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La ofensa - por esarasua

LA OFENSA

“Todos deben saber aprovechar su posición, incluso tú”. Su padre siempre le repitió esta frase, y estaba claro que el bufón esta vez no supo llevarla a cabo, puesto que allí se encontraba, a escasos minutos de su propia muerte.
Permanecía de rodillas con la mirada perdida, en la plaza del pueblo, a poco más de un metro del verdugo. La espada, destellante y afilada, como vestidita de domingo, estaba también lista para la macabra ceremonia.
La plaza estaba conformada por cientos de ojos que miraban expectantes la escena. Era mediodía, el sol apretaba, y una riada de sudor recorría el cuerpo tembloroso del bufón. El público se protegía con sus sombrillas de los rayos impasibles, y dedicaban la espera a preguntarse qué podía haber hecho o dicho aquel infeliz para terminar allí. Nunca aquella plaza había estado tan abarrotada un día de ejecución. Era la primera vez en la historia del reino que un bufón sería ejecutado. Algo muy terrible tenía que haber pasado. ¿Pero qué?
Los rumores apuntaban a alguna broma acerca del tamaño del miembro del rey o quizás algún comentario sobre su impotencia sexual. También se hablaba de un combate que el rey había perdido de forma ridícula contra alguien en principio mucho más débil, y la gente allí se preguntaba si el bufón había decidido torpemente reírse de esto ante el rey.
Nuestro bufón tenía alma de filósofo. Y es bien sabido que los filósofos son propensos a pensar por sí mismos. Eso no podía traer nada bueno en un lugar como aquel. ¿Pero ahora qué más daba todo esto? Se desquiciaba. Su mente se nublaba. No podía pensar. ¡Qué paradoja! Mientras el corazón le latía tan rápido como nunca, el tiempo parecía transcurrir cada vez más lento, hasta casi detenerse. Escuchaba las voces y gritos de la gente en la plaza de forma distorsionada y lenta. No era capaz de distinguir una sola palabra. Ni siquiera era capaz de distinguir uno solo de sus propios pensamientos. Quería que acabara aquel horror, pero también quería vivir.
Finalmente todo el peso de la espada cayó sobre su nuca, y su cabeza rodó por el escenario cayéndose de la tarima al suelo de la plaza. Incluso la gente, que estaba acostumbrada a asistir a estos espectáculos, gritó de espanto al ver el cuerpo del bufón, ahora sin cabeza. Los gritos se transformaron en silencio y después en tímidos murmullos.
El verdugo limpió la espada. La plaza comenzó a vaciarse. Nadie recordaría qué fue lo que ofendió al rey, al igual que tiempo después nadie recordaría tampoco al bufón.

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3 comentarios

  1. 1. kirjanik Maya dice:

    Hola, esarasua.

    Un relato bien logrado, apenas arranca y atrapa en la lectura, el final genial, que importa la ofensa, si a nadie le ha de importar el bufón

    Espero con ansias leerte en el próximo taller.

    Escrito el 17 febrero 2019 a las 01:31
  2. Esarasua:
    ¡Qué buena forma de mostrarnos la debilidad de los poderosos!
    Al mismo tiempo nos haces ver cómo se valen ellos de la fuerza que los mantiene en su sitio.
    Tu narración es muy clara y limpia y no percibo errores de lenguaje para señalarte.
    Muy buen relato.
    Saludos.

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 01:20
  3. 3. Rafa dice:

    Hola Esarasua, leí tu cuento, bien escrito, sin tropiezos, ágil desarrollo, elementos interesantes para profundizar una metáfora social: un bufón-filósofo, un rey impotente, una plaza pública indolente, el tema de la ofensa supeditado a la venganza (o a la justicia, no se aclara y eso le da fuerza a la idea del poco peso de nuestros actos frente a la muerte).
    Por lo mismo se me abre el apetito de encontrar mayor énfasis o intensión en el planteamiento de los co flictos esbozados, creo que le daría fuerza al relato.
    Tienes todo para lograrlo, muchas gracias por compartirlo.
    Estoy en el 35 si te animas a leer el mio.
    Gracias.

    Escrito el 27 febrero 2019 a las 15:58

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