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La ofensa - por Gustav

LA OFENSA
Al caer la tarde, mientras el inspector Arthur se acercaba a la habitación donde se había cometido el crimen, podía oír el murmullo de las personas que dentro se encontraban. Accedió a la habitación y vio al subinspector Thomas, el Juez de guardia y la forense la Alice, al lado del cuerpo claramente sin vida del sospechoso empresario Alexander. Sentado en un soja de terciopelo rojo delante de la ventana, con un orificio de bala en la frente.

—¿Qué me podéis contar? —preguntó el inspector a los allí presentes.
—Le dispararon desde fuera, mientras estaba sentado en el sofá.
—¿Un francotirador?
—Parece que sí, con un rifle ORSIS T-5000 —aclaró la forense—.

Después de dos horas, tras realizar las tareas pertinentes, Arthur se dirigió a la forense.

—Alice, tome fotografías durante la autopsia y manténgame informado. Por mi parte he terminado, si el juez lo autoriza, pueden realizar el levantamiento del cadáver.

Camino a la comisaría, en la travesía paralela a la calle del homicidio, el inspector esperaba con su coche, mientras cruzaban una caravana de vehículos pesados. En los que ponía “Circo Espectáculus”, por la megafonía anunciaban que se asentaría en la ciudad esa misma tarde. Entre los camiones que cruzaban delante del coche de Arthur, se podían ver mediante las pegatinas pegadas en los remolques, los diferentes espectáculos que ofrecía el circo. El que más le llamó la atención fue el penúltimo: “Gorila Gor-King, el más grande y peligroso del reino animal”.

A las 18:22h, en el despacho del inspector, sonó el teléfono.
—Arthur, dígame.
—Inspector acabo de recibir un aviso, en “El Llano”, es la yeguada del juez asesinado, tienen amordazado al mozo de cuadra y amenazan con matarlo —informó el subinspector alarmado.
—¿Quién le ha informado Thomas?
—El mismo mozo ha llamado a emergencias.
—Vamos ahora mismo, ¿Viene conmigo?
—Sí, le espero en el aparcamiento.

Una vez llegaron a la parcela donde se encontraba la yeguada, dejaron el coche al lado del picadero, se bajaron y empezaron a caminar.
Había una sensación fantasmal debido a la espesa niebla que se había levantado. A la derecha dejaron la clínica veterinaria y una pequeña vivienda con la puerta abierta, —el inspector señalo hacia ella—, Thomas fue a revisarla. No había nadie.
A la izquierda estaban las cuadras de los caballos.

De repente oyeron una serie de golpes. Al final, entre la niebla, se podía ver un almacén. Parecía que venía de allí. Ambos sacaron sus armas reglamentarias y se acercaron con precaución para intentar sorprender a quién estuviera allí dentro. Quitaron el pestillo de la pequeña puerta peatonal y entraron. Primero Arthur y tras este el subinspector. Vieron algo que no tenía nada que ver con lo que hay había. Quedaron paralizados. Un gorila subido en una pila de palés mirando hacia ellos inmóvil.

