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El boleto - por Nikaleia

Todo el mundo era feliz hasta que la tía Antonia se presentó en el pueblo. Con paso decidido se dirigió a la casa situada frente al ayuntamiento. Dejó el dedo pulsado en el timbre hasta que su sobrino Carmelo, irritado, abrió la puerta.
─Quiero mi parte ─expuso con firmeza Antonia.
─¿Qué? ─Carmelo no entendía─ ¿Tú parte de qué?
─El boleto ─explicó Antonia. Y como su sobrino parecía no entender, remarcó cada sílaba─. El bo-le-to. ¡El boleto de lotería, Carmelo! ─gritó impaciente─ ¿Te estás haciendo el tonto?
─No viniste al entierro del abuelo ─respondió afligido Carmelo─. El abuelo Fermín falleció, y tú ¡no viniste al entierro! –repitió perturbado.
─No vengo al pueblo porque todos me odian. El abuelo Fermín también me odiaba.
─¡¿El abuelo?! ─Carmelo gritó desquiciado, incrédulo ante semejante excusa. Un corrillo de vecinos se había formado a su alrededor, observando curiosos. Carmelo respiró profundamente para recobrar la calma, pero su tía se lo impidió: dándole un codazo en las costillas le apartó hacia un lado, y se adentró en la casa.
Agustín, el alcalde, que había presenciado la escena desde la terraza del ayuntamiento, bajó corriendo las escaleras y cruzó la calle.
─Dice que quiere su parte ─le dijo Carmelo─. La muy hija de puta no vino al entierro y ahora quiere su parte… ¡Que quiere su parte! ─repetía entre quejidos.
Agustín tranquilizó a Carmelo y entraron a la casa. Encontraron a la tía Antonia apoltronada en un sillón, con el bolso encima de sus piernas. El corrillo de vecinos se agolpó en las ventanas.
─Mire, Antonia ─inició con voz serena Agustín─. Fue una casualidad, y una bendición que, con el inesperado fallecimiento de su abuelo, llegara a nuestras manos ese boleto premiado. Dada la precaria economía de su sobrino, los vecinos nos volcamos en ayudarle y compramos un féretro barato, de segunda mano… Y ahí se presentó nuestra suerte: en el interior, entre papeles sucios, estaba el boleto. Repartimos el premio, y con la parte de su abuelo, colmamos el cementerio de flores.
─Si te hubieras dignado a venir a su entierro, tal vez podrías haber tenido tú una parte ─dijo con satisfacción Carmelo.
─Reconozca, Antonia ─continuó el alcalde─, que es un tanto mezquino no asistir al entierro de su abuelo y dos meses después, aparecer para reclamar un dinerito.
─Además, que nos lo hemos gastado ya ─apuntilló Carmelo con sonrisa triunfadora─. No queda nada. Ni un céntimo.
─El boleto… ¡era mío! ─espetó Antonia, que no soportaba más a su sobrino─. Yo lo guardé, dobladito, en el pantalón de traje del abuelo. ¿No fue ahí donde lo encontrasteis? ¿Eh?
─Qué tonterías dices… ─Carmelo se echaba las manos a la cabeza y reía, su tía estaba perdiendo el juicio.
─No quería compartirlo contigo ─continuó Antonia─. Y él nunca se ponía ese pantalón. Sabes bien que lo guardaba para “ocasiones especiales”. ¡Quién iba a imaginar que la próxima ocasión sería su entierro!
Carmelo, desconcertado, al ver el semblante pálido del alcalde, se percató de que su tía estaba diciendo la verdad y preguntó a Agustín con la mirada.
Agustín asintió: ─Lo encontré en su pantalón mientras lo ataviaba para el velatorio.
─Qué poca vergüenza… ¡descarado! ─le escupió Antonia.
─Podía habértelo dado, lo sé… Y también podía habérmelo quedado… ─se justificaba Agustín─, pero todos habíamos colaborado con el féretro y…
─¡Aprovechado! ─seguía Antonia.
─¡Cállate! ─le ordenó Carmelo─. Agustín hizo lo correcto. El abuelo estaría de acuerdo.
─¡Pues claro! Ese miserable se hubiera llevado el boleto bajo tierra con tal de fastidiarme… ─Y sin esperarlo, Antonia se levantó y los apuntó fríamente con una pistola que sacó de su bolso.
Aterrorizados, retrocedieron varios pasos. Se escucharon gritos fuera de la casa.
─Ja, ¡imbéciles! ¿Me dais mi parte ahora? ─Antonia sujetaba firme la pistola.
─Tranquilízate, tía… ─Carmelo se acercó despacio. De repente, un vecino irrumpió por el pasillo.
─Don Agustín…Tengo el dinero.
Antonia se giró al escucharlo, Carmelo se abalanzó sobre ella y le quitó la pistola.
─Hemos recolectado su parte ─continuó el vecino, dándole un fajo de billetes a Agustín.
Carmelo soltó despacio a Antonia. Esta, desconfiada, se acercó a Agustín y de un manotazo le quitó el fajo. Con exagerada lentitud contó varias veces los billetes. Los guardó en su bolso y salió rápidamente por la puerta.
El corrillo de vecinos se abrió dejándola pasar. La observaron en silencio hasta que desapareció por la misma calle por donde había venido. Se escucharon largos suspiros de alivio, e incluso algunos vecinos, liberaron su tensión con aplausos.

