La chica de la baraja - por PaulaC_99

Una chica con el pelo recogido caminaba despreocupadamente por las calles de Madrid mientras en sus manos jugaba con una baraja de cartas.
Iba observando a la gente a medida que avanzaba, y algunos hacían lo mismo con ella. Sobre todo, los niños.
La diferencia estaba en que ella los miraba a la cara, ellos a las manos. Y eso era algo que ella usaba a su favor.
Vio a un grupo de tres personas con un mapa en la mano. Uno señalaba una calle, mientras que los otros dos parecían explicarle que era por el lado contrario.
Se acercó a ellos.
—¿Puedo ayudaros en algo?
—Estamos un poco perdidos la verdad, y nos vendría muy bien tu ayuda, sí.
La chica que estaba en medio de ambos se fijó en las cartas que se encontraban en su mano y las señaló.
—¿Haces magia?
—Las miró y luego asintió—. Si queréis os hago un truco antes de indicaros el camino.
—Sí, claro. ¿Por qué no? —Siguió la chica.
—Puede estar bien —dijo el que sostenía el mapa, a la vez que lo doblaba y se lo metía bajo el brazo.
—Muy bien —dijo barajeando las cartas rápidamente—. Algo sencillo, para no haceros perder tiempo —miró detrás suya—. Vamos ahí mejor, debajo de ese árbol. Que con el calor que hace una buena sombra se agradece.
Los cuatro se acercaron y la chica de la baraja volvió a cambiar las cartas de sitio.
—Mola el tatuaje, por cierto —señaló la otra chica mirando hacia el dragón que había en su mano.
—Muchas gracias —contestó ella—. Bueno, al lío —levantó la baraja—. Coged una cada uno.
Mientras lo hacían les dijo que se enseñaran sus respectivas cartas entre ellos, momento que ella aprovechó para meter la mano en el bolsillo del chico que se encontraba más próximo a ella para robarle la cartera.
—Ahora metedlas en la baraja otra vez. Separadas —comentó mientras volvía a alzar el mazo de cartas en su dirección y se guardaba lo que acababa de coger.
Una vez hecho eso las cambió de sitio y les pidió que volvieran a elegir cartas al azar. Los tres chicos lo hicieron y las miraron. Tardaron apenas unos segundos en darse cuenta de que en sus manos tenías la carta que su compañero de al lado había cogido la primera vez.
—¿Cómo has hecho eso? —Dijo uno, sorprendido.
—Se encogió de hombros—. Magia. Y ahora… —esperó unos segundos—. ¿Os digo la dirección que buscabais antes?
—Una pregunta antes —se adelantó la chica.
—Dime.
—¿Lo de robar mientras haces tus trucos también forma parte de la magia?
Cuando le dio tiempo a asimilar lo que acababa de decir y quiso empezar a correr uno ya la tenía cogida por los brazos, mientras que el otro sacaba unas esposas de la mochila que segundos antes colgaba de su espalda.
—Quedas detenida —siguió la chica—. Deberías haber parado cuando esos turistas se dieron cuenta y la policía te persiguió hace dos meses…
—Eras tú…
—Pues sí, fíjate que cosas. En ese momento te me escapaste por la cantidad de gente que había en el centro ese día. Pero bueno, la espera ha merecido la pena. Aquí estás.
—Por favor…
—Eso ya no sirve —miró a sus compañeros y sonrió—. Llevadla al coche —después se giró hacia la chica, sin dejar de sonreír—. Que lo pases bien.
Y la gente que estaba alrededor en esos momentos pudo ver como los dos policías camuflados se llevaban esposada a la chica del tatuaje del dragón.