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Cuidado con el miedo - por Helena Sauras

Web: http://rodoreda.wordpress.com

Dos unicornios y un dragón valiente habitaban en el mundo de Manolo. El niño era feliz cuando se abstraía y, mientras jugaba, no los oía.

Sus hermanos, algo mayores y alejados de este mundo fantástico que no comprendían, preferían jugar a las cartas. Una triste baraja iluminaba sus ratos libres, porque no podían estudiar con tanta pelea.

Cuando Manolo miraba esa bola de fuego del firmamento y, se concentraba, su sombra quedaba detrás de él. Entonces veía el jardín tal como era y volvía a la realidad. Desubicado y huérfano de su mundo, intentaba incorporarse en el juego de cartas con sus hermanos.

—¿Vamos a bastos?
—Sí.
—Esta vez seguro que os gano.

Ya estaba harto de perder siempre y empezaban otra partida.

—¿Creéis que algún día dejarán de hacerlo? —preguntaba Manolo después de oír un portazo.

Sus hermanos ponían cara de no saberlo y eso era lo que más angustiaba al niño. Otra vez un ataque de nervios entre sus progenitores en que no se sabía cuándo acabaría. Cada vez, la frecuencia de las discusiones era más corta, hasta que se convirtió en diaria.

—¿Por qué no se separan ya? —decía su hermana a media voz.

***

Su profesora citó a sus padres antes de acabar el trimestre, pero sólo acudió la madre. Manolo había suspendido la mayoría de las asignaturas.

La profesora le tendió el dibujo de la familia que había dibujado el niño, después de insinuarle que era el que más le tenía preocupada.

—Como madre, estás ausente en todos los dibujos que ha hecho. El padre es una iguana. Él se ha dibujado como un dragón y sus hermanos son un par de unicornios que, según él, lo protegen. ¿Hay algún problema en vuestra familia?

La madre protestó con voz ronca y a la defensiva:

—Como en todas, mire usted. Mi niño es muy imaginativo.

—Ni que lo diga. Puede que le falte alguna responsabilidad. Se pasa las clases mirando por la ventana y en babia.

—¿Qué sugiere?

—Algo palpable. Podríais regalarle una mascota para que le coja cariño y huya de su mundo imaginario.

—Veré lo que puedo hacer.

***

La madre aquella misma tarde fue a comprar un cachorro y se lo regaló. Manolo, al sentir el hocico entre sus sandalias, le dijo entusiasmado:

—Mamá, cuando crezca Teo y le salgan bien los dientes, te va a proteger de papá. Y yo se lo voy a enseñar.

La madre se precipitó para taparle la boca a su hijo. Las paredes oían en aquella casa y ella estaba aterrorizada. Llevaba años paralizada y sin saber actuar. Había ido perdiendo el respeto hacia sí misma.

Desde entonces, observaba cómo crecía Teo y se alegraba de que cada día estuviera más fuerte. Cuanto más brillaban los dientes del perro, la madre sentía cómo las paredes de su hogar se ensanchaban. Algún día tendría que plantarle cara al miedo y despegar sus alas.

Manolo no paró de entrenarlo. Su juego favorito había cambiado y ya no se sumergía en su mundo. Esperaba dejar de oír portazos, gritos, empujones y objetos volando hasta romperse contra el suelo. En sus manos estaba el poder de cambiar el destino de su madre. Si había otra amenaza, Teo se rebelaría.
Y llegó el día en que Teo estuvo preparado.

A la próxima falta de respeto hacia su madre, hincó los dientes en las piernas del padre hasta desgarrárselas. El hombre aulló de dolor y quiso vengarse matando al perro, pero se encontró con la firmeza de sus hijos, que defendieron a la madre y a Teo.

—Cuidado con el padre —dijo el hermano mayor.

—Sí, voy a llamar a la policía.

Y Manolo pensó que, por primera vez, se atrevería a dibujar a su madre. Lo haría esa misma noche, entre el silencio de las sombras; para mostrarlo a todos a la mañana siguiente, a plena luz del día.

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4 comentarios

  1. 1. Ulises dice:

    Hola Helena,

    Si tuviera que calificar con una sola palabra tú relato diría que es inteligente por dos motivos: el primero es la claridad del texto, creo que lo más complicado a lo que se enfrenta cualquiera cuando escribe es a ser comprendido, y el juego de palabras que aplicas permite que tu texto vaya sobrado en este sentido; en segundo lugar, el argumento del texto (y sobre todo su final) me pareció brillante. Me gustó la idea del perro como la salvación de la familia y como, en base a su fortalecimiento, otorgaba esa libertad tan deseada a la familia. ¡Enhorabuena por el trabajo!

    En cuanto a los errores que creo ver, me parece que en esta frase “…del firmamento y, se concentraba, su sombra quedaba…” la coma que va antes del “se concentraba” no esta bien puesta; por otra parte (aunque esto es más una simple impresión) el primer y segundo párrafo pienso que quedarían mejor si fueran uno.

    Gracias por tú comentario, aprovecharé también para pasarme ahora por tú blog. ¡Nos leemos en la siguiente!

    Escrito el 16 enero 2019 a las 20:16
  2. 2. Ulises Vidal dice:

    ¡Hola Helena!
    Muy interesante el tema, viilencia familiar vista desde ls óptica de los niños.
    R

    esulta que la ausencia de la madre, en realidad era una fuerte presencia, una preocupación que ha unido a los hermanos. Una madre, que gracias a ellos se fortalece y reacciona.
    Muy buena la ortografía y la sintaxis.
    ¡Hasta la próxima!

    Escrito el 16 enero 2019 a las 20:21
  3. 3. LUDIKA dice:

    Hola Helena, me gustó tu relato! Siempre es interesante este juego de hablar desde la óptica de un niño. Creo que en ese sentido podrías haberle sacado un poco más el juego a ese recurso, con más descripciones o dudas.
    Por otra parte me parece que tu relato bien podría ser una fábula con personas de protagonistas y una fuerte reflexión final.

    Saludos y a seguir escribiendo!

    Escrito el 17 enero 2019 a las 13:18
  4. 4. Pepelu Martín dice:

    Me ha gustado tu relato. El conflicto perturbador e imaginativo de Manolo, es coherente y está justificado por el desamor entre los padres ¿Por qué no se separan ya?… Es un mensaje traumático desde cualquier perspectiva, especialmente si es de un niño.
    Comentarios subsanables: Utilizas en exceso verbos con la misma terminación:. abstraía, oía, veía, volvía, ponían, podían, sabía, acabaría. había… Es sencillo usar otra palabra para describir lo mismo y queda más literario. No hace falta poner coma detrás de la y. También conviene poner signos de exclamación. El lector lo agradece:
    ¡Cuidado con el padre! – ¡Sí, voy a llamar a la policía!… Encantado de ser útil. Saludos.

    Escrito el 17 enero 2019 a las 21:51

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