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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Es un coro - por Arnool

Dicen en el instituto que a Pablo le pega su padre. Puede ser, nunca te mira a los ojos mucho rato, como si temiera que pudieras llegar a descubrir algo.

Mi padre nunca me ha puesto la mano encima. Hay miradas que hacen tanto daño como una paliza, supongo; al menos provocan el mismo temor.

Cuando llego a casa apenas le veo; se pasa las tardes metido en su despacho escribiendo para uno de esos concursos literarios que nunca gana. No sé por qué lo hace si no disfruta; es una especie de obsesión que lo consume durante dos o tres semanas para luego vivir en un permanente estado de ansiedad hasta que un día aparece adoptando un aire de tranquila indiferencia, como si todo lo anterior no hubiese sucedido. Él no se da cuenta de que la frustración se deja ver en los pequeños gestos cotidianos.

Ayer cruzaba el pasillo, al llegar a la altura del despacho me paré; ahí estaba mi padre, inclinado sobre su lettera 32; ni siquiera notó mi presencia.

—¿Qué haces?

Me miró sorprendido.

—Estoy escribiendo —dijo algo molesto por haber interrumpido su concentración.

—¿De qué va?

Di dos pasos hacia el interior pero aquella mirada y el gesto con el que cerró la carpetilla de cartulina marrón donde guarda los folios mecanografiados me detuvieron.

—Todavía está muy verde Julián, ya…

Balbuceé una respuesta y salí de allí avergonzado. ¿Por qué si no había hecho nada malo?

Esa noche fui el primero en acostarme. Cuando atravesaba el largo pasillo, frente al despacho lo pensé. La televisión sonaba al fondo y mi experiencia me decía que nada les iba a distraer.

Mi mano se acopló a la manilla de la puerta, parecía tan pesada… por fin cedió bruscamente y el corazón me lanzó un puñetazo. La idea de encontrármelo detrás, con esa mirada… «¿Qué haces ahí Julián?». Meneé la cabeza, eso no iba a ocurrir; empujé y el crujido me paralizó. Al fondo del pasillo todo seguía en calma; un nuevo impulso y la puerta se entreabrió, la luz que se filtraba por los visillos mal iluminaba la habitación, poco a poco mi vista se fue habituando a la penumbra y descubrí con disgusto que la carpeta donde guardaba los folios no estaba en su lugar. A punto de irme vi en la papelera algunas hojas arrugadas, cogí una y la extendí procurando no hacer ruido. Algunas frases me hablaban de un viaje; no podía llevarme esa o me descubriría. Rebusqué y como en las novelas de Jack London encontré algo muy valioso.

Ya en mi cuarto, metido en la cama, alisé el botín y comencé a leer.

«Los girasoles

Hablar de girasoles trae a la memoria sin duda a Van Gogh y sería un tópico seguir por ahí este relato.

Mi memoria sin embargo me lleva al calor de Agosto, a un estrecho dauphine desde el que mi pequeño yo de once años, pegado a la ventanilla, observa unos interminables campos de girasoles que se yerguen hacia el cielo buscando el sol. En esos interminables viajes hacia la costa solo disponía de mi imaginación para pasar el tiempo: Transformaba las nubes a mi antojo, dibujaba formas con los chorros de los aviones a reacción que cruzaban el cielo y por qué no, les dotaba de emociones a aquellos ejércitos de girasoles; unas veces los veía implorando al sol, otras gritándole, a veces me parecía que sonreían al recibir su calor.

Ahora, muchos años después me he dado cuenta de que al igual que los girasoles seguían mudos el curso del sol, yo seguía a mi padre en aquel auto; y en la vida: Mirándonos en silencio, sin apenas hablarnos.»

El primer párrafo había sido tachado. Las palabras repetidas estaban rodeadas por una elipse. “Ejércitos” también estaba marcada, se ve que no le gustaba. Mi padre tenía razón, los campos de girasoles no son un ejército, no evocan la violencia. Sentía curiosidad por saber qué definición le acabaría dando.

Volví a leer, algo no encajaba. Implorando, gritando…

No.

El último párrafo estaba cruzado por multitud de rayas diagonales, como si se arrepintiera de haberlo pensado.

Apagué la luz, sentía una extraña calma, acababa de conocer a mi padre.

Media hora después seguía sin poder conciliar el sueño; una idea me rondaba la cabeza: Todo el mundo era feliz hasta que perdía la inocencia.

…..

—Es un coro.

—¿Cómo dices? —preguntó desviando la mirada del carro.

—No es un ejército papá, es un coro.

