Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La ofensa - por Carlos Jaime Noreña

Web: http://ocurr-cj.blogspot.com

Cuando conoció a Ofelia, Ernesto quedó encantado. Era una mujer 10; tenía un cuerpo perfecto, con las curvas más sensuales, bello rostro de diva, en el que resaltaban unos inmensos ojos verdes con largas pestañas y su caminado parecía una melodía puesta en movimiento. No esperó para decirle unos románticos piropos al sacarla a bailar en aquella fiesta en que los presentaron. Después se ofreció a llevarla a casa y en el trayecto hizo derroche de las atenciones más obsequiosas.

“Eres todo un galán”, le dijo ella con picardía al despedirse, y salió Ernesto pensativo hacia su apartamento. Mas su preocupación no era porque le quedara duda alguna sobre el efecto de sus requiebros en el ánimo de la dama, sino que su mente matemática y verbal no le quiso dar descanso, buscando una correspondencia entre las letras de la afirmación de la chica y las de su propio nombre. ¡Sí! Un perfecto anagrama: Si se permutaban los caracteres que componían su nombre completo, Ernesto Udo Galán, se formaba la oración “Eres todo un galán”. Esto lo acabó de enamorar de la muchacha.

Nunca le contó a ella de este descubrimiento, pero sí del amor a primera vista que había nacido en él; logró convencerla de sus rectas intenciones y sostuvieron un cálido romance que no parecía tener fin. Eran la envidia de todos, porque él no era ningún pintado en la pared; también tenía excelentes atributos físicos, a más de su inteligencia y buenos sentimientos.

Un día llegó Ricardo; un funcionario de la empresa en que trabajaba Ofelia, que fue trasladado a la ciudad. Al conocer a su compañera de oficina, se prendó de la misma manera que Ernesto en su momento y la cortejaba, sin que la muchacha le prestara ninguna atención por lo pronto. Antes bien, le comentó disgustada a su enamorado sobre ese “aparecido” que se daba mucha ínfulas. Él le sugirió, como era de suponer, que no le prestara ninguna atención y que pidiera algún cambio que los alejara un poco.

El cambio se dio pronto, porque Nora Ofelia estaba aspirando a un ascenso y con este pasó a otro piso y a funciones que no tenían casi nada de relación con el “acosador”. Mas el tipo se las ingeniaba para encontrarla en el ascensor y también se sentaba a su lado en las reuniones generales; pero cambió la táctica del asedio directo por la de simplemente dejarse ver, respirar su mismo aire; con esto le bastaba, mientras tanto.

Una circunstancia sirvió de catalizador para los ansiosos propósitos de Ricardo: por orden superior, les tocó viajar juntos a la capital a unas gestiones que tendrían que realizar en compañía. En el vuelo, sentados lado a lado, porque así lo buscó Ricardo, se produjeron fuertes turbulencias y Ofelia, que le tenía pánico a volar, se aferró a su compañero; él la acariciaba “inocentemente”, dizque para inducirle calma y terminaron tomados de la mano.

Los hechos se precipitaron; en el hotel pidieron una habitación para ambos, "solo por acompañarnos”; salieron muy juntitos en los ratos libres a conocer la ciudad; después del viaje se reunieron en el apartamento de ella a redactar el informe de la misión y él obtuvo su permiso para seguir visitándola en los días en que Ernesto tenía salidas de la ciudad.

Claro que este último se tenía que enterar. Primero, por detalles que captó en el apartamento de ella; después, por informes de amigos insidiosos. Le causó profunda tristeza, pero acopió fuerzas para reclamarle. Ella, sorprendida, pero adolorida, se deshizo en promesas, pero la intensa pena de Ernesto le impidió aceptar nada y se fue a su casa.

Nora Ofelia lo estuvo llamando los días siguientes a proponerle un nuevo encuentro. Él finalmente lo aceptó en terreno neutral, un barcito cercano. En medio de estériles discusiones, ella le soltó que había encontrado en Ricardo el hombre que no halló en él.

Ernesto se levantó de inmediato a pagar la cuenta y se despidió con esta sentencia:

–La vil ofensa que no esperaba.
(Anagrama de Nora Ofelia Velásquez Pebán).

