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El Premio - por Vespertina

Todo el mundo era feliz hasta que uno de los invitados quiso salir para ir al lavabo. Después de comprobar puertas y ventanas, vieron que estaban cerradas. El edificio, una antigua casona de indianos, estaba aislada y lejos de todo. En el horizonte, el resplandor de los fuegos artificiales, les recordaba que el mundo todavía celebraba la llegada del nuevo año. Un nuevo año por el que habían alzado sus copas, media hora antes.
Habían llegado en un mismo autocar que, en grupos de siete, los había recogido en cuatro puntos diferentes de la ciudad. Durante el viaje habían intercambiado sus primeras palabras, ilusionados ante la idea de cenar acompañados aquella noche del treinta y uno de diciembre. Todos, sin excepción, habían participado en un concurso de radio y habían ganado el mismo premio: pasar el Fin de Año en una elegante mansión de principios del siglo XX, con todos los gastos pagados.
El estupor inicial se transformó en inquietud. Con la esperanza de hallar una conexión entre ellos, hicieron un gran corro y uno a uno, se fueron presentando en voz alta: lo único que tenían en común, era que ninguno de ellos tenían parientes cercanos. Ninguno tenía a nadie que los echara de menos o preguntara por ellos si desaparecían. No entendían qué estaba pasando, ni quién podía estar detrás de todo aquello, pero no podía ser casual.
—¿Y cómo sabemos que el responsable de todo esto no está entre nosotros? –dijo uno de los presentes- ¿Cómo sabemos que cada uno de nosotros es quién dice ser?
Aquellas preguntas, sin contestación, quedaron suspendidas en la gran sala, emponzoñando el aire. El corro se deshizo, mientras la desconfianza y el temor se apoderaba de los corazones. Olvidando que habían compartido mantel y risas, empezaron a mirarse como lo que eran: unos desconocidos.
—¡Las carteras! ¡Qué los hombres enseñen sus carteras, así veremos si han dicho la verdad acerca de su identidad!
—¿Y qué hay de los bolsos, señora? ¿Acaso no hay mujeres perturbadas?
—¡Tiene razón el muchacho! ¡No pienso sacar mi cartera si usted no vacía su bolso delante de todos!
—¡Pero cómo se atreve! Llevo cosas en mi bolso que no son de su incumbencia!
—Yo no tengo problema en enseñar mi monedero, pero pienso como ella: lo que llevo en mi bolso es asunto mío.
—Pues yo estoy de acuerdo con ellos y, puestos a mal pensar, en un bolso pueden esconderse muchas cosas. Cosas que quizá nos llevarían a desenmascarar al culpable o la culpable de nuestro encierro.
Empezaron a sumarse voces, a favor y en contra. En cuestión de minutos, dos bandos se gritaban e insultaban, unos a la derecha y otros a la izquierda. Gesticulaban y hacían gestos, cada vez más groseros, hasta que llegó el primer empujón, seguido de un sonoro manotazo.
—¡Mántengamos la calma, por favor! –exclamó alguien, desde el centro de la habitación- ¡No hace falta llegar a esto!
—¿Y tú quién te crees que eres? ¡Nadie me va a decir lo que tengo que hacer!
—Eso…¡ calla y quítate de en medio, no vaya a ser que se escape un sopapo!
—¿No será que tienes miedo porque esto se te ha ido de las manos? Igual has visto la que has liado y ahora no sabes cómo arreglarlo.
—¡Pero qué está diciendo! ¿Por qué me miran así? ¿Se han vuelto locos o qué? ¡No se acerquen más, no se les ocurra acercarse más!
En ese preciso momento, las luces se apagaron y, como si se tratara de una gigantesca pantalla de cine, la figura del locutor del concurso radiofónico se proyectó en una de las blancas paredes, mientras su voz en off resonó en la sala: “Amigas y amigos, les hablo en representación del departamento de Sociología de la prestigiosa Universidad, que ha preparado y financiado este singular experimento sobre comportamiento humano. Entendemos que puedan sentirse decepcionados e incluso molestos, pero les agradecemos su valiosa e inestimable colaboración en aras de la ciencia y les recuerdo que todos ustedes firmaron un escrito de consentimiento al recoger su premio, que nos exime de cualquier responsabilidad.
Cuando se enciendan las luces, se desbloquearan los dispositivos que les impedían salir, aunque esperamos y deseamos, que sigan con la celebración de esta noche tan especial. Gracias de nuevo.”
Avergonzados, se miraron sin saber que decir, mientras la voz en off dejó paso a unos estridentes y prolongados aplausos.

