóviles. A lo lejos, fuegos de ocres rojizos, altas llamas y truenos en sordina.

Se alejan las explosiones; se alejan los temibles gases mortales y las terribles flamas de obús y metralla.

Pasando entre cuerpos descuartizados y cadáveres carbonizados, un hombre solitario se aleja también del paisaje gris – borrosos efectos de carboncillos.

Ensordecido por los bombardeos, aturdido por sus propias caídas repetidas, zigzaguea débil como un espectro. Fantasma de azul grisáceo, su uniforme desgarrado ondea sin ruido como los líquenes de los altos árboles en las lagunas. Lento, avanza sin fuerza, sin razón, sin destino; sus pies se hunden en un fango espantoso, mezcla de barros, miembros, metales y blancos rostros fijados.

De lejos, el paisaje parece un apaciguado cuadro romántico… Alrededor de sus huellas profundas, en esta tierra purpúrea y bermeja, sólo pesadillas. En los alambres de púa, se ven los trozos de carnes frescas y las sangres secas, se divisan los espantapájaros con la boca y los ojos abiertos por el último susto de terror y dolor. Bajo el lodo, persisten los gemidos de hombres enterrados vivos. En todas partes, multitudes de cuervos.

El hombre solitario huye. Su rostro se queda paralizado, sus ojos quietos, su nuca rígida.

Caminará kilómetros, caminará bajo fuegos y lluvias, caminará días y noches.

Una mañana, después de encender su pipa, fumando para no tener hambre, al pasar un arbusto esquelético y un roble quemado, se encontrará frente a un soldado de otros colores, él también fumando su pipa.

Los dos, únicos soldados perdidos en un desierto de campo de guerra lunar, se miran, toman sus fusiles, se apuntan.

Permanecen largos minutos así y, poco a poco, retroceden, paso a paso, muy lentamente, respiración contenida, aún apuntándose.

Unos segundos más y sonríen, bajan las armas y luego cada uno da la vuelta sin mirar al otro y sigue su camino.

Es agosto. Entre lo negro y lo gris, surgen tímidos y frágiles acianos y amapolas, y hasta, arriba de una redonda colina, tres girasoles rectos que parecen burlarse de la estupidez humana o implorar al sol hasta la ceguera.

Días después, frente a un pelotón de ejecución, apuntados por soldados de sus mismos colores, un soldado francés y un soldado alemán terminarán fusilados.

Amaban los acianos, las amapolas, los girasoles en sus campos lejanos, en aquellos veranos de cielos celestes y nubes blancas; tenían los dos una hermosa novia, dos niños vivos y pícaros.

Allá, en la colina que recuerda el seno materno, tres girasoles rectos siguen burlándose de la estupidez humana e implorar al sol hasta la ceguera…

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7 comentarios

  1. 1. Carolina Phillips dice:

    Hola, me parece que usas el lenguaje, las palabras no parecen forzadas y la historia tiene un aire de melancolía y muerte que acerca a la destrucción y pesadez de la guerra.
    Creo sin embargo que abusas a ratos de los sinónimos y, en el afán de nutrir las imágenes, hay mucha descripción, lo que no deja a la lectora sumergirse e imaginar. Todas conocemos la guerra de una u otra forma, quizá habría sido más efectivo sólo insinuar algunas cosas.

    La segunda parte de tu cuento no me gustó mucho, creo que 750 palabras son muy pocas para poder dar un cierre satisfactorio a la historia que quieres contar, me habría gustado leer más sobre los paralelos entre los dos hombres, queda medio extraño así como está.

    El tema de la guerra creo que está muy bien integrado y los girasoles aportan al paisaje visual que has armado.

    Muchas gracias por compartir tu texto 🙂

    Si te interesa, el mío es el 113. Saludos!

    Escrito el 17 septiembre 2018 a las 18:42
  2. 2. Fuciños dice:

    Hola Taiga
    De lo mejor que he leído en este reto. La estupidez humana se plasma bien. Te felicito, me gustó. Mi relato 59

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 01:29
  3. 3. Alétheia dice:

    Hola Taiga.

    Me urge comentarte lo primero que me ha llamado la atención: algunas de tus artísticas descripciones. Quizás seas dibujante o te guste la historia de la pintura, o quizás no, pero detalles tales como “… paisaje gris-borrosos efectos de carboncillos”, “el paisaje parece un apaciguado cuadro romántico” o sencillamente tu amplia paleta de colores narrativos, me han encantado. Un ambiente muerto y tenebroso que narra más que la propia acción.
    Indistintamente de que a algunos les pueda parecer tanta descripción como limitadora de la imaginación, a mí me ha permitido imaginar muchas cosas.
    Sí coincido en la extensión, en que si hubiera más margen de palabras seguro que le habrías sacado todo el potencial a tu idea.

    Por otra parte el mensaje subyacente es una gran crítica. Dos soldados que se apuntan pero deciden retirar las armas en lugar de sus vidas, soldados de iguales o distintas nacionalidades, todos con origen y vidas comunes, todos humanos.

    Un placer leerte. Te sugiero pasar por mi relato, número 20.

    Escrito el 18 septiembre 2018 a las 15:13
  4. 4. Norelkis dice:

    ¡Hola, Taiga!

    Ha sido bastante conmovedor, has descrito los paisajes de manera fantástico, como lo haría un libro.
    Aunque hubieras desarrollado más la trama y dejar los adjetivos; esta vez me gustaron más las descripciones.
    Aunque no le vi el beneficio de incluir al otro soldado, creo que hubiese sido lo mismo.

    Un beso, pásate por el 133 ;D

    Escrito el 19 septiembre 2018 a las 22:29
  5. 5. M.L.Plaza dice:

    Hola Taiga.
    Un relato precioso sobre un mundo en el que lo único sensato son tres girasoles.
    Me han gustado las descripciones y el ritmo que le das a la narración con los tiempos verbales.
    Ha sido un placer leerte.
    Saludos

    Escrito el 24 septiembre 2018 a las 03:48
  6. 6. María Jesús dice:

    Hola Taiga: Interesante relato donde los girasoles son la única nota de color en un texto sumergido en las sombras. Buen trabajo.
    Saludos desde el 9.

    Escrito el 25 septiembre 2018 a las 09:19
  7. 7. Leosinprisa dice:

    Hola Taiga, perdona si te comento el texto con tanto retraso, circunstancias ajenas me han obligado a posponerlo hasta hoy.

    Un relato de la oscuridad humana y de la luz que rara vez le ilumina su interior. Como dijo la compañera anterior, en semejante ambiente gris y desolador solo el amarillo vivo de los girasoles destaca ante tamaña locura.

    Un hermoso texto que de disponer de más espacio podría ser toda una oda contra la monstruosidad de las guerras. Ha sido un placer leerte. Un saludo.

    Escrito el 15 octubre 2018 a las 12:17

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