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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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EL ÚLTIMO ESCENARIO - por Luis Ponce

Recostado en la camilla, Ignacio Quiroga repasaba mentalmente los capítulos más importantes de su vida cuando el crujido de una puerta le interrumpe.
Afina el oído en medio de la oscuridad y el sonsonete metálico de unas ruedas sobre el piso de baldosa le permite imaginar a un nuevo compañero ingresando por la puerta principal y a su conductor buscando donde estacionarlo.
Puede seguir mentalmente las maniobras que realiza para lograr su objetivo.
Cuando el silencio vuelve a reinar, supone que la nueva camilla y su ocupante ya encontraron su sitio.
El chirrido de las bisagras de la puerta y las dos vueltas de llave le confirman que el ujier abandona el local con su tarea cumplida.
Otra vez su pensamiento regresa a las silenciosas tinieblas.
Si hay algo que extraña de su pasado es el colorido y el bullicio de las carcajadas mezcladas con los aplausos del público que lo admiraba.
La profesión de toda su vida le había significado no pocos sacrificios. Tuvo que asumir cada tarde el papel de un personaje fingido y sobreactuado para hacer reír a los chiquillos y a los grandes. Pero ellos pagaban el sacrificio con interminables carcajadas que como un halo cristalino le acompañaban hasta la noche en que se abandonaba en brazos del sueño.
Había heredado la profesión de payaso de Bonifacio Albardán su abuelo materno.
A los cuatro años quedó huérfano de padre y madre por culpa de un descuido en el trapecio. Como Ignacio quedó al cuidado de su abuelo, este le hizo debutar en el circo cuando apenas tenía cinco años repitiendo una rutina que hacían los dos como distracción en la intimidad de la familia.
Causaba tanta gracia la actuación del chiquillo que Bonifacio decidió convertirla en un acto circense que llegó a tener mucho éxito: el abuelo salía a la arena vestido de saltimbanqui y empezaba a deambular por el escenario eludiendo su obligación de entretener a los asistentes.
Entonces intervenía el niño que se hallaba en primera fila, y utilizando un lenguaje entre soez y burlón, lo conminaba a gritos para que cumpla con su trabajo.
El abuelo tartamudeaba algún intento de justificación y eso aumentaba el tono de la llamada de atención. Las carcajadas no se hacían esperar.
Los dos payasos que tenían una diferencia de sesenta años, recorrían los pueblos y ciudades como pareja triunfante.
Pero el tiempo no perdona. El número dejó de ser atractivo cuando el niño creció y el abuelo envejeció. Entonces Ignacio mezcló la alegría de la música con la elegancia de sus bromas y creó un personaje atractivo para niños y adultos, convirtiéndose en el payaso más admirado del país. Ese éxito le permitió cuidar del abuelo hasta su muerte.
Joven, atractivo y famoso, montó su propio circo donde era director, vendedor de boletos, muchacho de limpieza y atracción principal. Su fama atraía la atención de las solteras de los pueblos que visitaba, que buscaban un futuro seguro y una vida alegre y entretenida.
Se casó con Isabel Fonseca, la más bella mujer que pudo conocer y formaron una bella familia junto con los tres hijos que tuvieron. La gente que trabajaba con ellos en el circo los adoraba y ese ambiente de buenas vibraciones se contagiaba al público que venía las tardes a recibir su cuota de alegría y regocijo.
Todo el mundo era feliz hasta que Ignacio Quiroga sufrió un infarto al corazón una tarde pasadas las dos, cuando bajo un sol abrasador aseguraba los soportes de una carpa.

