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Un día en la selva - por Maurice

Web: http://mauricenipapaian.blogspot.com

UN DÍA EN LA SELVA

La mañana arrancó fresca y cristalina en la sabana. Para el curtido cazador, despertar en ese ambiente fresco, que pronto cedería lugar al bochorno y la humedad, era cosa cotidiana. Acabó de apagar la pequeña fogata, juntó los enceres del desayuno y terminó de devorar el trozo de ave asada de anoche. Desarmó la tienda, la plegó y guardó en la mochila. Por último, cargó el viejo violín, que lo acompañaba en las noches solitarias ahuyentando los ruidos del silencio.
En un par de kilómetros dejaría la zona boscosa para internarse en los pastizales, donde seguramente se enfrentaría a su adversario poniendo a prueba su sagacidad para cercar presas. El amanecer era el momento propicio para hallarlo. Los leones no cazaban personas para alimentarse; preferían antílopes, cebras, alguno que otro venado. Pero éste devoro a seis en un poblado de Dodoma. Por eso ahora estaba allí.
Se habría retirado de no ser porque heredó de su abuelo ─militar al servicio de su Graciosa Majestad─ el compromiso de cuidar a los tanzanos ─también la destreza─ después de su independencia. Ahora, superado largamente los cincuenta, soltero y sin familia, no podía rehusarse al pedido del alcalde. “Es el único que puede atraparlo”, habría sentenciado Moaré Burundi en el más puro suajili. Para ello le ofreció los más conocedores de la zona. Pero abría rechazado el ofrecimiento con el pretexto de que le gustaba trabajar solo. En realidad, Sir Archivald Bradley no deseaba que por pura casualidad alguien le robase la gloria.

Cómo siempre al amanecer, Simba emprendió el recorrido zarandeando su frondosa melena, meneando la cola. Sentía orgulloso por lo logrado. Igual que sus antecesores, había mantenido el orden natural y el equilibrio. Recibió el legado de su padre Mufasa, que entrego su vida para salvarlo de la estampida provocada por su tío. Scar, ahora viejo e impotente, “había perdido pelo pero no mañas” y expulsado de la manada había optado por la fácil, causando conmoción y estragos entre los lugareños.
Simba aprendió del padre que cuando lo buenos leones se desviaban del camino del bien, su fortaleza sobre las demás especies lo condenaban irremediablemente a provocar daños. Scar estaba comiendo gente en la aldea. Esto conducía al quiebre de una convivencia con los humanos mantenida en el tiempo. Cómo rey de la manada más numerosa, debía hacer algo para restablecer la armonía.

Ambos avanzaban por el mismo camino, aunque en sentido contrario. La poesía del bosque iniciaba su concierto de trinos y arrullos. En los extremos del pastizal la sombra cedía espacio a la luz meridiana. Los cazadores divisaron sus respectivas presas. Archivald aprestó el Winchester y Simba inició la alocada carrera a través del pastizal. Ambos esperaban que tanto el movimiento como la altura de las hierbas dificultaran la visión del punto del impacto. Si bien en la selva la sobrevivencia es un regalo cotidiano, el instinto ─humano y animal─, los empujaba al adversario. Al enfrentarse, esperaban transmitirse los anhelos de confraternidad.
El disparo produjo un silencio expectante en el solar, dispuesto para el encuentro entre ambos representantes. El proyectil ─disparado más para alertar que para matar─ silbó sobre el entrecejo del felino incrustándose en el olmo de atrás. Archivald Bradley accionó la palanca para dar entrada al siguiente cartucho. El tiempo se agotaba.
El animal detuvo su avance a escasos metros del cazador, sin aprovechar la ventaja. Comenzó a caminar alrededor rugiendo amablemente, como diciendo: “los leones no se alimentan de humanos”. No los de su estirpe. Archivald recordó el instrumento de su bolsa y cómo divertía a las bestias en la reserva de Wameru. Dejó el fusil en el suelo. Lentamente retiró el violín de la bolsa e inició su l’estro Armonico. Simba se echó inclinando la cabeza hacia el costado.

