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Ningún jardín de rosas - por Cecilia Kleiman

Web: http://www.depoetasydelocos.com

Todo el mundo era feliz hasta que llegaron los hombres de negro. Arribaron desde el oeste en una noche fría, con sus pesados sobretodos y lúgubres semblantes, y se instalaron en un suburbio olvidado de nuestro pueblo. Al principio no molestaban a nadie y por eso los lugareños no les hacían demasiado caso. Pero con el tiempo, sus libros y sus palabras extrañas, cual perniciosa propaganda, comenzaron a expandirse por nuestra entonces pulcra y civilizada sociedad. Así fue que sus ideas extravagantes cambiaron la forma en que vivíamos.
Lo noté por primera vez una tarde a principio del año lectivo, cuando en el auditorio de la facultad donde soy profesor aparecieron tres mujeres, lo que era una cosa muy extraña. Todos sabíamos el honorable rol que ocupaban las mujeres en nuestra sociedad. El rol de continuar la especie y de formar a los hombres del futuro, de alimentarlos con su leche que es única e irrepetible, de prepararles la comida con los nutrientes que solo una madre puede dar, de hacer del hogar un ambiente limpio y sano para su cónyuge y su progenie. La responsabilidad y el don más grande les habían sido otorgados a ellas, al ser más sabio y más afortunado de la creación.
Ese fue el comienzo de la depravación en nuestra sociedad, que alguna vez había sido tan decente e impoluta. Poco a poco las mujeres comenzaron a tener menos hijos y a asistir más a la universidad, las iglesias comenzaron a perder adeptos y cada vez más libros apócrifos fueron apareciendo en las calles. Fue así que el descaro y el impudor se abrieron paso, de forma lenta pero segura, para, finalmente, hacer nido en el seno mismo de nuestra desafortunada comunidad.
Cuando todos eran felices, antes de la llegada de los hombres de negro, la decencia y el recato reinaban en cada esquina, y en cada casa había un jardín hermoso con rosas de impecable carmín, dispuestas en perfecta y simétrica armonía. Nadie, en aquel entonces, hubiera pensado en romper el orden que reinaba desde el comienzo de los tiempos, orden que constituía una verdad inamovible, porque eso es lo que decían las sagradas escrituras, las mismas que el padre Juan leía en misa cada domingo.
Recuerdo que las mujeres se levantaban temprano y preparaban a los niños para ir a la escuela. Luego trabajaban la tierra con esmero, regaban los rosales antes del mediodía para que se conserve la humedad del suelo, celosamente podaban las ramas para custodiar la simetría de los jardines. Luego lavaban la ropa, aseaban la casa y se disponían a preparar la comida.
Qué felices eran todos cuando el mundo era como debía ser, antes de la nefasta influencia del oeste, cuando cada uno tenía su rol en la sociedad y nadie se atrevía a discutirlo. Cuando uno podía llegar a casa, al tierno abrazo de su mujer, y encontrar una deliciosa comida caliente en la mesa, leer el diario en absoluta tranquilidad y luego tomar una copita de ron con un amigo en algún bar. Cuando las rosas aun resplandecían en los jardines, agrupadas de dos en dos o de cuatro en cuatro, obedeciendo a una belleza perfectamente simétrica, belleza que, por lo demás, representaba la felicidad que reinaba en cada uno de nuestros hogares.
Pero ahora todo ha cambiado. Ahora los yuyos están creciendo en los jardines y matando a las rosas, robándoles el agua y succionando los nutrientes del suelo. Los pocos rosales que sobreviven crecen desmedidamente y se trepan por las alambradas. Ya no tienen flores, o si las tienen, éstas se desparraman de forma errante, se expanden, libre y despreocupadamente, mezclándose entre la maleza.
Y cada vez se hace más difícil encontrar una mujer con todas las letras. Que ame a su hombre y que decida darle hijos, que cuide de su jardín y de sus rosales. Que, en su inigualable sabiduría, asuma el rol que le corresponde: el de continuar la especie. Una mujer que se preocupe por formar a los hombres del futuro, que les prepare la comida con los nutrientes que solo una madre puede dar, que haga del hogar un ambiente limpio y sano para su cónyuge y su progenie.

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12 comentarios

  1. 1. Otilia dice:

    Hola Cecilia Kleiman,
    Tu relato está bien escrito y se lee con fluidez.
    Me ha gustado, aunque no estoy de acuerdo con el mensaje que manda el alegato.
    Nos leemos. Saludos.

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 12:19
  2. 2. Ofelia Gómez dice:

    Hola Cecilia Kleiman
    Encuentro que has escrito un buen relato. Me gustó leerte aunque me parece que algunas frases resultan un poco largas. Tal vez alguna coma podría sustituirse por un punto.

    Me queda la duda de quienes serían los “hombres de negro”. ¿Sitúas la historia en alguna época y lugar en especial?

    Si bien entiendo que tu texto narra una ficción, logras que el lector/a tenga un sentimiento de rebeldía ante los extremos que se suceden allí.

    Saludos y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 22:31
  3. Saludos, me ha gustado tu relato.

    Pienso que has plasmado perfectamente las impresiones de hombre ultra conservador. Respecto al mensaje tengo una especie de dualidad. En parte empatizo con el narrador y en parte no.