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7 comentarios

  1. 1. joanis dice:

    Se repite mucho la fecha, ya ha quedado claro en las primeras líneas cuando sucede la acción.

    Me ha llamado la atención la expresión “emponzoñando el aire”. Emponzoñar se asemeja a veneno..quizás poner aire cargado, o algo similar.

    El diálogo es un poco lioso, porque no se sabe quien habla, ya que no hay personaje principal.

    Me gusta el vocabulario y expresiones utilizadas.

    Quizás quitaría la parte del diálogo, y desarrollaría más la parte de la investigación.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 15:16
  2. 2. Dino Gon dice:

    Hola Vespertina,
    Me sorprendió mucho tu relato. A mi me pareció muy bien hecho cómo manejaste mediante diálogos una voz grupal impersonal. Al principio me costó entender la situación porque en las primeras líneas no se precisa ni cuántas personas aproximadas son ni dónde están. En principio me imaginé unas 10 personas, después 4 y finalmente volví a imaginar como 20, pero bueno, eso me pasó a mí.
    Igual, me parece impresionante el trabajo que hiciste manteniendo la tensión sin necesidad de personajes principales. El grupo se comporta como un solo personaje, me parece.
    Saludos,

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 16:01
  3. 3. JGulbert dice:

    Hola Vespertina,

    Me ha gustado mucho tu relato. La forma en la que está escrito y como me iba llevando a un final que no esperaba. Buen giro final. Yo estaba ya imaginando una especie de linchamiento colectivo…

    ¿Somos así? ¿Desconfiados por naturaleza?

    Yo no le encuentro ningún “pero” al relato (aunque eso no significa gran cosa :-).

    Felicidades por el relato. Nos leemos el próximo mes.

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 17:29
  4. 4. IreneR dice:

    Buenas, Vespertina.

    Me ha gustado mucho tu relato. El diálogo me ha parecido correcto, aunque sí que me habría resultado de utilidad saber cuántas personas estaban en la sala para hacerme una mejor idea de lo que estoy leyendo.

    Hay algunos errores en los diálogos, una exclamación separada del texto, otra faltante y algunas rayas de diálogo que son rayas normales.

    Buen trabajo. Nos leemos.

    Un saludo.

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 07:28
  5. 5. Ofelia Gómez dice:

    Hola Vespertina

    Acabo de leer tu relato. Te hago notar algunos detalles mínimos. En “¿Cómo sabemos que cada uno de nosotros es quién dice ser?” no va tilde en “quien”. En “¡Mántengamos la calma, por favor!” no va tilde en “Mantengamos”.

    Me gustó mucho leerte, encontré bien armados los diálogos.

    He sonreído ante las discusiones que nos muestran tal y como seríamos, en general, ante un problema como el que nos muestras.

    Te seguiré leyendo.

    Saludos

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 03:26
  6. 6. Calèndul dice:

    Me gustó y aún me gustó más según iba avanzando la historia. Bien secuenciada. Buenos diálogos. Buen final. Merci.

    Escrito el 26 octubre 2018 a las 23:34
  7. 7. María Jesús dice:

    Hola Vespertina: Me ha gustado mucho ese ejercicio que has hecho,la idea es muy original y está bien llevada. La voz en off ha cortado un poco por lo sano, cuando se calentaba demasiado el ambiente, aunque yo hubiese hecho que el experimento durase algo más, pero entiendo que 750 palabras dan para poco.
    Un saludo.

    Escrito el 27 octubre 2018 a las 17:40

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