La ofensa - por LittleWriter

Bajé a toda prisa las escaleras de aquel edificio que tantas veces había admirado, pero fué la única vez que no me deleité con su obra modernista.
Salí a la calle, no era demasiado tarde para ir andando a casa pero cogí un taxi, estaba demasiado disgustada y necesitaba llegar cuanto antes.
¿En qué momento pensé que Julia me creería a mi?

Aquella mañana la había llamado para decirle que necesitaba verla, y ella que bien me conocía sabía que era algo que no podía esperar si llamaba con tanta urgencia. Últimamente no nos veíamos tanto como nos gustaría, pero siempre estábamos ahí la una para la otra.
Quedamos en su casa aquella tarde, estaríamos más tranquilas y solas, su marido tampoco estaría así que podríamos hablar con tranquilidad.
Llegué diez minutos antes, algo poco habitual en mí, supongo que por los nervios…
— María, no te esperaba tan pronto… Teniendo en cuenta que siempre llegas tarde debe de ser grave lo que te pasa.– Me dijo un poco nerviosa.
— Hola, sí…– dije.
Pasé directa a la terraza, necesitaba fumarme un cigarro. En mi cabeza había imaginado mil veces como seria esta conversación y ahora me quedaba muda.
— María, que te pasa?– preguntó preocupada.
— No sé cómo decirte esto Julia, ni siquiera sé como te lo vas a tomar, pero lo primero que quiero que sepas es que no es fácil para mí decirte esto.–dije.
— Chica, dilo ya o me va a dar un infarto– me dijo temblorosa.
Realmente en ese momento me replanteé que hacía allí… Podría haberle quitado hierro al asunto y no meterme en ningún lío. Pero ella era María, mi amiga de toda la vida y no podía ocultarle lo que desde hacía algún tiempo estaba pasando. Al menos a mí me hubiera gustado que me lo contaran, pero yo no era Julia.
Quizás algunos pensaran que no había motivos suficientes para que yo decidiría contarle lo que estaba ocurriendo, pero otros dirán que hice lo correcto.
— Luis…– Tomé una bocanada de aire para continuar pero ella me cortó.
— Le ha pasado algo a Luis? — preguntó preocupada por su marido .
— No cariño, está bien. Es algo relacionado con Luis lo que tengo que decirte.– Julia se quedó pálida.
— Qué pasa? Por dios María!– dijo.
— Te acuerdas cuando fuimos a la fiesta de inauguración de la casa de Paula y Javi? — pregunté.
— Si. — Dijo sin moverse.
— Fué la primera vez que Luis se me insinuó. Pensé que quizás era porque había bebido más de la cuenta y no le quise dar importancia.– hice una pausa pero ella no dijo nada.
— Esas insinuaciones se han ido repitiendo e intensificando Julia.–dije.
— Os habéis acostado?– me dijo en un tono que me quedé helada.
— Como? Crees que me he acostado con tu Marido?– dije dolida.
Julia y yo éramos uña y carne, más que amigas, éramos hermanas. Jamás pensé que lo primero que me soltaría sería pregúntame si me había acostado con su marido.
— Claro que no!– dije más alto de lo que me hubiera gustado.
— Sinceramente María, no creo que Luis sea capaz de eso.–dijo defendiéndole .
— Crees que te mentiría en algo así? Que gano yo con esto Julia? Solo quería avisarte de que está intentando algo conmigo, y en mi opinión no te merece si ese es el respeto que te tiene.– dije rabiosa.
— No te creo– dijo.
¿Qué no me creía? Un bofetón no me hubiera dolido tanto. Si fuera al revés obviamente la creería sin dudarlo.
— Julia abre los ojos, Luis es un cerdo! Si lo ha intentado conmigo que soy tu mejor amiga, que no habrá intentado con alguna que ni conoces…– dije encendida.
— María lárgate, no vengas a mi casa a faltar el respeto a mi familia. Tus palabras me ofenden.– dijo sin mirarme.

Me quedé sin palabras. De todas las posibles reacciones que esperaba de Julia, desde luego esta no estaba en la lista. Así que sin más, recogí mis cosas y bajé las escaleras lo más rápido que me permitieron mis zapatos.

Salí a la calle, cogí un taxi y en menos de 15 minutos estaba en mi casa, mi cabeza no paraba de reconstruir lo que acaba de pasar, una y otra vez.
— Me ofendes con tus palabras– había dicho Julia.

Un mes más tarde, Luis le confesó todo… Le dijo que no la quería y que se marchaba.
Julia nunca me llamó, aunque supo que decía la verdad. Y yo tampoco la llamé, ahora la ofendida era yo.