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La ofensa - por El Recreo

Web: http://www.elrecreoderafa.wordpress.com

Todos callábamos. Algunos teníamos solo una palabra de vida… o de muerte, según se mire.

La comunidad científica y médica tardó años en descubrir y llegar a dos conclusiones claras. La primera es que el desvanecimiento llegaba como síntoma de una carencia de palabras. Es decir, nacíamos con un número de palabras limitado y al igual que el testigo de un automóvil nos avisa cuando éste entra en la reserva, el desvanecimiento nos avisaba de que apenas podíamos pronunciar unas decenas más. La segunda es que tras el desvanecimiento y agotadas esas palabras de “reserva”, llegaba de manera irremediable la muerte, con independencia de género, edad, estado físico o mental.

— ¡En pie! — gritó el gorila que armado con porra y pistola custodiaba la puerta por la que salía en ese momento el Juez. Su señoría tomó asiento y a su lado el ayudante comenzó a hablar. Le pagaban por ello.

— De un lado la parte demandada D. Braulio Cerezo González por otro la demandante D. Julio Castelo Bermúdez en representación de CYPSA sociedad anónima…

La sala continuaba en silencio. Por la frente de Braulio recorrían gotas de sudor. Braulio se limitaba a asentir o negar con la cabeza cuando era preguntado. A veces encogía los hombros. Escatimaba cualquier palabra innecesaria. El demandante, por el contrario no paraba de hablar.

—…Es por eso su señoría que mi representado defiende y ha defendido por activa y por pasiva su inocencia, pues en la noche de autos la situación en las instalaciones de la empresa se encontraban en perfecto estado, hasta que el demandado aquí presente forzó la entrada del almacén como bien se puede apreciar en el video de circuito cerrado que adjuntamos como prueba 10.H-2…

— ¿La defensa de la parte demandada tiene algo que añadir? —inquirió el Juez por boca del ayudante. Braulio negó con la cabeza. Carecía de un abogado de oficio con palabras suficientes para defenderle. El juicio continuó.

— ¿Cómo se declara la parte demandada? — preguntó el juez.

Braulio se secó el sudor. Tragó saliva. De un lado, una injusta y larga temporada en la “sombra” sin poder ver a sus hijos. Del otro, una última lección de ética, honestidad y valores. A él le gustaría defender su inocencia, explicar la situación que básicamente se halló en el lugar incorrecto en el momento inadecuado… pero nada de eso podía. Desde el banquillo de los acusados miró hacia atrás a su familia, les sonrió con una seguridad y un aplomo fingido y muerto de miedo se dispuso a hablar.

— ¿Y bien? — insistió el juez.

— ¡Inocente!— gritó Braulio antes de desplomarse.

La sala enmudeció con una leve interjección. Para entonces él yacía con una mueca contradictoria de dolor y complacencia. En sus ojos, una niebla comenzaba a enturbiar su inerte mirada.

— A la vista de los hechos declarados y ante tales circunstancias, con las evidencias que se han mostrado, declaro a Braulio Cerezo… —hizo una pausa— le declaro no culpable.

La sala comenzó a vaciarse. Yo me dirigía al periódico pensando en el valor de la palabra. Fuera de aquel juzgado la vida continuaba en su devenir. Absorto contemplaba cómo los más jóvenes las despilfarraban a troche y moche, incluso se permitían el lujo de repetirlas, de utilizar muletillas una y otra vez, una y otra vez. Continuamente había visto cómo los asesinos, torturadores de la palabra, simulaban no oír bien y otras veces obligaban a la gente a hablar hasta que alguno desfallecía. Y también vi cómo los más ricos y poderosos utilizaban esclavos-relatores, personas con escasos recursos que hablaban por ellos o mejor dicho para ellos. Luego estaban los ambulatorios y hospitales prácticamente desbordados, repletos de personas con problemas en cervicales de asentir constantemente. En la televisión y en las emisoras de radio no dejaban de reponer las mismas series, películas y canciones, ya que nadie quería malgastar su vida en ellas. Sin embargo los micro-relatistas estábamos muy solicitados y a pesar de que todos los anuncios eran por palabras, la sección de sucesos en la que trabaja aún nos permitía explayarnos.

