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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Luces y sombras - por R.J. Esperanza Pardo

El humo del cigarrillo se quedaba, por alguna razón, suspendido a media altura del dormitorio en semipenumbra, extendiéndose poco a poco en una fina nube.
Llevaba largo rato mirando un punto vacío y lejano, más allá del cristal de la ventana, que más parecía un póster, vivo, con la luna recién barnizada en cuarto menguante.
—A veces siento como si él estuviera aquí, a pocos metros, intentando comunicarse conmigo —dijo Marga.
Alberto se arrimó bajo la sábana, la abrazó, y empezó a dibujar algo sobre su hombro.
—¿Te importaría dejar de fumar, cariño? Apesta la habitación.
—Cuando se acercaba, su sombra era densa —continuó—. Densa y fría.
La colilla se iluminó un instante, y lanzó una bocanada de humo al techo. Aquella baldosa imperceptible y gris se agitó tres segundos después.
—Cuando me preocupa algo, no me tomas en serio.
—¿Y qué quieres, si te da por hablar de un fantasma a las tres de la madrugada?
—¿Ves? Lo admites.
—Lo odiabas, ¿recuerdas? Entiérralo de una vez y deja de dar vueltas a lo mismo. Aunque solo fuese por una décima parte de lo que os hizo, seguiría siendo lo que era.
—Y ¿qué era?
—Un cabrón.
La rodilla de Marga se precipitó, quizás, en un espasmo reflejo.
—¡Pero qué coño te pasa! —gritó Alberto, encogido.
—¡No pensaba que estabas ahí! Te lo juro… No sé qué me ocurre… Cuando murió el abuelo también me pasó… pero nada parecido…
—¿Por qué no acabas nunca las frases?
Marga sonrió.
—Ya sabes que mi colegio era del Opus y nos metían la religión por embudo.
—¿Y? —Alberto seguía con el ceño fruncido.
—Pues eso. Que, al morir, el cuerpo: caput. Pero el alma no, va al cielo. Cuando el abuelito murió, se convirtió en una especie de ángel omnipresente.
—¿Me estás hablando en serio?
—Creía que podía leerme la mente y ver todo lo que yo hacía. A todas horas.
—Pero ¿cuántos años tenías?
—Seis. Me moría de vergüenza.
Alberto pareció intrigado.
—¿Vergüenza de qué?
—De que el abuelo supiese lo que yo pensaba. Hasta de ir al lavabo.
Alberto soltó una carcajada.
—¡Vergüenza es robar y que te pillen! Como decía mi santa madre. ¡Qué narices! Debería estar prohibido enseñar esas cosas a los niños.
—Alberto…
—Qué.
—Que si quieres, te duermes. Estoy bien.
—Gracias, cariño… Pero por favor, no enciendas más cigarrillos… Y, si no te importa, ¿podrías abrir, solo un poquito, la ventana? —Alberto la besó en los labios, acomodó su almohada, arregló la manta. Y se dio la vuelta.
Después la habitación quedó en silencio al menos veinte minutos.
—Una vez le entró tal ataque de furia que estampó la escultura de bronce sobre el cristal de la mesa. La hizo añicos. La obligó a recogerlo. —Marga agarró el paquete de cigarrillos de la mesilla y lo estrujó en su mano.
Él seguía inmutable, con los párpados cerrados.
—Todo el mundo era feliz hasta que le oíamos entrar en casa. —Se secó los ojos.
Se levantó. Abrió la ventana. Fue al baño. Se sonó los mocos y mojó la cara, varias veces. Después se quedó mirando delante del espejo sin comprender por qué era tan patética y absurda, por qué el dolor parecía tan real.
Se acercó a la cocina y calentó, demasiado, un vaso de leche en el microondas. Lo sacó con un trapo y escogió cuatro galletas secas de la lata azul. Luego fue con todo ello a sentarse al sofá del salón.
Recorrió todos los canales. No daban más que basura. Se preguntó si funcionaría aún el aparato de video que su hermano le había traído de casa de sus padres junto con un casete y otras pertenencias.
La ranura succionó la cinta con un mecanismo lento y ruidoso. Pulsó el play.
Sonrió al verse treinta años atrás, con coletas, estrenando sus primeros patines rosas online.
Patinaba muy bien, pensó, para ser el primer día. Quizás demasiado rápido por aquella pendiente, dijo en alto, cuando advirtió que cogía velocidad.
De pronto la imagen empezó a agitarse como un terremoto y la cámara acabó grabando a ras del suelo cómo un hombre salió disparado y conseguía frenar a tiempo el cataclismo.
Marga lloraba a pleno pulmón abrazada al cuello de su padre.
Congeló la imagen. Bebió la leche fría. Regresó al dormitorio. El póster de la luna, la nube de humo, habían desaparecido. Amanecía. Era demasiado tarde.
Alberto respiraba profundamente.
A través de la pared de pladur entraban voces y risas. Una canción infantil. Aplausos.

