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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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El ataque - por Cide Hamete

Estábamos a la sombra de los tejos jugando con una baraja mugrienta cuando comenzaron a volar aquella noche. Ya no nos parecían seres magníficos, todos nos encogíamos de miedo en nuestro interior. Sabíamos que éramos como hormigas para ellos. No se preocupaban por nosotros, sólo éramos un pequeño estorbo que, a veces, les servía como aperitivo cuando se aburrían en sus guardias diurnas.

Habíamos aprendido a camuflarnos con los colores cambiantes de la naturaleza agreste que se había apoderado de nuestro mundo. Los viejos que quedaban nos contaban historias de un mundo de coches y aviones de metal que comunicaban los distintos continentes de los hombres. Según decían, incluso habíamos llegado a la luna con algo llamado cohetes espaciales. Los más jóvenes se reían a sus espaldas pero yo no lo hacía, me parecía recordar cosas que me contaban mis padres cuando yo era muy pequeño, no estaba seguro de si mis recuerdos eran verdaderos o simplemente recordaba las cosas que me habían contado los ancianos años antes.

Nadie sabía cómo había empezado todo, cómo había empezado el fin de la civilización humana. Los más viejos decían que la destrucción llegó cuando los chinos fueron a la cara oculta de la Luna, allí encontraron una enorme caverna. Decían que trajeron un gran huevo verde que estaba muy caliente. Cuando lo sacaron en la atmósfera terrestre explotó y surgieron docenas de pequeñas serpientes aladas. Al llegar la historia a estos momentos los más jóvenes se levantaban y se alejaban de los ancianos riéndose de ellos: ¡cómo podían salir serpientes de una piedra!

Cuando terminaron de salir volando y se perdieron en la distancia nuestro grupo recogió sus pocas pertenencias y nos pusimos de nuevo en marcha. Llevábamos cuatro días acercándonos a la inmensa arboleda que era el sitio conocido como Alambra en la antigua ciudad de Garanada. Según avanzábamos nuestro ritmo era más lento, el miedo a ser descubiertos nos hacía ir con muchísimo cuidado, nos camuflábamos para no desentonar con los matorrales y con los árboles que marcaban el sendero negro que no nos atrevíamos a cruzar. Nos ocultábamos en las ruinas de antiguas viviendas y aprovechábamos todas las sombras posibles para no ser localizados desde el cielo. Habíamos tenido la precaución de llegar una noche de luna llena, sabíamos que volaban lo más alto que permitían sus alas para acercarse a la Luna. Eso me hacía pensar que los viejos sabían de lo que hablaban sobre su origen. Y si sabían sobre su origen también podían saber sobre la forma de acabar con ellos. Al menos esa era nuestra esperanza y el motivo por el que nos habíamos embarcado voluntarios en esta misión suicida.

Cuando comenzamos a escalar la montaña de la Alambra pudimos respirar con verdadera tranquilidad, la zona era muy arbolada, nos movíamos con cierta velocidad protegidos por el dosel que formaban las frondosas ramas. Nuestra carga era pesada pero la llevábamos muy repartida entre los quince miembros de nuestro grupo, cada hombre llevaba 30 litros de gasolina además de unos pequeños tubos de arena explosiva. El plan era simple: poner todos los recipientes en el nido de las bestias y hacerlos arder todos a la vez. Eso haría que el techo del nido se hundiera sobre las hembras y sus crías. Dejando a los machos sin posibilidades de reproducirse. Después de eso, sólo tendríamos que ir cazándolos uno a uno. Sería duro y perderíamos muchos buenos guerreros pero nos libraríamos de ellos para siempre. Nuestros ancianos decían que una vez destruido el nido ningún grupo de esas bestias volvería por esta zona al sur del Gran Río. Seríamos libres de nuevo. Libres para matar a sus machos y para enseñar a otros cómo lo hicimos.

