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La ofensa - por José M. Fernández

Los estudios la aburrían soberanamente, al menos hasta hoy. La profesora de Etología les había propuesto hacer un trabajo de campo sobre el comportamiento de los primates; a ella le había tocado el de los gorilas. Lucy era consciente de que en Boston no había gorilas, fuera del zoo, claro. La tarea le apasionaba, de hecho estimaba esa ciencia porque amaba a los animales y a la naturaleza. Era una oportunidad para romper la monotonía de las clases.
A la mañana siguiente fue al zoo. No le gustaba ver a los animales encerrados, aunque ahora ya no había jaulas sino espacios separados por fosos o vallas, pero no tenía más remedio. Habló primero con los veterinarios y ellos la guiaron al recinto donde estaban los gorilas; había dos un macho llamado Zoco y una hembra llamada Zita. Explicó a su cuidador porqué estaba allí y qué pretendía. En compañía de este entró en el recinto y pudo acercarse bastante, hasta que el macho la miró detenidamente. El cuidador le dijo que no se moviese, pero ella no tenía miedo. La mirada del gorila era profunda, sosegada, escrutadora. La observaba con curiosidad. Lucy le ofreció fruta y Zoco alargó lentamente su mano para cogerla; hubiese jurado que le sonreía. Con la fruta en una mano, estiró la otra hacia ella, como si quisiera saludarla. Lucy la rozó con la suya, bajo la mirada expectante del cuidador.
Pasaron unos días en los que la estudiante leyó mucho sobre los gorilas. Una mañana gris en la que una espesa niebla se había abatido sobre la ciudad, Lucy volvió al zoo. Fue recibida por el mismo cuidador que la había atendido en su primera visita. Estaba preparando unos medicamentos en un antiguo almacén que hacía las veces de enfermería.
–Hoy Zoco está raro, triste, como el día –dijo el cuidador–. Le estoy preparando unas vitaminas.
–¿Le ha pasado algo?
–No, bueno el otro día unos adolescentes descerebrados le estuvieron tirando cosas y haciéndose selfies con flash ante los dos, cosa que está rigurosamente prohibida porque los asusta. Estuvieron así un buen rato hasta que logramos echarlos.
Se acercaron con precaución a Zoco. Los miró. Lucy notó que la mirada era distinta, más hosca.
–Creo que, desde entonces, está enfadado, molesto. Ofendido por algo, quizás captó el sentido de las burlas de esos idiotas –comentó el cuidador.
–¿Tan sensibles son?
–Casi igual que nosotros. Nos parecemos bastante.
Zoco dejó de mirarlos y les dio la espalda, una mole inmensa e imponente de músculo. Lucy le ofreció una fruta, llamándolo. El macho no se volvió, pero de un manotazo tumbó a Lucy, haciéndola sangrar por la boca. El cuidador, asustado, la arrastró fuera de recinto y pidió ayuda. Zoco no hizo más ademanes agresivos, permaneció inmóvil, dándoles la espalda a todos, mirando un punto indefinido del zoo, ignorándolos.

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3 comentarios

  1. 1. Florencia M dice:

    Hola José,

    Me gustó especialmente el final, no me lo esperaba. Creo que ahí es donde se pone interesante.

    Hasta la próxima!

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 11:57
  2. 2. MOT dice:

    Hola José M.
    Una historia que, desde mi humilde y personal punto de vista, podría haber dado más de sí; me he quedado con la sensación de que está incompleta…no sé, le falta algo más.
    También creo que podría mejorar el ritmo de lectura si modificaras la puntuación en los siguientes fragmentos:
    1 – … Lucy era consciente de que en Boston no había gorilas, fuera del zoo, claro. … Yo le quitaría la coma después de “gorilas” o pondría un punto y coma.
    2 – Lo mismo en la frase: … había dos un macho llamado Zoco y una hembra llamada Zita. … Después de “dos”, debe ir una coma o un punto y coma.
    3 – El comienzo del párrafo: … –No, bueno el otro día unos adolescentes… quedaría mejor si fuera así: -No. Bueno, el otro día unos adolescentes…
    Me ha gustado mucho la historia no obstante… Enhorabuena.
    Saludos.

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 11:57
  3. Gracias por vuestras opiniones. Mot, de tus observaciones creoq ue llevas razón en la sebunda y en la tercera. También estoy de acuerdo en que la historia puede dar más de sí, pero la limitación del espacio es crucial. Creo que la idea principal, que era mostrar la proximidad de los promates con nosotros, está expresada.
    Gracias sinceras
    José M. Fernández

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 12:48

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