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La luz de las velas - por Esteban LR

Yo pensaba que todo el mundo era feliz hasta que mi madre me envió a buscar velas a casa de su hermana. Mi tía hacía velas con la cera que extraía de sus colmenas y mi madre, siempre a fin de mes, me mandaba para que le trajera cinco.
-Una para cada muerto de la casa. Hay que alumbrarles el camino -me decía con esa voz que lo convertía todo en paisaje diáfano e infinito, un espacio que podías recorrer hasta con los ojos cerrados.
En aquella ruta mis pensamientos deambulaban sobre cómo se podía ayudar a alguien encendiendo una vela. Aunque a veces me asaltaban dudas, la confianza en mi madre era inquebrantable, ella siempre se encargó de que a mi alrededor hasta las flores marchitas tuvieran un aspecto hermoso. Los problemas no existían.
Cuando doblé la esquina hacia la calle donde vivía mi tía, me sorprendió ver por fuera de la puerta de su casa un cuerpo estirado en el suelo. Era temprano, la noche anterior hubo fiesta por el pueblo y “los borrachitos”, así los llamaba mi madre, muchas veces no encontraban su cama y se dormían en cualquier lado. Al llegar a su altura, me puse de puntillas, no lo miré. Temía que me sintiera o que abriera los ojos y me culpara de su desvelo. Me aproximé hasta el timbre estirando con fuerza mis músculos y articulaciones y tan solo rocé el interruptor para evitar despertarlo.
La espera, de apenas unos segundos, se hizo larga y cuando mi tía abrió la puerta se fijó en aquel señor tumbado en la acera. Un estrépito, intentando hacerse palabra, recorrió toda la calle. Fue tan fuerte que tuve la impresión de ver como las fachadas de las casas se giraban levemente hacia nosotros con un ademán preocupado.
-¡Hijo! -repetía. Perdí la cuenta de las veces que lo chilló al tiempo que algo por dentro de mí se rompía.
El hombre no se movió. Ella se abalanzó, lo puso sobre su regazo y gritó cada vez más alto. Los vecinos salieron de sus moradas y nos rodearon. Una de aquellas personas la arrancó del cuerpo inerte y entró con mi tía hacia la oscuridad del hogar. Por un momento me quedé mirando el rostro de aquel cuerpo que yacía con un agujero en la frente y un gesto desencajado. Una cara sin fuerza y sin nadie por dentro que sintiera rubor por semejante mueca.
Entré en la casa y aquella mujer tan cercana se había convertido en una desconocida. Retorcida en una silla se transformaba en charco, en un quejido continuado, en un temblor que poco a poco lo movía todo. Detrás de ella colgaba un retrato que siempre me había llamado la atención y caí en que ese era el muchacho que estaba tirado en la acera. Un gran misterio había en torno a esa persona. Cada vez que pregunté por él, solo llegaron a decirme que era mi primo y que hacía tiempo se había marchado. No ocupaba mucho tiempo en mis pensamientos, pero cuando lo hacía, lo imaginaba viviendo aventuras en lugares lejanos.
La casa se convirtió rápido en un bullir de gente, las serpenteé y me dirigí a donde mi tía guardaba las velas. Las cogí y dejé el dinero sobre la mesa en la que acostumbraba a hacerlo. Salí de allí sin decir nada. En la calle esquivé ya el bulto de mi primo tapado con una manta y el camino se me antojó más ruinoso.
LLegué a mi casa y me acerqué hasta la cocina. Mi madre se alteró al ver mi cara, yo no pude reprimir el llanto. Un torrente de sensaciones desconocidas se precipitó por todos los rincones entre mi pecho y la espalda. La transparencia con la que hasta ahora lo había visto todo se enturbió como si un desprendimiento de piedras y polvo lo arrasara todo. En ese momento tuve la certeza de que mi madre no trataba de iluminar caminos con aquellas velas sino que intentaba iluminar el vacío inmenso que le quedaba tras cataclismos como el que me debastaba. El desconsuelo de mi tía fue un lenguaje claro que dictaminó que siempre necesitaría luz para la oscuridad.
Mi madre trató de protegerme en su abrazo, yo dejé que lo intentara al tiempo que de mi mano se resbalaban las seis velas que había traído de la casa de su hermana.

