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UNA VIDA ENTRE BURBUJAS - por JOSE VICENTE PEREZ BRIS

Todo el mundo era feliz hasta que la burbuja explotó. La mañana de su onomástica, las mujeres de casa hicieron esfuerzos por agradarle. Sin embargo, Marcus Waiting solo se alegró, al dirigirse a su empresa. Cuando se levantó, su esposa Dorothy y la pequeña Tea, fingieron estar dormidas, para irrumpir en el baño mientras se afeitaba. Le felicitaron entre gritos por su cincuenta cumpleaños. Él era un financiero, un negociador nato. Todas esas tonterías las volvería a escuchar esa noche, en la fiesta sorpresa, de la que llevaba enterado hacía semanas.
Condujo su Audi hasta la empresa, la Waiting Invest Corp y una vez más admiró la belleza del edificio. La rotundidad del rótulo. Y también pensó, por qué no, en Melli, su secretaria y amante. No tenía ningún deseo de dejar a Dorothy, eso por descontado. Pero un hombre de su posición debe tener una amante joven, por prestigio. Sonrió mientras aparcaba en la parcela rotulada con un uno gigante, pintado de amarillo. Cualquiera que le oyese, pensaría que era un sátiro. Se permitió una carcajada. Es probable que tuviera toda la razón. Entró en el ascensor privado y pulsó el número de la planta doce. Cuando emergió del habitáculo, le envolvió un crepitar de teléfonos y faxes. Era como un sedante. Así cómo la chicharra de los brokers cantando sus ventas telefónicas. Al avanzar por el pasillo atisbó a su colaborador más cercano, Colby. Tenía cara de funeral y la piel cetrina.
—Marcus, tenemos que hablar. Ha ocurrido una catástrofe.
— ¿Una catástrofe? —repitió enojado. Podían dejarle, al menos, tener un buen día de cumpleaños. — ¿Cómo de grande?
—Chernobil—dijo Colby. Luego, puntualizó. —Tal vez Fukusima. Han estallado las opciones de futuro.
—¿Cuáles?, ¿de qué estás hablando? —el famoso ceño se fruncía cada vez más. Peligro.
Llegaron al despacho. Abrigo y maletín volaron sobre el sofá de cuero.
—Todos, Marcus. Ha informado Hong Kong esta madrugada. Tenemos doce horas de plazo.
—No puede ser verdad. Seguro que no has recogido todos los datos. Es imposible.
—Claro que si—intervino Colby. Hemos estado tapando intereses desorbitantes, con futuras inversiones. Opciones a largo plazo. Ahora no tenemos más que un lastre de pasivo del tamaño del Titanic.
—¿Y los créditos a largo plazo de las Caimán? —Marcus empezaba a notar el cuello de la camisa apretándole la nuez.
—Se los llevará el tsunami a primera hora. Estamos arruinados, Marcus.
El tycoon de las finanzas se desplomó en su butaca, ante la mesa de una pieza, desde donde dirigía un mar de dinero.
—¿Qué soluciones tenemos? Habrá que vender—asumió abatido.
—Eso como pronto. Pero la plantilla tendrá que saberlo. Casi todos van a perder su puesto. Por lo menos, habría que darles la oportunidad de ganarse un buen finiquito.
—Está bien, llama a nuestros abogados. Los quiero aquí enseguida. Analizad los daños de personal y maximizar todo el ahorro posible. A cualquier precio, ¿me oyes?
Colby asintió en silencio. No sería de los primeros despedidos ¿Y los analistas, brokers, secretarias…jóvenes que llevaban dos años o menos? Se irían con una mano delante y otra detrás. Lo perderían todo. En cuanto a él, dudaba que pudiese quedarse hasta el final. Lo prioritario era conseguir el mejor acuerdo de cese posible.
El bufete contestó al otro lado de la línea, y Colby se puso a trabajar. Marcus llamó a casa. En cuanto contestó su esposa, le espetó
—Dorothy, no me esperes hoy en casa. Ha surgido algo en el trabajo.
—Pero, querido. Hoy es tu cumpleaños. He invitado a unos amigos y…
—¡Dotty! —bramó. Deja de pensar en la maldita fiesta sorpresa. Esto es serio. Puede que estemos arruinados al acabar el día.
—Pero que estás diciendo, ¿sabías lo de la fiesta?, oh, ¿arruinados, dices?, ¿pero, como? Quiero decir… De pronto se dio cuenta que Marcus había colgado hacía rato.
Mientras, Marcus reunía a los empleados.
—Señores, hoy es un mal día para Waitling. Hemos perdido un dineral con las opciones de futuro. Es el final de un sueño. Siento decir que la mayoría quedaréis sin trabajo. Para garantizar vuestras liquidaciones, debemos vender todos los activos, antes de que se entere el mercado y nos devoren. Cada uno de vosotros se llevará el diez por ciento de todo lo que consiga vender. No pediré vuestra opinión. No hay nada que discutir. O lo tomáis o lo dejáis. Así que, ¡a trabajar!
El grupo se quedó quieto y callado durante unos segundos. Luego fueron hacia sus mesas, cabizbajos. Marcus echó a faltar unos aplausos.

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4 comentarios

  1. 1. Noemi dice:

    Hola JOSE VICENTE: Yo en economía, para mi desgracia: cero al as.Por eso al contenido de tu relato ni lo toco, doy por supuesto que manejas extraordinariamente bien el tema. En cuanto a la forma, me resulta una expresión perfecta del contenido, dinámica, aguda de ironías y con un filo de sarcasmo que la frase final redondea.Una inteligente fábula con animales posmodernos. Te felicito.
    Saludos

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 18:58
  2. 2. Leosinprisa dice:

    Hola José Vicente, me ha parecido genial como has expuesto la historia, primero su lado triunfador, abierto a una vida fácil y donde todos sus pasos lo llevan al éxito y el reconocimiento; segundo, el hundimiento, la desesperación por salvar lo que se pueda y el sentimiento de pérdida que provoca perderlo todo.

    No sé si lo habrás tomado de algún sitio, pero a mi me recuerda a una película muy interesante que vi hace tiempo, en ella una empresa llena de brokers descubría que todo se iba a ir cuesta abajo y emprendía una acción donde no importaba que otros pudieran salir arruinados o afectados. Todo ello no quita el mérito de lo bien que lo has plasmado en tu escrito y como has incorporado el reto en todo el texto.

    Me ha gustado mucho y espero disfrutar de nuevo del placer de leerte. Un saludo.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 08:17
  3. 3. M.L.Plaza dice:

    Hola José Vicente.
    Un relato estupendo, sobre todo a partir de la llegada a la oficina, con ese ritmo trepidante propio del mundo financiero.
    Lo único que no me encaja es que si Hong Kong informó de madrugada, hayan dejado pasar tantas horas sin explicación.Creo que la acción tiene que suceder unas horas antes.
    La conversación entre el matrimonio me ha parecido muy realista.
    Me ha gustado mucho leerte.Saludos

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 19:40
  4. 4. F dice:

    Hey, José Vicente
    Tu relato me gustó, la verdad de economía y eso no entiendo nada pero a pesar de eso he sentido la desesperación de la caída del negocio, y como dio el vuelco de una vida feliz y exitosa al caer en picada. Creo que o has hecho entender perfectamente y me gustó. Saludos

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 21:50

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