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37 comentarios

  1. 1. Fuciños dice:

    Saludos Esperanza
    Escribes muy bien. Los diálogos, muy bien hechos y ese jugueteo con el humo del cigarrillo demuestra habilidad. Te seguiré leyendo para aprender.

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 12:31
  2. 2. guiomar de zahara dice:

    Me ha gustado que las volutas del cigarrillo sean -casi- las protagonistas de la historia.
    Los recuerdos siempre quedan, pero algunos, como el humo deberían desaparecer.
    Por lo demás, como de costumbre, sin ningún defecto aparente.
    Un virtual saludo.

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 14:02
  3. 3. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Muchas gracias, Fuciño, por el halago. Encantada de que me sigas leyendo, pero no sé si aprenderás algo bueno conmigo 🙂

    Muchas gracias por la visita, Guiomar. Reconozco mi adicción a la simbología, lo hago para apoyar el mensaje del texto, aunque a veces pase desapercibido al lector 😉

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 16:24
  4. 4. Luna Paniagua dice:

    Hola. Muy buen relato: diálogos bien llevados, descripciones visuales y una prosa trabajada y cuidada. Y ese halo de misterio… ¡Enhorabuena!
    Un saludo,
    Luna

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 17:39
  5. 5. María Esther dice:

    Hola Esperanza, me ha gustado mucho tu relato surrealista, que muestra luces y sombras de un personaje muy creíble, muy humano.Alguien atado a un pasado sombrío, doloroso pero quizá también lleno de luces.
    El final, acorde con el tono del cuento,está excelente.
    Te felicito, escribes muy bien. Te seguiré leyendo.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 00:13
  6. 6. Osvaldo Vela dice:

    Hola Esperanza Pardo, de nuevo me encuentro con un texto tuyo. solo para ahondar en lo ya dicho tus diálogos son impecables y las volutas de humo me cautivaron de inmediato.

    Hay personajes, allegados a nosotros, cuya intensidad no muere ncon su cuerpo y sigue viviendo dentro de nuestros recuerdos como si todavía pudieras recibir de el una reprendida.

    Por lo general estos personajes son nocturnos y se apoderan de la mente noctivaga que poseemos. aunque difícil de creer muchas veces, al escribir, mi padre y mi abuelo son parte de mi inspiración.

    El plasmar con la tinta del recuerdo sus cualidades o defectos libera a mi alma de sufrir la presencia que temía de niño.

    Mira que tu trabajo es bastante profundo y muchas veces imposible que otros lo entiendan.

    te felicito y en horabuena.

    saludos.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 02:20
  7. 7. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola otra vez, Luna Paniagua.
    Quería decirte que me ha encantado coincidir contigo de vecina porque además de haber disfrutado leyendo un buen relato, he aprendido dos cosas en un mismo guion. Ya no hay vuelta atrás, grabado queda. Muchas gracias.

    María Esther,
    Me alegran enormemente tus palabras porque coinciden con lo que deseaba transmitir. Muchas gracias por leerme.

    Osvaldo Vela,
    Qué decir de tus maravillosos comentarios, son pura poesía: “estos personajes son nocturnos y se apoderan de la mente noctívaga que poseemos” ó “El plasmar con la tinta del recuerdo sus cualidades o defectos libera a mi alma de sufrir la presencia que temía de niño”. El mundo de los sentimientos es un universo multicolor y sombrío, pero no existen las sombras sin luz.

    Un abrazo

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 09:24
  8. 8. Conrad Crad dice:

    Hola, R.J.Esperanza Pardo.
    Tu texto está muy bien escrito y ambientado. Has creado un escenario magnífico donde envolver el dolor que atormenta a Marga. Es increíble todas las cosas que apuntas, como breves pinceladas en este corsé de 750 palabras. Me dejas con ganas de conocer más a Marga, de ahondar en el poso de su dolor. ¡Felicidades!

    En cuanto a la forma , algunas cosas a mi parecer mejorables, pero tan solo eso, a mi parecer.