Volviendo a la realidad, el payaso dejó de divagar cuando percibió actividad en la puerta de ingreso.
Esta vez pudo escuchar a través de la funda de lona que lo encerraba, los pasos de dos personas que se acercaban:
—Aquí está, en la etiqueta dice Ignacio Quiroga. Siento mucho su pérdida señora Isabel, ya puede llevarlo para darle sepultura.
Mientras la camilla que transportaba el cadáver del bufón se dirigía en silencio a la salida del anfiteatro, Quiroga pensaba que había tenido una vida maravillosa. Había amado y lo habían amado. Obtuvo sin mucho esfuerzo la carcajada espontánea de niños y adultos. Hizo feliz a mucha gente y muchos alegraron su propia existencia con carcajadas y comentarios hilarantes. Vio morir a su abuelo con una sonrisa en los labios y vio nacer a sus hijos llorando de felicidad. Se iba silenciosamente satisfecho con su vida. Solo extrañaba en ese momento lo que siempre obtuvo al salir de todos los escenarios: los aplausos.

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14 comentarios

  1. 1. Luis Ponce dice:

    Saludos a todos, una buena semana.

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 14:04
  2. 2. Osvaldo Vela dice:

    Hola Luis, vaya forma la tuya de cerrar una historia con unos aplausos que hacen un caudal que sale de mis ojos.

    Una historia digna de contar, pues deja en claro el arraigo productivo de honrar la vida que nos toca vivir.

    tu estilo y escritura me llevaron sin tropiezos de lectura por la historia pero con espasmos de reconocimiento que me obligaron a verter mi sentir de forma liquida. Logro de iun buen escritor.

    Te felicito y como siempre al pendiente de tus esccritos.

    Enhorabuena y nos leemos.

    Gracias por tu visita a mi texto.

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 17:23
  3. 3. pepe dice:

    Hola luís

    Tu relato me devoró desde el principio. Me ha transformado en el prota consiguiendo ver sus vivencias con total claridad.

    Los payasos están muy estereotipados pero tú has construido un personaje sin sus clichés más característicos y al que realmente se le llega a querer.

    Osvaldo tiene razón:una historia digna de contar y aunque tu visión tan cruda se la muerte pueda llegar a ser un tanto retorcida, (sobre todo en la frase “volviendo a la realidad…”) he disfrutado mucho de tu habilidad por contar esas historias.

    Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 22:11
  4. 4. Minnie dice:

    Hola, bien narrada tu historia. Me gustó. Nos hace pensar en lo que muchos dicen que al final es cuando pasa la vida misma como en una pantalla, cada detalle vivido se proyecta en nuestras mentes, se nota que el protagonista disfrutó todos sus momentos, pero le hubiese gustado que lo despidieran como tanto le gustaba, con aplausos. Buen relato. Saludos

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 22:36
  5. 5. Karian V dice:

    Saludos Luis:
    Te felicito por la fluidez de tu relato y la historia en general. Contada con detalles que permiten vivirla y comprender al protagonista. Desde el principio se detecta la morgue con un dejo de suspenso! Te buscaré el próximo mes.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 00:33
  6. Ha sido un buen relato. Me la estructura de la historia. Lo único que se me hace extraño es el cambio en los tiempos. Para comenzar se ta a pasado el “repasaba” al comienzo, mas bien debería ser “repasa”. Entiendo que has hecho el cambio de tiempos verbales para hacerlos coincidir con a narración en el presente y la historia del pasado. Aunque considero que deberías revisar mejor la concordancia. En mi opinión para mantener la idea el cierre también debería estar en tiempo presente pues es lo que esta ocurriendo mientras que la historia de su vida seria la parte en tiempo pasado.

    En cuanto a la historia como tal me parece muy buena, lo que no entendí del todo fue el comienzo.

    Saludos desde Venezuela si puedes y deseas pasas por mi relato el 118.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 03:27
  7. 7. Rafael dice:

    Hola Luis Ponce,
    Emotivo relato el tuyo, realmente uno logra penetrar la intimidad del protagonista en su momento más oscuro.
    También pienso que habría que revisar el uso de los tiempos verbales.
    Aunque todo lo que cuentas es útil para forjarnos la historia de vida del protagonista, pienso que lograrías más efecto podando o condensando algunos pasajes, tal vez insinuando más y describiendo un poco menos. Es sólo una opinión.
    Me pareció una bella fantasía la de alojarse por un momento en el trance final de un hombre que vivió para los demás.
    Te felicito!
    (Si quieres leer o comentar el mío, estoy en el n°85)

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 22:23
  8. 8. IreneR dice:

    Buenas, Luis Ponce.