    Me extraña que el cambio lo creen algunos llamados “hombres de negro”. Por la historia que narras no tengo la mas mínima idea del contexto que te inspiró o en el que te basaste para este escrito. Por una parte el aire con el que llegan y van cambiando las cosas se siente como una secta religiosa, pero las consecuencias de las cuales se habla me parecen mas bien a lo que haría una lucha feminista :/

    Por lo demás como ya dije me ha gustado. Saludos desde Venezuela. Si quieres puedes pasar por mi relato el 118. Esta vez he escrito algo un poco diferente a lo que suelo hacer.

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 22:45
  4. Hola! Gracias por sus comentarios.

    Daniel: en efecto, los “hombres de negro” están caracterizados de manera negativa y dan la sensación de ser una secta, justamente porque están descriptos por el personaje principal que es ultra conservador. Él ve al progreso como algo negativo, pernicioso, por eso dice que “el descaro y el impudor se abrieron paso”.

    Ofelia: no sitúo la historia en ninguna época en particular. Los “hombres de negro”, como explico más arriba, están caracterizados de manera negativa por el personaje principal que es muy conservador. Si hubiera descrito a esos hombres yo, Cecilia Kleiman, los huibiese descrito de manera totalmente diferente.
    Creo que en cierta manera mi relato explora los puntos de vista.
    Gracias!

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 11:00
  5. PD: En el relato me puse en la cabeza de una persona conservadora y hablo desde su punto de vista.
    Daniel: me parece interesante que empatices con el narrador. Yo no puedo, a pesar de haber escrito yo misma el relato. ¡Yo lo detesto! 😉
    Pero me gusta que empatices porque mi relato apunta a comprender distintos puntos de vista en distintos niveles.
    Yo escribí este relato, y considero que es 100% feminista, que es una protesta enmascarada. Sin embargo, me gusta que haya otras interpretaciones, como, por ejemplo, la de Otilia. Esa fue mi idea desde el principio.
    Mil gracias!

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 11:07
  6. Lo que pasa es que tengo una posición un tanto peculiar. Digamos que a medio camino entre conservador y no conservador. Para muchas cosas soy conservador, en especial a lo referido a la moral y las costumbres pero respeto las posiciones de los demás y estoy en contra de que se considere a las mujeres como si fuesen objetos o seres inferiores. Considero que hombres y mujeres somos diferentes pero no por eso hay que encasillarse en patrones machistas, por así decirlo, por eso pienso que lo entiendo pero no comparto todo lo que dice. Lo importante es que me parece que esta narrado muy bien y has logrado meterte en la mente de muchas personas cuadriculadas del tipo con el que difícilmente se pueda dialogar.

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 20:15
  7. Muchas gracias por compartir tu punto de vista, Daniel.
    Un saludo.

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 22:13
  8. 8. Laura dice:

    Hola Cecilia.
    En primera, gracias por tu comentario.
    Con relaciòn al tuyo, me ha resultado màs que interesante. Me he quedado con ganas de seguir leyendo la historia.
    No considero que el mismo refleje una posiciòn particular tuya, sino la posiciòn de un personaje de ese lugar, sorprendido por los cambios de la llegada de los hombres de negro. Realmente, me interesa saber si sigue.
    Me has recordado una pelìcula: Las mujeres perfectas, un pueblo donde las mujeres cumplìan los roles que les atribuyen a las tuyas.
    Mis saludos.

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 00:46
  9. 9. Luna Paniagua dice:

    Hola, Cecilia. Un relato muy bien escrito. Yo lo he entendido como tú explicas en los comentarios, desde la mente obtusa de un personaje conservador y como una ironía y crítica velada. Pienso que las rosas son más bonitas cuando crecen en libertad y cada una toma su camino.
    Saludos,
    Luna

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 08:36
  10. 10. Cecilia Kleiman dice:

    Hola, Luna.
    Yo coincido con vos.
    Gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar.
    Saludos!

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 12:00
  11. 11. Carmen Esteva dice:

    Hola Cecilia Kleinman. Tu escrito me ha provocado sensaciones y sentimientos encontrados. En primer lugar pude captar un tono irónico y feminista, con el que me identifico, en ese “todo el mundo era feliz”.

    Luego me ha chocado que quienes provocan el cambio sean hombres lúgubres vestidos de negro y que además todos las consecuencias del cambio sean negativas. Luego he visto tu explicación y he comprendido tu intención. Me encantan los textos, como el tuyo, que cuestionan y provocan reflexiones.

    Como relato, aunque tienes personajes y situaciones muy interesantes, hecho de menos la acción, que sucedan cosas, que se cree un conflicto( entre los hombres de negro y el protagonista, por ejemplo) que quede resuelto de alguna manera.

    Un abrazo!

    Escrito el 26 octubre 2018 a las 14:56
  12. 12. Luis Ponce dice:

    Hola Cecilia:
    Gracias por tu comentario en mi relato.Ya hice los cambios recomendados.
    El tuyo es el argumento cínico de muchos personajes actuales.Si todos han sumado para conseguir la felicidad, ahora vienen los hombres de negro a restar, a crear el caos, a dividir para reinar. Vemos a diario hombres de negro dedicados a la política, a la religión a la enseñanza, que buscan sacar réditos del caos mental de la comunidad. Un relato difíl de escribir para alguien que piensa totalmente diferente. Ese es el reto.
    Te felicito porque has logrado levantar los comentarios.
    Nos leemos.

    Escrito el 27 octubre 2018 a las 00:58

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