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La ofensa - por Shulito

Luisa hacía años que se había marchado, pero el recuerdo que Marcos tenía de ella cuando la conoció era imborrable, su cabello rubio ensortijado con destellos rojizos, con el que a él le gustaba pasar horas mesándolo entre sus dedos, aquel precioso cabello… De su risa, él se acordaba que sin ser contagiosa, era sencilla y le animaba a acompañarla siempre, ahora en su mente quedaban ecos lejanos que le obligaban cerrar los ojos y fruncir el ceño para recuperar aquellos sonidos del pasado… De sus ojos, Marcos recordaba sobre todo el color que tenían el día de su primer encuentro, un azul grisáceo con pequeños puntitos tirando a verdes, que le atraparon para siempre. Con el tiempo el azul se iría apagando y el gris tomaría posesión…

Luisa era bióloga evolutiva, y en su momento había trabajado en un laboratorio de una multinacional que realizaba ensayos con primates, principalmente gorilas y chimpancés, para estudiar el efecto de algunos psicotrópicos en el avance de enfermedades mentales degenerativas en humanos. Era espectacular verla trabajar con sus “mascotas”, sus colegas le aconsejaban que tuviera mucho cuidado en su trato, pero ella siempre quitaba importancia al riesgo, diciéndoles que el verdadero peligro estaba en el mal que ella trataba de erradicar en el ser humano. La primera ocasión que Marcos tuvo la oportunidad de verla en acción fue mágica, ella vestía guantes y bata blancos, y se dirigía con asombrosa seguridad a la jaula del primate, donde le cogía suavemente del brazo, y fijando sus ojos en los del animal le inoculaba el cultivo generado en la placa de Petri con el que tocaba experimentar en ese momento. El primate, quieto, como hipnotizado por la mirada de Luisa, se dejaba tocar e inyectar el ensayo biológico sin ninguna aprensión aparente, mientras tanto, el resto de asistentes observaban la escena con alivio y admiración, y Marcos el que más.

– Hola, me llamo Luisa, y ¿tú?, ¿eres el nuevo encargado del almacén, verdad? – dirigiéndose directamente a Marcos, mientras se quitaba los guantes para darle la mano.

– Marcos, Marcos Solana, y sí, hoy mismo me he incorporado para gestionar el almacén del laboratorio – respondía el alucinado Marcos, mientras estrechaba su mano, y la miraba sin pestañear como si él fuera el que hubiera recibido el pinchazo. En ese mismo instante Marcos llegaría a reconocer que esa sería la mujer de su vida.

De los años que pasaron juntos nunca hubo grandes discusiones, al menos si se descartan aquellas en las que los enamorados se enfadan por tonterías, que siempre abundan, pero solo hubo una en la que sí, quizás la única vez que estuvieron sin hablarse un breve espacio de tiempo que a Marcos le pareció interminable, y que todavía recordaba con todo detalle. Aquella absurda discusión iniciaría el progresivo alejamiento de Luisa.

– Marcos, ¿dónde están las llaves de mi Nissan? Hoy tengo que ir al laboratorio para probar un nuevo medicamento experimental – le preguntó Luisa a su marido.

Marcos, se quedó petrificado, y no supo cómo reaccionar.

Y Luisa volvió a inquirirle con mayor intensidad:

– ¡Marcos, o me lo dices, o la vamos a tener¡ –

Marcos, como salido de una pesadilla, contestó al final con cierta emoción:

– Luisa cariño, hace ocho años que ya te jubilaste del laboratorio… – dejando caer sus palabras con ternura y abriendo un doloroso silencio.

Luisa fijó su mirada en él, y con una expresión mezcla de odio y sufrimiento interior como si hubiese recibido la peor ofensa de su vida, se volvió airadamente y se dirigió al dormitorio para llorar a solas. Marcos callado, la siguió con la mirada humedecida, imaginando el inmenso dolor que le había infringido sin pensar en ese momento que estaba viviendo su primera despedida.

Luisa tenía ahora el pelo plateado, liso y sin destellos, ya no reía, tan solo miraba a Marcos y le sonreía con dulzura, pero igual que a él, a todas las enfermeras que le ayudaban a sentarse en su silla de ruedas. Como en una cruel paradoja de la vida, ella era ahora la que recibía inyecciones para tratar la enfermedad que le inundaba de niebla su mente y que le iba alejando sin remedio de su mayor admirador.

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9 comentarios

  1. 1. Apuntador Mudo dice:

    Hola Shulito, aquí vengo a disfrutar de tu relato.

    La mezcla de recuerdos, sentimientos y emociones recubierta por el vestido que el alzheimer a veces se encapricha en ponernos al final de nuestras vidas, cobra gran lucidez en tu relato.

    Por un momento me ha recordado la obra de Haneke, cuyo título le vendría de maravilla a tu relato también.

    Es duro el relato, es emotivo, y te hace sentir muy vivo….así es la vida.

    Me ha gustado tu relato, destila sentimientos a flor de piel.

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 14:57
  2. 2. pajesur dice:

    El relato me ha parecido duro por el hecho de experimentar con primates. Encontrar una cura a través de las mascotas en los experimentos del laboratorio no es la solución. Así, experimentan en el mundo real con animales causándoles mucho sufrimiento con resultados dudosos. Los relatos muchas veces son una imitación de la vida real en los ensayos clínicos y la confrontación con las soluciones encontradas.