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12 comentarios

  1. Hola Arnool

    Me ha gustado mucho tu historia y, de alguna forma, me siento como si me tocara de un modo especial por lo de los relatos de los girasoles…

    Me encanta el final, el chico promete. Buena elección de palabra para sostituir a “soldados”.

    El apunte que me voy a permitir hacerte es que Pablo no vuelve a salir en todo el relato. entiendo el significado que has querido dar con ese párrafo al relato pero el problema, ya sabes, si en la habitación hay una pistola, en algún momento tiene que disparar.
    Yo creo que ese párrafo inicial podrías sustituirlo por una apreciación que el prota haga sobre su padre y el poco tiempo que dedica a charlar con él y asunto arreglado…

    enhorabuena y un abrazo.

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 19:24
  2. 2. M.L.Plaza dice:

    Hola Arnool.
    Un relato estupendo. No estoy muy de acuerdo con Paola en lo de la referencia a Pablo. Es lo que da pie al segundo párrafo, que me parece esencial para la historia.
    Y estoy de acuerdo con ella en que el final es precioso.
    No sé si no lo he captado bien, pero deduzco que tu protagonista también tiene once años,como el padre. Me parece una reflexión demasiado adulta y poco espontánea para un chiquillo tan pequeño. Puedo estar completamente equivocada y, en cualquier caso, no es más que una opinión personal.
    Me ha encantado leerte.
    Saludos

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 23:47
  3. 3. beba dice:

    Hola. Arnool: Un buen cuento que engancha con un reto anterior, aunque no veo que hayas participado en “Girasoles” Con este recurso el final es muy bonito.
    Buena escritura.
    Coincido con Paola en que la introducción pierde fuerza con Pablo, ese personaje perdido.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 02:56
  4. 4. Edu, S.C. dice:

    Hola Arnool,

    Un cuento muy bonito, sobre relación padre-hijo. Me ha gustado todo, como lo planteas, como desarrollas la trama, como introduces mediante el relato de los girasoles la relación fría y distante que a su vez arrastra el padre del protagonista con su padre, (el abuelo). Muy bien, te felicito.
    Me hace dudar la introducción de la frase “acababa de conocer a mi padre” Por un lado la veo necesaria, por otro no sé si demasiado explícita.
    El cierre, fantástico.

    Te felicito.
    Edu,

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 14:41
  5. 5. Manuel Jover dice:

    Enhorabuena, Arnool!
    Creo que no se puede describir mejor en tan corto espacio el descubrimiento de un hijo de la parte niño de un padre, con el que al fin puede encontrar una conexión, reforzada con ese brillante final. Estupendo!
    Me gusta tanto que te perdono la alusión a Los girasoles de Van Gogh como un tópico, ya que este era uno de las elementos de mi relato del mes pasado

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 21:58
  6. 6. Arnool dice:

    Ante todo quiero agradeceros la buena acogida que me habéis dado en Literautas, llevaba mucho tiempo con la intención de participar pero me faltaba tiempo. El mes pasado lo pensé tarde, estábamos a día veinte.

    Tienes razón Paola, si hay una pistola es para utilizarla, salvo que no sea una pistola.

    Estuve dándole vueltas a la idea de utilizar más a Pablo; una opción que barajé era que acompañase a Julián cuando le pregunta a su padre sobre el argumento del relato pero no dejaba de ser un convidado de piedra y me consumía palabras que iba a necesitar más adelante.

    En realidad Pablo se asemeja más al peón que prepara al toro para la suerte de varas: Cobra protagonismo cuando la acción lo requiere y después hace mutis. (Menuda metáfora para un anti taurino)

    En cuanto a la edad de Julián; si hablamos del instituto y nos localizamos en una época no del todo definida pero que por el uso de la lettera 32 podemos situar antes de los ordenadores personales, podéis deducir que Julián ronda los quince o dieciséis años. Es posible que un chaval que ha leído a Jack London y con un nivel de lecturas acorde a su edad sea capaz de desarrollar pensamientos como los que surgen cuando descubre a su padre.

    Soy un fanático seguidor de la serie de “El Ministerio del Tiempo” y cuando el mes pasado llegué tarde a la convocatoria de Los Girasoles, me propuse presentarme la próxima. Cuando comencé a pensar la idea quise hacer un guiño a la serie de los hermanos Olivares, además me había quedado con las ganas de participar en el reto anterior así que, ¿por qué no llevar a Iria y su blog a un tiempo pasado y resarcirme de mi pequeña frustración? Me divertí mucho escribiendo dos retos en uno, aunque fuera “en diferido”; como dijo una que yo me sé.

    Manuel, he leído tu relato del mes pasado en el que hablabas de Van Gogh. Por supuesto que mi intención no ha sido desmerecer a nadie. Hablé con Jaime Blanch, perdón: D, Salvador Martí, subsecretario de misiones especiales del Ministerio del Tiempo y le pedí permiso para atravesar la puerta 325; ya he tachado el dichoso párrafo. Mis disculpas.

