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Elisa - por Miriam Torres

Hans despierta sobresaltado al escuchar un grito que proviene del sótano. Tras mirar el reloj de la mesilla, corre descalzo por las escaleras hasta llegar al sótano. Son las tres de la madrugada del domingo veintisiete, día en el que ha conseguido grandes progresos. Por fin han caminado juntos de la mano por el parque. A pesar de que aún es algo fría, está convencido de que su relación avanzará con el tiempo; incluso, podría presentársela a su madre, aunque para ella ninguna será lo suficiente buena. Pero ella es diferente.

Siempre tiene palabras amables y largas horas de conversación sobre cualquier tema, desde metafísica hasta variaciones en los índices bursátiles. De enigmática belleza, parece que el color de sus ojos cambia por momentos. A veces no puede distinguir si son azules o verdes; aceitunos, pardos o negros. Sin embargo, lo que nunca cambia es el llama encendida de su largo cabello rizado, del mismo color que sus labios hipnotizantes. Elisa. Su mismo nombre es misterioso, como la dama a la que Beethoven compuso aquella pieza de piano que no se cansa de escuchar.

—¡Mamá! —exclama al verla tendida en el suelo—. ¿Qué hace aquí? ¿Qué ha pasado?

—No lo sé, Hans. La he encontrado así.

—¿Has gritado tú?

Su delgado cuerpo permanece apoyado en la pared de un rincón, bañado por la penumbra; y, de pronto, dos incomprensibles gotas negras ensucian su rostro de porcelana.

—¿Qué es esto, Hans?

—Estás llorando —Se acerca a ella y le limpia la cara con las yemas de los dedos mientras le sonríe con cariño.

—Llorar. Del latín plorāre. Verbo intransitivo. Uno. Derramar lágrimas.

—Exacto. Esto demuestra que eres capaz de reaccionar ante un estímulo, lo cual te acerca cada vez más a un ser humano. Es maravilloso, Elisa. Eres perfecta.

—Perfecto, ta. Del latín perfectus. Adjetivo. Uno. Que tiene el mayor grado posible de bondad o excelencia en su línea. Dos. Que posee el grado máximo de una determinada cualidad o defecto.

—Eso es.

—¿Y si no lo soy, Hans?

—¡Claro que lo eres! ¿Por qué me preguntas eso? —El ingeniero se aparta de ella y camina de un lado a otro, mientras reflexiona sobre esa sorprendente capacidad de duda— ¿Qué otra cosa podrías ser?

—Ambicioso, sa. Del latín ambitiōsus. Adjetivo. Uno. Que tiene ambición. Aplicable a persona. Ambición. Del latín, ambitio, -ōnis. Nombre. Femenino. Uno. Deseo ardiente de conseguir algo, especialmente poder, riquezas, dignidades o fama. Dos. Cosa que se desea con vehemencia. Ambiciosa se encuentra registrada en mi programa, Hans.

—Claro… —responde.

La sonrisa que intenta mostrar no solapa la tristeza que se instala en el centro de su pecho. El experimento ha salido mal, otra vez. Por suerte, su configuración por defecto le impide sentir empatía e interpretar cualquier expresión de lenguaje no verbal. Mientras, el prototipo continúa con su análisis interno.

—Inconformista. Adjetivo. Dicho de una persona. Que siente o demuestra inconformismo. Inconformismo. De inconforme e -ismo. Nombre masculino. Uno. Actitud o tendencia de la persona que no se conforma con lo establecido y lo rechaza.

—¡Basta! —le espeta, desesperado. Y se lleva las manos a la cabeza—. ¡Ni eres una persona, ni deberías pensar por tí misma!

La mira desde el centro del sótano mientras el fracaso le abraza una vez más. Y el anhelo de sentirse amado, también. Pensaba que los avances que se habían producido en los últimos días iban encaminados al objetivo, que se enamorara de él sin condicionamiento ni modificaciones en el sistema. Se acerca a ella, inmóvil contra la pared como quien espera una orden, y apoya la frente sobre su piel de porcelana mientras sus ojos se vuelven vidriosos.

—Te quiero —murmura.

—Querer. Del latín quaerĕre 'buscar', 'pedir'. Verbo transitivo. Uno. Desear o apetecer. Dos. Amar, tener cariño, voluntad o inclinación a alguien o algo. Demasiadas definiciones que no puedo procesar.

Hans desliza las manos por detrás de las ondas de su cabello, y recorre su cuello con los dedos, hasta pulsar el botón para restaurar los valores de fábrica que tiene a la altura de la nuca. Elisa se desploma con un ruido metálico y su cara se hace añicos cuando impacta contra el suelo.

Semanas después del funeral de su madre, Hans vuelve a bajar al sótano. Enciende la luz de la pequeña lámpara que cuelga en el último escalón de la escalera, y el reproductor de música. Beethoven y Elisa le esperan de nuevo para recomponer los pedazos de su mujer perfecta.

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9 comentarios

  1. Está muy interesante y entretenido tu relato, Miriam. Es un poco predecible su desarrollo a partir de cierto punto, pero no deja de tener algún grado de intriga.
    Las odiosas observaciones de lenguaje:
    No suena bien la repetición de la palabra “sótano” en el primer párrafo.
    Corregir el artículo en “el llama encendida”.
    En “Enciende la luz de la pequeña lámpara que cuelga en el último escalón de la escalera, y el reproductor de música” sobra la coma.
    Saludos.

