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Felicidad - por Raul Fuciños

Las bancas de madera agrietada, estaban perfectamente alineadas sobre la fresca hierba, de lo que años atrás parecía ser el extenso jardín de una vieja mansión abandonada en las afueras del pueblo. Todo estaba cercado por altos arboles silvestres que miraban con desdén todo a su alrededor.

Recuerdo llegar temprano para ver la preparación de los instrumentos. Los músicos daban vueltas a las clavijas para tensar las cuerdas oxidadas de las guitarras, limpiaban las boquillas de las flautas, golpeaban los tambores una y otra vez, los platillos gritaban con un extraño ruido metálico.
Casi sin notarlo, el sol recogía su luz y entregaba su turno a la noche con el cuidado de no interrumpir el acostumbrado rito musical. Las bancas se llenaban poco a poco. De repente los músicos empezaban a tocar. El frío que venía con la noche esperaba a que la música se detuviera para seguir derramándose por el campo, los instrumentos parecían darles vida a los músicos. Las cuerdas de la guitarra se movían como si los niños jugaran al salto con ella, el parche cuarteado de los tambores prometía desaparecer en cualquier momento.

Nunca supe si las hojas de los arboles se movían por el viento o por la vibración del aire musical; o si acaso el calor se generaba por las bombillas de luz amarilla colgadas en cables que pasaban por nuestras cabezas o simplemente era el fragor de los instrumentos. La vieja mansión recobraba su gloria mientras la música se le metía por todas partes, como luciérnagas que alumbraban todo lo que estuviera a su paso, para luego escapar por las ventanas superiores. El miedo a las historias de la mansión contadas por los chicos se desvanecía por un instante. Todo el mundo estaba feliz. Se tocaban las mismas 5 canciones de cada viernes una vez al mes. Reíamos y llorábamos, hasta terminar con un aplauso que enrojecía las manos.
Todo el mundo era feliz hasta que…hasta que un adalid del progreso, un hombre de visión, se le ocurrió la magnífica idea de mejorar la felicidad. Compró todo el terreno, demolió la vieja mansión, mandó a plantar las más bellas flores y contrató a los mejores músicos, humilló a los altivos arboles reemplazándolos por unos más jóvenes, cambió las bombillas, quemó las bancas e instaló mejores sillas.

Ahora todo era más cómodo y sonaba mejor, era más bonito y las flores esparcían su aroma, los instrumentos resplandecían con las luces de las hermosas lámparas inteligente mente ubicadas, y los músicos con su técnica, sus modales y sus ropas, nos hacían sentir indignos.

Sin embargo, ahora que lo pienso, no sé si era el óxido de los instrumentos, la pobreza de los músicos o la miseria de la vieja mansión; pero había en ellos algo que nos hacía felices, algo que no encontramos en la nueva felicidad de las lindas sillas y los arboles jóvenes. Quizás sentarnos a contemplar algo más pobre que nosotros nos hacía sentir más ricos.

Pero gracias al adalid del progreso, lo perdimos todo; ante la vieja mansión y su música desafinada y mis manos enrojecidas con el último de nuestros aplausos.

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8 comentarios

  1. 1. M.L.Plaza dice:

    Hola Raúl.
    Gracias por leer mi texto y por tus sugerencias.
    Tu relato me ha parecido un poco desconcertante. Creía que estaba leyendo un recuerdo melancólico del pasado, pero en la última parte, cambia el tono. Me parece muy duro lo que cuentas:sentirse indigno ante el progreso y rico ante la miseria ajena. El tono inicial,dulce y sosegado, no parecía indicar el desenlace.
    Aún así, me ha parecido una historia muy bonita.
    Aunque no soy experta, creo que el párrafo que empieza Ahora debe de ir en presente. La última frase me parece muy confusa,no sé si es por el ante.
    Me ha gustado mucho leerte.
    Saludos

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 18:07
  2. 2. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola, Raul
    Intento extraer el tema del texto y podría ser que esté en el mismo título: lo que significa la “Felicidad” para el protagonista. Pero hay otro tema o enunciado que impera en todo el texto: la añoranza del pasado, que se refleja en las descripciones del protagonista en un tono melancólico. Y es que, como decía el gran poeta romántico, todo tiempo pasado fue mejor.

