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En busca del dragón perdido - por Leosinprisa

—¡Allí! —gritó el águila con alborozo, su visión había localizado el objetivo que llevaban tiempo buscando. Transportaba entre sus garras a un zorro quien, a su vez, acarreaba un grueso sapo aferrado, consciente de que su vida dependía de ello, al cuello del hábil depredador. Un gigantesco buitre volaba a su lado, con un mapache y una rana en idéntica situación.

—Al fin hemos llegado a nuestro destino. —El buitre negro descendió con su frágil carga, planeando con igual gracia que la majestuosa águila arpía. Tomaron suelo en el mismo instante, soltando a los animales quienes agradecieron acabar con sus patas y ancas sobre algo consistente.

Estaban ante una montaña enorme, donde la abertura de una gran cueva rompía la fachada vertical de aquella imponente pared de piedra. En su interior anhelaban encontrar las respuestas que les llevaron hasta aquel confín de la tierra.

—¿Y ahora? ¿Entramos o llamamos a la puerta? —dijo el sapo con un croido.

—No podemos entrar sin más. Deberíamos anunciarnos. —El mapache se irguió estudiando el tarot viviente que portaba. Entremezcló las cartas de la baraja con cuidado y dio a elegir al zorro, quien se enderezó tomando una de ellas. Todos la miraron con gran expectación. Era una puerta entreabierta con un felpudo a sus pies donde podía leerse “bienvenidos”.

—Nunca la había visto. Fiaré en ella. —La resuelta rana saltó a la piedra más cercana y empezó a croar con estrépito, el sapo la imitó del mismo modo. El mapache gruñó, mientras el zorro aullaba. El águila abrió sus alas para enfatizar su poderoso chillido, más el buitre permanecía en silencio. Su voz rasposa le aconsejaba permanecer expectante, aquel inesperado concierto animal debería bastar para llamar la atención de quien moraba en el interior de la cueva.

Se decía que un antiguo y erudito dragón vivía en dicho lugar. Su conocimiento era legendario y sabía de cuanto el resto de los seres ignoraba. Habían venido a pedirle consejo en representación de los demás animales. El buitre y el águila, por cuanto volaba; el sapo y la rana, por cuanto habitaba en líquidos elementos y el mapache, junto al zorro, por quienes moraban en la superficie y en su interior.

Tras un rato se detuvieron. Nadie parecía atender su llamada, salvo una lagartija, quien subida en la roca más alta, los estudiaba con notable curiosidad.

—Sois muy escandalosos. Estaba en mi descanso y la siesta es sagrada —dijo al alzar su nimia estatura que no aportaba gran cosa a la supuesta solemnidad de sus palabras.

—Vuelve a tu cubil, reptil escuchimizado. Esto no va contigo, estamos llamando al dragón —contestó el águila con gesto malhumorado.

La lagartija miró aquel grupo y se tiró al suelo, presa de un ataque de risa bastante penoso por su parte.

—¿Puedo mordisquearle las entrañas? —dijo el zorro a sus compañeros de viaje, ofendido por la actitud de aquella inoportuna visitante.

—Déjala tranquila. Me es simpática —habló la rana defendiéndola.

—Pues debería mostrar más respeto. Representamos a cuantos existen, no son formas de tratarnos. —El mapache también estaba tentado por dar un escarmiento a la criatura reptiliana. Esta interrumpió su incomprendido júbilo para subir de inmediato a la roca desde la que se había tirado.

—¿Y qué os proponéis? Acaso estáis locos, buscáis algo imposible. ¡Un dragón! Y pretendéis que no me parta de risa —expuso la lagartija con sorna en sus palabras.

—Representamos a la vida del mundo, nosotros… —empezó a hablar el águila.

—Falta alguien —interrumpió el minúsculo reptil. Los miembros del grupo se miraron entre si, confusos.

—Veo que no habéis captado el sentido de lo que ansiáis encontrar. Os falta otro animal. Uno con dos patas: un humano. Acaso ignoráis son como vosotros, que sangran, sufren y mueren. Están hechos de vuestra misma sustancia y por tanto, os es necesario que alguien les represente.

—Los humanos son indeseables. Por eso queríamos pedirle consejo, para exterminarlos por siempre —habló el sapo.

—Tienen derecho a defenderse, como los demás seres. Volved con alguno capaz de entendernos y tal vez, solo tal vez, ese dragón se digne a escucharos —advirtió la sagaz lagartija.

Los animales dispusieron su partida pues venía una tormenta y los rayos iluminaban el atardecer. La rana se volvió justo cuando un descomunal relámpago golpeó el cielo. Una inmensa sombra, magnífica, reveladora, procedente del escuálido reptil, se proyectó en la pared de roca. Quedó satisfecha y esperanzada por confirmar sus sospechas, mientras surcaban el cielo en una aventura que ninguno sabía cuanto podría depararles.

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9 comentarios

  1. 1. Ulises Vidal dice:

    ¡Hola Leosinprisa!
    Tu fábula me ha resultado muy entretenida.
    Acertada la caracterización del sabio dragón que desea escuchar todas las campanas antes de emitir el consejo que han venido a buscar los autollamados representantes de todos los animales. Sabia, porque deja abierta la posibilidad de que lo que se propone la falsa lagartija es evitar una guerra entre humanos y animales.
    ¡Hasta la próxima propuesta!

