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El dragón y el árbol - por Orión

Había estado fuera de la tierra por quinientos años. Doscientos años de ida, doscientos años devuelta; estos últimos le parecieron tortuosos. Estaba desesperada por llegar, pero ahí estaba el sistema solar. Fani advirtió habitantes en Marte. Rodeó el planeta y observó desde los cielos; dos enormes cúpulas trasparentes, y en ella: humanos, en trajes inflados, blancos y con una esfera en la cabeza. No le dio ninguna importancia y se dirigió velozmente a la tierra, la colina lo esperaba y el árbol, se moría de ganas de volver a verlo, el único con la mirada agachada, quería preguntarle ¿por qué miraba hacia abajo?… ella deseaba que estuvieran allí.
Antes de atravesar la atmósfera, la dragona advirtió las nubes grises sobre el planeta.
«¿Una tormenta? ¿Una tormenta global?», se preguntó. Donde quiera que mirara, hasta el borde visible del globo, sólo veía una masa gris casi petrificada. Entonces, lo notó en la nariz y se estremeció. Las nubes no eran nubes, eran un cúmulo de hedor insoportable y descendió serpenteando, dejando atrás las nubes de azufre y cenizas.
Desde el cielo toda la superficie era desoladora y desde el cielo divisó la colina y al viejo gigante.
«Hace mucho tiempo que no llueve», pensó ella, mientras reía feliz y volaba hacia el árbol.
Fani giró alrededor del pino unas tres veces hasta liberarlo del polvo gris que lo vestía y dejando a la vista un verde oscuro, despampanante y de un fuerte contraste con las tierras yermas de la ciudad de San Miguel.
—¿Por qué miras hacia abajo? —le preguntó sonriendo.
Al quedar satisfecha con su trabajo, se dirigió a la colina en la que siempre posaba y al aterrizar con sus afiladas garras, las partículas que estaban sobre el césped muerto se levantaron en una tenue nube de polvo que desapareció a la distancia. Se quedo admirando con ojos brillantes el gran árbol hasta caer dormida.
El estallido de un trueno la despertó y se sintió confundida, pues se suponía que debía despertar en por lo menos cien años. Un viento cargado de polvo y mugre se dirigió hacia ella, provocando que escondiera su cara entre el largo de su cuerpo. Sus bigotes ondularon el aire y luego ella levantó la cabeza; ya no había polvo en el aire, no había rayos, ya no había árbol.
Fani abrió los ojos, se estremeció y corrió desesperada al pino de más de cincuenta metros acostado en la calle. Al estar frente a él, sólo podía observar a los hombres que cortaban en partes más pequeñas a su viejo amigo y preguntarse:
«Este árbol que admiraba, se habrán preguntado mientras lo talaban: ¿Cuántos años tardo en crecer? ¿Qué es lo que vio en sus milenios de vida? ¿Por qué había dejado de crecer? ¿Por qué miraba hacia abajo?…»
«… Sí, seguro miraba a las personas porque se había cansado de mirar a las estrellas. Seguramente un par de milenios mirando las estrellas debía ser aburrido. Tan estáticas en el cielo y las personas siempre en movimiento. Entonces miraste a las personas, siempre naciendo, creciendo y muriendo. Luego una generación que nacía, crecía y moría. Veías adolescentes que se refugiaban en tu sombra en verano con sus gaseosas y barajas de cartas. Niños que subían tus ramas, niños que se convertían en adultos, adultos que tenían niños y esos niños repetían la historia de un modo diferente. Viste tragedias que entristecían a las personas y las hacían llorar. Viste sonrisas fulgurantes, efímeras, llenas de felicidad producidas por pequeñas cosas. Viste secretos en el día y en la noche. Viste épocas difíciles para el mundo; algunas producidas por ellos mismos y otras por la madre naturaleza… si pudieras hablar viejo amigo… ¿estás personas te habrían escuchado?»
Fani quería irse a dormir, no sin antes abrazar lo que quedaba de su viejo amigo. Las lágrimas caían sobre las concéntricas memorias de lo que ahora era, un tocón. Allí durmió enroscada por cien años.
Cuando se cumplieron los cien años, Fani se desperezó y al abrir los ojos se encontró con pequeños retoños que crecían sobre el tocón, las acarició mientras sonreía y entonces escuchó risas infantiles a su alrededor. La dragón de Orión volteó para encontrarse con niños que corrían felizmente de un lado a otro. El cielo estaba despejado, el verde había resurgido y Fani tenía la sensación de que su amigo aún miraba a las personas, pues se había convertido en una escuela, la primera después del gran látigo de fuego.

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5 comentarios

  1. Ay Orión, me temo que nuestros relatos están demasiado influenciados por la noche vieja. En fin, otra vez será. salu2

    Escrito el 16 enero 2019 a las 17:17
  2. 2. ortzaize dice:

    el grito de como esta todo a tu alrededor, y como va saliendo adelante con la esperanza reflejada en los niños te da animos a seguir, gracias, interesante tu fabula.

    Escrito el 18 enero 2019 a las 14:16
  3. 3. isan dice:

    Hola Orión:
    Soy tu vecino de arriba y me toca comentarte de acuerdo con las recomendaciones de Literautas (ya sabes, los tres siguientes), a´si que lo hago con gusto.
    Lo primero que me llama la atención ha sido la puntuación gramatical. Creo que hay bastantes comas, puntos, acentos, etc. para corregir lo cual entorpece enormemente la lectura y cuesta centrarse en la trama. Otra cuestión es lo difuso del narrador.
    La trama la he visto un tanto confusa. Según he interpretado ocurre que un dragón viajero ve cómo se ha destruido la tierra y la gente se ha instalado en la luna. Realiza largos periodos de sueño mientras se regenera al planeta. Lo del árbol parece más interpretativo.
    En general el relato no está mal porque tiene una buena idea y mucho potencial, pero, para mi entender, le falla la forma. Ten en cuenta que fondo y forma son igual de importantes. Una historia normal y corriente bien adornada y narrada es mejor que una historia extraordinaria mal contada.
    Ha sido un placer.

    Escrito el 19 enero 2019 a las 23:15
  4. ¡Hola! Como han remarcado otros comentaristas, es un texto que necesita ser bastante revisado. Entorpece la lectura y no permite que se disfruten las palabras. Más allá de eso, la premisa es fantástica y puede explotarse todavía más.

    Escrito el 21 enero 2019 a las 12:20
  5. 5. Josè maría dice:

    Hola opino igual que los compañeros ,pero con más humildad ,me ha costado leerlo .Un saludo estoy en el 85

    Escrito el 26 enero 2019 a las 20:38

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