Encontrar la entrada fue muy fácil, había un enorme edificio redondo que parecía extraño con un gran patio donde vimos un boquete grandísimo, con escalones de piedra pegados a la pared. Pudimos ir bajando bastantes tramos mientras el agujero se iba estrechando. Llegamos a una zona toda llena de nidos donde vimos algunas hembras enormes, no podían moverse apenas. Había muchas pequeñas serpientes con alas pero no volaban, sólo saltaban unos pocos metros. ¡Era el lugar!¡Lo habíamos conseguido!
Empezamos a agrupar nuestra carga en la zona que parecía más débil. Los hombres comenzaron a aplastar a las pequeñas serpientes con sus botas. Estaban eufóricos. Yo, Boabdil el Grande, encendí el fuego sagrado y prendí la arena explosiva que nos salvaría de las bestias aladas.

¡Muerte a los dragones!

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9 comentarios

  1. 1. Víctor Alverdi dice:

    Me agradó el tema post-apocalíptico y la lectura es interesante. Sin embargo, me parece que le faltó un final a la historia ¿Tuvieron éxito, los descubrieron? Me hubiera gustado saberlo puesto que se siente más como una introducción. Saludos!

    Escrito el 19 enero 2019 a las 03:02
  2. 2. Beatriz Emilia dice:

    Hola Cide Hamete

    Me parece un relato interesante, bien contado en primera persona. Al principio me costó saber de qué hablabas, pero luego fue sencillo tomar el hilo de los acontecimientos.
    Al igual que Víctor me gustaría conocer el final de la misión: ¿fue exitosa o no?

    Seguimos leyéndonos!!

    Escrito el 20 enero 2019 a las 01:11
  3. 3. Cide Hamete dice:

    Gracias a los dos, Víctor y Beatriz, por vuestros comentarios.

    Me parece que eso es lo bueno de mi historia, ¿qué habrá pasado? ¿triunfaron?¿Fallaron?

    Es una buena forma de interesar a los lectores en el trabajo de uno, ¿no creéis?.

    Hamete

    P.D.: Estoy trabajando en la ampliación de la historia, estaremos en contacto

    Escrito el 20 enero 2019 a las 12:46
  4. 4. MT Andrade dice:

    Hola Cide
    Es interesante, hechos que son misteriosos solo para los humanos, o para una civilización en particular. La cara oculta de la luna solo es oculta para quienes miramos desde la tierra, no para los que miran desde cualquier otro punto del universo, incluido el sol por supuesto. Luego, de alguna manera la madriguera de estos seres es la misma que la de los Moros. Y bueno una serie de simbologías, la serpiente…
    Están muy bien manejados los diferentes símbolos. Me gustó el relato y me pareció acertado el final. el futuro siempre es incierto.
    Felicitaciones y a continuar escribiendo.

    Escrito el 22 enero 2019 a las 17:09
  5. 5. K. Marce dice:

    Saludos, Cide

    Muchas gracias por tu visita obligada a mi texto. Lamentablemente algunos compañeros no siguen la regla de los tres, y deciden saltarse a quienes deben de leer por otras lecturas. Así que muchas gracias.

    No estás en mis lecturas obligadas (y de mayor análisis), pero siempre me gusta analizar un poco a fondo los escritos y si noto algo, me gusta hacerlo saber para que el texto se mejore. Así que aquí te marco lo que me ha sido más obvio.

    *Repetición de palabras*
    Siempre trata de evitar que en una oración, frase o párrafos cercanos, sean utilizadas las mismas palabras o similares. En el texto la que me más llamó mi atención fue “había/habiamos”. Fue usada doce veces. Es una conjución a futuro del verbo “haber”. En muchas ocasiones este puede simplemente modificarse con un sinónimo o modificación de la oración para que no resalte, sobre todo en textos de poca extensión como estos.
    > Habíamos aprendido -> Aprendimos
    > había apoderado – se apoderó
    > habían contado -> me contaron
    etc
    Recuerda que los verbos ser y estar son muy notorios durante la lectura. Te recomiendo que hagas uso de un lector electrónico y lee con él tus textos (yo lo hago aun cuando leo a mis compañeros). Con esta ayuda, detectarás esas palabras que suelen repetirse sin necesidad.