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7 comentarios

  1. 1. De vuelto dice:

    Hola Esteban.
    Hay construcciones que me agradan bastante, como cuando la tía se transformaba en charco, y otras que hallo menos afortunadas como el desprendimiento de piedras y polvo. La historia me interesa, aunque encuentro extraño que narre la búsqueda de las velas como algo frecuente y como algo novedoso al mismo tiempo. No sé si me explico. Por último, la emoción del niño me parece un poco repentina, por lo que una progresión la podría hacer más esperada.

    Mi texto es el #83

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 09:37
  2. Hola Esteban,
    Comento el texto que ofreces al taller, según el compromiso de los tres siguientes al propio.
    Coincido con la,apreciación que hace “De vuelto” .
    Mi aportación va en el sentido de sugerirte que tal vez merezca la pena darle un par de vueltas al texto, planteando el punto de vista desde donde se hace la voz narrativa. Como autor recurres a un personaje-narrador en primera persona hablando en pasado. El lector casi siempre agradece que lo coloques en una posición para ver el,espectáculo. Es como un circo. Puede ser el mayor espectáculo del mundo, pero,si te toca en la,última,fila,detrás de un palo gordo y en lateral, se puede transformar en la mayor tortura del mundo.
    La elección del punto de vista, puede ser decisiva para que el lector no,te abandone. ¿Desde dónde se cuenta eso que cuenta el narrador, por ejemplo? ¿Importa más el ambiente, la acción, aquel,personaje?
    Hay muchas historias en tu texto y puede ser una buena elección, pero,en ese caso falta saber desde dónde está contando todas esas historias ese personaje. ¿Es una declaración a la,policía? ¿Es un testamento.?… etc
    En resumen, gracias por la oportunidad de leer y comentar este trabajo,que sobre todo denota un gran esfuerzo por tu parte.
    Un saludo y nos seguimos leyendo

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 10:08
  3. 3. María Esther dice:

    Hola Esteban, he leído sin dificultad tu extraño relato, que me pareció interesante.Es una historia trágica, de la que se sabe muy poco.Todos los personajes son misteriosos, menos el niño, que es la voz del narrador.
    Me gustó ese silencio de los otros personajes, que parecen sombras.
    Está bien mostrado, el grito de la tía,cuando ve al hijo muerto.
    Sigue escribiendo, estoy en el 15, con gusto te recibiré

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 04:17
  4. 4. Héctor dice:

    En lo personal me ha gustado, me mantuvo, la descripción me permitió visualizar las escenas. Sigue escribiendo y yo te sigo leyendo. Literauta 46.

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 05:54
  5. 5. María Jesús dice:

    Hola Esteban: Fantástico relato en el que describes una escena oscura perfectamente ambientada. Me ha gustado mucho la construcción de las frases, el ritmo y el regusto amargo que te deja. Has hecho un trabajo excelente. Sublime el final, cuando descubres que el chico cogió seis velas en lugar de las cinco que su madre le ordenó.
    Saludos desde el 67.

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 12:42
  6. 6. EstebanLR dice:

    Muchas gracias por los comentarios y las correcciones. Sin duda cogeré algunas de las recomendaciones para mejorar el texto. Saludos.

    Escrito el 29 octubre 2018 a las 17:14
  7. 7. Vir-yiz dice:

    Hola, gracias por tu comentario. Me ha gustado leer el tuyo por que he podido ver toda la escena en mi cabeza fácilmente. Un saludo! Nos leemos!

    Escrito el 29 octubre 2018 a las 23:36

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