    El humo del cigarrillo se quedaba, por alguna razón, suspendido a media altura en el dormitorio en semipenumbra, extendiéndose poco a poco en una fina nube Cambiaria “en el dormitorio en semipenumbra” por “en la semipenumbra del dormitorio” y “extendiéndose” por “y se extendía”.

    “…parecía un póster, vivo, con la luna recién barnizada en cuarto menguante”. Eliminaría la coma entre poster y vivo. “Parecía un poster vivo, con la luna…”

    “Alberto la besó en los labios, acomodó su almohada, arregló la manta. Y se dio la vuelta” por “Alberto la besó en los labios. Acomodó su almohada, arregló la manta y se dio la vuelta.”

    “—Una vez le entró tal ataque de furia que estampó la escultura de bronce sobre el cristal de la mesa. La hizo añicos. La obligó a recogerlo —Marga agarró el paquete de cigarrillos de la mesilla y lo estrujó en su mano.” No me queda claro a quién obligó a recoger los cristales.

    Este mes no participo. Mea culpa. Escribí “todo el mundo parecía feliz” en lugar de “todo el mundo era feliz” y por lo tanto no cumplí con el reto. Es lo que tiene ser un poco despistado…. Si te apetece puedes leer mi relato, con el título “El viaje de un geranio en una lata” en la siguiente dirección: megustaescribir.com/autor/44556/conrad-crad. Me encantaría que saber tu opinión. Nos seguimos leyendo

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 11:39
  9. 9. Laura dice:

    Hola R.J. Esperanza Pardo.
    No tengo màs que aplaudirte, y aprender.
    Tienes una gran capacidad para crear historias. Te felicito.
    Mis saludos.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 12:36
  10. 10. IreneR dice:

    Buenas, R.J. Esperanza Pardo.

    Por una parte tu relato me ha parecido soberbio. Me parece que está muy bien escrito y la naturalidad con la que escribes los diálogos es sorprendente.
    Por otra parte, tuve que leerlo un par de veces para poder entender la escena entre Marga y Alberto, y aún así creo que no llegué a captarlo del todo… Pero puede haber sido cosa mía.

    Me ha gustado leerte. Nos leemos.

    Un saludo.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 16:32
  11. 11. Luna Paniagua dice:

    También ha sido un placer por mi parte, te buscaré el mes que viene 😉

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 20:11
  12. 12. Luigi Callieri dice:

    Magnífico trabajo. Es un disfrute la lectura. Para un taller como este viene a ser una clase magistral de construcción de personajes, ritmo, trama, punto,de vista .
    En resumen, gracias maestra. Quedé muy a gusto

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 23:00
  13. 13. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola, Conrad Crad,
    Muchas gracias por entrar! Se agradecen de verdad las sugerencias. Algunas cosas que me dices me las planteé también. La coma que asfixia ese “vivo” es ortopédica, te doy toda la razón, es fea y anti-todo pero al menos llama la atención del pobre vivo. ¿Quién recogió los cristales? Habrá que preguntar a Marga, podría ser su madre por ese “la” que queda ahí tipo residuo (no te creas que me convence, quien mucho abarca poco aprieta). El orden de las mantas me gusta mucho tal como sugieres. El gerundio… bueno, tengo debilidad por los gerundios desde que leí cuatro libros seguidos de Ginés Sánchez (gracias a un altruista colega que no anda muy lejos de aquí).
    Me pasaré por tu texto en cuanto pueda.
    Gracias otra vez

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 15:32
  14. 14. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola, IreneR.

    Te agradezco la visita y tu opinión sincera. Falta guiar mejor al lector sobre quién habla en una de las primeras intervenciones de Marga, que habla dos veces seguidas separadas por un párrafo del narrador, creo que quedaría más claro si hubiera añadido su nombre a la acotación, y donde pone “-continuó-” haber puesto: “-continuó Marga-“. La verdad es que no hay mucho que rascar en el argumento de la escena: la prota tiene una lucha interna intentando dilucidar sentimientos encontrados ante la reciente muerte de su padre, al que puede que no odiara tanto como ella creía, pero cuando se da cuenta es demasiado tarde, de ahí la insistencia por mi parte en intentar ralentizar el paso del tiempo.

    Un saludo

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 15:41
  15. 15. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Luigi Callieri,

    Es un honor recibir un halago de ti. Me pasaré a desgranar tu relato. Un saludo, maestro

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 15:43
  16. 16. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola, Laura

    ¡Si no te veía! Mil gracias por la visita. Yo también aprendo de ti, pones pasión en todo lo que escribes.

