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La Ceremonia de Unión - por Eric Milne

Era ya la decimoquinta vez que presidía la Ceremonia de Unión del instituto. Los niños, unas pequeñas bolitas temblorosas, estaban frente a mí en una perfecta línea recta. Escuché los cuchicheos de los padres detrás de mí.
–Telri, ¿estás listo?
El pequeño pájaro que tenía en los hombros graznó con ternura y movió sus alas. Saltó y se posó sobre la plataforma que estaba entre los niños y yo. Me puse a un lado, sabiendo que a los padres les gustaba ver ese momento.
Una suave luz empezó a emanar del plumaje esmeralda de Telri. Entonces se elevó con un poderoso aleteo hacia abajo, y para sorpresa de los niños, quedó suspendido en el aire.
Un momento después, mi pequeño compañero regresó al piso, y luego regresó volando a mi hombro. Estaba caliente, como si hubiese estado bajo el sol durante horas.
El aro estaba listo. Emanaba un ligero resplandor blanco.
–Muy bien, amigo, lo hiciste bien —le dije en voz baja.

Miré al público. Luces de varios colores me indicaban que sus pájaros estaban grabando la escena.
–Niños, les presento el Aro de la Unión. Este artefacto —continué, siguiendo el guión de todos los años— abre un puente controlado entre nuestro mundo y el Campo de Luz. De esta manera, los seres del Campo pueden determinar para ustedes el compañero con el que deberán ser unidos.
>>De acuerdo al color de su compañero, serán divididos en grupos. En sus nuevas clases les enseñarán a controlar las habilidades y reforzar la unión. De esta manera, ustedes y sus pájaros se convertirán en ciudadanos de bien.
Telri emitió un sonido. Estaba molesto, pero nadie lo oyó.

–Adrián, adelante —le sonreí al niño más cercano a mí, un pequeño de piel tostada y ojos grandes, y que parecía estar paralizado. Todos lo estaban. Le di un pequeño empuje y él empezó a avanzar hacia el aro dando pequeños pasitos.
No tardó en llegar a la plataforma y ponerse dentro del aro.
–Ahora, cierra los ojos.
Lo hizo. Dos segundos después, el aro empezó a brillar más, y luego un resplandor llenó la sala. Un resplandor azul. Y luego un fuerte chillido. ¡Ahí estaba! El pequeño pájaro tenía el cuerpo grisáceo, la cabeza blanca, y las alas de un bello e intenso color azul. Dio una vuelta en la sala buscando a su humano, y no tardó en volver hacia Adrián, quien ahora estaba dando saltitos y levantando los brazos intentando agarrarlo. El pájaro se posó elegantemente sobre su mano.
–¿Cómo se llama, Adrián?
–¡Kao! ¡Se llama Kao! ¡Mamá, mira, mira! —dijo, y salió corriendo hasta perderse entre las sillas.

Catalina, la más inquieta del salón, tuvo un pájaro muy parecido a mi Telri (y entonces supe que tendría que darle clases por al menos dos años más). Javier, que pensé que tendría un azul, me sorprendió cuando el aro empezó a brillar rojo. Su pájaro salió a toda velocidad, casi estampándose contra la pared contraria, y su aspecto enorme y grueso me hizo recordar a los dragones de los libros.
Ana tuvo un azul, Camila uno moreno de alas oscuras, Esteban un anaranjado que no fue del gusto de sus padres, ambos verdes. Nada podían hacer. Toda la situación era como un juego de barajas donde algo que aún no entendíamos decidía nuestros destinos por nosotros.
El aro también les “decía” el nombre de sus pájaros, quedando así la unión realizada. No era necesario aprenderme los nombres ahora, me cansaría de repetirlos cuando empezaran las clases.

Luego venía Óscar. Aposté por un verde para él mientras lo veía ponerse en la plataforma.
En ese momento, las luces del salón se apagaron. Telri me enterró tan fuerte las garras dentro de la piel que grité, pero no era la única. ¡El aro se había roto!
En medio de los gritos, vi elevarse una sombra. Era el pájaro. El aro seguía ahí, solo que no podíamos verlo. Telri me soltó y salió volando hacia donde estaban ahora todos los demás pájaros. Rodeaban a Óscar.
–Óscar, ¿estás bien? ¿Qué te pasó? —le pregunté, mientras lo sacaba de la plataforma.
Miré a su pájaro, que ahora estaba en su mano. Era la cosa más rara que había visto en mi vida. Quiero decir, también se parecía a Telri. Pero no tenía gris, ni café, ni blanco, ni ningún otro color en sus plumas: era completamente negro.
–Se llama Lanso —respondió.
Lanso, el Protector, como lo llamaba la leyenda.

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4 comentarios

  1. 1. Labajos. dice:

    Hola Eric:
    Me ha encantado la impresionante descripción de la ceremonia iniciática de esa extraña colectividad escolar, el sistema de su separación en grupos, dependiendo su destino de los colores de esas extrañas mascotas, no he llegado a comprender completamente la historia, más bien me parece un fragmento de otra mayor. En ese caso, logras mantener la tensión, un gran interés por saber qué es lo que sucederá después, pero tenemos el límite de esas 750 palabras.
    Ha sido un placer leer tu relato.
    Jorge G. Labajos

    Escrito el 17 enero 2019 a las 23:12
  2. 2. Raúl Exekiel dice:

    Hola Eric.

    Interesante escrito, deja con ganas de saber mucho mas sobre el destino de los personajes y sobre la institución.