    Me ha parecido una historia muy buena. Muy bien contada y que engancha desde el principio.
    Nos has hecho meternos en la vida de esos payasos y en unas pocas palabras has conseguido que les tomásemos cariño.
    El final me ha encantado. No me lo esperaba, pero me ha gustado que, a pesar de todo, no fuese un momento triste. La muerte no tiene que ser siempre algo trágico.

    Un gran trabajo.

    Un saludo.

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 21:40
  9. Hola, Luis. ¡Qué hermoso relato! Me gustó mucho.
    Muy emotivo el recorrido por la vida de un artista.
    He encontrado tres errores que no desameritan la calidad de tu trabajo.
    1-Ignacio Quiroga repasaba mentalmente los capítulos más importantes de su vida cuando el crujido de una puerta le interrumpe.
    Ese repasaba debería ser, repasa, porque estas hablando en tiempo presente.
    2-Había heredado la profesión de payaso de Bonifacio Albardán su, abuelo materno. (fatla una coma).
    3-la más bella mujer que pudo conocer y formaron una bella familia junto con los tres hijos que tuvieron (redundancia de la palabra bella).

    Te invito a pasar por mi relato y a darme tu sincera opinión (113).

    Un abrazo!

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 11:34
  10. 10. Ofelia Gómez dice:

    Hola Luis Ponce

    Muy buen relato, me ha gustado mucho. Comunicas bien lo que quieres contar.

    Resulta nostálgico y triste, pero al mismo tiempo se siente la satisfacción de Ignacio Quiroga por haber logrado una buena vida.

    Tal vez el paso final sea así para todos y no lo sabemos. Pero al menos para tu payaso lo es.

    Saludos

    Escrito el 23 octubre 2018 a las 15:42
  11. 11. Charola dice:

    Hola, Luis Ponce.

    Aquí estoy, un poco tarde, pero presente.
    De tu relato me gustó la historia contada por un narrador omnisciente, pero a la vez no sé si entendí bien que el payaso es el que murió y está en una camilla muerto. Entonces, ¿cómo puede pensar y volver al pasado y contarnos todo lo que fue en vida? Al final me sorprende, pues en la camilla encerrado en una bolsa de lona siga pensando y contando si está muerto. Yo sé que el narrador omnisciente cuenta que Quiroga piensa y dice.
    Disculpa si no lo entendí.

    De todas maneras es una historia muy buena.
    Un saludo.
    Estoy en el #106, por si deseas dar una vueltita por el mío. Gracias.

    Escrito el 24 octubre 2018 a las 01:11
  12. 12. Laura dice:

    Hola Luis Ponce.
    Coincido con el detalle del verbo inicial del repaso de la vida hasta la interrupciòn, considero que debe ir en pasado.
    Dudo que laguna mujer busque seguridad en la vida del circo, màs bien la aventura, pero, en fin, gustos hay para todos.
    Me encantò el final, aunque me queda un poco brusco con todo lo anterior, como que de repente volvemos a la realidad, lo que indicas literalmente.
    Mis saludos.

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 19:54
  13. 13. María Jesús dice:

    Hola Luis: Me ha encantado tu historia de principio a fin. Para mi gusto está excelentemente escrita. La vida del circo es así, cuesta mucho sacrificio arrancar los aplausos y carcajadas del público, y tu lo has plasmado de una manera magistral. No tengo más que elogios por tan buen trabajo.
    Un saludo desde el 67.

    Escrito el 26 octubre 2018 a las 15:00
  14. 14. ortzaize dice:

    hola un monton de aplausos por tu relato. es lo que todos quisieramos a la hora de la muerte,
    hacer una recopilacion de nuestra vida, y ver que has hecho feliz a todos los que nos rodean-
    me ha gustado,
    pensando que la muerte no es un tema que me guste, me ha parecido muy bueno
    saludos

    Escrito el 30 octubre 2018 a las 08:54

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