Mientras, la manada extrañada salió a buscar al jefe. Lo encontraron sentado frente a un hombre vestido de caqui, que poseía una curiosa cajita de la que emanaba un dulce sonido. Quedaron también encantados. A medida que llegaban se disponían alrededor del músico. Sir Archivald se sintió a salvo.
Todo el mundo era feliz hasta que…, rompiendo el círculo, el anciano de la manada se aproximó al cazador abalanzándose sobre él. Clavó sus poco afilados colmillos en su cuello y el cuerpo de Sir Archivald yació exánime sobre los pastos ensangrentados.
Melquíades ─el refinado─, observando la escena, sin inmutarse pensó: “Sabía que si venía Scar acabaría el espectáculo. Aparte de anciano, también es sordo”.
Final del concierto, pero sin aplausos.

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7 comentarios

  1. 1. Jisaen dice:

    Te felicito, me gustó leerla y las referencias o paralelismo con “El Rey León” la hacen más interesante aún. De manera rápida se conoce a los personajes y sus características. Se te pasaron unos errores de corrección, nada importante.

    Saludos

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 23:55
  2. 2. Maurice dice:

    Gracias Jisaen por tu comentario. Sí, me di cuenta cuando lo releí en la recopilación. Prestaré más cuidado la próxima vez.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 16:04
  3. 3. Laura dice:

    Hola Maurice.
    Me encantó el final.
    Me quedó algo raro un detalle del principio:
    “Se habría retirado de no ser porque heredó de su abuelo ─militar al servicio de su Graciosa Majestad─ el compromiso de cuidar a los tanzanos ─también la destreza─ después de su independencia.”
    La inserción de la herencia de la destreza està algo rara, tal vez por el uso de los guiones. Tal vez la siguiente forma queda algo màs clara, al menos para mì:
    Se habría retirado de no ser porque heredó de su abuelo, militar al servicio de su Graciosa Majestad, el compromiso de cuidar a los tanzanos incluso después de su independencia; y también la destreza con las armas de fuego.
    Por supuesto, es tan sòlo mi màs que humilde opiniòn.
    Mis saludos.

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 13:02
  4. 4. Maurice dice:

    Gracias Laura. Efectivamente, queda mucho más clara. ¿En que número estás?

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 05:40
  5. 5. Jesús López dice:

    Hola Maurice, tu relato me despierta sentimientos extraños. Soy un gran fan del Rey León, pero no me ha gustado tanto la referencia como a los demás. Por otra parte el tono de historia con ese narrador cámara me ha gustado.
    El final creo que es lo que mas me ha gustado, esa escena con los leones encantados frente a un hombre tocando el violín es fantástico. Con respecto al destino de tu orgulloso cazador, la verdad es que me ha dibujado una sonrisa.

    Por si te apatece, mi relato es el 51. Un saludo y nos leemos.

    Escrito el 23 octubre 2018 a las 20:29
  6. 6. PaulaC_99 dice:

    Hola Maurice!
    Muchas gracias por comentar mi relato 🙂
    El tuyo me ha gustado mucho.
    Describes muy bien las escenas, haciendo que te involucres en la historia al completo.
    Como único fallo te diría el siguiente: “abría rechazado”, lo has puesto sin H en un momento del texto.
    Por lo demás, está muy bien.
    Nos seguimos leyendo !!

    Escrito el 24 octubre 2018 a las 08:00
  7. 7. Ofelia Gómez dice:

    Hola Maurice

    Me gustó leerte. Vas llevando muy bien la historia desde el comienzo.

    Me encantó la descripción del cazador y de su entorno. Y luego también la de Simba y el momento del encuentro frente a frente.

    La escena queda envuelta en cierta poesía, que se quiebra con la llegada de Scar que, inesperadamente ¡es sordo!

    Nos seguimos leyendo.

    Saludos.

    Escrito el 26 octubre 2018 a las 00:18

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