Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El extranjero - por Jo Ben

El extranjero

La noche caía sobre la aldea situada al pie de la gran montaña. Los pocos aldeanos que aún no la habían abandonado se recogían con lentitud. Limpiaban sus aperos y los guardaban hasta el día siguiente en que volverían a utilizarlos. Se aseaban y acudían a sentarse en torno al fuego para la última comida del día.
Era el momento, también, de ponerse al día, de comentar las novedades de la aldea: la vaca de fulanito ha parido un ternero hermoso; dicen que un jabalí está destrozando los cultivos al otro lado del rio; parece ser que han visto a un extranjero merodeando por aquí…
La vida en la aldea transcurría plácidamente dentro de la monotonía; sin sobresaltos. Se podría decir que todo el mundo era feliz hasta que apareció “el extranjero”.
El extranjero, así era como lo denominaba la mayoría de la aldea aunque ninguno de ellos conocía su procedencia. Probablemente, la causa se hallase en su aspecto: moreno de tez con el pelo también oscuro y ensortijado, nariz aguileña. Era delgado, fibroso y no muy alto. Podría pensarse que procediera del norte de África. Sin embargo, nadie lo podía afirmar, ya que ninguno de ellos había llegado a hablar con él, fuera de un amable saludo que nunca negaba, y siempre acompañaba de una amplia y perfecta sonrisa.
El hombre era joven y parecía fuerte. Se había asentado a la entrada de la aldea, en un granero abandonado que había comenzado a rehabilitar. Se lo podía ver todos los días en lo alto de la construcción apuntalando las tablas para poner el tejado. Parecía feliz. Canturreaba o silbaba melodías que resultaban extrañas para los paisanos mientras trabajaba con una expresión plácida en su rostro.
Con el tiempo, como no podía ser de otro modo, comenzaron las murmuraciones. Todo era un continuo especular: ¿a qué vendría?, ¿a que se dedicaría?, ¿qué buscaba aquí? Y, como no podía ser de otra manera, la imaginación colectiva comenzó a funcionar. Y con ella, el miedo. Miedo al otro, miedo al desconocido, al diferente.
Había teorías para todos los gustos: desde huido de la justicia, terrorista camuflado, violador, pederasta, narcotraficante…. Cada uno aportaba una supuesta “prueba” de su argumento.
Lo cierto era que la tranquilidad de la aldea había desaparecido el día en que el extranjero llegó.
Todos estaban recelosos, se miraban de soslayo y con desconfianza porque, ¿qué hacia en la aldea si no conociese a alguien aquí o no tuviese un cómplice?. Y, en ese caso, ¿quién sería?.
La convivencia ya no era la misma. Se abandonaron la reuniones y cada cual se refugiaba en su casa evitando toda actividad compartida. Solo quedaba la misa del domingo.
Pasó el tiempo y comenzaron a percatarse de que hacia varios días que no veían al extranjero. ¿Se habría ido?, ¿volvería?. La curiosidad iba en aumento.
El siguiente domingo, después de misa, se formó un corrillo en el atrio y comenzaron a hablar de la posible desaparición del extranjero. El cura, que ya estaba un poco harto de oír hablar del tema, propuso que se acercasen hasta el granero en el que vivía el hombre. Allá se fueron todos, incluidas las mujeres y los niños. Era domingo y no tenían nada mejor que hacer.
A medida que se acercaban parecía como si el día se fuese nublando más, una brisa impertinente comenzó a envolverlos, había una inquietud, un desasosiego que parecía rodearlos y que iba en aumento a medida que se aproximaban al granero.
Tras la última vuelta del camino, apareció ante sus ojos la construcción. Una pequeña columna de humo salía entre los tablones que la cubrían parcialmente. El día había cambiado por completo; ahora era definitivamente gris y amenazaba tormenta.
Con pasos precavidos se fueron acercando. El cura encabezaba el grupo. Llamaron tímidamente a la puerta que se sujetaba a los marcos por unas cuerdas. Toc, toc, toc…Nada, no hubo respuesta. Insistieron varias veces. El cura decidió empujar la puerta; suavemente primero, decididamente después. Cuando consiguió abrirla, quedó paralizado y su rostro se mutó apareciendo en el mismo una expresión de terror que asustó a sus feligreses. Se agolparon tras él y lo empujaron hasta que todos consiguieron acceder a la visión: el extranjero yacía en el centro de la estancia, cerca de un rescoldo, humeante aún, muerto y descomponiéndose…
-Lo habéis conseguido -exclamo una niña al final del grupo. Y prorrumpió en lentos aplausos.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

8 comentarios

  1. 1. Leosinprisa dice:

    Hola Jo Ben, interesante escrito en el que has sabido plasmar la intriga sobre el recién llegado y las especulaciones que se forman a través de ideas preconcebidas, sin que exista una base coherente donde apoyarlas.