    Escrito el 18 noviembre 2018 a las 00:08
  2. 2. miguel_madriles dice:

    Hola Miriam. Me gusta tu relato, he tenido que leerlo despacio para comprenderlo. Me queda la duda sobre la madre, ¿estaba muerta en el sótano? Porque si es así, no sería muy creíble que el hijo siguiera con su experimento, con la madre muerta a sus pies… El elemento musical está muy bien colocado en el texto. Enhorabuena. A seguir escribiendo, un saludo.

    Escrito el 18 noviembre 2018 a las 18:43
  3. 3. Ofelia Gómez dice:

    Hola Miriam
    Interesante historia. La búsqueda de la compañera perfecta.

    Hans parece obsesionado con su idea. Al bajar al sótano encuentra a su madre muerta, pero su única preocupación es que su frágil robot repite y repite datos como si fuera un diccionario. Parecería que ya no podrán mantener esas conversaciones que relatas en el segundo párrafo.

    “Por suerte, su configuración por defecto le impide sentir empatía e interpretar cualquier expresión de lenguaje no verbal.” No comprendo esa frase, por qué es una suerte.

    Me ha gustado leerte. Seguimos adelante.
    Saludos

    Escrito el 21 noviembre 2018 a las 02:16
  4. 4. Jo Ben dice:

    Hola Miriam,

    Me ha gustado tu relato aunque lo encuentro algo confuso. He tenido que leerlo varias veces para saber quién era quién en el primer diálogo. Creo que tendrías que decir al lector que personaje habla en cada momento. Por otro lado, el protagonista tampoco parece muy humano ya que, si su madre está en el suelo, muerta, como parece que quieres dar a entender, su reacción es, cuando menos, sorprendente.
    Espero seguir leyéndote.
    Un saludo

    Escrito el 21 noviembre 2018 a las 18:42
  5. 5. Florencia M dice:

    Hola Miriam,

    Me parece muy interesante y bien escrito tu relato. Lo único es que no entiendo bien que función cumple la madre en el relato, me parece que no aporta nada su presencia ni su muerte. Tampoco entiendo porqué restaura los valores de fábrica. ¿Será porque al morir su madre ya no le interesa esa mujer?

    Un saludo

    Escrito el 22 noviembre 2018 a las 17:47
  6. …¡y siguen martillando con lo de la muerte de la mamá! La mamá no muere, aunque tampoco hace nada importante en el relato.

    Escrito el 23 noviembre 2018 a las 01:28
  7. 7. Beatriz Emilia dice:

    Hola Miriam,

    Me gustó tu relato, la idea está muy buena. Qué diversidad de experimentos nos hemos inventado, bendita singularidad, bendita imaginación.
    Sin querer martillar, tal como lo señala Carlos Jaime, no me queda clara la intervención de la mamá en el relato. Disculpa si insisto en eso. Esta es la gracia de participar en un taller literario,y creo que la recurrencia en algún señalamiento nos permite ponerle atención y reescribir el relato para comunicar mejor nuestra idea.

    Gracias por permitirnos meter la nariz en tu texto.
    Un abrazo! Seguimos leyéndonos

    Escrito el 26 noviembre 2018 a las 19:21
  8. 8. Pilar dice:

    Hola, Miriam
    Encantada de pasar por aquí y leerte porque me ha parecido que tienes una buena historia entre las manos, donde se puede leer entre líneas el eterno debate sobre la moralidad de la inteligencia artificial (que cada vez está más cerca)
    Ya te han dicho muchas cosas, sobre todo el papel que ocupa la madre, así que no me voy a repetir y voy a centrar mi comentario en la estructura de tu relato. Por supuesto, el texto es tuyo y si no lo consideras acertado, lo olvidas y en paz.
    Sinceramente, creo que te falta un poco de intriga y tensión narrativa. Prueba a contarlo en en primera persona, comenzando por el final, desde el funeral de la madre y desgranando poco a poco el experimento, las razones y el resultado, esa Elisa fría pero cariñosa y conversadora que, por algún fallo del sistema, se le acaban cruzando los cables y matando a su madre… Creo que así el final sería más impactante, el relato quedaría bien cerrado y no sobraría la madre ni Hans quedaría como un insensible.
    No sé, Miriam, es una opinión sobre cómo podrías mejorarlo, sin cambiar apenas el contenido pues está bien escrito y la historia tiene interés.
    Espero haberte ayudado y si no, ya sabes, no me hagas ni caso que a mí de vez en cuando también se me cruzan los cables 🙂

    Saludos desde el 33.

    Escrito el 27 noviembre 2018 a las 09:09
  9. 9. jose maria dice:

    Hola Mirian. Interesante relato ya estaba preguntándome donde estaba la abuela y resulta que estaba muerta; al preguntar fuiste tu la que grito no sabia a cual de las dos te dirigías. Pero no tienes por que hacer caso es mi primer taller de escritura y mi primer relato es el 65,felices fiestas y ha sido un placer leerte

    Escrito el 6 diciembre 2018 a las 19:18

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