    Lo único que quizás me paso es que queda corta la historia, pero es entendible teniendo en cuenta que no pueden ser más de 750 palabras.

    Un abrazo!

    Escrito el 19 enero 2019 a las 20:40
  3. ¡Vaya potente imaginación la tuya Eric!

    Es un cuento luminoso y mágico, algo abierto a la interpretación libre… y como soy muy mal pensada, mientras te leía no pude evitar sospechar que en vez de “soma” (la droga que daban a los habitantes de “Un mundo feliz” del escritor Aldous Huxley), los preciosos pájaros ofrecido a los niños eran los pájaros de la felicidad además de actuar como espías para controlar comportamientos dentro de un orden establecido. Pero creo que va por otros derroteros tu cuento, en el que hay fantasía, delicadeza, cromatismo, sensibilidad y sobre todo, imaginación, una baza que juega a tu favor.

    Un cordial saludo Eric.

    Escrito el 20 enero 2019 a las 14:29
  4. 4. K. Marce dice:

    Saludos, Eric

    Muchas gracias por pasar por mi relato del mes. Estoy tomando tiempo para responder a quienes me dejaron un comentario y poderles contribuir con las mejoras al texto que ellos mismos han escrito.

    Me ha llamado la atención tu forma de escribir. Aunque es muy visual, creo que me perdí con el fondo de la historia que no logré captar en su total esencia. Me pareció bastante ambigua en cuanto a la razón de la ceremonia y la necesidad de ser pareja con un ave toda la vida. El final parece inconcluso. Por lo que a la vez, no lo veo como una falla, sino crear en el lector la curiosidad de saber qué es lo que viene después de esa escena. Ya te comentaron que parece algo más extenso y que aquí vemos solo la punta del iceberg.

    En cuanto a su forma, te marco algunas mejoras que creo que debes considerar.

    La repetición de palabras, se prefiere obviarlas cuando estas no crean un énfasis. Por lo que trata de evitarlas en oraciones, frases o párrafos cercanos, ya que se vuelven obvias en espacios reducidos.

    Lo hizo. Dos segundos después, el aro empezó a brillar más, /y luego/ (donde) un resplandor azul llenó la sala. /Un resplandor azul- (eliminar)/. /Y- eliminar/ Luego un fuerte chillido. ¡Ahí estaba! El pequeño pájaro(,) (sin coma, adicionar que) tenía el cuerpo grisáceo, la cabeza blanca, y las alas de un bello e intenso color azul. Dio una vuelta en la sala buscando a su humano, y no tardó en volver hacia Adrián, quien ahora estaba dando saltitos, /y- (eliminar)/ levantando los brazos intentando agarrarlo. El pájaro (ave) se posó elegantemente sobre su mano.

    Este es el párrafo en donde más repetición de palabras hay. Recuerda que puedes modificar cualquier texto, eliminando, sustituyendo por sinónimos, alterando la frase, etc.
    A lo largo del texto, haces uso de las “Y” (22). Evítalas al comenzar una oración, ya que se le considera una muleta de escritura. También evita su uso en abundancia. Cuando una oración se comprende si ella, es preferible eliminarla.
    Asimismo has repetido: pájaro (11), niño/s (5), era (7),color (4), etc.
    En referencia a “color”, no es necesario decir “color rojo, o azul”, ya ambos se entienden como colores, y se admite como adjetivo calificativo: un auto negro.

    También he notado que haces uso de la voz pasiva, debes tratar de incluir la voz activa en el relato. No solo le quitas al lector la idea que “está leyendo”, sino que le obligas a entrar sin permisos a una acción determinada, volviéndola dínamica. Por ejemplo:

    > Le di un pequeño empuje y él empezó a avanzar hacia el aro dando pequeños pasitos.
    No tardó en llegar a la plataforma y ponerse dentro del aro.
    >> Lo empujé un poco, él avanzó dando pequeños pasos.
    Llegó a la plataforma sin demora para ponerse dentro del aro.

    Hiciste uso de “>>” para indicar que había continuidad en el diálogo, pero no existe razón para hacerlo ya que la acotación narrativa no afecta la comprensión del diálogo y sobre quien continúa hablando. Ya que nos has indicado a una sola persona haciendo una especie de presentación.

    Has cuidado muy bien de la ortografía, se te agradece. Lo que hay que señalar en cuanto a redacción es poco.

    > De acuerdo al color de su compañero -> Hay un mal uso de una preposición por otra. Lo correcto es: >> De acuerdo CON el color de su compañero.

    > Era ya la decimoquinta vez que presidía la Ceremonia de Unión del instituto. -> (VEZ) Esto es incorrecto, ya que la única excepción en la que se prescinde del artículo es cuando la expresión de orden va precedida de la preposición POR (‘por primera vez’ y no ‘por la primera vez’) Por lo que la frase debería ser modificada >> Era ya por decimoquinta vez… /o/ Era ya la decimoquinta ocasión que…

    > dando pequeños pasitos. ->Redundancia >> dando pasitos. /o /dando pequeños pasos.

    Por lo demás, se han manejado bien la estructura de los diálogos, la separación de los párrafos. No me he detenido a revisar los signos de puntuación; pero siempre uso un lector electrónico para revisar mis propios escritos (y ajenas), por lo que no noté incoherencias obvias.

    Espero que lo sugerido te sea de utilidad. Te es entregado con el todo el respeto que tu trabajo merece.
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 25 enero 2019 a las 20:19

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