Ensimismado en estos y otros pensamientos, no caí en la cuenta de la tragedia que aquel excremento canino del último peldaño me supondría. Cuando noté su textura en la suela de mi zapato fue demasiado tarde — ¡Mierda! —solté involuntariamente y así, sin más, paralizado por el pánico, apenas pude recapacitar en que difícilmente podría encontrar mayor ofensa a mi inteligencia, que pronunciar aquella estúpida y última palabra con la que me despediría de este mundo.

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9 comentarios

  1. 1. Jonatan dice:

    Muy bueno el relato, me gusta,el ambiente judicial que lo envuelve al comienzo y durante casi todo el mismo constrasta con el final trágico de la escalera, donde se supone que el protagonista acaba su vida de forma inesperada, tal y como suele pasar el la vida real.

    Escrito el 17 febrero 2019 a las 22:42
  2. 2. M.L.Plaza dice:

    Hola El Recreo.
    Muy original e interesante tu relato distópico. El final me ha parecido muy bueno e inesperado.
    “Por la frente de Braulio recorrían gotas de sudor” recorrían me suena raro:corrían o caían; “una niebla comenzaba…” la niebla; “continuaba en su devenir” quitaría en.
    Me ha gustado mucho leerte.
    Saludos

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 01:42
  3. 3. Laura dice:

    Hola El recreo.
    Me ha resultado un relado fantástico, muy bien ambientado, en especial con los que contratan a otros por las palabras (no sé cómo hará el juez, pero tal vez tienen otras prerrogativas).
    Magnìfico final.
    Mis màs sinceras felicitaciones.
    Hasta la pròxima propuesta.

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 11:17
  4. 4. Shulito dice:

    Hola El Recreo,

    He leído muchos relatos tuyos y debo reconocer que la gran mayoría me han encantado. Tu técnica de sorprender al lector al final del relato con un giro entre cómico y dramático es una de tus huellas de identidad, no la pierdas. En este relato el lector observa con detalle a sus personajes anodinos y cercanos a todos nosotros, mientras trata de imagina cual puede ser el desenlace final en ese futuro tan irreal como metafórico al compararlo con el presente. Es un relato de 10. Mis felicitaciones.

    Estoy deseando que vuelvas a publicar un segundo libro con nuevos relatos, dónde tus seguidores podamos compartir tu sideral imaginación.

    Un abrazo,

    Escrito el 18 febrero 2019 a las 20:05
  5. 5. El recreo dice:

    Gracias a todos por vuestros comentarios.ML Plaza recojo los errores detectados. Laura el juez tenía al relator como todos aquellos que podían permitirselo económicamente…el abogado sin embargo hablaba directamente porque podía permitirse ese lujo en el trabajo mientras que en la vida personal también utilizaba a un relator. Shulito gracias por tus palabras, no caen en saco roto aunque seas un incondicional de mi pluma.
    Os leeré. Un abrazo

    Escrito el 19 febrero 2019 a las 23:06
  6. 6. Víctor Alverdi dice:

    Hola el recreo. Me pareció muy interesante lo de las palabras limitadas y el final irónico me ha gustado bastante. En general un relato sólido. ¡Enhorabuena!

    Escrito el 20 febrero 2019 a las 22:44
  7. 7. El Recreo dice:

    Gracias por tu comentario Victor!

    Escrito el 21 febrero 2019 a las 08:33
  8. 8. Carmen Celis Oñate dice:

    Superoriginal. Algo diferente. Me gusta. Y bastante bien contada.

    Escrito el 2 marzo 2019 a las 08:57
  9. 9. El recreo dice:

    Gracias.Gracias.Gracias.Y gracias Carmen.

    Escrito el 2 marzo 2019 a las 13:08

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