    Aquí te marco algunas párrafos que sufren de repetición ()*:
    * Párrafo 1
    (cuando*) comenzaron/ cuando se aburrían
    (eramos)(como) hormigas/ eramos un pequeño estorbo- como aperitivo
    * párrafo 2
    (habíamos) aprendido/ habíamos llegado / había apoderado/ me habían contado
    nuestro (mundo)/ de un mundo
    (contaban) historias/contaban mis padres
    (recordar) (cosas) / recordaba las cosas
    Párrafo 3
    (cómo) (había) (empezado) todo/ como había empezado el fin,
    los (más) viejos/ los más jóvenes
    (decían) que la destrucción/decían que trajeron
    (serpientes) aladas/serpientes de una piedra
    Párrafo 4
    (nuestro) grupo/nuestro ritmo
    (más) lento/más alto
    (para) (no) desentonar/ para no ser localizados/para acercarse a la Luna
    (habíamos) tenido/ habíamos embarcado
    (sabían) de lo que hablaban (sobre) su origen/ sabían lo de su origen/ saber sobre la forma
    Párrafo 5
    (zona) era muy arbolada/zona al sur
    nuestro (grupo)/ ningún grupo
    (pero) la llevábamos/ pero nos libraríamos
    recipientes en el (nido)/nido se hundiera/destruido el nido
    nido de las (bestias)/ grupo de esas bestias/ bestias aladas (último párafo)
    poner (todos)/ arder todos
    dejar a los (machos)/matar a los machos
    Párrafo 6
    (había) un enorme/ había muchas pequeñas
    (donde) (vimos) un boquete/ donde vinos algunas hembras

    Has manejado una ortografía muy nítida. Aunque me molesté mucho con el cambio de la RAE, ahora se sugiere no acentuar el solo (sólo). Me opuse mucho tiempo, pero es cada vez más personas lo consideran un falla ortográfica que dejé de acentuarla.

    La trama es interesante. En tu comentario leí que deseas ampliarla, por lo que te felicito y exhorto a que lo hagas. A la vez, te recomiendo que tomes en cuenta los puntos que te he marcado. Es mucho mejor manejar una escritura pulcra, para invertir el tiempo en la corrección de lo más importante, que es la historia.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 24 enero 2019 a las 00:11
  6. 6. Cide Hamete dice:

    Muchas gracias MT Andrade por tu comentario.

    Pues sí, estoy leyendo sobre las Guerras de Granada y el fin de la presencia mora en España y eso ha permeado mi relato.

    La mente, que es muy rara.

    Cide Hamete

    Escrito el 24 enero 2019 a las 10:18
  7. 7. Cide Hamete dice:

    Para K. Marce

    Muchísimas gracias, me siento abrumado por el dominio que muestras de la gramática y el ritmo de las palabras.

    Mi idea original se basó en lecturas de las Guerras de Granada, especialmente Hernán Pérez del Pulgar, y su repetición de palabras (pues en aquella época se leía para iletrados especialmente).
    Que duda cabe que me guié por estas repeticiones de forma subconsciente. Debo reconocer que lo escribí en un ratito por la noche el día 13, y sólo (jajajaja) lo revisé al día siguiente por encima, sin fijarme mucho en la posible cacofonía pues tenía muy presente esos textos renacentistas.

    Pero, me ha encantado tu comentario. Lo he guardado en mi carpeta de “Cómo escribir bien”.

    De nuevo, muchísimas gracias

    Escrito el 24 enero 2019 a las 10:23
  8. 8. Lucrecia Gordillo dice:

    CIDE HAMETE: Me ha gustado tu historia. El hilo viene muy bien, a mi juicio, hasta en el tercer párrafo donde dices “al llegar la historia a estos momentos…” se entiende que es una explicación fuera del contexto, porque luego continúas la narración pero tal vez K. Marce puede ayudarnos en esto, para que no se sienta “cortado” Espero leerte en febrero.

    Escrito el 28 enero 2019 a las 17:59
  9. 9. Lucrecia Gordillo dice:

    CIDE HAMETE: respecto al final, indudablemente que triunfaron. Me gusta así. (93)

    Escrito el 28 enero 2019 a las 18:06

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