    Un saludo

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 15:49
  17. 17. isan dice:

    Hola R.J.Esperanza:

    Terminas con aplausos y yo empiezo con ellos porque tu relato me ha gustado un montón. Un comienzo magnífico. Los dos primeros párrafos dibujan perfectamente un ambiente melancólico. Para mí estéricamente impecables. Pero no queda ahí. La escena de la cama, la del sofá, los recuerdos, el amanecer, el detalle del poster al principio y al final, y la pareja en su papel (esta me ha encantado y me ha hecho sonreír) y como no, el humo del cigarrillo que todos los comentaristas han resaltado. Todo, todo, perfecto. Me han sorprendido todos los detalles. Los miedos que te metían, no solo dos del Opus, y ese ojo de Gran Hermano que siempre estaba al acecho culpabilizándote. Un relato que trasmite melancolía y mucho más. Esos momentos tristones por los que algún día pasas.

    Está tan bien contado que parece fácil escribirlo. Y esto es un alago. Me ha dejado un buen sabor que, me temo, no voy a poder repetir de esa manera con los relatos que tengo por delante.

    Felicidades.

    Un abrazo.

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 19:14
  18. 18. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Isan, tú acabas con abrazo y yo empiezo con él XDXDXD Al final me lo voy a creer! Pero yo veo mejorables, siempre los veo. No sé si el mes próximo estaré aquí, estoy pensando en meterme los meses pares o de vez en cuando porque me he apuntado a unas charlas literarias informales y el taller absorbe todo, por qué será.
    Bueno, pues voy a ver si consigo ponerme al día con los comentarios. Un abrazo y ha sido un placer volver a compartir este espacio con todos y todas.

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 11:05
  19. 19. Arnool dice:

    Uno de esos relatos que te atrapan nada más comenzar. Personajes bien construidos sobre un ambiente perfecto para el argumento que desarrollas.

    Los pequeños defectos de forma ya han sido apuntados en otros comentarios por lo que no insistiré en ellos.

    Si este blog tuviera la opción de “favoritos” o “seguir” ya te tendría marcada.

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 09:31
  20. 20. Karian V dice:

    Saludos Esperanza:
    Entré a tu relato porque me impresionaron tus sabios comentarios a otros compañeros. Te admiro! Gracias por existir!
    Luego leo el tuyo y …es una lección por si sola.Me encantó.
    A mi me pareció una evocación de abuso sexual con todos los sentimientos de culpa que traen, entre mas cercano es el que la hace. La contracción de la pierna es la que me da la clave para mi percepción. Vuelvo a felicitarte y te deseo mucho éxito.

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 15:42
  21. 21. Vespasiano dice:

    Hola Esperanza:
    Gracias por pasarte por mi relato y dejar tus anotaciones constructivas, siempre bien recibidas por mi parte.

    A partir de ahora iré pasando poco a poco, conforme el tiempo que disponga, por los relatos de los compañeros que me han visitado.

    Ahora comentaré tu relato con el mayor respeto, intentando, como no podía ser de otra manera, dejar mi impresión de lo que he leído.
    De tu historia, además de los diálogos, destacaría sobre todo, la descripción tan acertada y pormenorizada del estado de ansiedad de la protagonista, con aquellos intentos de evadirse de lo que le preocupa hasta el punto de no dejar dormir ni a ella ni a su marido.

    Sin embargo, y no sé si es un atasco mental mío; al intervenir, virtualmente, el padre y el abuelo en la trama, hay situaciones que cuenta la mujer que, a mi entender, no están muy bien determinadas en el tiempo que ocurrieron. Por eso no me quedó claro cuál de los dos es el que arrojó la estatua contra el cristal de la mesa. Además de que tampoco sé quién recogió los cristales. ¿La abuela? Si se refiere al abuelo. ¿ O la madre? Si se refiere al padre.

    Intentaré explicar “mi empanada mental” lo mejor que pueda:

    «A veces “siento” como si él estuviera aquí, a pocos metros, intentando comunicarse conmigo»
    Después dices: «Cuando se acercaba, su sombra era densa. Densa y fría.”
    Creo que aquí sería mejor decir: «Cuando se acerca, su sombra es densa. Densa y fría».
    Porque creo que ha sido la presencia del padre en la habitación (lo digo por la frase: «Aquella baldosa imperceptible y gris se agitó tres segundos después»),lo que ha originado ese cuadro de desasosiego en la protagonista.