    Escrito el 17 enero 2019 a las 13:25
  2. 2. Otilia dice:

    Hola Leosinprisa:
    Gracias por leer y comentar.
    Tu historia está bien escrita y se lee con fluidez.
    Por poner un pero, no veo la moraleja de la fábula.
    Buen trabajo. Saludos.

    Escrito el 17 enero 2019 a las 18:50
  3. 3. JUANA MEDINA dice:

    Salud leosinprisa:
    Entretenida, imaginativa ygraciosa fábula con varias moralejas posibles. La idea de una rana y un sapo a lomos de un zorro y un mapache, me parece genial. Uno de esos “imposibles” de los que uno disfruta.
    Concuerdo con Ulises en que la sabia lagartija los ha calado muy bien y trata de evitar la destrucción por tontos egocentrismo, pero leo también con cuánta frecuencia uno, “ante una sombra larga, puede creer que se trata de un inexistente dragón, cuando sólo es una lagartija”. Hay tantas situaciones de ese tipo en la vida… También me gusta que sea la rana quien se gire a último momento y perciba la realidad.
    Lo he disfrutado. Un abrazo

    Escrito el 17 enero 2019 a las 19:38
  4. 4. IreneR dice:

    Buenas, Leosinprisa.

    Me ha gustado mucho tu relato, he disfrutado leyéndolo. Me he imaginado que la lagartija era mucho más de lo que decía ser, pero me gusta la apreciación de Juana, muy interesante.

    Una cosilla que he visto:
    – “—¡Allí! —gritó el águila con alborozo, su visión había localizado el objetivo que llevaban tiempo buscando.”. Lo de su visión había localizado me ha parecido muy raro, como si su visión fuese un ente aparte, otro personaje. No sé, eso ha sido extraño.

    Muy buen trabajo. Enhorabuena.

    Nos leemos.

    Un saludo.

    Escrito el 18 enero 2019 a las 22:00
  5. 5. El chaval dice:

    Hola Leosinprisa
    Buena fábula, que es lo encomendado.El hombre no hace falta que le liquiden los animales, el solo se destruirá.
    Un compañero habla de la visión del águila. Está bien escrito: es lo mejor que tiene, la vista, aparte de sus alas, sus garras, el pico etc ..
    Un cordial saludo (106)

    Escrito el 19 enero 2019 a las 18:56
  6. 6. K. Marce dice:

    Saludos Leosinprisa

    Gracias por pasar a voluntad por mi texto del mes. Retribuyendo paso por el tuyo.

    Ha sido un texto muy bien escrito, con casi ningún error ortográfico.
    > cuanto podría depararles. >> cuánto podría depararles.

    Con las repeticiones de palabras, se ha evitado bastante bien; pero existen algunas (puedes buscarlas con el F3, para ubicar la frase). Recuerda que se debe evitar en texto de poco extensión, y mucho menos en oraciones cercanas o un mismo párrafo.
    – cuanto/s >> se ha usado en cinco oportunidades, tres veces en un mismo párrafo.
    – cielo >> dos veces en el último párrafo. Se puede usar un sinónimo como firmamento/cielo para evitar la repetición.
    – más/para >> En el quinto párrafo, se hace uso de más, que puede sustituirse por más/sin embargo. Con el para, se puede eliminar el primero y dejar solo el segundo. Recuerda hacer uso de los verbos activos; por lo que creo que la frase se leería: El águila abrió sus alas enfatizando su poderoso chillido.

    – consciente de que su vida dependía de ello, >> consciente de cuya vida dependía de ello, *Has escrito una oración en la que utilizaste un “que” desfuncionalizado nominalmente. A este fenómeno se le denomina quesuismo, (que su) ya que no se recomienda por ser lenguaje informal, no propio en la literatura.

    Los diálogos están bien estructurados, y la escena encaja con la introducción, el nudo y el desenlace. Asimismo, el estilo usado ha sido dinámico y la redacción bastante clara.

    Si bien, la moraleja queda un tanto subjetiva, ya que no se aclaran las intenciones de la lagartija; me ha parecido un bonito cuento.

    He disfrutado su lectura, me pareció muy bien llevada, amena y visualmente atrayente. Recuerda que una fábula lleva implícita en su contenido, y reforzado al final, la moraleja. Aquí el final queda abierto a diferentes interpretaciones. Pero ya sea que alguno la interprete mejor que yo, no significa que no haya disfrutado de principio a fin la lectura.

    Y si creo que esa lagartija es en realidad un dragón, quizá enorme o diminuto, pero dragón.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 22 enero 2019 a las 02:00
  7. 7. beba dice:

    Hola, Leosinprisa:
    Muchas gracias por tu visita y amable comentario.
    Me pareció genial, tu fábula. Llena de imágenes inteligents y muy abierta a mil interpretaciones.
    Un abrazo

    Escrito el 22 enero 2019 a las 16:49
  8. 8. El chaval dice:

    Hola Leosinprisa.
    Solo un apunte: El asno tenía que morir. Después de la paliza, no se puede esperar indulgencia de un amo tan déspota.
    Hasta febrero

    Escrito el 22 enero 2019 a las 22:22
  9. 9. Auxi Morata Alegre dice:

    Hola Leosinprisa.

    Me ha gustado muchísimo tu fábula, me ha parecido muy inteligente e interesante, a mi, que de normal no me gustan este tipo de cosas, me han dado ganas de leer mil fábulas mas tuyas.

    Si quieres devolverme la visita, soy de las últimas este mes.

    Muy buen trabajo!

    Un beso! Nos leemos!

    Escrito el 28 enero 2019 a las 16:31

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