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

10 comentarios

  1. 1. Ocitore dice:

    Hola, Carlos, está bien contada la historia, pero creo que le falta un poquito más de suspenso. Tal vez si trabajaras más el mundo interior de los personajes y dejaras un poco la trama sin las descripciones que despejan las dudas. Si empezaras por el final ¿qué pasaría? El lector sabe que Ernesto ha recibido una ofensa, luego se interesa por la causa, esa la guardas para el final y describes los cambios de la conducta de Nora Ofelia, incluso podrías poner el nombre de Ricardo en sus labios por equivocación. Bueno, suerte y nos vemos pronto.

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 12:53
  2. 2. Florencia M dice:

    Hola Carlos, coincido con Ocitore, falta tensión narrativa. Me gustó lo de los anagramas, quizás puedas darle una vuelta para generar suspenso con ellos. Sería original.

    Me ha gustado leer tu relato. Hasta la próxima!

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 14:14
  3. Muchas gracias a Ocitore y Florencia por sus comentarios, sobre los que reflexionaré.
    Saludos.

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 23:46
  4. 4. Patricia Redondo dice:

    Pues a mi me ha gustado mucho , me lo he pasado muy bien leyéndola. Tienes un estilo muy peculiar, no es el primer relato que te leo, con un sentido del humor muy fino , hay mucha ironía, mucha retranca ,como dicen en mi pueblo 🙂 , tienes muchos recursos y los utilizas muy bien para darle a tus textos ese tono jocoso. Vale que igual del amor a la traición Ofelia se precipita sin que medien muchas explicaciones, pero el texto sigue siendo igualmente divertido. Sigue así.

    Nos leemos!
    Saludos!

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 22:42
  5. Muchas gracias, Patricia, por tus elogios.
    Leeré el tuyo.

    Escrito el 22 febrero 2019 a las 03:34
  6. 6. Mª Jesús Hernando dice:

    Hola Carlos. Coincido con algunos de los compañeros anteriores en que el relato nos deja con ganas de saber más. Me gusta la historia y tiene mucha riqueza de vocabulario. Con la descripción de Ofelia me la imagino a la perfección. Lo de los anagramas es ingenioso y para mi un rasgo que define el carácter de Ernesto del que sin embargo no comprendo bien el significado de la expresión “él no era un pintado en la pared”. WEnhorabuena y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 23 febrero 2019 a las 10:14
  7. 7. MOT dice:

    Hola Carlos.
    Al igual que Ocitore y Florencia, a mí también me hubiera gustado más un poco de “acción”, aunque ha sido muy grata la lectura de tu historia; he disfrutado con ella.
    Lo que más me ha llamado la atención ha sido el tema de los anagramas…muy agudo…
    Magnífico tu estilo.
    Enhorabuena, creo que has hecho un muy buen trabajo.
    Saludos

    Escrito el 23 febrero 2019 a las 19:40
  8. Muchas gracias, Ma. Jesús y MOT.
    El dicho que tenemos por aquí de “ningún pintado en la pared” significa que no es ningún muñeco, ningún pelele; que la persona tiene su importancia en algún sentido.
    Saludos.

    Escrito el 25 febrero 2019 a las 00:22
  9. 9. Laura dice:

    Hola Carlos Jaime Noreña.
    Relatas una historia de amor con el ingrediente de los anagramas. Algo me imaginè con la apariciòn de Nora Ofelia, que hasta el momento era sòlo Ofelia.
    Me quedó un poco fuera de època que Ricardo obtuviese permiso para visitar a Ofelia cuando Ernesto estaba fuera de la ciudad. Considero que era cuando se encontraban, pero lo del permiso es lo que me quedó de otra època.
    Coincido con que faltò algo de tensiòn dramàtica.
    Mis saludos.
    Hasta la pròxima propuesta.

    Escrito el 28 febrero 2019 a las 11:47
  10. Muchas gracias, Laura. Revisaré lo de la tensión dramática. Lo del permiso era una ironía; significa que él le pidió volver y se pusieron de acuerdo.
    Saludos.

    Escrito el 28 febrero 2019 a las 20:57

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.