    Pero si te refieres al abuelo que hace tiempo falleció, y por tanto aquella presencia desagradable ya está superada, entonces sería: «A veces “sentía” como si él estuviera aquí, a pocos metros, intentando comunicarse conmigo»
    Entonces si me cuadraría decir: «Cuando se acercaba, su sombra era densa. Densa y fría».

    Bueno, resumiendo, tu historia la he encontrado muy bien escrita y me ha gustado.
    El final con las risas, las canciones de los niños y los aplausos simbolizan el final de la pesadilla, por lo menos para ese día.

    Felicidades. Seguiremos leyéndonos.

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 20:30
  22. 22. Paola Panzieri dice:

    Hola Esperanza

    Un relato estupendo, lo tiene todo, emociones, olores, sabores y dudas, muchas dudas que son las que hacen de la protagonista un ser de carne y hueso.

    Me ha encantado

    Un abrazo

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 10:15
  23. 23. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola, Vespassiano:

    Gracias por la lectura. Te agradezco de veras lo de definir mejor el tiempo de las intervenciones virtuales del padre y del abuelo.

    Intento aclarar la duda sobre si debería estar o no en tiempo presente la intervención de Marga: “Cuando se acercaba, su sombra era…”. El punto de vista narrativo pertenece a la protagonista, Marga. Yo, como autora, soy quien dosifico la información para intentar crear tensión narrativa. Pues bien, en su primera intervención, Marga dice sentir “COMO SI (condicional) él ESTUVIERA (pretérito imperfecto subjuntivo) aquí” (ojo, el lector no se figura a quién se refiere Marga con ese pronombre masculino, es una incógnita). En su siguiente intervención, después de que Alberto se arrimara a ella e interviniera con otro diálogo, ella vuelve a hablar, pero tiene que hablar a la fuerza en tiempo pasado porque es algo que sentía cuando “él” en el pasado se acercaba. Una cosa es sentir algo que está ocurriendo en el presente, y otra, es recordar algo que sentía cuando sucedía en el pasado, más cuando alguien ya no está ni estará más (el lector se estará preguntando de quién habla Marga en un pasado tan “absoluto”). Entonces Alberto le recrimina que siga dando vueltas al “fantasma”, que lo entierre (ahora, el lector debería haberse enterado de que ese pronombre “él” del comienzo es un muerto y que su recuerdo es quien está atormentando a Marga; no obstante, el lector sigue sin saber qué relación, de parentesto o no, tenía con ese “él”). Luego llega el incidente del rodillazo y Marga dice a Alberto: “CUANDO MURIÓ EL ABUELO también me pasó… PERO NADA PARECIDO…”, repite después: “CUANDO EL ABUELITO (diminutivo cariñoso) murió…” (aclara que tenía SEIS AÑOS). Por lo que se deduce que ese “él” que le atormenta no es “el abuelito”. Entonces Alberto se duerme y se queda la habitación en silencio más de veinte minutos. Pero ese “él” “fantasma” sigue ahí, atormentándola, y mediante un monólogo recuerda una escena pasada “tormentosa” (la escultura contra el cristal, y coincido contigo y con otro compañero que el lector ya tiene bastante con ese “él” misterioso como para añadir otro “la” (que es quien fue obligada a recoger los añicos de cristal), pero éste es un monólogo de Marga (podría ser su madre, tópico, pero si lo sustituyo por un “me” soluciono el problema.
    Bueno, pues sigo con mi esquema de la búsqueda de ese “él”, y no es hasta que Marga pone el vídeo que le había traído su hermano de casa de sus padres, y congela la imagen de ella misma abrazada a su padre, cuando el lector puede tener consciencia de que ese “él” inicial que la atormentaba era su padre.

    Espero haber conseguido aclarar tus dudas. Al menos a mí me ha servido para analizar si hay un problema. Que no lo tengo claro, quizás con su lectura dentro de un tiempo pueda ver si lo hay con más objetividad.
    Un abrazo.

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 11:30
  24. 24. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Arnool, gracias por tus palabras.

    Karian V, me has hecho reír con tu comentario, no pensé en abusos, más bien en darle un toquecito un poco “maqui” a la escena, una interpretación muy imaginativa…

    Paola, gracias por pasarte, te diré que había leído ya tu relato “con dos tacones” jjj, está genial. Un abrazo.

    A todos: intentaré pasarme, tarde o temprano, pero con tanto rollo que meto, voy a paso tortuga.

