LOS GIRASOLES - por Kein V. Raad

Apodados así por un rehén terrícola de Adferia, los girasoles solían mover las estrellas del universo a su antojo. Un día, uno de esos demonios espaciales sumió a la majestuosa Adferia en oscuridad indefinida, declarando así una guerra sin precedentes. Temiendo por la suerte de su planeta, el comandante adferiano ordenó a sus tropas más capacitadas proveerse de inmediato con todo el armamento disponible, con el fin de atacar primero. Sin embargo, los girasoles fueron más rápidos y aprovecharon la eterna noche para ejecutar una emboscada.

La batalla subsiguiente se sintió en toda la galaxia. Los girasoles agitaban sus omnipotentes cetros de topacio y los hábiles adferianos respondían con ráfagas de su exclusivo gas K. De repente, las naves que sobrevolaban la rasposa superficie del planeta quedaron totalmente inmovilizadas y una vez los guerreros notaron el extraño fenómeno, la quietud y el silencio también reinó entre ellos. Luego, el instante de confusión se vio interrumpido por la aparición de luces deslumbrantes, contrastantes con la pobre iluminación artificial presente en el lugar. No eran más que rayos de inmensurable poder que con facilidad destruyeron todo a su paso, excepto una gran cámara de oxígeno que se encontraba lo suficientemente aislada. La breve pero intensa guerra había terminado.

Todos los girasoles y adferianos perecieron tras el desconocido ataque y el planeta fue finalmente colonizado por gigantes que pronto serían llamados rascacielos.