Instinto mortal - por Emanuel V

Vanisa llevaba varios días sin conciliar el sueño, pero esta noche había sobrepasado a las demás, esta vez el motivo no era solamente el recuerdo de aquel viaje tenebroso hace dos semanas, esta vez su insomnio tenía nombre propio, se trataba de un chico en la universidad , compartía algunos cursos con él, y en menos tiempo de lo imaginado, le empezó a gustar y mucho, a tal punto de robarle un beso, « a buena hora que fue correspondido » se dijo para sí, aunque en el fondo sabía que el joven también gustaba de ella.
En la tranquilidad taciturna de la madrugada, se hallaba meditando en la noble picardía que había cometido y en cómo lidiaría con eso mañana. En ese momento escuchó un grito, o eso creyó oír.
—¿Qué fue eso?—, dijo en voz alta.
Miró la hora y se percató que ya era las 3 de la mañana.
—Ese sonido no parece de afuera. —Continuó, se asomó por la ventana de vista hacia la calle, pero todo estaba vacío.
La joven inquilina volvió a escuchar el mismo sonido, esta vez se puso de pie, quiso salir de su recámara, pero el miedo la paralizó, el sonido parecía provenir desde la cochera. Se preguntaba si también sus compañeras habían oído esa especie de grito, o lo que fuera. Dada la hora, la idea que alguien aparte de ella lo haya escuchado era minúscula, entonces se dispuso volver a su cama pero la manija de su puerta empezó a moverse, su piel se hizo de gallina, pero atinó a correr y asegurar con el pestillo la puerta.
—Vanisa,soy yo… abre la puerta
—¿Estás loca? ¿ Por qué no tocas primero? mira como me pusiste —le enseñó su brazo erizado
—Entonces ¿Tu también lo escuchaste? —le respondió entrando al cuarto.
—¿La voz?
—Ajá, si pues, que más.
—pensé que ya estabas dormida.
—Tengo examen temprano, estuve repasando fisiología hasta que escuché eso.
—¿Y tú ?
—hmmm, yo bien gracias —sonrió—, solo que no podía dormir y bueno también lo escuché.
—Crees que debemos despertar a Brisa?
—¿Y subir hasta el cuarto piso?
—Pero el sonido me pareció que venía desde abajo,—replicó— además estamos en el tercer piso, graciosa
—Sí, pero igual ya me dio miedito, y solo por creer escuchar algo, no la vamos a incomodar, menos a esta hora.
—Bueno , por esta vez te doy la razón, entonces… ¿Qué hacemos? —hubo una pausa.
—No sé, mejor hay que dormir, si gustas te puedes quedar aquí.
—Sí, está bien, voy por mi almohada y regreso, no cierres la puerta
—Cuando salgas la dejas entre-cerrada
—Vale
Vanisa, puso a salvo sus peluches, solo ella debía aplastarlos, y se cobijó dando espalda a la pared. Pasaron algunos minutos y no regresaba Nataniel, nuevamente el susto le vino encima, « ¿algo raro estaría sucediendo? » se preguntó. De repente la puerta se abre…
—Ven, los gritos se escuchan de nuevo desde el pasillo, parece que hay luz abajo, no se ve muy bien, pero si te acercas a las escaleras, se nota un resplandor.
Vanisa se puso de pie por instinto más que por valentía —Si me pasa algo te echaré la culpa toda la vida, —Aunque dudaba que si llegara a pasarle algo seguiría con vida para reclamarle, pero en esos instantes uno no piensa mucho lo que dice.
—No seas miedosa, yo iré primero, tú me cubres, ¿ya?
—Bueno… vamos
Con mucho susto, pero animada en esta especie de aventura dantesca fue detrás de Nataniel.
Llegar al pasillo que da hacia las escalares, no fue tan difícil como se imaginaba, lo mismo pasó al bajar las escaleras, las pantuflas ayudaron en la faena, de mantener silencio, al ir bajando se podía oír mejor los gritos, pero no pudo identificar la proveniencia de aquel sonido.
Al llegar a la cochera hicieron un alto.
—La luz viene de esa puerta —dijo Nataniel señalado con el dedo. Avanzaron, tomó la manija y giró sin problemas.
—¿Estás segura de bajar? —susurró Vanisa
—No llegamos hasta aquí para regresarnos —, y dió el primer escalón hacia abajo. Vanisa le siguió, aferrándose a la baranda.
Cuando llegaron vieron de espaldas a un ser de cabello largo, al darles frente se quitó la mascarilla.
—¿Brisa? ¿Qué haces aquí? —dijo, mientras ataba cabos, por fin entendió lo que sucedia pero era demasiado tarde.
—El experimento salio mal, pero veo que ya tenemos nueva muestra.
—Lo siento Vani, pero nadie puede enterarse de esto.