    Un abrazo a todos

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 11:56
  25. 25. Fortunata dice:

    Hola

    Muy bueno, con detalles maravillosos como la ventana como poster, el humo, los diálogos…

    Interpreto que había un padre maltratador al que al pesar de todo ella quería (las cosas no siempre son blancas o negras). Te felicito por el manejo de las emociones, realmente nos haces sentir a esa mujer como un ser de carne y hueso.

    Muy bien escrito y con algunas frases memorables. La única pega que pongo es la confusión que se puede generar en algún momento entre padre y abuelo.

    Yo estoy por el 84, nos leemos

    Saludos!

    Escrito el 24 octubre 2018 a las 13:26
  26. 26. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola, Fortunata: Gracias por pasarte. Me alegro de que te haya gustado. Tomo nota de lo que me dices tú también sobre los dos personajes, ya me está costando verlo, y eso que suelo dar más valor a los consejos que me da la minoría. Saludos.

    Escrito el 24 octubre 2018 a las 18:05
  27. 27. Charola dice:

    Hola, Esperanza.
    Un relato profundo, bien escrito, pero que he tenido que leerlo tres veces para entenderlo; sin embargo, tiene muy buenas escenas.
    Te felicito.
    Un abrazo.

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 01:56
  28. 28. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola, Charola
    Gracias por la visita. Comentario escueto pero, como decimos por aquí “la buena esencia, en frasco pequeño”. No puedo estar más de acuerdo contigo, no es un texto nada fácil y no había caído en ello. Quizás sea mi redacción, pero tampoco es fácil mostrar algo que la protagonista no consigue entender. Todos vuestros comentarios son enriquecedores.
    Un abrazo

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 09:00
  29. 29. R.J. Esperanza Pardo dice:

    CONRAD CRAD,

    “Me toca” leer tu texto, ¿dónde te envío mi comentario? En la página que apuntas hay que registrarse…

    Un abrazo

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 09:02
  30. 30. Conrad Crad dice:

    Hola R.J.Esperanza Pardo

    Este es mi correo electrónico: conradmezcua@gmail.com
    Otro abrazo para tí

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 10:07
  31. 32. R.J. Esperanza Pardo dice:

    jajajaja Pero aún no he encendido el horno!! Yo también voy a querer copia de tu comentario a Conrad, Luiggi! (mira ahí te he encerrado en un vocativo) 😉

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 10:59
  32. 33. Luigi Callieri dice:

    Puñeteros vocativos Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? aquí sí que no tengo problemas, rediós.
    Al final va a resultar que Conrad tendrá que administrar comentarios “off side” 😉
    Creo que por algún lugar de de “Relatos Exclusivos” anda tu dirección de email. Si Conrad no tiene inconvenientes te paso mi comentario (un primer comentario, da para más el entretenimiento).
    Un abrazo a los dos

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 17:07
  33. 34. Luigi Callieri dice:

    Puñeteros vocativos Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? aquí sí que no tengo problemas, rediós.
    Al final va a resultar que Conrad tendrá que administrar comentarios “off side”
    Creo que por algún lugar de de “Relatos Exclusivos” anda tu dirección de email. Si Conrad no tiene inconvenientes te paso mi comentario (un primer comentario, da para más el entretenimiento).
    Un abrazo a los dos

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 17:09
  34. 35. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Luiggi, no me mandes aún que no quiero dejarme influir. Tengo los dos correos, así que mañana lo acabo y si a nuestro compañero Conrad no le importa os lo envío a ambos.
    Abrazo.

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 20:42
  35. 36. Conrad Crad dice:

    No me importa. Lo prefiero así
    Abrazos

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 21:18
  36. 37. Osvaldo Vela dice:

    Hola Esperanza.

    De nuevo vuelvo a tus Letras para agradecer tu visita y dar respuesta a una incógnita que marcaste en el comentario. En tu aportación al texto aclaras que a quien no le gustaría dejarse llevar por la imaginación para cruzar a una realidad en otra dimensión.

    Fue, por cierto, el mismo tipo de apreciación que yo tuve cuando invente el color rosa elegante. Con ese calificativo, yo quería otorgarle la debida importancia al maletín. La importancia, que tenía en la trama, requería de la atención de los lectores. Y dio resultado pues de ese maletín y el roce de las manos otorgó la primera visión. La trama, al momento, hizo explosión en el escrito y conto la historia.

    Gracias por tus recomendaciones. Ya las tomé en cuenta.

    Escrito el 26 octubre 2018 a las 18:18

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