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 18:53
  3. 3. El recreo dice:

    Hola pajesur creo que el relato es duro por la impotencia del olvido que causa la enfermedad, y está logrado. Tampoco creo que trate este relato de la apología del maltrato animal. No obstante hay que distinguir la ficción de la realidad, de lo contrario habría que advertir como en las películas “ningún animal ha sido dañado durante la creación de este relato”.

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 23:01
  4. 4. Shulito dice:

    Hola Apuntador,

    Muchas gracias por los comentarios que haces a mi relato. Has acertado en mi implicación personal de los sentimientos, y como bien dices la vida te lleva a estas situaciones tan duras de las que no puedes escapar.

    Ya comenté tu relato, y me encantó…

    Un saludo,

    Hola Pajesur, como indica El recreo, en ningún caso realizo apología del maltrato animal y lamento si lo has interpretado así, es tan solo una invención literaria que habrá quien no pueda separarla de lo real. En todo caso te agradezco que hayas dejado un comentario sobre mi relato.

    Un saludo,

    Hola El recreo, te agradezco que hayas defendido mi relato explicando lo evidente, que se trata de una ficción y no de un apoyo manifiesto al maltrato animal. Tan solo quería mostrar el dolor que se debe “experimentar” cuando a un ser querido le ocurre ese deterioro mental irremediable, y que la literatura nos permite expresar de formas distintas y personales.

    Un saludo,

    Escrito el 22 febrero 2019 a las 13:42
  5. 5. Alma Gatuna dice:

    Aunque me parece muy correcto cómo escribes, desde mi punto de vista, que no soy ninguna experta en la materia, me gustaría dejarte algunas sugerencias con la única intención de que todos mejoremos con los comentarios. Aun no estando de acuerdo se puede abrir debate y sacar cosas en claro, tú, yo y quien nos lea.
    Aquí van:

    – “le animaba a acompañarla siempre, ahora en su mente…”, yo pondría un punto y seguido en lugar de coma.
    – “que le obligaban cerrar los ojos…”, creo que debería ser “que le obligaban a ser”.
    – “Era espectacular verla trabajar con sus “mascotas”, sus colegas…”, punto mejor que coma.
    – “le cogía suavemente del brazo, y fijando sus ojos en los del animal le inoculaba…”, pondría la coma así, porque es un inciso “le cogía suavemente del brazo y, fijando sus ojos en los del animal, le inoculaba…”
    – Igual es una tontería, pero en esta intervención de Luisa “– Marcos, ¿dónde están las llaves de mi Nissan? Hoy tengo que ir al laboratorio para probar un nuevo medicamento experimental – le preguntó Luisa a su marido”, como la pregunta no es lo más próximo al inciso yo cambiaría el inciso poniéndolo inmediatamente después de la pregunta, o bien diría “dijo Luisa a su marido”
    – Yo que tiendo a abusar de las comas, aquí sobran porque “Marcos” es el sujeto y “se quedó” el predicado, no se trata de un inciso que deba ir entre comas y del que podamos prescindir: “Marcos, se quedó petrificado, y no supo cómo reaccionar”. Hace más fluído el discurso.
    – “o la vamos a tener¡ –”. Dos cosas aquí: el lapsus de la admiración de invertida y la raya de diálgo que no es necesaria al finalizar el discurso, ya que no le sigue un inciso.
    – “Luisa(,) cariño”, aquí sí debe ir separado por una coma.

    El relato llega, deja poso.

    Un abrazo.

    Escrito el 24 febrero 2019 a las 15:17
  6. 6. Alma Gatuna dice:

    ¡¡Perdona, Shulito!!
    Escribo el comentario en un bloc de notas y al hacer el copia y pega me he dejado el principio del comentario. Discúlpame, lo he visto al publicarlo. Te dejo aquí lo que faltaba.

    Hola, Shulito. Es un relato precioso. Con sencillez nos muestras una realidad terrible para quien la sufre desde dentro y desde al lado. Los misterios de la mente, que por capricho del destino, desaparece toda una vida para no volver. Como tan bonito has expresado, “estaba viviendo su primera despedida”. Me ha emocionado. Felicidades.

    Escrito el 24 febrero 2019 a las 15:19
  7. 7. Shulito dice:

    Hola Alma Gatuna,

    Te agradezco de verdad las sugerencias que haces a mi relato, y reconozco el exceso en el uso de las comas. Procuraré revisar el próximo mejor antes de publicarlo.

    Me alegro mucho que te haya gustado mi historia. Para mí ha sido difícil ponerme en el lugar de los protagonistas, porque nunca sabes si con sus diálogos y vivencias puedes conducir al lector a que tener sensaciones tan intensas. Y con tu comentario creo que sí lo he conseguido, muchas gracias por leerme y por tan sinceras palabras.

    Un saludo,

    Shulito,

    Escrito el 25 febrero 2019 a las 10:27
  8. 8. TpT dice:

    Hola Shulito. Lo primero agradecerte la visita por mi relato, y aquí he venido a disfrutar del tuyo.
    Me ha gustado, tiene alma. Han pasado los años, y Marcos sigue cuidando de su amada con cariño a pesar de su enfermedad. Ejemplos de personas así, hacen sentir bien. Un bonito relato, felicidades amigo.

    Escrito el 26 febrero 2019 a las 19:02
  9. 9. Shulito dice:

    Hola TpT,

    Muchas gracias por comentar mi relato. Me alegra mucho que te haya gustado y que también como otros lectores hayáis percibido el verdadero alcance de esta historia “tan real como la vida misma”, y tan dura y tan bella a la vez que nos hace sentir vivos.

    Un abrazo,

    Shulito,

    Escrito el 1 marzo 2019 a las 11:50

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