    Creo que le falta un conflicto, Raúl. Uno más potente que la descripción de un sentimiento en sí mismo. Para que haya conflicto se necesita un antagonista, una lucha, aunque sea contra una abstracción. Pero no parece que se pueda tildar al “progreso” de antagonista porque, aunque sea el causante del estado de ánimo del protagonista, no hay una lucha contra él, se nombra tímidamente en el último párrafo: “gracias al adalid del progreso, lo perdimos todo”, así que el protagonista achaca al progreso su pesar pero no puede hacer nada contra él, porque nadie puede hacer nada para parar el tiempo. Me ha gustado leerte, gracias por ofrecernos un relato tan poético.

    Un cordial saludo

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 10:55
  3. 3. Ulises Vidal dice:

    ¡Hola, Raúl!
    Me ha parecido un texto duro. No entiendo como pueden sentirse ricos y felices contemplando la pobreza ajena.Tampoco entiendo que alguien se niegue al progreso y se mantenga obstinadamente en el pasado.Es posible que mostrando al protagonista en acción, a través de diálogos y de otras experiencias vitales pudiéramos entenderlo mejor.
    Me parece que en la última oración deberías sustituir “ante” por “hasta” para que adquiera sentido.
    Hasta el próximo desafío. Saludos.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 21:19
  4. 4. beba dice:

    Hola, Fucinos:
    Tu texto está bien escrito. Manejas correctamente la gramática en todos sus campos.
    Como te señalan, el texto es pura añoranza y resentimiento; claro que no es fácil resistirse al “progreso”, sobre todo si a uno no lo consultan al respecto. En tal caso, sólo queda aprender a ser feliz con las novedades.

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 00:43
  5. 5. María Jesús dice:

    Hola Fuciños : tu relato me ha gustado mucho, has descrito perfectamente la nostalgia que siente el narrador ante la llegada del progreso y su supuesta mejora a tradiciones que funcionaba bien. Me identifico con ese sentimiento,ya que muchas veces es fácil añorar costumbres que traían felicidad de manera sencilla. Gran relato.
    Saludos desde el 67

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 14:44
  6. 6. MOT dice:

    Hola Raúl.
    Me ha gustado tu relato aunque no me ha enganchado. Lo he encontrado tierno, y debo reconocer que no he acabado de entender muy bien el último párrafo, y eso me ha descentrado bastante. Aún así, buen trabajo y muy bien escrito.
    Saludos…

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 18:02
  7. 7. María Esther dice:

    Hola Raúl, tu relato, cargado de nostalgia nos hace reflexionar sobre los cambios,el pasado y el presente,la vida y la muerte.Describes con muchos detalles el paisaje, la atmósfera reinante.
    Coincido con Esperanza en que debería existir una actitud más conflictiva, que marcara más los pro y los contra entre presente y pasado. Es muy difícil conciliar ambas posturas, porque cada una tiene sus razones y sentimientos.Yo lo que veo con tristeza es cuando se arrasa de manera cruel y despiadada con lo existente como queriendo borrarlo todo y quedarse sin pasado.
    Creo que en la medida de lo posible lo bueno hay que conservarlo, reciclarlo, y también construir lo nuevo.”Renovarse es vivir” decía Rodó.
    Me ha gustado tu relato, te seguiré leyendo.
    Saludos, estoy en el número 15

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 03:47
  8. 8. Edu SC dice:

    Hola Fuciños,

    Disculpa la tardanza en devolverte la visita.

    Yo entiendo tu cuento como un canto a la belleza de lo antiguo, de lo gastado frente a lo nuevo y reluciente. Me ha gustado.

    Me han gustado especialente alguna de las imágenes que nos muestras, como por ejemplo el movimiento de las cuerdas de la guitarra. En este sentido, el segundo y tercer párrafo me parecen muy logrados.

    El inicio no me ha gustado tanto. En mi opinión abusas de los adjetivos por delante del nombre en este párrafo. Por otro lado creo que sobre la coma detrás de agrietada.

    Gracias por compartir Fuciños,

    Escrito el 27 octubre 2018 a las 22:25

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