Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Rock y fuego - por Altair Midnight

Todo el mundo era feliz hasta que quien nos lo dio todo decidió cobrarse su deuda. Nos creíamos dioses, que podíamos tener cuando quisiéramos. Lo que nunca habríamos imaginado es que, para ello, tendríamos que entregar nuestro más preciado bien: nuestra alma.

Ale era el bajista y cantante de nuestro grupo de rock, Steam Machine. Se llamaba Alexander, pero renegaba de la mayor parte de su nombre y solo utilizaba las letras que compartía con el nombre de su ídolo, Aleister Crowley. Cuando le conocí, era un chico enclenque, pálido y vestido con ropa del cajón de donaciones de la iglesia. Su madre, una ex profesora divorciada que había perdido su trabajo por culpa de su irrefrenable alcoholismo, apenas tenía para cubrir las necesidades básicas de su hijo. La situación de miseria provocó en él un profundo rechazo por la sociedad y lo arrastró al mundo del rock. Además, engendró él una enfermiza obsesión por el ocultismo.

—No nos vamos a nada —dijo Mad Frank, el batería. Habíamos acabado nuestro trigésimo segundo ensayo, pero nuestra música sonaba como algo más propio de una fábrica de enlatados que de un concierto de rock.

—Es cuestión de tiempo, tío. Roma no se construyó en dos putos días, ¿sabes? —dijo Triple N, un chaval pelirrojo y granudo de raíces y acento irlandeses cuyo verdadero nombre, Nolleig Niall Nolan, le horrorizaba.

—Vaya par de lloricas —dijo Ale. La expresión de su rostro nos extrañó. Acostumbrados a su carácter depresivo y malhumorado, jamás le habíamos visto sonreír de aquella forma tan chulesca y soberbia. —Dejaos de tonterías. Nuestro momento ha llegado.
Sacó de su mochila un libro ajado de cubierta descolorida. Por portada, no tenía más que un símbolo ritual circular con extraños glifos. —Señores, esta es la llave al éxito. Gracias a este libro, Steam Machine será recordado por toda la eternidad.

—Ni aunque pasaras mil años estudiando solfeo con el libro de tu abuela cantarías bien, imbécil —contesté yo con furia contenida. Era el guitarrista principal y el único que tenía cierta idea de música en la banda.

Sin embargo, aquel libro no enseñaba solfeo, sino el ritual necesario para invocar a Adramelech, un ancestral demonio que prometía el éxito a cambio de un impío ritual. Según el libro, debíamos quemar a un inocente en honor a quien sería nuestro nuevo dios.

—Es ahora o nunca —dijo Ale para empujarnos a vencer nuestras dudas. —¿Queremos seguir siendo cuatro matados que tocan en un trastero o glorias del rock? La próxima será nuestra trigésima tercera vez. La edad de Cristo al morir. Un numero sagrado que profanaremos para honrar a nuestro señor.

Ojalá pudiera decir que fuimos sensatos. Pero la adolescencia y el ansia nos cegó, y la pobre Virginia Evans fue la víctima de nuestra sed de éxito. La buscaron durante meses, pero jamás apareció. La policía de los setenta no contaba con los adelantos de hoy en día y poco pudieron hacer. En el pueblo se empezó a comentar que probablemente se hubiera fugado con algún novio mayor, que la chavala «apuntaba maneras».
Tras nuestro ensayo numero treinta y tres, todo cambió.

Nuestra habilidad musical mejoró hasta niveles sin precedentes. Ese mismo mes, ganamos el concurso estatal de nuevas promesas del rock y un cazatalentos se convirtió en nuestro mánager. En pocos meses, las masas nos adoraban. Pasamos siete años viviendo como dioses, y el nombre de Steam Machine podía verse escrito por todo el mundo en revistas, anuncios y en las tetas de nuestras groupies.

Sin embargo, en el séptimo aniversario de nuestro ritual, la sombra de Adramelech empezó a pesar en nuestras vidas y nos arrastró al abismo al que pertenecíamos. A Mad Frank lo ingresaron en un psiquiátrico. Le diagnosticaron esquizofrenia, pues aseguró que no podía parar de ver sombras que lo acechaban en la oscuridad.

Cambiamos de batería, y parecía que Steam Machine seguiría dando caña. Pero, para nuestra desgracia, nuestro autobús volcó de camino a nuestro último concierto. Quedamos atrapados en el interior y no pudimos escapar ni siquiera cuando estalló en llamas. Todos los que viajaban conmigo murieron abrasados. Yo pude vivir para contarlo, pero el accidente me dejó anclado a una silla de ruedas. Aún lo recuerdo, y lo que más escalofríos me da es lo que podía oír mientras todo ardía.