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7 comentarios

  1. 1. Bea dice:

    Hola Nikaleia:

    He de decirte que tu texto me ha gustado mucho, no he podido parar de leer desde la primera palabra a la última.
    No le he encontrado pega algún y además me ha parecido tremendamente inteligente la forma de culplir con el reto. No puedo sino felicitarte por tu trabajo porque como te digo me ha parecido magnífico.

    Si te apeteciera pasarte soy tu vecina de abajo.

    ¡Felicidades, nos leemos!

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 16:03
  2. 2. Luna Paniagua dice:

    Hola, Nikaleia. Un relato que engancha desde el principio, dinámico y bien escrito.
    Saludos,
    Luna

    Escrito el 17 octubre 2018 a las 18:08
  3. 3. M.L.Plaza dice:

    Hola Nikalela.
    Has escrito muy bien un relato interesantísimo, que se lee de un tirón para saber si al final hay algún muerto a tiros.
    Me he perdido un poco con las relaciones familiares: Antonia es tía de Carmelo y, entiendo que hija del muerto, pero siempre habla del abuelo. Creo que debería hablar de su padre y también el alcalde,que la debe de conocer de toda la vida.
    Y luego Antonia dice que no viene al pueblo porque la odian, pero estaba ahí cuando metió el boleto en el pantalón. Si era suyo, ¿por qué no lo cobró directamente, y montó toda esa historia?
    No sé son pequeñas cosillas que no me acaban de encajar, pero es una opinión meramente personal.
    La historia es estupenda. El alcalde acilando al muerto, la tía Antonia apuntando con una pistola y todo el pueblo mirando por la ventana. Luego se pone a contar los billetes, se da media media vuelta y adiós muy buenas.
    Me ha encantado leerte.
    Saludos

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 00:02
  4. 4. Galia dice:

    Buenas noches Nikaleia: me encantó tu relato,es muy ágil y hasta por momentos, parece una comedia de enredos.
    Si quieres pasar por el mío, estoy en el 76.
    Saludos.
    Galia

    Escrito el 21 octubre 2018 a las 00:10
  5. 5. Ofelia Gómez dice:

    Hola Nikaleia

    He disfrutado verdaderamente con tu relato. Una vez que comencé a leerlo seguí hasta el final. Y qué carácter el de esa tía Antonia. Aunque he de reconocer que siendo la dueña del boleto no podía menos que reclamar una parte.

    Luego he vuelto a leer la historia porque no me quedaba muy en claro cómo es el tema del abuelo. Si Antonia es la tía de Carmelo, ¿qué es él del abuelo?

    Muy buena la forma que describes los movimientos de los protagonistas y también del corrillo de vecinos. Hay mucha actividad de todos, me ha parecido verlos. Como si fuera un sainete.

    Felicidades.

    Saludos.

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 05:26
  6. 6. María Esther dice:

    Hola Nikaleia,está muy original tu cuento,con esa historia del billete premiado.Los personajes se muestran muy activos, tanto familiares como vecinos.Se destaca el carácter de la tía,persona fría e interesada solo en el dinero.Cumples con la consigna y con el reto.
    Felicitaciones, nos seguimos leyendo.
    Saludos ,estoy en el lugar 15.

    Escrito el 23 octubre 2018 a las 19:30
  7. 7. Nikaleia dice:

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

    La tía Antonia es un@ de l@s hij@s del “abuelo”, y el sobrino de Antonia su nieto. He usado la palabra “abuelo” como una forma cariñosa de recordar al “mayor” de la familia. Pero es cierto que no deja clara la relación entre ellos, sobre todo cuando el alcalde habla a la tía de “su abuelo”, sería menos confuso haber dicho “del abuelo”. ¡Gracias por el apunte!

    @M.L.Plaza, el detalle de cuando metió el boleto en el pantalón es algo que se me quedó pendiente de resolver: cuándo fue al pueblo para esconderlo, por qué no lo cobró antes… Tengo que darle una vuelta para resolverlo… Gracias.

    Saludos, nos seguimos leyendo!

    Escrito el 26 octubre 2018 a las 21:10

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