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Sobredosis de felicidad - por Andrés Scribani

El joven Masashi, con una mirada que refleja su convicción y con mano firme, abre el kit de emergencia para extraer uno de los frascos. Lo invade una sensación de bienestar, satisfacción, excitación y júbilo que no experimentaba desde hacía mucho… por fin sería libre. Se sienta con calma en la escalera, saca un par de pastillas del frasco, cierra los ojos, y comienza su último viaje de placer psíquico guiado por los siete gramos de soma que acababa de consumir.

Tal como lo habían hecho saber los científicos durante tanto tiempo, la Tierra se volvió inhabitable como consecuencia del calentamiento global. Las últimas décadas de la humanidad en el planeta demostraron que siempre tuvieron la capacidad de cooperar para alcanzar el éxito como especie, tristemente era demasiado tarde y el objetivo de dicha cooperación ya no era lograr una convivencia en armonía, sino la materialización de los viajes interplanetarios para evitar la extinción.

Una vez que las primeras naves estaban listas para despegar se estableció la trayectoria y todos los tripulantes fueron conectados a una interfaz central que los mantendría en un estado similar a la hibernación, pero conscientes y capaces de interactuar con un entorno digital en el cual vivirían lo que desearan vivir. Era la promesa del paraíso, de una vida ideal, de felicidad plena para todos y para cada quien tanto como quisiera.

El mundo digital en el que ahora todos se encontraban es un lugar sin drogas, muertes, desigualdad… Allí logran alcanzar cualquier meta que se tracen sin dificultad o repetir cualquier evento tanto como lo deseen. Tienen control total de cada uno de los aspectos de su vida. Pueden conquistar a la chica o el chico que les gusta sin miedo al rechazo, presenciar el encarcelamiento inmediato del dictador que alguna vez separó a toda una nación, comer infinitamente esas ricas donas que tanto aman sin preocupación por engordar o enfermarse; incluso podrían saltar con sus amigos de un autobús que vuela sobre una isla y comenzar a dispararse y bailar como lo hacían los jóvenes terrícolas en sus videojuegos.

La vida en la interfaz central parecía perfecta, sin embargo todo el mundo era feliz hasta que lo único que les quedaba era la felicidad. Masashi, un joven japonés que tripulaba una de las naves, fue el primero en ser golpeado por esta nueva realidad, ese estatus de felicidad constante e infinita le generó un sin sabor imprevisto. Con el pasar del tiempo Masashi ya ni siquiera podía recordar qué era el sufrimiento, fracasar ni sentir dolor, como consecuencia lo que consideraba placer, éxito e incluso la misma felicidad dejaron de serlo.

Para el nipón esa vida había perdido todo el sentido. ¿Puede existir el movimiento sin un punto de referencia que te indique que te acercas o te alejas de ese punto? Para Masashi la respuesta era negativa, y del mismo modo que sucede con el movimiento, una vida feliz requería un sistema de referencia.

Para conseguir satisfacción nuevamente él sabía que debía abandonar la interfaz central y aceptar la inevitabilidad del dolor en el mundo real. Masashi abrió los ojos, la baja luz de la habitación en la que se encontraba le facilitó el proceso de adaptación para ver luego de tanto tiempo. El joven mira a su alrededor y aun algo mareado consigue retirarse el gorro con electrodos, un fuerte y repentino dolor de cabeza lo desorienta, cae de la cápsula y arranca los cables que conectaban su gorro a la interfaz. Intenta ponerse de pie… comienza a explorar el lugar.

Después de varios días de deambular por los pasillos de la nave, Masashi se sentía en agonía, ahora era incapaz tanto de reconectarse al mundo digital y vivir una farsa, como de abrir más cápsulas y despertar a otros, por lo que se sentía solo a pesar de estar rodeado de tanta gente… Luego de meditarlo mucho llegó a la conclusión de que la única salida posible para él se encontraba en el kit de emergencia y significaba, definitivamente, que se libraría de manera fácil e indolora de todos sus males. Decidido y animado se fue en busca de la paz que conseguiría en su destino final.

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5 comentarios

  1. 1. Ana Roda dice:

    Hola Andrés.
    Muy interesante tu relato.
    La pérdida de referencias al vivir en un mundo donde no existe el sufrimiento, por lo que ya no somos capaces de sentir la felicidad, me parece un tema muy bien tratado.

    Es duro el final. Pero me gusta esa estructura circular con el comienzo de Masashi haciendo uso de su kit de emergencia y el final en el que entendemos el porqué de la situación inicial.
    El párrafo en el que has incluido la frase obligatoria resume muy bien lo que quieres contar:
    “todo el mundo era feliz hasta que lo único que les quedaba era la felicidad”

    En el aspecto formal, yo revisaría un poco los tiempos verbales porque vas alternando presentes y pasados y a veces despista un poco.
    También me ha parecido ver un “loísmo”.
    En lugar de ….lo invade…., yo creo que es …le invade…

    Pero en resumen, me ha gustado mucho.

    Escrito el 18 octubre 2018 a las 09:18
  2. 2. De vuelto dice:

    Hola Andrés.
    Tal como te lo he mencionado antes, me gustan estos universos y parece que tiene coherencia interna. También me gusta la trama, que nos hace tener expectativa del porqué y no solo del final. Sigo pensando que sería mejor mostrar la agonía y soledad de Masashi, para que nos conectemos con el personaje y la historia.

    Mi texto es el #83

    Escrito el 19 octubre 2018 a las 01:54
  3. 3. Jose Luis dice:

    Hola
    Me toca hacer un comentario a tu relato
    Lo primero que he notado es que pasas del tiempo presente al tiempo pasado, y eso creo que es un error. Hay que mantener la coherencia en el tiempo verbal, si no, el relato sufre y el lector se desconecta.
    El relato tal vez tenga que mejorar un poco en la estructura, primero se nos presenta un personaje, luego saltas a la historia de la humanidad, y luego vuelves al personaje. Es solo mi opinión.
    Un saludo

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 16:17
  4. 4. IreneR dice:

    Buenas, Andrés.

    Tu relato me ha gustado mucho. No hay bien sin mal, ni felicidad sin tristeza.
    Creo que en general lo has sabido llevar bien, al menos hasta llegar al final. Imagino que te estabas quedando sin palabras, pero la resolución de la historia me ha parecido un poco precipitada y me he perdido en alguna ocasión.

    Como ya te han dicho, los tiempos verbales habría que revisarlos.

    Un gran trabajo. Enhorabuena.

    Un saludo.

    Escrito el 20 octubre 2018 a las 22:11
  5. 5. El unicornio lector dice:

    Hola Andres! tu relato me gusto mucho, es una historia interesante, no me esperaba el final. Me recordó un poco a la película Pasajeros.

    Solamente creo que debes revisar los tiempos verbales. De resto, es un buen relato.

    Un saludo 🙂

    Escrito el 22 octubre 2018 a las 00:38

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