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 09:46
  7. 7. Laura dice:

    Hola Arnool.
    Bienvenido de nuevo, y gracias por tu comentario.
    Coincido con Paola, no me parece necesario Pablo para dar pie a la relaciòn del padre con su hijo. Simplemente puedes iniciar casi desde el segundo pàrrafo y no habrìa mayor cuestiòn dado por los modales del padre cuando està escribiendo.
    Muy bueno el final.
    Mis saludos

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 12:03
  8. 8. De vuelto dice:

    Hola Arnool.
    El ejercicio de hacer un relato dentro del relato es interesante en la medida en la que están conectados. En cuanto a la discusión, tomo partido por cortar cuanto más se pueda. Creo profundamente que “lo bueno, si es breve, es dos veces bueno”.

    Mi relato es el #83.

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 12:16
  9. 9. Piquillín dice:

    Hola Arnool: Gracias por comentar mi relato. El tuyo me ha gustado mucho. Me parece que queda muy claro el mensaje que has querido transmitir. Muy literaria la forma que encontró el niño para vincularse con su padre. No encontré errores significativos que señalar.
    Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 24 octubre 2018 a las 20:56
  10. 10. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola, Arnool

    Pues la verdad es que me ha dejado un muy buen sabor de boca el relato. Tanto el final como la primera frase tienen muchos matices, un tema que no deja indiferente. La voz del narrador es cercana y precisa.

    La aparición de Pablo la veo con una finalidad metafórica importante, ya que el narrador eleva a categoría de “paliza” el trato frío y tremendo de ese padre escritor frustrado y atormentado desde que era un niño. Y el hijo-protagonista y narrador le descubre o pierde la inocencia gracias a su obra, y entonces nos da una lección de inteligencia con su actitud comprensiva, compasiva, casi paternal hacia el propio padre.

    He supuesto que la edad del protagonista era parecida a la de Pablo, que está en el instituto y es un adolescente, y un adolescente hoy en día sabe latín y griego.

    Tengo alguna sugerencia de forma. Y también es curioso porque me ha llamado la atención que muchos relatos que he leído este mes estén divididos en tantos párrafos, y no sé por qué desgajar estos relatos tan cortos, si en las novelas se hace cuando necesitamos dar un salto temporal o cambiar de escena o de capítulo…

    * “Mi padre nunca me ha puesto la mano encima. Hay miradas que hacen tanto daño como una paliza, supongo; al menos provocan el mismo temor.”: “Mi padre nunca me ha puesto la mano encima, pero/aunque hay miradas que hacen tanto daño como una paliza, al menos provocan el mismo temor, supongo”. Yo pondría un nexo antes de “miradas” (me he atascado un pelín con el punto y seguido entre la primera y segunda frase). Y pondría “supongo” al final porque si nunca le ha puesto la mano encima su padre, ¿cómo sabe que provoca “el mismo” temor? Si está al final “suponemos” ambos enunciados, no solo el primero.

    * “está muy verde, Julián” y ” Qué haces ahí, Julián”: van comas antes de los vocativos.

    * “agosto”: en minúscula.

    * “tiempo: transformaba” y ” y en la vida: mirándonos”: después de dos puntos, cuando tienen una función explicativa, el enunciado va en minúscula.

    * ” Ahora, muchos años después, me he dado cuenta”: yo pondría una coma después de “después” ya que se cierra un inciso.

    Me ha encantado leer tu relato, un cordial saludo

    Escrito el 31 octubre 2018 a las 18:12
  11. 11. Arnool dice:

    Te agradezco mucho tu comentario, R.J. Esperanza Pardo, me han sido de gran utilidad tus sugerencias y sobre una de ellas me gustaría comentarte por qué elegí esa forma de redacción.

    “Mi padre nunca me ha puesto la mano encima. Hay miradas que hacen tanto daño como una paliza, supongo; al menos provocan el mismo temor.”. Tu alternativa es perfecta, posiblemente más que la mía. Lo que yo quería era mostrar el efecto de la reflexión en a la frase, esas pausas que suceden durante el acto de pensar y para las que no encontré otra forma de expresión.

    Los dos puntos apenas los uso por lo que me viene muy bien tu recordatorio.

    Escrito el 2 noviembre 2018 a las 10:13
  12. 12. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Entiendo lo que dices, Arnool, imperfectamente perfecto, es, a fin de cuentas, lo que fluye por la mente del narrador. Me gusta la idea

    Escrito el 3 noviembre 2018 a las 12:46

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