—Ya lo han visto, ¿No? —dijo una voz detrás de ellos. Se giraron y vieron a un hombre ataviado con unas delanteras y ropa de montar a caballo.
—¿Quién es usted? —Preguntó el inspector.
—Soy Federico, el mozo de cuadras de esta yeguada.
—Habíamos recibido un aviso en el que nos decían, que estaba usted retenido y le querían matar.
—Como ve estoy perfectamente. Acabo de llegar de montar a Emperador y me he encontrado con este animal cuando he venido a por pienso. Acabo de llamar a casa del señor Alexander, para informar y que avisen para que vengan a sacarlo.
—¡¡¡Maldición!!! —Gritó Arthur con un gesto de rabia plasmado en su cara—. Nos han engañado nos han hecho que vengamos hasta aquí para nada.
—Tranquilícese inspector —dijo su compañero.
Sonó el teléfono móvil de Arthur.
—Dígame. —contestón en un tono seco—. No me diga… vale, vamos ahora mismo. Adiós. —Colgó el teléfono. Su cara seguía teniendo la misma expresión de rabia contenida.
—Esto ha sido una ofensa, para mí como inspector de policía y para el cuerpo. —gritó enérgicamente.
—¿Que ha pasado? —preguntó su compañero.
—Mientras que nosotros hemos venido a ver a este gorila de circo, han pasado a la casa de la hija del juez Alexander, que está al otro lado de la ciudad y la han secuestrado. Vamos a ver qué podemos hacer, aunque a estas horas, tardaremos casi una hora en atravesar toda la ciudad.
—¿Qué hacemos con el animal?
—Este señor ya avisó, que se encarguen ellos, nosotros tenemos algo más importante. —Zanjó el inspector Arthur. Se despidieron del mozo de cuadras y se fueron.

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3 comentarios

  1. 1. JaimeM dice:

    Hola, Gustav:

    He leído tu relato con interés, aunque más que relato parece un capítulo de un libro o parte una historia más larga. Creo que el título no se ajusta del todo al cuento; el inspector dice: “Esto ha sido una ofensa, para mí como inspector de policía y para el cuerpo”, pero realmente ha sido una treta, un engaño para conseguir un objetivo, más que una ofensa.

    Si esto es parte de una historia más larga, te felicito y te animo a seguir escribiendo. Tengo curiosidad por saber cómo sigue.

    En cuanto al estilo, en mi opinión podrías simplificar un poco la estructura de algunas frases. Por ejemplo: “Entre los camiones que cruzaban delante del coche de Arthur, se podían ver mediante las pegatinas pegadas en los remolques, los diferentes espectáculos que ofrecía el circo.” Creo que se podría reducir a un par de frases; por ejemplo: “las pegatinas en los remolques de los vehículos mostraban los diferentes espectáculos que ofrecía el circo”. Esto es solo mi opinión y por tanto muy personal 🙂

    Por último, algunas erratas que distraen un poco del texto: “la forense la Alice” (sobra un “la”); “Sentado en un soja de terciopelo rojo” (por “soja” te refieres a “sofá”, ¿no?); “Vieron algo que no tenía nada que ver con lo que hay había” (donde escribes el verbo “hay” debería ser el adverbio “ahí”); contestón en un tono seco (sobra la “n” final en “constestón).

    Espero que mi mensaje te sea de utilidad.

    Nos leemos, ¡un saludo!

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 12:02
  2. 2. Anémona dice:

    Hola, Gustav:

    Desde luego has conseguido mantenerme en vilo hasta el final del relato, y eso es buena señal. Pero por otro lado, e notado el texto poco pulido, con errores simples, como ya te señaló JaimeM. También me confunde que al incio del texto, te refieres a la victima como el “empresario Alexander”, y luego como el “juez Alexander”. Lo que si me ha llamado la atención de forma positiva, es que nombras un arma específica, que me he tomado la molestia de investigar, y vaya… te has documentado bien, efectivamente es un rifle para francotiradores. En general creo que el texto necesita un repasillo de forma, porque la idea es buena.

    Gracias por haberte pasado por mi relato.
    Un saludo.

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 12:41
  3. 3. Conrad Crad dice:

    Hola, Gustav
    Un relato de “Novela negra” un tanto disperso.
    En cuanto a la forma ya te han comentado los compañeros. Hay que poner cuidado en la puntuación, en las faltas y en la estructura de las frases. Una lectura en voz alta resulta muy clarificadora.
    Creo que el reto está metido con fórceps. No entiendo la utilización del gorila para distraer ni la ofensa, si es que hay.
    En fin, mucho trabajo creo que hay por hacer.
    Pero así es como se aprende, trabajando
    Un saludo, Gustav.

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 16:56

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