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Ojalá mañana amanezca - por John Doe

Esta mañana me levantaron antes que amaneciera, aún estaba oscuro. Me llevaron a los baños donde por primera vez en el año, pude ducharme con agua caliente, es algo que agradece el cuerpo, habituado a un colchón duro y una ducha fría con manguera. Luego me llevaron a parte de los otros para que tomara el desayuno: tocino, huevos, café, tostadas con mantequilla y mermelada de frambuesa, jugo de naranja. No está mal. Algo diferente al engrudo proteico y el pan viejo que nos dan todos los días. Cada año por esta época es lo mismo, a veces pienso que es mi cumpleaños, pero en vez de torta y velas de colores, recibo algunas tiras de tocino y un desayuno decente, como el que me hacía mamá. Recuerdo que ella también solía prepararme tocino al desayuno, lo colocaba en el plato de manera que pareciera una carita sonriente.

De regreso en mi celda, aproveché la mañana para leer el libro que estaba por terminar. Luego para descansar un poco, me dedique a finalizar el dibujo que estaba haciendo de mi esposa, o lo que recuerdo de ella. Su imagen se ha ido borrando con los años, pero aún puedo recordar la forma de sus ojos, su fina nariz, sus pequeñas pecas. Ojala haya muerto en un bombardeo, de tajo, sin dolor, en estos tiempos eso sería una buena manera de morir y no como yo, languideciendo recluido en un campo de concentración o en una prisión del régimen. Viviamos en un pequeño apartamento, que compramos con nuestros ahorros. Ella estaba embarazada. Eramos muy felices. Todo el mundo era feliz hasta que ellos llegaron.

Después del almuerzo nos sacaron al patio. Yo me sente en las gradas a fumar un cigarrillo con Billy mientras observábamos el cielo gris que se levantaba más allá de los muros de la prisión. Fumamos en silencio, sin hablar, como si todo estuviera dicho. Las despedidas son amargas, así que las dejamos para después. Le pedí a los guardias que me dejaran ir un momento a la capilla en ruinas, aún mantengo las viejas costumbres, me miraron con incredulidad, pero permitieron que fuera. Me hinque frente a la cruz a la que le faltaba un brazo y medio rostro y rece como lo hacía de pequeño, como me había enseñado mi padre, implorando el mismo deseo de cada año frente a aquel rostro partido por la mitad.

En el patio aguardaban otros desgraciados. Algunos rostros conocidos. Pero la mayoría eran muchachos, novatos que temblaban con el gélido viento que bajaba de las montañas y se colaba por los orificios de nuestros raídos capotes. Nos encadenaron uno al otro y luego nos subieron a un destartalado camión. Todos teníamos el rostro contraído y cada uno parecía abstraído en sus propios pensamientos. Los veteranos, nos dedicamos a observar la estela oscura de los árboles que dejábamos atrás. Era la primera vez en un año que podía observar el exterior. Durante el viaje nadie dijo una palabra, algunos oraban a sus antiguos dioses, otros fumaban o tarabeaban viejas canciones.

Sé cómo va a terminar esto; y no me importa en lo más mínimo. Haga lo que haga, siempre termino de regreso en la prisión, mis heridas sanarán y volveré el próximo año a esperar que la muerte me alcance esta vez. De hecho cada año soy más decidido en ir a buscarla, creo que por eso siempre resulto victorioso. No hay nada más peligroso, que aquel que no tiene nada que perder. Deseo la muerte, pero esta siempre me esquiva, parece gustarle la carne más joven.

El camión se detiene con un movimiento brusco y por un instante observo el semblante serio de mis camaradas, intento vanamente grabarlos en mi mente. La mayoría morirán esta noche. Dibujaré sus caras, tal como las recuerdo en este momento, me acompañaran en mi soledad, como los otros rostros que ahora cuelgan en los muros húmedos de mi celda.

Entramos todos en grupo. Los veteranos al frente. Las gradas callan cuando nos ven entrar, y un silencio sepulcral cae sobre el coliseo. Un homenaje para los que vamos a morir. Una señal de respeto para aquellas míseras almas que se perderán esta noche para el placer y la alegría de un pueblo que aún anda sediento de sangre. Entonces los dos equipos saludamos al palco imperial, luego a las gradas y después al equipo rival. El silencio entonces da paso a un atronador sonido de aplausos.

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7 comentarios

  1. 1. Minnie dice:

    Hola, excelente relato, me enganchó de principio a fin. Bien narrada la historia, perfectamente enlazados todos los eventos. El protagonista logra transmitirnos la frialdad de sus emociones por todo lo que le ha tocado vivir, al punto que desear la muerte es ya una oración para él. Y pareciera que siempre sobrevive a pesar sus deseos, de seguro también saldrá vivo de esta batalla, lo bueno es que nos dejas con la duda.

    Saludos,

    Minnie
    BRILLANTE IDEA #86

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 17:08
  2. 2. dopidop dice:

    Buenas John,

    Lo primero que tengo que decirte, es que me parece un texto brutal. Nos invita a seguir leyendo desde el primer momento y nos mantiene con la intriga de saber que narices está pasando. La dureza de la situación y esos sentimientos, esa desesperación, envuelven al lector de una forma espectacular. Me encanta.

    El final está a la altura, y el reto cumplidísimo y muy bien colocado. No queda para nada forzado.

    Si tengo que ponerle un pero, es en los tiempos verbales, no me queda claro en que momento sucede la acción, por que me da la sensación de que hablas de esa misma mañana como si fuera hace mucho, y realmente acaba de pasar. También he de decir que igual es sólo una manía mía y tengo que empezar a leer los textos de otra forma. La cosa que a mí me ha confundido un poquito.

    Por lo demás, la verdad es que me ha dado una impresión muy buena, creo que no te había leído nunca, pero ya te digo que sin duda, repetiré.

    Muchas gracias por compartir, y si te apetece leerme estoy justo encima de ti.

    ¡Un saludo!

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 08:53
  3. 3. Auxi Morata Alegre dice:

    Hola John!

    Madre mía me ha sorprendido tu reto de una forma espectacular, al principio pensaba que ibas a ir por un lado totalmente diferente al que después ha sido, me ha gustado mucho.

    Buen trabajo! Nos leemos!

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 12:02
  4. 4. Auxi Morata Alegre dice:

    Se me olvidó! Soy la del 38 por si te quieres pasar jajajjaaja

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 12:03
  5. 5. Jose Luis dice:

    Hola
    Gracias por tu comentario
    La verdad es que tu cuento es escalofriante. Está bien narrado, nos hace llegar correctamente los pensamientos del personaje. No tengo claro en qué época transcurre, por aquello de los camiones y el coliseo. Me suena a mundo distópico, pero tampoco era necesario para el relato, en esta ocasión, centrarse en el contexto. Bien conseguido.
    Un saludo

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 16:08
  6. 6. Ana Roda dice:

    Hola John.
    Tu relato es impactante. Es sobrio y cada frase es un mazazo. La psicología del narrador es escalofriante y nos hace entender todo lo terrible que le ha tocado vivir.
    En una palabra:impresionante.
    Enhorabuena. Te seguiré leyendo.

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 21:51
  7. 7. Laura dice:

    Hola John.
    Casi esperaba el antiguo Ave Cesar de saludo, con la mano en alto, pero no estamos demasiado lejos en algunas sociedades del antiguo pan y circo, aunque ahora no hay pan pero sì circo que embota el pensamiento.
    Te felicito por el texto.
    Mis saludos.

    Escrito el 25 octubre 2018 a las 20:04

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