Escuchaba a mis amigos, llorando y muriendo. A Virginia, riendo e insultándonos junto a Adramelech. Pero, por encima del todo, escuchaba a un siniestro público de sombras hambrientas y sus sordos aplausos.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

5 comentarios

  1. Hola Altair

    El relato mantiene la tensión y el misterio, he disfrutado con él.

    Había algo que no acababa de encajar y no tenía claro que podía ser hasta que al leerlo de nuevo me di cuenta de que presentas a los muchachos como chicos normales, y vale que tienen problemillas, pero como otros chicos de su edad. Me resulta chocante pues, que terminen asesinando a una amiga como si tal cosa. Deberías de presentarlos como potenciales asesinos, como necesitados de vengarse de algo o de alguien y ahí la escusa para el crimen y bastarían pocas palabras colocadas por aquí y allí…

    Bueno, es tan solo una opinión…

    Buen realto. Un abrazo.

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 19:38
  2. 2. Héctor dice:

    Hola Altair a pesar que existen muchos guiones cinematográficos que tocan el tema, tu relato es muy propio, tiene lo suyo. Podria ser un cortometraje. Enhorabuena. Literauta 46

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 03:30
  3. 3. IreneR dice:

    Buenas, Altair Midnight.

    Me ha gustado mucho tu relato. Está muy bien llevado y es sencillo de leer.
    Pero unas cosillas que he visto:

    – “Además, engendró él una enfermiza obsesión por el ocultismo.”. Diría que es engendró en él.

    – “—No nos vamos a nada —dijo Mad Frank, el batería.”. ¿Qué significa eso? Esa expresión no la he entendido.

    – “Un numero sagrado que profanaremos para honrar a nuestro señor.”. Número, falta la tilde.
    Y no estoy muy segura, pero diría que ese señor va en mayúscula, no es una señor cualquiera que pasa por la calle, es el Señor.

    – “Quedamos atrapados en el interior y no pudimos escapar ni siquiera cuando estalló en llamas.”. Esta frase me ha parecido muy confusa. No pudieron escapar ni siquiera cuando estalló en llamas…
    Por la manera en la que lo escribes parece que cuando algo estalla en llamas se puede escapar de su interior. Ese ni siquiera me parece que no está bien usado.
    No pudimos salir, ni siquiera cuando lo intentamos con todas nuestras fuerzas.
    No aprobé el examen, ni siquiera cuando estudié todos los días.
    No pude llegar a tiempo, ni siquiera cuando tomé el primer metro.
    Nada quedó carbonizado, ni siquiera cuando estalló en llamas.

    Ese ni siquiera nos da a entender que algo muy grande ha ocurrido, y aun así no ha sido posible.
    Al intentar algo con todas nuestras fuerzas esperamos lograr lo que nos proponemos.
    Al estudiar mucho esperamos aprobar el examen.
    Al tomar el primer tren esperamos llegar a tiempo.
    Cuando algo explota se supone que todo se quema.

    Entonces, en tu frase, se entiende que cuando algo explota se puede escapar, pero no lo consiguieron…
    No sé si me termino de explicar… Y no sé si esto solo será impresión mía… Igual la que estoy equivocada soy yo, no sé.

    Aun así me ha gustado el relato. Buen trabajo.

    Nos leemos.

    Un saludo.

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 08:20
  4. 4. Laura dice:

    Hola Altair.
    Guau, vaya relato. Impresionante. Totalmente visual.
    Mis felicitaciones.

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 13:11
  5. 5. Altair Midnight dice:

    Paola Panzieri,

    Muchísimas gracias por tu opinión. Es cierto que muchas veces el meta texto y la falta de espacio nos traicionan. En mi cabeza, la obsesión de los chicos por llegar a algo en el mundo de la música es suficiente motor para perpetrar el crimen, pero es verdad que podría estar mejor trabajado.

    Héctor:

    Muchas gracias por tu comentario. La verdad es que la sombra de Led Zeppelin y su tonteo con las fuerzas ocultas es larga y nos ha cautivado a muchos 🙂

    IreneR:

    Muchísimas gracias por tu exhaustivo análisis. La verdad es que debería estar más revisado. Todos los meses me pasa lo mismo y mando textos sin repasar. Me parece todo muy acertado.

    Laura:

    Muchas gracias por el comentario. Me alegra que te guste el relato.

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 20:58

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.