    Reflejas algo muy humano y el texto te atrapa hasta su conclusión final donde hay un desenlace inesperado, aunque quedan muchas preguntas en el aire y supongo que la extensión del texto no da para más.

    No obstante, me ha gustado mucho y la lectura se vuelve grata, sin encontrar mayores problemas, salvo que, si te es posible, separar los párrafos entre si para que se pueda leer aún mejor.

    Ha sido un placer leerte. Un saludo.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 08:24
  2. 2. Roberta dice:

    Hola, Jo Ben.
    Bien llevado el suspenso, con un desenlace imprevisto, y múltiples especulaciones.
    Me agradan los finales abiertos.
    ¡Felicitaciones!
    Saludos.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 19:31
  3. 3. Berto dice:

    Hola Jo Ben.

    El texto te mantiene en vilo hasta el final.
    Debía ser este un pueblo de gentes raras, porque con lo curioso que es el ser humano y sobre todo ante algo nuevo, se hace insolito que no hayan mantenido un primer contacto en algún momento anterior al desdichado final del extranjero.El ser humano puede ser aún más cruel y malvado.

    Se me ha hecho muy ameno y entendible, desde la primera lectura.

    Si te apetece leerme mi texto es el 31.

    Un saludo.

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 18:06
  4. 4. JGulbert dice:

    Hola Jo Ben,

    Coincido con Roberta y Leosinprisa, ha sido un placer leerte. La descripción de la comunidad con su quehacer diario y el miedo al otro que se va extendiendo poco a poco como una enfermedad, tan propio de estos entornos cerrados, que solo viven para si mismos. (La solución a eso es viajar, pienso, para sacudirse esa basurilla de miedo).

    A mi el final me ha resultado espeluznante, una niña aplaudiendo lentamente ante la visión del cadáver, haciendo a todos cómplices de esa muerte. Me ha impactado, no lo esperaba.

    Te espero en el próximo relato. Este me ha gustado.

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 18:26
  5. 5. Ofelia Gómez dice:

    Hola Jo Ben

    Muestras muy bien lo difícil que puede resultarle a alguien, nuevo y algo diferente, integrarse a un grupo cerrado donde prima el egoísmo y la desconfianza.

    Discurrir acerca de qué le pasó al extranjero, de cómo murió, lo dejas para cada lector.

    El reproche final de la niña y sus lentos aplausos, me resultaron un final magistral.

    Saludos

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 00:17
  6. 6. María Esther dice:

    Hola Jo Ben, tu relato se lee de un tirón, es atractivo, tiene buena descripción del pueblo, su gente, sus costumbres. Me pareció muy bien estructurado y acertada la inserción de la frase propuesta.
    A medida que se avanza en la lectura va surgiendo la necesidad de saber algo del “extranjero”de encontrar una respuesta a alguna de las tantas interrogantes planteadas.Pero nada de eso sucede, sino una nueva y preocupante situación se plantea al notar los vecinos que ha desparecido.
    Un final trágico, inesperado, que deja a todos perplejos, porque agrega, al misterio del personaje, una nueva interrogante.
    Luego la intervención, en mi opinión un tanto forzada de la niña, por lo que dice y por aplaudir, que tampoco se comprende.No sabemos si ella venía en el grupo o si llegó en ese momento. La niña dice afirma:”lo habéis conseguido”, lo cual está diciendo que lo conocía,que sabía de su vida, y luego aplaude lentamente…¿Una niña, frente aun cadáver aún humeante, maloliente, aplaudiendo?
    Para mi, si hubiera sido una mujer que dice y hace eso, estaría correcto porque son expresiones de una persona mayor,no de una niña .El cuento todo me gustó mucho, salvo el final que me descolocó.
    Saludos, espero leerte en la próxima.

    Escrito el 29 octubre 2018 a las 02:14
  7. 7. María Esther dice:

    Que sucedió Jo Ben, ¿ no respondiste las visitas, ni disipaste las dudas planteadas?

    Escrito el 2 noviembre 2018 a las 02:05
  8. 8. Jo Ben dice:

    Hola,

    Gracias a todos por vuestros comentarios. No he contestado antes por falta de tiempo. Lo siento.

    Maria Esther, la niña pertenece al grupo; y con su personaje quería mostrar la visión inocente de la escena. Ella era testigo de como la masa puede anular al diferente.

    Un saludo y hasta pronto.

    Escrito el 14 noviembre 2018 a las 12:41

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.